martes, 26 de mayo de 2015

Los 4 Tipos y Razones del Sufrimiento

Un filósofo francés hizo el siguiente comentario: “Dios está muerto. Marx está muerto. Y yo por mi parte no me siento muy bien.” Sus palabras y actitud ilustran el pesimismo reinante en nuestra sociedad.
Si en verdad hay un Dios, ¿por qué permite tanto sufrimiento en el mundo? se pregunta la gente.
Muchos cristianos sinceros se debaten con esta misma pregunta.... Solo podremos entender el problema del sufrimiento yendo a la Biblia.
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Básicamente, hay cuatro clases de sufrimientos. El primer tipo es el sufrimiento como resultado de desastres naturales, como por ejemplo, un terremoto o una gran tormenta, cuyas consecuencias afectan a justos e injustos (Mateo 5:45).
Una segunda clase de sufrimiento podría denominarse “la inhumanidad del hombre para con el hombre.” La guerra entraría en esta categoría. El hombre trata de herir a su prójimo en razón de su codicia y su orgullo (Santiago 4:1 2).
Un tercer tipo de sufrimiento se demuestra con claridad en la vida de Job en el Antiguo Testamento. Fue resultado del ataque directo de Satanás. Después de recibir autorización de Dios, Satanás comenzó a actuar y causó un sufrimiento indecible a Job y su familia.
La cuarta clase de sufrimiento es el que se produce como resultado de nuestras propias y equivocadas acciones. Por ejemplo, si me arrojo del techo de mi casa y caigo al suelo rompiéndome la pierna, y eso es lo menos que podría sucederme, sufro porque quebranté la ley de la gravedad. De la misma manera, los individuos sufren cuando quebrantan las leyes morales de Dios.
Mucho sufrimiento existe como resultado de las malas elecciones que hacen los hombres. Pero no todo él es consentido por Dios como castigo por el pecado, porque a menudo, Dios simplemente obliga a las personas a vivir con las consecuencias de sus acciones (Gálatas 6:7 8).

Identidad perdida

La relación entre el Creador y las criaturas ha sufrido un daño irreversible, y solamente podrá ser restaurada por la intervención del Señor.
1:1 En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.
1:2 Él estaba con Dios en el principio.
1:3 Por medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado llegó a existir.
1:4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de la *humanidad.
1:5 Esta luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla.
1:6 Vino un hombre llamado Juan. Dios lo envió
1:7 como testigo para dar testimonio de la luz, a fin de que por medio de él todos creyeran.
1:8 Juan no era la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz.
1:9 Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo.
1:10 El que era la luz ya estaba en el mundo, y el mundo fue creado por medio de él, pero el mundo no lo reconoció.
1:11 Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron.
1:12 Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios.
1:13 Éstos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios.
1:14 Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan 1:1-14
La venida de la Luz del mundo a los hombres debería haber sido motivo de profundo regocijo entre las personas. No obstante, Juan revela una reacción muy diferente a la esperada. Está en los versos 7 al 11 de este capítulo. ¿Cuál fue la reacción de los hombres? ¿Qué indica esto sobre nuestra condición como pecadores? ¿Qué debe suceder para que seamos capaces de ver la luz que brilla en las tinieblas? 
La descripción que nos ofrece Juan acerca de la persona de Cristo, pareciera dirigirse hacia un desenlace natural: la luz que tanto necesita el mundo se presenta entre nosotros e ilumina a todo hombre (v. 9). Otros, extasiados porque finalmente han encontrado lo que tanto tiempo han buscado, reciben con gratitud la presencia de la luz y reorientan sus vidas conforme a la visión que ahora poseen. .
Se ve en el relato de este evangelio, un giro inesperado. Existía la luz verdadera que, al venir al mundo, alumbra a todo hombre. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de El, y el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no lo recibieron (vv. 9-11).
Él es la respuesta a todas nuestras preguntas, el objeto de nuestros más profundos anhelos, la razón por la que existimos.
La llegada del Mesías representa una oportunidad sin igual en la historia de la humanidad. No se trata solo de conocer a alguien que puede ayudarnos a la hora de descifrar los misterios de la vida, sino a uno que nos ofrece la posibilidad de entrar en contacto con Aquel, de quien fluye la existencia de todo lo que habita en el universo. Él es la respuesta a todas nuestras preguntas, el objeto de nuestros más profundos anhelos, la razón por la que existimos.

