domingo, 31 de mayo de 2015

¿Crisis de Fe?

Hubo un hombre que preparó el camino del Señor…, Juan el Bautista. Juan, cada vez que podía, decía…¡mírenlo, Él es el Mesías, el Salvador del mundo! Juan anunció a Jesús como el Hijo de Dios.
Pero llegó un momento en que Juan fue tomado preso y se preparaba para ser decapitado… Entonces, desde la cárcel, Juan envió a dos de sus aprendices hacia donde estaba Jesús a preguntarle… ¿eres tú el Mesías o esperaremos a otro?
crisis¿Qué pasó después con Juan?, ¿días atrás, no estaba anunciando a Jesús como el Mesías?, ¿que pasó con su fe?
La situación había cambiado, antes Juan proclamaba, en la libertad del desierto, que Jesús era el Mesías, pero ahora estaba preso y a punto de morir… y entonces falló su fe por un momento.. Honradamente, todos hemos pasado por crisis de fe. Todos nos hemos preguntado si realmente Dios existe…si realmente tiene o no cuidado de nosotros.
Pero Jesús envió una respuesta amorosa… Díganle a Juan, que los enfermos son sanados, los muertos resucitados y a los pobres es anunciado el evangelio… Díganle a Juan, bienaventurado aquel en que no haya tropiezo en mí. Lo que quiere decir, bienaventurado el que no se ofende por la forma en que yo hago las cosas…
Tal vez te hayas sentido ofendido por la forma como Dios obra... tal vez no entiendas algunos asuntos… pero el Señor te pide que no te ofendas por su forma de proceder.
Juan, al oír el mensaje, sintió gozo en su corazón. Aún en el momento más oscuro al final de su vida, debió haber pensado : ¡Si, Él es el Mesías y yo anuncié su llegada!

El Frasco de Pepinillos

Pasaron los años. Acabé en la universidad y tomé un empleo en otra ciudad. Una vez, mientras visitaba a mis padres, usé el teléfono de su habitación. Pero observé que aquel frasco de pepinillos vacío que antes yacía allí, no estaba. Había servido para su propósito y ahora estaría en otro lugar..
Y sentí cierta preocupación al contemplar el lugar, junto a la cómoda, donde el frasco siempre había estado. Mi papá es hombre de pocas palabras; nunca me sermoneó sobre los valores de la determinación, perseverancia y fe. El frasco de pepinillos me había enseñado todas esas virtudes mucho más efectivamente, que las palabras más elocuentes pudieran haberlo hecho. Con cuánto cariño recuerdo a aquel viejo frasco y el lugar que ocupó en mi vida.
Cuando me casé, le conté a mi esposa, Susana, el importante rol que aquel viejo frasco de pepinillos había jugado en mi vida como muchacho. En mi mente, significaba más que cualquier otra cosa, ¡cuánto me había amado mi papá!
La primera Navidad después de que naciera nuestra primera hija, pasamos la fiesta con mis padres. Después de cenar, mamá y papá se sentaron el uno junto al otro en el sofá, abrazando por turno a su primera nieta. Juanita comenzó a gemir suavemente y Susana la tomó de los brazos de Papá. “Probablemente necesita ser cambiada”, dijo mientras llevaba a la bebé al dormitorio de mis padres para cambiarle los pañales. Cuando Susana regresó a la sala, había una bruma visible en sus ojos.
Le pasó a Juanita de nuevo a papá, antes de tomar mi mano y guiarme hacia el dormitorio trasero. “¡Mira!”, dijo suavemente, mientras sus ojos me dirigían al lugar en el suelo junto a la cómoda.
Para mi sorpresa, allí, como si nunca hubiese sido removido, se hallaba el viejo frasco de pepinillos, con el fondo cubierto de monedas. Me encaminé hacia el frasco, metí la mano en mi bolsillo y saqué un puñado de monedas. Con una mezcla de emociones obstruyéndome la garganta, dejé caer las monedas en el frasco. Levanté la mirada para ver a papá quien, cargando a Juanita, se había introducido silenciosamente en la habitación. Nuestros ojos se encontraron y me di cuenta de que ambos sentíamos las mismas emociones. Ninguno de los dos podía hablar.
No teníamos necesidad de ello. El frasco de pepinillos ya estaba de nuevo en su viejo lugar con un propósito renovado. Podía ver el gozo en la mirada de papá mientras sostenía dulcemente en sus brazos a su nieta. El viejo frasco de pepinillos era nuevo... de nuevo.

¿Adversidades? ¿Pruebas?

