lunes, 6 de julio de 2015

Hoy No, Mañana Si...

 “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.” 
¿Eres de las personas que siempre pospones las cosas para mañana? ¿Has dilatado tanto tus sueños que ahora no sabes qué hacer?
Seguir posponiendo tus sueños, o algún asunto en el hogar o en el trabajo, a la larga cuesta mucho más esfuerzo y puede traer mucho dolor. La dilación o procrastinación es un problema muy habitual que presentan ciertas personas; éstas buscan siempre hacer lo que sea a plazos. Se estima, de acuerdo a una investigación de la Universidad de Calgary, que el 95% de las personas postergamos al menos ocasionalmente, pero que hay entre un 15 a un 20% de nosotros que lo hacemos de manera consistente y problemática.
Es muy común encontrarse con personas que dicen:
“Hoy no lo acabo, mañana lo hago”
“La próxima semana empiezo”
“El próximo año sí me comprometo”
¡Bah!, "cualquier parecido es pura coincidencia", se oye frecuentemente. Pero, es verdad que muchas personas van directamente a la auto-derrota al postergar sus sueños, creyendo que habrá un mañana en el que las cosas cambien, cuando el viento sea favorable. Piensan en la esperanza del mañana que les dice: “mañana sí tendré tiempo”.
El sabio Salomón escribió: “Quien vigila al viento no siembra; quien contempla las nubes no cosecha.”
La postergación es un hábito que causa daños a nuestro organismo; ocasiona estrés y causa enfermedades como la gripe o trastornos digestivos, de acuerdo con investigaciones realizadas. Y muchas veces también postergamos la visita al médico o al odontólogo. Puedes sacar la cuenta de lo que te ha causado dejar de ir a un especialista en salud y comprobar por ti mismo, el coste de la dilación o postergación.

Amar la vida

Un profesor fue invitado a dar una conferencia en una base militar, y en el aeropuerto lo recibió un soldado llamado Ralph. Mientras se encaminaban a recoger el equipaje, Ralph se separó del visitante en tres ocasiones: primero para ayudar a una anciana con su maleta; luego para aupar a dos pequeños para que pudieran ver a Santa Claus, y después para orientar a una persona. Cada vez regresaba con una amplia sonrisa en el rostro.
“¿Dónde aprendió a comportarse así?”, le preguntó el profesor. “En la guerra”, contestó Ralph. Entonces le contó su experiencia en Vietnam. Allí su misión había sido "limpiar" campos minados. En el tiempo que empleó, había visto cómo varios amigos suyos, uno tras otro, encontraban una muerte prematura. “Me acostumbré a dar solo un paso a la vez”, explicó. “Nunca sabía si el siguiente iba a ser el último; por eso tenía que sacar el mayor provecho posible del momento que transcurría, entre alzar un pie y volver a apoyarlo en el suelo. Me parecía que cada paso era toda una vida”

“Con esa no”

Todo lo que empecé mal va a terminar bien, porque el capítulo cuatro del libro de Rut es un capítulo de bendición. En las historias de la Biblia hay un poder para sanar nuestra propia historia. El rey de la tierra ha dado la orden para que caigan las bendiciones y las agarremos, porque Él se ha enamorado de nosotros; ha dado la orden que se suelten sobre tu vida.
Cuando Rut llegó a Belén, lo primero que hizo fue ponerse a trabajar; tú también tienes que trabajar por tu sueño. Rut no dijo, “¡bueno, llegué, qué lindo es Belén!” “Me voy a tomar una semana para adaptarme, porque yo necesito tiempo para adaptarme a la cultura”. No, Rut se puso a trabajar, y tú también tienes que ponerte a trabajar por tu sueño. Hay muchas mujeres cuyo marido las dejó por una mujer más joven: “¡Ay, se me fue, y no sé qué hacer ahora, lo único que hice fue apoyar su sueño!” “¡Y el sueño de él era irse con la más joven!”
Ruth-y-noemiPero siempre habrá alguien, una consejera en este caso, que te dirá una palabra esperanzadora. Noemí, su suegra, le aconsejó a Rut, su nuera: “vas a hacer lo siguiente, te vas a bañar, te vas a depilar y te vas a perfumar, y luego vas a ir a ver a Booz”.
Ese tiene que ser tu redentor, tiene que salvarte. Rut le destapó los pies a Booz y se acostó allí, y el hombre se despertó por el frío. Ella le dijo: “tú eres mi redentor, y por la ley me tienes que redimir, extiende el borde de tu manto”. Que él la envolviera era un “sí quiero”.
Booz le contesta: “te juro que te voy a redimir” aunque hay otro familiar más cercano a mí. Y tú tendrías que casarte con él, pero si él no quiere yo sí quiero. Le dijo también: “extiende tu manto”, y le puso comida para ella y para que le llevara a Noemí. ¡Si el dueño de la tierra dijo que lo va a hacer, lo va a hacer!
El otro pariente no se quiso casar con la moabita dijo: “con esa no”, “porque esa mujer se casó y el marido se murió; además dañaría mi heredad ¡Esa está maldita!"

Los Presos

Un juez iba a liberar a un preso de la cárcel, por lo que los hizo pasar uno por uno, a una
“entrevista” con él para ver quien merecía ser liberado. Al preguntar al primero por qué
estaba allí, este dijo:
– “Estoy aquí porque me calumniaron y me acusaron injustamente”
Llamó al segundo y este contestó:
– “Estoy aquí porque dicen que robé, pero es mentira”.
De esta forma fueron pasando todos los presos y se declaraban inocentes. Hasta que llegó el último quien dijo:
– “Estoy aquí porque maté un hombre. Hirió a mi familia y perdí el control, y por eso lo maté.
Pero hoy me doy cuenta de que lo que hice estuvo mal y estoy muy arrepentido”
El juez se levantó y dijo:
-Voy a liberar a este último preso.
Todos se quedaron perplejos y dijeron. Pero, ¿por qué lo vas liberar a él?
El juez contestó:
– El castigo es para los que esconden su falta. La misericordia para los que reconocen su falta y se arrepienten.
Proverbios 28:13 “El que encubre sus pecados no prosperará, mas el que los confiesa y se aparta de ellos alcanzará misericordia.”