Agradecido

Agradecido me siento por todo lo que soy, por todo lo que tengo y por todo lo que puedo hacer, que solo viene de Dios.
La Biblia nos exhorta a tener un corazón agradecido. Dad gracias en todo porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 1ª Tesalonicenses 5:18
Muchas personas no tienen un espíritu agradecido, creen que todos tienen que servirles y darles lo que necesitan.
Un día, caminando por las calles de una ciudad, Jesús fue detenido por 10 hombres leprosos que le pedían un toque sanador y compasión con ellos, y Jesús los sanó. Estos leprosos, por el camino de regreso a sus casas, notaron que la lepra había desaparecido. Solo uno de ellos volvió a Jesús con un corazón agradecido, y le expresó su gratitud por la sanidad. Jesús le preguntó ¿y dónde están los demás?
¿Dónde están aquellos que han sido tan bendecidos por Dios y por otras personas, que han olvidado ser agradecidos?
NO perdamos la gratitud. Sed agradecidos en todo porque esta es la voluntad de Dios.

Testimonio Cristiano

Cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué habréis de decir; porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir. Lucas 12:11-12.
En China, después de haber permanecido encarcelado durante largo tiempo, un creyente tuvo que comparecer ante un juez quien le preguntó con tono irónico: –Sigue usted creyendo en el cristianismo? –No creo en el cristianismo, sino… En este momento fue interrumpido con la pregunta : –¿Qué quiere decir con esto? –Yo creo en Jesucristo; no creo en una religión, sino en una persona. –Por favor, deje este verbalismo, le dijo el juez furioso. –No me entiende, repuso el creyente. Usted puede cerrar las iglesias, echar a los cristianos en prisión o matarlos, e incluso quemar las Biblias, pero no le puede hacer nada a Jesucristo. Él vive eternamente, y también vive en mi corazón. Usted no lo puede sacar de ahí. Si me mata, estaré siempre con Él.
Esta diferencia no debe extrañarnos. La religión cristiana consiste en una suma de ritos. Es un sistema organizado por los hombres, y por lo tanto, influido por los errores y las debilidades humanas, pero no por el Dios viviente. Pero para pertenecer a Dios es necesario conocer a Jesucristo, el Hijo de Dios, creer, confiar en Él, amarle y, como consecuencia, vivir para Él.
Quizás una religión pueda hablar a nuestros sentimientos religiosos, pero ser salvos toda la eternidad es algo que solo se puede conseguir mediante la fe en el Salvador y en su obra cumplida en la cruz.

Gracia y perdón suficientes

“A diferencia de los otros sumos sacerdotes, él no tiene que ofrecer sacrificios día tras día, primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo; porque él ofreció el sacrificio una sola vez y para siempre cuando se ofreció a sí mismo.” Hebreos 7:27 (Nueva Versión Internacional).
En Levítico capítulo 16, se describe la ceremonia del día del perdón. Lo que el pueblo judío llama “Yom Kippur”. Esta ceremonia se realizaba anualmente. En ella todo el pueblo confesaba los pecados que había cometido en el año que había transcurrido, y eran perdonados. Los pecados del pueblo eran confesados sobre un chivo expiatorio el cual era enviado al desierto, lejos, y en ese momento el pecado era disipado ante los ojos de DIOS. Y según la tradición judía los nombres de aquellos que eran perdonados se incluían un año más por el SEÑOR, en el libro de la vida. No obstante, esos sacrificios no acababan con el pecado de ellos, porque año tras año debían volver a hacer lo mismo. Fue cuando DIOS lo hizo. Él envío a Jesucristo a la humanidad para ofrecer el perdón de pecados definitivo a todo aquel que crea en Él.