jueves, 25 de junio de 2015

Firme usted su obra con excelencia

Ya sea que tenga dinero en el banco
O negocie su futuro en Wall Street…
Venda hamburguesas en un puesto de playa
O prepare platos de pasta en un restaurante de cinco estrellas…
Corte árboles gigantescos en el noroeste
O recoja leña y la distribuya…
Entrene a un equipo
O pastoree una congregación…
Publique libros de éxito
O distribuya periódicos muy temprano por la mañana…
Sea estrella de sus propios programas de televisión
O repare casetes…
Administre muchas hectáreas de granja
O corte césped y los arbustos en el vecindario…
Salga a vender ordenadores
O conduzca un camión cargado de maquinaria…
Construya casas
O limpie piscinas…
Discuta casos delante de un juez
O se encargue de disputas familiares como consejero,
Hágalo todo lo mejor que pueda porque no hay tareas inferiores. Solamente las personas que las ven como tales, se vuelven inferiores al realizarlas.
Toda tarea es un autorretrato de la persona que la ejecuta. Firme su obra con excelencia.
Daniel 6:3
Pero este mismo Daniel sobresalía entre los funcionarios y sátrapas porque había en él un espíritu extraordinario.

¿Qué es el Jueves Santo?

El Jueves Santo (en ingles, el Jueves Maundy) es el jueves de la Semana de la Pasión, un día antes del Viernes Santo (el jueves antes del Domingo de Pascua). El Jueves Santo es el nombre dado al día en el que Jesús celebró la Pascua con sus discípulos, conocido como la Última Cena. Dos eventos importantes son el eje central del Jueves Santo.

En primer lugar, Jesús celebró la Última Cena con sus discípulos y, por tanto, instituyó la Cena del Señor, también llamada Comunión (Lucas 22:19-20). Algunas iglesias cristianas observan físicamente, una celebración especial de la Cena del Señor el Jueves Santo, solo como recuerdo de la Última Cena de Jesús con sus discípulos. 

En segundo lugar, Jesús lavó los pies de los discípulos como un acto de humildad y servicio, estableciendo así un ejemplo de que debemos amar y servir el uno al otro mutuamente, en la humildad (Juan 13:3-17). Algunas iglesias cristianas observan físicamente, una ceremonia del lavado de los pies el Jueves Santo, para conmemorar a Jesús lavando los pies de los discípulos.

La palabra inglesa "Maundy" es traducida de la palabra latina "mandato." El “Maundy” en el Jueves Santo se refiere al mandato que dio Jesús a sus discípulos en la Última Cena, que deben amar y servir el uno al otro. ¿Debemos observar el Jueves Santo? La Biblia no lo ordena ni lo excluye. Está bien recordar la Última Cena y el sacrificio de Jesús en nuestro favor. Es bueno recordar el ejemplo de la humildad del Señor. Sin embargo, al mismo tiempo debemos evitar la ritualidad de observancias de este
 tipo, instituidos como días festivos, a menos que estén realmente enfocados en Dios y en nuestra relación con Él.


¿Mides el Éxito Como Un Líder o como Un Seguidor?

Unos años atrás, escuché una enseñanza sobre la diferencia entre líderes y seguidores, y algo llamó mi atención. Escuché que los líderes difieren de los seguidores porque éstos últimos, los seguidores, miden el éxito desde el punto de vista del logro individual, mientras los líderes miden el crecimiento basándose en el avance del grupo. Entretanto pensaba en el concepto, me di cuenta que coincidía ciertamente, con mi propio liderazgo. Es un concepto de verdadero liderazgo el hecho de que los líderes midan el éxito basados en el éxito del grupo.
Por ejemplo, unas semanas atrás comenzamos un juego en equipo, de lanzamiento de bolos en nuestra iglesia local. Muchos nunca han visto un salón de bolos, y menos aún, han tratado de jugar. Así que tuve el deseo de crear un pequeño grupo y llevar a algunos de los miembros de la iglesia. Me considero un jugador bastante bueno, de hecho, si juego a los bolos yo solo, generalmente suelo conseguir una marca bastante alta. Pero lo que noté inmediatamente, es que cuando traía a los miembros de mi iglesia, como líder del grupo, pasé mucho más tiempo asegurándome de ver que estuvieran bien en lugar de jugar a los bolos. Ya desde un principio estaba mirando la puerta, de modo que cuando vinieran estuviera listo para saludarlos. Después debía asegurarme de que tuvieran los zapatos y la bola del tamaño correcto. Luego me aseguraba de que supieran tirar la bola correctamente. La lista seguía aumentando, asegurándome de que no jugaran incorrectamente, de que jugaran en su turno y no en el turno de otra persona, etc,. Al final de la noche, personalmente conseguía una marca mucho menor de lo normal, pero mi marca no era tan importante como que mi grupo se divirtiera y lo hiciera bien.
El principio del liderazgo es este: Como líderes, sacrificamos el éxito personal por la esperanza del éxito colectivo del grupo. 

