martes, 28 de abril de 2015

Jesús, yo confío en ti

¿Por qué te confundes y te agitas ante los problemas de la vida? Déjame el cuidado de todas tus cosas y todo te irá mejor.
Cuando te entregues a Mí, todo se resolverá con tranquilidad según mis designios. No te desesperes, no me dirijas una oración agitada como si quisieras exigirme el cumplimiento de tus deseos. Cierra los ojos del alma y dime con calma:
¡JESÚS, YO CONFÍO EN TI!
Evita las preocupaciones angustiosas y los pensamientos sobre lo que puede suceder después. No estropees mis planes queriéndome imponer tus ideas. Déjame ser DIOS y actuar con libertad. Entrégate confiadamente a Mí. Reposa en Mí y deja en mis manos tu futuro. Dime frecuentemente:
¡JESÚS, YO CONFÍO EN TI!
Lo que más daño te hace es tu razonamiento, tus propias ideas y querer resolver las cosas a tu manera. Cuando me dices, ¡JESÚS YO CONFÍO EN TI!, no seas como el paciente que le dice al médico que lo cure, pero le sugiere el modo de hacerlo. Déjate llevar con mis brazos divinos, no tengas miedo, yo te amo. Si crees que las cosas empeoran o se complican a pesar de tu oración, sigue confiando, cierra los ojos del alma y confía. Continúa diciéndome a toda hora:
¡JESÚS, YO CONFÍO EN TI!
Necesito las manos libres para poder obrar. No me ates con tus preocupaciones inútiles. Satanás quiere eso: preocuparte, agitarte, angustiarte y quitarte la paz. Confía sólo en Mí. Reposa en Mí. Entrégate a Mí. Yo hago los milagros en la proporción de la entrega y confianza que tienes en Mí. Así que no te preocupes, echa en mí todas tus angustias y duerme tranquilo. Dime siempre:
¡JESÚS, YO CONFÍO EN TI!…
Y verás grandes milagros.
TE LO PROMETO POR MI AMOR.

No te Preocupes por el día de Mañana

No te preocupes por el día de mañana, confía plenamente en el Señor, y Él te añadirá todo lo que necesitas. En el libro de Mateo nuestro Señor Jesucristo nos da estas palabras de aliento:
"Por eso os digo, no os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o qué beberéis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa?
Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas?
¿Y quién de vosotros, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida?
Y por la ropa, ¿por qué os preocupáis? Observad cómo crecen los lirios del campo; no trabajan, ni hilan; pero os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de éstos.
Y si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe?
Por tanto, no os preocupéis, diciendo: "¿Qué comeremos?" o "¿qué beberemos?" o "¿con qué nos vestiremos?"
Porque los gentiles buscan ansiosamente todas estas cosas, pero vuestro Padre celestial sabe que necesitáis todas estas cosas.
Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas". (Mateo 06: 25-33)
Cuando confías en el Señor y crees firmemente en su palabra, Dios honra tu fe y mueve su brazo poderoso para responderte. Dios nunca te va a dejar, nunca te va a desamparar, pues como ha prometido, jamás dejará en vergüenza a ninguno de los que confían en Él.

"Quien en ti pone su esperanza jamás será avergonzado." (Salmos 25:3)

¿Qué fue y qué supuso la Reforma Protestante?

Para entender la historia de la Iglesia Protestante y la Reforma, es importante comprender primeramente, que uno de los reclamos que hace la Iglesia Católica Romana es la de la sucesión apostólica. Esto significa simplemente, que ellos se proclaman ser la única autoridad sobre todas las demás iglesias y denominaciones, porque afirman contar con la única ascendencia de Papas católicos romanos a través de los siglos, en línea directa hasta el apóstol Pedro. Según su perspectiva, esto le da a la Iglesia Católica Romana una autoridad única que invalida a todas las otras iglesias o denominaciones. De acuerdo a la Enciclopedia Católica, esta sucesión apostólica “es encontrada únicamente en la Iglesia Católica”, y ninguna “Iglesia separada tiene alguna reclamación válida ante ello.”

