viernes, 29 de mayo de 2015

No te preocupes, confía siempre en Dios

¿Quién de entre vosotros teme a Jehová y escucha la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de Jehová y apóyese en su Dios. (Isaías 50:10)
Cierto día, un hombre recibió cuatro llamadas de larga distancia antes de levantarse. Todas ellas eran de alguien que estaba en apuros y necesitaba ayuda “de inmediato”. Le dijo a su esposa que no desayunaría y cuando fue a montarse en el coche, éste no arrancaba; así que llamó a un taxi. Al meterse en el vehículo, gritó: ¡Lléveme!. El taxista preguntó: ¿Adónde quiere que le lleve? El hombre respondió con furia: Lléveme adonde quiera, tengo problemas en todas partes. 
¿Es así como te sientes? ¿Has hecho todo lo que estaba en tus manos pero la situación no ha mejorado? “¿Quién hay entre vosotros que teme al Señor, que obedece a la voz de su siervo? Aunque ande en tinieblas y carezca de luz, confíe en el nombre del Señor, y apóyese en su Dios” (Isaías 50:10). Fijémonos en la palabra “nombre”. Dios concede gran importancia a Su nombre, porque representa Su poder, Su carácter y Su fidelidad. Así que cuando oras en Su nombre, estás confiando en Su poder, Su carácter y Su fidelidad; ¡y eso es estar asentado sobre la roca!
Pasamos demasiado tiempo preocupándonos por el pasado y por el futuro; sin embargo, el ayer ya fue enterrado y el mañana aún no ha nacido. No hay nada que podamos hacer para cambiarlos, y no debemos dejar que nos roben el presente. Escribió el salmista: “Éste es el día que hizo el Señor; ¡nos gozaremos y alegraremos en él!” (Salmo 118:24). Entonces, aprovecha este día con todas sus bendiciones y contrariedades, y vive cada momento. No estés siempre anhelando “un día”. “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46:1). Entrégale tus preocupaciones y deja que Él se encargue de ellas.

El gran Sanador


Les dijo: "Si escuchas atentamente la voz de Jehová, tu Dios, y haces lo recto delante de sus ojos, das oído a sus mandamientos y guardas todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié sobre los egipcios traeré sobre ti, porque yo soy Jehová, tu sanador". Éxodo 15:26
Los médicos que conozco son inteligentes, diligentes y compasivos. En muchas ocasiones, han aliviado mi sufrimiento, y doy gracias por su capacidad para diagnosticar enfermedades, prescribir medicamentos, soldar huesos fracturados y suturar heridas. Sin embargo, esto no significa que tenga más fe en los médicos que en Dios.
Inline image 1Por razones que solo el Señor sabe, designó a los seres humanos como sus colaboradores en la obra de cuidar la creación (Génesis 2:15), y los médicos están entre ellos. Estudian cómo diseñó Dios el cuerpo y utilizan su conocimiento para ayudar a recuperar la salud. No obstante, la única razón por la que pueden hacerlo es porque el Señor también nos creó con la capacidad de ser sanados naturalmente. Es decir, los cirujanos no lograrían nada si las incisiones no cicatrizaran por sí mismas.

Por eso, entendamos que los científicos no son quienes sanan sino Dios. Los médicos simplemente, cooperan con el propósito y diseño originales del Creador.

Demos gracias a los científicos y los médicos, pero alabemos y agradezcamos al Señor que creó el orden en el universo y nos dio mentes para poder descubrir cómo funciona. Por lo tanto, tengamos el convencimiento de que toda sanidad es divina, ya que nada ocurre sin su intervención.
Padre Dios, Tú eres el gran Médico. Sana mi mente, cuerpo y espíritu.
Cuando pienses en todo lo bueno, da gracias a Dios.


