viernes, 5 de junio de 2015

Luz Interior

En Barrow, Alaska, las montañas adquieren un nuevo significado. A unos 550 kilómetros del Círculo Polar Ártico y muy cerca del Polo Norte, Barrow es la auténtica “Tierra del sol a medianoche”. Durante ochenta y tres días, desde el 11 de mayo hasta el primero de agosto, el sol nunca se sumerge en el horizonte.
Pero también existe el lado oscuro para la vida en las latitudes altas. Cada año, el 18 de noviembre, los residentes observan cómo el astro rey se pierde en el horizonte y es esa la última puesta del sol del año, durante más de dos meses.
Aunque no hay una total oscuridad todo el tiempo, el invierno en Barrow es realmente una estación de penumbra. Las temperaturas descienden tanto, que el combustible de petróleo se congela. Las llaves se rompen como palillos de dientes en cerraduras heladas. Temperaturas por debajo de 100 grados bajo cero pueden causar la congelación en treinta segundos.
La perenne oscuridad, el frío y el viento pueden parecer agobiantes a aquellos que, por contra, tienen garantizado un diario bronceado solar. Los residentes admiten que ambicionar Hawai es muy común entre ellos.
Sin embargo, no todos quieren irse. “A muchos de aquí, realmente les gusta el invierno, disfrutan de su paz y quietud,” dice el alcalde de Barrow. “Mucho de ello, se relaciona con el punto de vista de una persona acerca de la vida. Te puedes dejar caer envuelto en la depresión, o bien te levantas y encuentras algo valioso que hacer.”
Suelen producirse estaciones sombrías en la vida de cualquiera, y la forma de pasarlas depende de nuestra perspectiva. Podemos encerrarnos en nosotros mismos y estar anhelando siempre otra vida, o confiar en la Luz de Dios para ayudarnos a encontrar una existencia plena de esperanza y serenidad. Nos corresponde a nosotros elegir.
No que hable porque tenga escasez, pues ha aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación. Filipenses 4:11

Como plumas al viento

Es sorprendente como muy fácilmente algunas personas provocan daño a otras levantando severas injurias. 
Como plumas al vientoEn una ocasión, un hombre calumnió gravemente a uno de sus amigos, envidioso por la prosperidad que alcanzaba. Al cabo de un tiempo, al ver las consecuencias que había traído sobre el hombre con sus falsedades dichas, pidió consejo a un sabio varón porque estaba muy arrepentido por lo que había hecho. 
Conocida la historia, dijo el varón sensato, “toma un saco lleno de plumas ligeras y pequeñas, y mientras caminas, vas soltando una a una hasta terminar”. El hombre se dispuso a cumplir el consejo, satisfecho por lo fácil que le había resultado dar por superada su mala acción. “Ya he terminado”, dijo al sabio. “Esa ha sido la parte más fácil, ahora toma otro saco y, yendo por el mismo camino que anduviste, recupera las plumas hasta llenarlo de nuevo”. El hombre se puso muy triste, porque se dio cuenta lo que significaba la enseñanza del sabio.

Y ninguno de vosotros piense mal en su corazón contra su prójimo, ni améis el juramento falso; porque todas estas son cosas que aborrezco, dice Jehová. Zacarías 8:17
Y los principales sacerdotes y todo el concilio buscaban testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte; pero no lo hallaban. Porque muchos decían falso testimonio contra de él, mas sus testimonios no concordaban. Marcos 14: 55,56.

¿Cómo recibo el perdón de Dios?

