Todos sabemos que nuestra dependencia debe ser completamente del Señor, y al parecer eso está bien claro en los que componemos el cuerpo de Cristo; todos sabemos perfectamente quién es nuestro proveedor, nuestro sustento.
Por eso siempre que nos encontramos en dificultades o necesitamos algo, acudimos al Dios de nuestra salvación.
La solución a todos nuestros problemas y dificultades sabemos que es Dios. El hecho de que nos acerquemos a Dios es algo bueno, pero mejor aún es que nos acerquemos a Dios creyéndole, pues pocos son los que se acercan a Él confiando en su poder y gloria. Algunos buscan ayuda en Dios como último recurso, al no encontrar solución a sus problemas de otra manera, como por inercia al acabárseles todas las posibles “soluciones”.
Buscan al Señor como última alternativa, al no ver ni ninguna otra opción que hacer. Y en esa desesperación se acercan a Dios esperando hallar solución a sus problemas, pero se acercan sin creer, se acercan como probando a ver si Dios les soluciona las cosas.
Buscan al Señor como última alternativa, al no ver ni ninguna otra opción que hacer. Y en esa desesperación se acercan a Dios esperando hallar solución a sus problemas, pero se acercan sin creer, se acercan como probando a ver si Dios les soluciona las cosas.
Es esta condición la que muchas veces detiene las bendiciones de Dios. Es obvio que Él quiere que tú vivas tranquilo, pero ante toda adversidad y problema debes confiar plenamente en Él, no probando a ver si te lo resolverá o no. Debes tener presente que el Señor tiene todo el poder para solucionar tus problemas; lamentablemente, muchas veces no tenemos la suficiente fe en Él; se evidencia cuando tratamos de solucionar las dificultades por nuestros propios medios.