Amor verdadero o pasión peligrosa

Son muchos los que, por conversaciones fuera de lugar a través del MSN o páginas web, quedan presos emocionalmente.
"Novios Cibernéticos", "¿estás buscando pareja?, conoce chicos y chicas bellísimas". "¿Te sientes solo y depresivo?, pasa un tiempo por este sitio"; estos son los ofrecimientos a los que hoy nos enfrentamos, y si no estás firme en tus convicciones, tristemente te han de arrastrar hasta el mismísimo pozo de la destrucción.
Juan era un joven de unos veintiséis años de edad que ya tenía una hija, y había partido de su país natal para servir al Señor en un país lejano. Pero al verse solo se empezó a sentir depresivo y aislado, tanto que llegó a refugiarse en relaciones cibernéticas; estableció un noviazgo y otro a través de conversaciones por MSN, comunicaciones por Skype, y llamadas telefónicas.
Todo empezaba con mirar las fotos que ponían sus contactos en su dirección de  e-mail, de modo que poco a poco, se iba adentrando en las vidas de estas personas, enamorándolas, diciéndoles mentiras, inventando cuentos y hasta ofreciéndoles cierto tipo de beneficios; lamentablemente, acabó convirtiéndose en un joven que vivía destrozando los corazones de las jóvenes que encontraba; y de igual modo cantidad de jovencitas que se enlazan con hombres a través de sitios web, buscando según ellas, “amistades”; el caso es que llegan hasta tener romances a través de internet, y poco a poco, van destruyendo su dignidad al dejarse envolver por pasiones desordenadas que les llevan a un precipicio oscuro.
“No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” 1 Corintios 15: 33
Son muchos los que, por conversaciones fuera de lugar a través del MSN o páginas web, quedan presos emocional, sentimental y verbalmente, al extremo que creen no poder zafarse de esa persona; y además, lo más impresionante e inaudito es que muchos catalogan esa relación como “AMOR VERDADERO”, cuando en realidad solo es una “PASIÓN PELIGROSA”. Pasión que, si no la frenan a tiempo, puede llegar a causarles heridas y golpes que pueden ser muy dolorosos.

Cristianos de título

Nos hacemos llamar cristianos, hijos de Dios y seguidores de Jesucristo, pero con nuestro comportamiento podemos ser piedra de tropiezo para los demás. A pesar de las experiencias sobrenaturales con Dios y recibiendo de su poder y su gloria, aún hay actitudes que demuestran que debemos seguir siendo trasformados.
El apóstol Pablo notó esto en Pedro, pues ya conociendo de Dios y por todo lo que habían pasado, repetía comportamientos de su vida pasada. Pedro a veces, dejaba de compartir y se apartaba de los gentiles por temor al qué dirán, y ser rechazado por la sociedad en ese tiempo; y lo peor es que muchos judíos siguieron el ejemplo de Pedro, y en vez de reprenderle se convirtieron en hipócritas.
Antes que llegaran algunos de parte de Jacobo, Pedro solía comer con los gentiles. Pero cuando aquéllos llegaron, comenzó a retraerse y a separarse de los gentiles por temor a los partidarios de la circuncisión. Entonces los demás judíos se unieron a Pedro en su hipocresía, y hasta el mismo Bernabé se dejó arrastrar por esa conducta hipócrita. Gálatas 2:12-13 (NVI).
Esta situación no está muy apartada de nuestra realidad, ya que le compartimos la palabra a los perdidos pero no queremos acercarnos a ellos porque son pecadores; y por el temor a las malas lenguas, los excluimos dentro y fuera de la iglesia. Pero si somos hijos de Dios, ¿por qué nos comportamos como el resto de la gente del mundo?,... y de paso queremos que entreguen su vida al Señor dándoles un mal ejemplo con nuestras malas actitudes. Si tú, que eres judío, vives como si no lo fueras, ¿por qué obligas a los gentiles a practicar el judaísmo? Verso 14.

¿Cuándo / Cómo recibimos el Espíritu Santo?

El apóstol Pablo enseñó claramente, que nosotros recibimos al Espíritu Santo en el momento que creemos en Jesucristo como nuestro Salvador.
1 Corintios 12:13 declara, “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
Romanos 8:9 nos dice que si una persona no tiene el Espíritu Santo, no pertenece a Cristo. “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él.
Efesios 1:13-14 nos enseña que el Espíritu Santo es el sello de salvación para todos los que creen. “En Él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación y habiendo creído en Él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de Su gloria.”

Estas tres Escrituras ponen en claro que el Espíritu Santo se recibe en el momento de la salvación. Pablo no hubiera dicho que todos nosotros fuimos bautizados por un solo Espíritu, y que a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu, si no todos los creyentes corintios tuvieran al Espíritu Santo. Romanos 8:9 es aún más estricto: Si una persona no tiene el Espíritu, ésta no pertenece a Cristo. Por lo tanto, la posesión del Espíritu es un factor identificador de la posesión de la salvación. Más aún, el Espíritu Santo no podría ser el “sello de salvación” (Efesios 1:13-14) si Él no fuese recibido en el momento de la salvación. Muchas Escrituras aseguran claramente, que nuestra salvación es asegurada en el momento de recibir a Cristo como Salvador.