viernes, 10 de julio de 2015

Con la tormenta a tu favor

¿Qué pasa si cuando estamos en medio de una prueba o problema, la desesperación nos hace caer o doblegar? Pues esto es porque no optamos por que suceda lo contrario; es decir, que la prueba nos haga más fuertes y más grandes.
En esos momentos deberíamos optar por hacer lo que hacen las águilas; algo muy interesante es que ellas sienten cuando se aproxima la tormenta, y lo que hacen es subir a lo más alto de una montaña y dejan que los vientos de la tormenta las impulsen y las lleven por encima de la tormenta, sin tener que sufrir las fuerzas y desastres que conlleva.
Al igual que estas aves, nosotros tenemos que comenzar a usar las pruebas y problemas que se presentan, pero a nuestro favor. Dios nos dio todo lo necesario para poder lograr salir airosos y por encima del problema.
“pero los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas; se remontarán con alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán.” Isaías 40:31 (RVR-1960)

La Fe de Un Niño

Un domingo escuché a Miguel hablar acerca de su relación con sus dos padres, el que lo crío cuando era niño y su Padre en el cielo.
Primero describió su confianza infantil hacia su padre terrenal como “sencilla y sin complicaciones”. Esperaba que su papá arreglara siempre lo que rompiera y le diera consejos. Sin embargo, le aterraba la idea de no complacerle, porque a menudo olvidaba que el amor y el perdón siempre venían a continuación.
Miguel continuó: “Hace algunos años causé todo un enredo y herí a muchas personas. Debido a mi culpa, acabé con una relación feliz y sencilla con mi padre celestial. Olvidé que podía pedirle que arreglara lo que yo había roto y buscar su consejo”.
Pasaron los años. Finalmente, Miguel tuvo una necesidad desesperada de Dios, pero se preguntaba qué hacer. Su pastor simplemente le dijo: “Dile a Dios que lo lamentas, ¡y hazlo en serio!”
En vez de ello, Miguel hizo preguntas complicadas, como: “¿Cómo funciona esto?” “¿Qué pasará si…?”
Finalmente, su pastor oró: ” Dios, por favor, ¡dale a Miguel la fe de un niño!” Más tarde, Miguel le dio un testimonio gozoso: “¡El Señor lo hizo!”

La astrología y los cristianos

La astrología, vista como predicción del horóscopo, es la insipiciencia que se basa en un conjunto de teorías y reglas para prever el futuro, calculando y observando el efecto que sobre los humanos tiene el sol, la luna, las estrellas y los planetas. Las posiciones de los astros en el momento de nacer un niño, supuestamente influyen en su carácter y personalidad, y el trayecto de los astros revelaría el destino del individuo.
A esta influencia la llaman astral, que además de tener como centro de operación el cuerpo humano, se extiende también al plano moral, o sea a los actos humanos. Como quiera que las naciones son un conjunto de individuos, se supone también, que las influencias astrales cambien la suerte de los pueblos y de la colectividad.
El horóscopo define los 12 signos del zodíaco y clasifica a las personas por los signos particulares bajo los que han nacido: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpión, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis.
Millones de personas revisan cada día su horóscopo para averiguar su futuro. Firman contratos, constituyen empresas, escogen oficios, hacen apuestas, planean viajes, escogen el nombre de sus hijos, y a veces formulan políticas y decisiones de gobierno, todo en base a los presagios astrológicos, viendo si los astros les favorecen o no.
La Astrología tiene su origen en la antigua Babilonia. Los babilonios fueron los primeros que observaron los cielos y reaccionaron ante los portentos que creían ver.
Ya en materia. el hecho de que los astrólogos acierten, no significa que los cristianos deban aceptar dichas cosas. La fuente de estos poderes no proviene de Dios. La Biblia dice: “Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz” (2 Corintios 11:14).

El tazón de madera

el-tazon-de-maderaEn ocasiones la gente suele hacer cosas que están muy apartadas del concepto de amor que se debe tener al prójimo. 
Veamos, por ejemplo, la siguiente historia: Un pariente, ya anciano, fue acogido por una familia cercana a él para que viviera con ellos; las manos le temblaban, caminaba con dificultad, y no veía bien. La familia acostumbraba a cenar todos juntos, y al abuelo se le caía la comida, la cuchara iba a dar al suelo, y derramaba la leche sobre el mantel. El matrimonio decidió no soportar más la situación, y colocaron, en un rincón del comedor, una mesa para una persona, y allí pusieron al anciano para que se alimentara, y le regalaron un tazón de madera para la leche; nuevamente, la familia fue feliz comiendo juntos, y de vez en cuando miraban al abuelo al que todavía se le caía la comida, la cuchara iba a dar al suelo, y derramaba la leche del tazón.
Una tarde, el padre de familia observó que su hijo pequeño intentaba hacer algo con algunos trozos de madera, “¿Qué quieres hacer con esos trozos de madera?”, preguntó. “¡Ah!, voy hacer dos tazones, uno para ti y otro para mamá, para que puedan tomar leche cuando yo crezca”.

El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Romanos 12:9. 

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no se envanece 1Corintios 13: 4.

No hay término medio para amar. El amor nunca puede excusarse en alguna circunstancia o condición. La historia habla de un amor fingido, no sincero, que en apariencia era bondadoso al ubicar al anciano en otro lugar del comedor, y que tuvo su mayor manifestación en el regalo dado, un tazón de madera. Pero era un tipo de amor que estaba muy lejos de la bondad. Y la lección del pequeño es una llamada de atención que pretende alcanzar a todos los hijos e hijas de Dios Creador. Hay que seguir el ejemplo de Jesús, el Amor en Persona. Resulta triste saber que personas conocedoras de la Verdad no aman como se debe y no lo reconocen, procurando, mediante regalos o atenciones, disfrazar un sentimiento que no es sincero.