miércoles, 1 de julio de 2015

Las Heridas en las manos de Jesús

manosEl Dr. Debbie Clemente, eminente cirujano plástico, especialista en la reconstrucción de manos, comentó hace poco en una FM Cristiana: "Yo trabajo casi todos los días con la maravilla de la mano humana, pero una vez al año las manos tienen un significado muy especial para mí. Mientras los cristianos de todo el mundo celebran el viernes santo, yo me tomo ese día para meditar sobre las manos de Jesús

Esas manos que hicieron tanto bien, las mismas que muchas veces usó para sanar enfermos, las que lavaron los pies de sus discípulos, esas mismas manos, cierto día un grupo de soldados romanos las atravesaron con gruesos clavos que introdujeron a la altura de la muñeca, a través del túnel carpiano. Esta mutilación es terrible, provoca que la mano se doble en forma de garra, es una zona extremadamente dolorosa por la presencia del nervio mediano, nervio que permite la sensibilidad de la mayoría de los dedos, y Jesús no recibió ningún tipo de anestesia.


Después de esto, elevaron su cuerpo en el madero donde estaba clavado y todo su peso se mantuvo en esos clavos, destrozando aun más sus tejidos y tendones, provocando un sangrado importante y un dolor profundo. La mayoría de sus seguidores, que hasta ese día lo habían acompañado, literalmente desaparecieron de la escena. Unos se alejaron por temor, y otros porque no tuvieron la fortaleza necesaria para ver al Mesías soportando esa brutal tortura.

Sequía

Nada sobresale de la lenta medianía de los días. Los suburbios que esperaban la visita de la imaginación y el poder desatado de la palabra permanecen solitarios. A cada atardecer sucede otro y a cada mañana le sigue otra igual. Inútil la búsqueda del elixir que despierta. Oquedad, escarcha, mudez absoluta.
Se pasan las horas con repentinos, fugaces fogonazos de luz muerta. Unos pasos lentos alrededor de la casa en busca de una idea. La distracción de los pájaros, de las nubes, de unos rayos de sol que entibian un poco el interior. Esperanza que es apenas un leve escozor en la piel del alma, ni siquiera rasguño, ni siquiera inquietud.
Nada, solo palabras leídas pasada la medianoche, cuando se espera desesperado el sueño que salve del tedio. Pensamientos que tropiezan entre sí, que se mezclan como cartas de una baraja, apenas divagaciones insulsas. Estados descompensados del espíritu, grotescos paros cardiorrespiratorios en la mente, taquicardias imaginarias en el corazón, mientras las horas auscultan los torpes latidos de la noche.
Letargo en el escritorio de los temas. Los dedos entumecidos por lo creado. La yerta materia de los archivos en segundo plano. Las imágenes desdibujadas de la memoria. Impulsos erráticos, apenas instantes, relámpagos inasibles en la desesperación del silencio, de la página en blanco. El tesoro de las palabras, agotadas sus reservas, con los viejos cuadernos, saqueados en previas jornadas estériles. Los archivos virtuales, exprimidos y editados.

El rumor

Lucía era una niña de 4 años que estaba empezando a ir a la escuela, pero nunca imaginó a lo que se enfrentaría en su primera semana.
Entre las niñas de su clase comenzó a correr el rumor de una criatura espeluznante, que recorría las viejas y desgastadas cloacas que estaban bajo el colegio. Se trataba de un hambriento y enorme cocodrilo, cuya boca podía abrirla tan grande que era capaz de tragarse a un adulto de un solo bocado, y que de vez en cuando, sacaba la cabeza por uno de los retretes del baño.
El rumor fue cobrando cada vez más fuerza, tanta que ninguna de las pequeñas quería ir al baño sola; todas se ponían de acuerdo para ir en grupo, como mínimo de dos en dos.
La pequeña Lucía terminó convenciéndose de aquella mentira y se negaba a ir al baño sola. Lo peor era que ninguna de sus compañeritas quería acompañarla, y cada vez que alguien mencionaba algo del cocodrilo, ella no podía esconder el miedo que tenía. Algunas niñas alimentaban más el rumor comentando que habían visto al cocodrilo, otras decían que por poco las atrapa y que se habían salvado de puro milagro.
Angustiada por la tremenda mentira y por la actitud de sus compañeras, Lucía no aguantó más y fue a pedirle a su maestra que por favor la acompañara al baño, porque tenía miedo del cocodrilo. Al oír todo eso y tras un corto silencio, la maestra arrugó el entrecejo, se quitó las gafas, volvió a ver a la pequeña y le preguntó con voz apacible, ¿qué tenía que ver el baño con un cocodrilo?
Al terminar la historia, la maestra se arrodilló para ponerse a la altura de la pequeña, sonrió levemente, trató de consolarla y con serenidad, le explicó que era solo una mentira. Al final todo quedó aclarado.

