La belleza ha sido y será un tema de gran importancia para la humanidad, especialmente para el género femenino. Diariamente hacemos un esfuerzo y gastamos tiempo y dinero para hacernos a nosotras, a nuestras casas, coches y otros accesorios de nuestras vidas, tan bellos y atractivos como sea posible. No hay, por supuesto, nada de malo con querer ser bella, e incluso debemos ser cuidadosas en aprender lo que es precisamente belleza. Lo crean o no, las Escrituras tienen mucho que decir sobre la belleza, su fuente, y cómo se refleja en la vida y la persona de una mujer cristiana. Centraremos nuestra atención en solo dos versículos del tercer capítulo de 1 de Pedro.
En el versículo 3, Dios hace, quizás, la más profunda declaración sobre la auténtica belleza, centrándose en Dios.
VUESTRO ATAVÍO NO SEA EL EXTERNO,… (1 Pedro 3:3)
Esto no significa que debamos lucir lo peor posible para que, de esa manera, la belleza de Dios pueda brillar, o que todo lo concerniente a la belleza sea vanidad. No, Dios simplemente está diciendo que la auténtica Belleza no viene de afuera. De hecho, los adornos externos son más un estorbo para la verdadera Belleza que una ayuda. ¡Estamos demasiado preocupadas por nuestra ropa, cabello, maquillaje y accesorios! Sin embargo, esas cosas no guían más a una vida espiritual que a una atracción sensual de la carne.¡Con cuánta frecuencia nos vestimos para atraer las miradas! ¿No entendemos que “los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo”? (1 Juan 2:16) Y “si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.” (1 Juan 2:15). Debemos dejar de llamar la atención sobre nosotras mismas y buscar irradiar una Belleza tal, que dirija todos los ojos hacia Dios.
Nuestro atavío no debe ser el externo, sino
…SINO EL INTERIOR, EL DEL CORAZÓN, EN EL INCORRUPTIBLE ADORNO DE UN ESPÍRITU AFABLE Y APACIBLE, QUE ES DE GRANDE ESTIMA DELANTE DE DIOS. (1 Pedro 3:3)
El “ser interior” es esa parte de nosotros sobre la que Dios está verdaderamente interesado. Como le dijo Dios a Samuel años atrás,
“…Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.” 1 Samuel 16:7
Si de verdad queremos ser hermosas, nos debemos preocupar por nuestra condición espiritual. Estar envuelta en un vestido delicado no es tan importante como estar cubierta con un delicado y apacible espíritu. Estar vestida con la última moda no es comparable con ser llenas del Espíritu Santo y estar investidas del Señor Jesucristo.
…antes bien sed llenos del Espíritu, (Efesios 5:18)
…sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne. (Romanos 13:14)
Llevar puestas joyas de oro cuesta bastante menos que llevar joyas de virtud.