Por esta sucesión apostólica, la Iglesia Católica Romana reclama una autoridad única para interpretar la Escritura y para establecer la doctrina; así como la afirmación de tener un líder supremo en el Papa, el cual es infalible (sin error) cuando habla “ex cátedra”, es decir,
 en el ejercicio de su oficio como pastor y maestro de todos los cristianos. Por lo tanto, de acuerdo con la postura católica romana, la enseñanza o tradiciones de la Iglesia Católica Romana, habiendo provenido del Papa, son tan infalibles y autoritativas como las mismas Escrituras. Esta es una de las mayores diferencias entre los católicos romanos y los protestantes, y fue una de las razones fundamentales para la Reforma Protestante.
Por supuesto, los católicos romanos no son los únicos que tratan de reclamar una exclusiva autoridad a través de la sucesión apostólica, rastreando en los antecedentes de las raíces de su iglesia hasta los apóstoles originales. Por ejemplo, la Iglesia Oriental Ortodoxa también afirma esta sucesión apostólica, aunque su alegato es muy similar a la postura de los católicos romanos. La separación entre la Iglesia Oriental Ortodoxa y el catolicismo romano no ocurrió hasta el “Gran Cisma” en el 1054 d.C. Hay también algunas denominaciones protestantes o grupos que tratan de establecer una “Línea de Sangre”, que pueda seguir la huella regresiva a través de los siglos, hasta la primera iglesia y los mismos apóstoles. Mientras, estos protestantes no se apegan a la sucesión apostólica para establecer la autoridad de un “Papa” como un líder infalible; ellos sin embargo, sí buscan la conexión con la iglesia primitiva, al menos en un grado mínimo, para establecer la autoridad de sus doctrinas y prácticas.

El problema con cualquiera de estos intentos de trazar una línea regresiva de sucesión hasta los apóstoles, ya sean católicos romanos, ortodoxos orientales, o protestantes, es que todos ellos intentan obtener autoridad o basar la misma en lo que ellos creen y enseñan, en la fuente, equivocada, de alguna conexión con los apóstoles, en lugar de obtenerla de la Palabra de Dios. Pero es importante para los cristianos, el darse cuenta de que la sucesión apostólica no es necesaria para que una iglesia o denominación tenga autoridad. Dios ha dado y preservado, la suprema autoridad para todos los asuntos de la fe y su práctica en Su Santa Palabra, la Biblia. Por lo tanto, en la actualidad, la autoridad individual de una iglesia o denominación, no viene a través de ningún lazo con la iglesia del primer siglo y los apóstoles; en vez de eso, proviene solo y directamente, de la Palabra escrita de Dios. Las enseñanzas de una iglesia o denominación son autoritativas y obligatorias para los cristianos, solo si representan el significado verdadero y una clara enseñanza de la Escritura. Este es un punto importante a considerar, cuando se trata de entender las divergencias entre el protestantismo y la Iglesia Católica Romana, y la razón por la que se llevó a cabo la Reforma Protestante.

La caja llena de besos

Un hombre castigó a su pequeña niña de 3 años por desperdiciar un rollo de papel de envolver regalos dorado.
El dinero era escaso en esos días, por lo que explotó furioso, cuando vio a la niña tratando de envolver una caja para ponerla debajo del árbol de navidad.
Sin embargo, la niña le llevó el regalo a su padre a la mañana siguiente y dijo:
‘”Esto es para ti, Papito'”.
Él se sintió avergonzado de su reacción llena de furia, pero volvió a explotar cuando vio que la caja estaba vacía.
regalo90.jpgLe volvió a gritar diciendo:
¿Es que no sabes que cuando das un regalo a alguien, se presupone que debe haber algo adentro?'
La pequeñita se dio la vuelta, mirando hacia arriba con lágrimas en los ojos, y dijo:
‘”Oh papito, no está vacía, yo soplé besos dentro de la caja, todos para ti, papi.'”
El padre se sintió morir, puso sus brazos alrededor de su niña y le suplicó que lo perdonara.
Se ha dicho que el hombre guardó esa caja dorada cerca de su cama durante años, y siempre que se sentía decaído tomaba de la caja un beso imaginario y recordaba el amor que su niña había puesto ahí.
Dentro del concepto de la sensibilidad, cada uno de nosotros hemos recibido un recipiente dorado, lleno de amor incondicional y besos de nuestros hijos, amigos, familia o de Dios.
Nadie podría tener una propiedad o posesión más hermosa que esta.
Proverbios 10:12 El odio despierta rencillas, pero el amor cubre todas las faltas.