SANTIAGO 1:2-5  Hermanos míos, ustedes deben tenerse por muy dichosos cuando se vean sometidos a pruebas de toda clase. 3 Pues ya saben que cuando su fe es puesta a prueba, ustedes aprenden a soportar con fortaleza el sufrimiento. 4 Pero procuren que esa fortaleza los lleve a la perfección, a la madurez plena, sin que les falte nada.5 Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará; pues Dios da a todos sin limitación y sin hacer reproche alguno.”
¿La adversidad te debilita o te da fuerzas?
Estos versículos nos dicen que debemos sentirnos muy dichosos cuando nos hallemos en diversas pruebas o adversidades, las pruebas de la vida. Evitar la prueba o la adversidad es evitar la vida. Para saber celebrar grandes triunfos hay que tener momentos difíciles.  ¿Te acuerdas de cuando saliste bien de una prueba difícil? ¿Cómo te sentiste?
adversidadHay una historia en la Biblia, en Números 13, cuando Moisés envía a 12 espías a Canaán (la tierra prometida). 10 de ellos, aunque dieron un buen informe, vieron muchos imposibles, y solamente 2 de ellos, Josué y Caleb, pensaron que sí se podía alcanzar la tierra prometida.
Ahora piensa que la tierra prometida representa uno de tus sueños. ¿Cómo lo estás viendo? ¿Estás viendo gigantes? ¿Estás viendo posibilidades o imposibilidades? ¿Piensas que no se puede? ¿Piensas que no estás capacitado para hacerlos realidad?
Si sigues leyendo el capitulo 14, te vas a encontrar a un Josué y Caleb completamente comprometidos con su misión y visión, y Josué hace una declaración sorprendente: “Los gigantes ya son pan comido” (expresión positiva en tiempo presente).

Un ejemplo vivo de amor en la Biblia

Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Romanos 5:5
No es necesario que se preocupe por si en usted no hay suficiente amor, porque la Palabra dice que el amor de Dios ha sido derramado en su corazón por el Espíritu Santo. El amor de Dios está en usted, lo que necesita hacer es tomar la decisión de dejarlo que fluya.
Haga la siguiente oración:
“En el nombre de Jesús, tomo la decisión firme de vivir, a partir de hoy, una vida de amor y dejar que la ternura de Dios se manifieste por medio de mí, para que sane los corazones heridos de los que encuentre en mi camino.“Padre, enséñame a amar aunque las cosas salgan mal; a ser paciente y bondadoso cuando los niños necesitan atención; a pasar por alto las palabras rencorosas de mi cónyuge enojado; a regocijarme cuando otro en la oficina, recibe el aumento que creí necesitar y que pensaba que era para mí. Enséñame a hablar en amor y a desechar calladamente todo chisme, y reemplazarlo con palabras de gracia.
“Señor, tu Palabra dice que tu amor ya está dentro de mí, que ha sido derramado en mi corazón. Por eso, tomo la decisión de quitar todo obstáculo que impida al amor fluir libremente hacia la vida de los demás. Dejo atrás los resentimientos y perdono a todos los que me han hecho mal.
“En los días venideros, hazme crecer, sobresalir y que me rebose tu amor. Hazme ser lo que este mundo más necesita: un ejemplo vivo de amor. Amén”.

A tu lado

Ciertas cosas en la vida hacen pensar cómo el ser humano necesita de otros para ser completamente feliz.
Es evidente que somos seres creados para estar en sociedad. En todas nuestras diferentes edades necesitamos mantener relaciones humanas; está claro que no se concibe la vida de un ser humano solo, necesitamos la pareja. Un bebé no puede sobrevivir solo, necesita de alguien más, pues a lo largo de su crecimiento el niño necesita a un padre o una madre que lo provea y cuide. En la adolescencia y en la juventud, los hijos también dependen de los padres.
a tu ladoPero llega el momento en que se cumple la escritura, que dice: no es bueno que el hombre esté solo, por lo que inicia la búsqueda de su pareja. Y comienza con la observación y análisis de las posibles candidatas a elegir, estudiando los aspectos socio-económicos, culturales y religiosos de la que será su compañera toda la vida.
Después de un tiempo de romance, decide compartir con ella el resto de su vida bajo cualquier circunstancia (sean buenas o malas, en la salud y enfermedad, en riqueza y pobreza…). Y con ello, comienza el ciclo comentado al principio, de que se necesitan al menos dos para traer al mundo a una tercera persona, y luego a otra más, y a otra más, hasta que deciden completar su familia.