El Camino que Conduce al Cielo

Que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. 1ª Corintios 2:5.
Yo sé a quién he creído. 2ª Timoteo 1:12.
Fue Dios quien lo trazó, y ningún otro camino conduce allí. Jesús lo dice con estas palabras: “Yo soy el camino, la Verdad y la Vida, nadie viene al Padre, sino por mí(Juan 14:6). Nuestros pecados nos impiden el acceso a Dios, y según las exigencias divinas, éstos debían ser expiados mediante un sacrificio perfecto. Entre los hombres no había, nunca habrá, nadie que estuviese sin pecado, que pudiese ofrecerse como víctima expiatoria. “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo(Gálatas 4:4). En virtud del sacrificio de su Hijo, Dios salva a los que se reconocen culpables y creen en el Señor Jesús.
camino al cielo reflexiones cristianas
El camino era sencillo, pero los hombres quisieron introducir sus propios pensamientos: "Es cierto, dicen ellos, Cristo es el camino, pero usted no puede ir directamente a Él, tiene que implorar a los santos. Y luego, tranquilícese; después de su muerte, sus seres queridos que estén en la tierra, conseguirán por medio de rezos y ofrendas, que Dios le abra el cielo".
No, la Palabra de Dios rechaza esos razonamientos. “Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos(1ª Timoteo 2:5-6). 
Ninguno de ellos podrá, en manera alguna, redimir al hermano, ni dar a Dios su rescate” (Salmo 49:7). Usted hallará la paz con Dios por medio de Jesús, porque “no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos(Hechos 4:12).

Sello de amor

Philip era conocido en su pueblo como un muchacho ateo que vivía burlándose de todos los que tenían fe en Dios.
En 1942 decidió escaparse de su casa. Después de vagar sin rumbo fijo durante algún tiempo, comenzó a sentirse cansado y sediento. Entonces divisó una pequeña choza y pensó pedir ayuda. Al llegar vio a una niña y Philip se acercó para pedirle un vaso de agua, pero ella, al ver su estado, le pidió que entrara para que también pudiera comer algo.
Philip fue atendido muy amablemente por aquella familia. Hasta ese momento nunca se había sentido tan aceptado y apreciado, por lo cual aceptó la invitación de quedarse a pasar la noche en esa casa.
Al día siguiente, cuando ya se despedía, vio que la niña se había levantado temprano y estaba muy concentrada en su lectura. 
Philip le preguntó: -¿estás preparando tu tarea? -No señor-, contestó la niña, estoy leyendo la Biblia. Philip respondió, -¿Por qué lo haces?, ¿acaso te impusieron como castigo leer unos capítulos al día? La niña le respondió de inmediato: -¡no señor!, para mí leer la Biblia es un placer.
El trato que recibió de aquella familia y esa breve charla, tuvieron tal efecto en el corazón de Philip James Eliot, que le motivaron a leer la Biblia. Esto, con el correr del tiempo, le llevaría a convertirse en un valiente misionero, dispuesto a arriesgar su vida con tal de predicar el Evangelio de Jesucristo. Fue así, como en Enero de 1956 y desempeñando esta tarea, tristemente fue asesinado por una tribu indígena en su país.