Habitualmente me levanto de la cama antes que las aves y observo la luz del sol inundar mi oficina cada mañana.
Amo esta hora del día. Pero lo que no amo es ser despertado bruscamente de un sueño profundo antes de la hora normal de levantarme, y desgraciadamente, todos los días de los últimos meses lo he sido.
Duermo con las ventanas abiertas, y alrededor de las 4:00 de cada mañana, llueve o solee, he tenido a ese pájaro "maluco“ en algún lugar” cercano, ¡emitiendo su canto de apareamiento en lo que parecieran 130 decibelios! Muchas veces he intentado comparar con insistencia, ese sonido con una criatura del tamaño de un pterodáctilo consumiendo algún tipo de sustancia.
¡Pero esa astuta criaturita nunca se dejó ver! Aprecio la naturaleza tanto como cualquiera, ¡pero ese gran ruido a esas horas de la mañana no es música celestial, precisamente para mis oídos! En un momento de agitación en que mi emplumado adversario me colocó, pensé en ubicar a un “deportista tirador” en el vecindario que se encargase de él, pero aquello no dejó de ser tan solo un anhelo fantasioso. Además, no creo en el “deporte de la cacería”.
Ahora, sin embargo, me he acostumbrado bastante a mi alarma residente en árbol y a mirar el lado positivo de esta situación; hasta podría agradecerle por la hora adicional de trabajo que he podido invertir cada día.
Amo esta hora del día. Pero lo que no amo es ser despertado bruscamente de un sueño profundo antes de la hora normal de levantarme, y desgraciadamente, todos los días de los últimos meses lo he sido.
Duermo con las ventanas abiertas, y alrededor de las 4:00 de cada mañana, llueve o solee, he tenido a ese pájaro "maluco“ en algún lugar” cercano, ¡emitiendo su canto de apareamiento en lo que parecieran 130 decibelios! Muchas veces he intentado comparar con insistencia, ese sonido con una criatura del tamaño de un pterodáctilo consumiendo algún tipo de sustancia.
¡Pero esa astuta criaturita nunca se dejó ver! Aprecio la naturaleza tanto como cualquiera, ¡pero ese gran ruido a esas horas de la mañana no es música celestial, precisamente para mis oídos! En un momento de agitación en que mi emplumado adversario me colocó, pensé en ubicar a un “deportista tirador” en el vecindario que se encargase de él, pero aquello no dejó de ser tan solo un anhelo fantasioso. Además, no creo en el “deporte de la cacería”.
Ahora, sin embargo, me he acostumbrado bastante a mi alarma residente en árbol y a mirar el lado positivo de esta situación; hasta podría agradecerle por la hora adicional de trabajo que he podido invertir cada día.