Revolución del Alma

Un día, cuando era estudiante de secundaria, vi a un compañero de mi clase caminando de regreso a su casa. Se llamaba Kyle. Iba cargando todos sus libros, y pensé: “¿Para qué se llevará a su casa todos los libros el viernes? Debe ser un “empollón”. 
Yo ya tenía planes para todo el fin de semana. Fiestas y un partido de fútbol con mis amigos el sábado por la tarde, así que me encogí de hombros y seguí mi camino.
Mientras caminaba, vi a un montón de chicos corriendo hacia él. Cuando lo alcanzaron le tiraron todos sus libros y le hicieron una zancadilla que lo tiró al suelo.
Vi que sus gafas volaron y cayeron al suelo, a unos tres metros de él. Miró hacia arriba y pude ver una tremenda tristeza en sus ojos. Mi corazón se estremeció, así que corrí hacia él mientras gateaba buscando sus gafas, y vi lágrimas en sus ojos.
Le acerqué sus gafas a sus manos, y le dije, “esos chicos son unos tarados, no deberían hacer esto”. Me miró y me dijo: “¡gracias!” Había una gran sonrisa en su cara; una de esas sonrisas que mostraban verdadera gratitud.
Vivía cerca de mi casa, y le ayudé con sus libros. Le pregunté por qué no lo había visto antes, y me contó que se acababa de cambiar de un colegio privado. Nunca había conocido a  alguien que hubiera ido a un colegio privado.
Y caminamos hasta casa. Le ayudé con sus libros; parecía un buen chico. Le pregunté si quería jugar al fútbol el sábado conmigo y mis amigos, y aceptó. Estuvimos juntos todo el fin de semana. Mientras más conocía a Kyle, mejor nos caía, tanto a mí como a mis amigos. Llegó el lunes por la mañana y ahí estaba Kyle con aquella enorme pila de libros de nuevo. Me paré y le dije:
“Hola, vas a conseguir unos buenos músculos si cargas todos esos libros todos los días”. Se rió y me dio la mitad para que le ayudara.
Durante los siguientes cuatro años nos convertimos en los mejores amigos. Cuando ya estábamos acabando la secundaria, Kyle decidió ir a la Universidad de Georgetown y yo a la de Duke. Sabía que siempre seríamos amigos, que la distancia no sería un problema. Él estudiaría medicina y yo administración de empresas, con una beca de fútbol.
Y llegó el gran día de la Graduación. Él preparó el discurso.
Yo estaba feliz por no ser el que tenía que hablar, mientras Kyle se veía realmente bien. Era una de esas personas que se había encontrado a sí misma durante la secundaria; había mejorado en todos los aspectos, hasta se veía bien con sus gafas. Tenía más citas con chicas que yo y todas lo adoraban. ¡Caramba! Algunas veces hasta me sentía celoso… Hoy era uno de esos días, y pude ver que él estaba nervioso por el discurso, así que le di una  palmadita en la espalda y le dije:
“Vas a estar genial, amigo”. Me miró con una de esas miradas de agradecimiento, y me sonrió.
“Gracias”, me dijo.
Carraspeó su garganta y comenzó su discurso:

De todos modos…

Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio. Marcos 1:40-41
Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible… Creo; ayuda mi incredulidad. Marcos 9:23-24
Últimamente Sonia lucha con problemas que no se los quiere decir a sus padres. En plena crisis de adolescencia, imagina que siempre se opondrán a ella. A las preguntas de su madre, ella replica: "De todos modos no quieres ayudarme".
Por otra parte, desde hace unas horas, Rosa trata de resolver un problema de matemáticas. Su padre le ofrece su ayuda, pero ella duda de sus conocimientos y responde: "De todos modos no puedes ayudarme….
¿Cuántas veces tenemos esta actitud escéptica cuando nos dirigimos a Dios? Sonia tiene un conflicto con sus padres,... ¿lo tendremos también nosotros con Dios? ¿Pensamos que Él no quiere ayudarnos?, ¿que es inútil orarle? O al igual que Rosa, ¿estamos tan inmersos en nuestras dificultades hasta el punto de que nos parecen insuperables? Quizá no lo reconozcamos, pero actuamos como si Dios no pudiese resolverlas.
Pero la Biblia afirma todo lo contrario: "De todos modos, Dios siempre está dispuesto a ayudarnos", y "de todos modos, Dios siempre es poderoso para ayudarnos". En el evangelio vemos a una persona decir a Jesús: “Si quieres…”, y Jesús afirma con amor: “Quiero”. Más adelante otra persona le dijo: “Si puedes”..., y Jesús le respondió: “Si puedes creer, al que cree todo le es posible”. Su poder es ilimitado, incluso si nuestra fe es débil. Sepamos, pues, decirle: “Creo; ayuda mi incredulidad” (Marcos 9:23-24).