La conversación con Dios

Usted se puede preguntar por qué parece que a sus oraciones les falta algo ¿Algunas veces se pregunta si al orar está haciendo algo mal?
La oración es uno de los privilegios más maravillosos que Dios nos ha dado, pero no siempre pensamos que es así. Aunque siempre tenemos la oportunidad de acercarnos confiadamente al trono de la gracia, y ser escuchados de inmediato por el Padre celestial, a veces nos preguntamos si nuestro tiempo delante de Él, de verdad importa. Sí, somos rápidos para buscar a Dios cuando el sufrimiento o los problemas llaman a nuestra puerta, pero en realidad, ¿para qué más es la oración?
La prioridad de la oración.
Dios nos creó para relacionarnos con Él, y la oración es parte vital de nuestra interacción con el Señor. Piense en la relación con su mejor amigo. ¿Cómo se desarrolló esa amistad? Seguramente precisó que conversaran y pasaran tiempo juntos. Eso es exactamente lo que se necesita para cultivar una relación estrecha con el Señor. Sin la comunicación, Dios puede parecer un extraño. Él nos conoce por dentro y por fuera, pero a menos que hagamos de la oración una prioridad en nuestras vidas, no le conoceremos. Perder la oportunidad de conocer al Señor íntimamente, es una de las mayores desgracias en la vida del creyente.
¿Se da cuenta de que lo que Dios quiere es que la totalidad de su ser le pertenezca a Él, para comunicarse con usted, revelársele y mostrarle su amor? Todos sabemos que debemos amarlo, ¿pero ha pensado alguna vez en lo mucho que Él disfruta de su relación con usted? Al Señor le encanta pasar tiempo con usted. La vida cristiana no consiste solamente en cuánto sirve usted, con cuánta generosidad da, o en lo mucho que asiste a la iglesia. Lo realmente importante es pasar tiempo a solas con Él para experimentar su maravillosa presencia.
Como ejemplo, basta mirar a Jesús. Aunque era el inmaculado Hijo de Dios y Dios mismo, hizo de la oración su prioridad. Marcos 1.29-39 nos describe un día de su vida. Después de enseñar durante toda la mañana en la sinagoga, fue a casa de Pedro y sanó a su suegra. La noticia del milagro que hizo corrió rápidamente, y cuando llegó la noche toda la ciudad se agolpó a la puerta. Sin embargo, aun después de una noche muy atareada echando fuera demonios y sanando enfermos, Jesús se levantó temprano por la mañana, cuando todavía estaba oscuro, y se fue a un lugar apartado a orar. Pero sus discípulos lo encontraron pronto, y comenzó otro día de duro trabajo.
¿No se identifica usted con esta historia? Por nuestros agitados estilos de vida, uno de los problemas más grandes que tenemos, es apartar tiempo para la oración. Pero, a diferencia de Jesús, solemos poner excusas como "Me levanté tarde, y estoy demasiado cansado para orar. Tengo tanto que hacer, y no tengo tiempo.... Es inútil; cada vez que lo intento, alguien o algo me interrumpen". Pero Jesús no permitió que las exigencias de este mundo le impidieran pasar tiempo a solas, de forma habitual, con su Padre. El Señor “se apartaba a lugares desiertos, y oraba” (Lucas 5.16). De hecho, en una ocasión, cuando tuvo que tomar una decisión muy importante (la elección de sus doce discípulos), “pasó la noche orando a Dios” (Lucas 6.12,13). El tiempo con su Padre no era una cuestión baladí para Él, sino una necesidad absoluta que a veces requería un sacrificio.
Si Jesús consideraba esencial la oración, ¿no deberíamos hacerlo nosotros? Al igual que Cristo, necesitamos desarrollar la práctica de pasar prolongados períodos de tiempo a solas con el Señor. Y puesto que se trata de una conversación, para escuchar su voz hablando a nuestros corazones, debemos incluir en ella siempre a la Biblia. Por medio de la Palabra de Dios, el Espíritu Santo nos guía para que sepamos qué y cómo pedir. Al aclarar el Espíritu Santo el significado en sus páginas, aprendemos quién es Dios, sus caminos, y lo que Él ha prometido hacer. Y cuando abrimos nuestros corazones para escuchar su voz apacible y delicada, y alineamos nuestras vidas con la suya, nuestra fe crece. Pero,¡cuidado!...