Hechos 13:38 declara, “Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados.”
¿Qué es el perdón y por qué lo necesitamos?
La palabra “perdonar” significa hacer borrón y cuenta nueva, condonar, cancelar una deuda. Cuando somos injustos con alguien buscamos su perdón a fin de restituir la relación. Pero el perdón de Dios no es otorgado debido a que la persona merezca ser perdonada. Nadie merece ser perdonado por Él. El perdón es un acto de Su amor, misericordia y gracia. 
El perdón es la decisión de no guardar rencor a otra persona, pese a lo que le haya hecho.
La Biblia nos dice que todos necesitamos el perdón de Dios. Todos hemos cometido pecado. Eclesiastés 7:20 declara, “Ciertamente no hay hombre tan justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque.” 1 Juan 1:8 dice, “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.” Y todo pecado es a la larga un acto de rebelión en contra de Dios (Salmos 51:4). Como resultado, necesitamos desesperadamente el perdón de Dios, y si nuestros pecados no son perdonados, pasaremos la eternidad sufriendo las consecuencias de los mismos (Mateo 25:46; Juan 3:36).

¿Una vez salvo, siempre salvo?

¿Una vez que una persona es salva, es siempre salva? Cuando alguien llega a conocer y reconocer a Cristo como su Salvador, es introducido en una relación con Dios que garantiza una salvación eternamente segura. Numerosos pasajes de la Escritura declaran este hecho.

(a) Romanos 8:30 declara, “Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó”. Este versículo nos dice que desde el momento en que Dios nos escogió, y lo aceptamos, es como si fuéramos glorificados, porque Dios ya lo tiene propuesto en el cielo. No hay nada que impida al creyente ser glorificado un día, porque Dios ya lo ha propuesto en el cielo. Una vez que una persona es justificada, su salvación está garantizada, está tan seguro como si ya estuviera glorificado en el cielo.


(b) En Romanos 8:33-34, Pablo hace dos preguntas cruciales, “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros”. ¿Quién va a presentar cargos contra los elegidos de Dios? Nadie, porque Cristo es nuestro abogado. ¿Quién va a condenarnos? Nadie, porque Cristo, Aquel que murió por nosotros, es el que condena. Tenemos como nuestro Salvador al abogado y al juez.

(c) Los creyentes son nacidos de nuevo (regenerados) cuando creen (Juan 3:3;Tito 3:5). Un cristiano tendría que ser un empedernido en el vicio, un obstinado, para que pierda su salvación. Pero la Biblia no da evidencia de que el nuevo nacimiento pueda ser quitado.

¡Nunca Solo!

David hijo de un pastor, había llegado al hogar para gozo y alegría de sus padres, pero, a poco de nacer, empezó a manifestar síntomas de enfermedad que llevaron a sus padres a recurrir al médico.
Tiene una debilidad en el músculo del corazón, dijo el médico, y se ha roto la pared interior, de modo que la sangre no se purifica, pues se mezcla la sucia con la limpia. No sobrevivirá. Está muy débil.
Todos lloraban esta desgracia, la madre, los abuelos, los amigos....
La Iglesia oraba, pero el diagnóstico era tan adverso que la fe de muchos estaba debilitada.
De pronto, su padre se sentó al lado de la cunita de David, e hizo algo que a todos les pareció como de locos.
Cogió su guitarra y se puso a rasguear algunos acordes. Más de uno pensó: “está perdiendo el juicio a causa del dolor”.
Pero de pronto, y a pesar que su voz no estaba nada bien, sus labios empezaron a cantar:
SOLO NO ESTOY
JESÚS ESTÁ A MI LADO

AMIGO FIEL
QUE NO ME DEJARÁS

Y prosiguió. Mientras las lágrimas salían de sus ojos cerrados, él seguía cantando este himno, mezcla de oración y testimonio.
Terminó la tercera estrofa, y, empezó otra vez con la primera, y de pronto, otros empezaron a acompañarle en voz baja para no importunar al niño.

David hoy día, es un arquitecto licenciado en una prestigiosa Universidad, se ha casado, es padre de una hermosa niña y da testimonio, diciendo que él vive porque su padre nunca dudó que Dios estaba a su lado.
Querido amigo, Jesús está a tu lado, pero, Él obrará en tu necesidad en la medida que tú creas que su presencia te acompaña ayer, hoy y siempre.
II Timoteo 4:17 “Pero el Señor estuvo a mi lado… ”