sábado, 28 de marzo de 2015

¿Qué significa pedir en el nombre de Jesús?

Una consulta dice así: ¿Cometo algún error cuando al orar, sin querer me hallo dirigiendo mi oración a Jesucristo y no al Padre? Cuando me pasa esto me entra la duda sobre si mi oración será oída. ¿Qué significa pedir en el nombre de Jesús? Puesto que la Biblia dice que Jesús es el camino, la verdad y la vida y que nadie viene al Padre sino por Jesús, ¿es malo dirigir la oración a Jesús? Esta parte me tiene confundido. No sé de qué manera empezar mi oración y quién me la recibe. ¿Se pondrá Dios celoso si dirijo mi oración a Jesús y no a Él? Pero por otro lado, ¿No son el Padre y el Hijo la misma persona?
Es muy bueno estar interesado en orar conforme a lo que la Biblia enseña. 
La Biblia muestra que la oración debe ser dirigida al Padre en el nombre del Hijo y en el poder del Espíritu Santo.
Note lo que dijo Jesús en Juan 14:13-14 “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.”
Ahí está. La oración debe ser dirigida al Padre en el nombre del Hijo. Pero, ¿qué significa pedir en el nombre del Hijo? Esto no es simplemente decir: En el nombre de Jesús, antes de pronunciar el amén al final de la oración.
Pedir en el nombre de Jesús significa decir al Padre: Esto que estoy pidiendo es lo mismo que te pediría el Hijo. Esto que te estoy pidiendo es para que tu nombre sea glorificado, así como tu Hijo glorifica tu nombre. Esto que te estoy pidiendo es por los méritos de tu Hijo, porque yo no tengo ningún mérito para que sea escuchado y contestes mi pedido. Aquí es, precisamente ahora, donde "entra en juego" la persona del Espíritu Santo.
Es el Espíritu Santo quien nos guía a pedir conforme a los deseos de Cristo Jesús. También es el Espíritu Santo quien intercede a nuestro favor en la oración. Romanos 8:26 dice: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.”

¿Pedir o no pedir?

“Porque todo aquel que pide, recibe” Mateo 7:8
Hace poco, alguien me hizo un comentario muy interesante.
A esa amiga, mientras impartía su clase en un seminario bíblico, uno de sus alumnos le hizo la siguiente pregunta: ¿No es contradictorio que en unos pasajes se nos motiva a orar por nuestras necesidades y en otros nos dice que no nos preocupemos, que Dios suplirá?
Mi amiga me recordaba algunos versículos que hablan del pedir, como el famoso capítulo 7, versículo 7 del evangelio según Mateo: “Pedid y se os dará…”, y en Juan 14:13-14: “Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pedís en mi nombre, yo lo haré”. En Mateo capítulo 6 el Señor Jesús anima a sus discípulos a no angustiarse por el vestido o por la comida: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Mateo 6.33
El comentario entonces, fue el siguiente: “Si un hermano en necesidad, que tiene hambre, está sin trabajo, no tiene con que vestirse, ¿debo decirle que busque el Reino de Dios primero?, ¿que se dedique a ORAR por las cosas espirituales y mandarlo a su casa de esta manera? ¿Él no puede ORAR por comida pues Dios se la dará, y lo mando a su casa con hambre? ¿Qué se debe de hacer en este caso? ¿Es malo entonces, pedir por las cosas materiales?...
Sin entrar en análisis o interpretaciones profundas, pero sí reflexionando acerca de lo que nos dice la Biblia tomándola como un todo, vamos a ir un poquito más allá de la típica respuesta: “es que a Dios le gusta que le pidamos”.
Aparte de la exhortación categórica y directa del Apóstol Pablo en su primera epístola a Timoteo en el capítulo 2, hay una oración en la Palabra que tiene dos características muy especiales. Una, por quien la realiza y segundo, porque está considerada la oración por excelencia. El Padre Nuestro.
Veamos pues, en el evangelio de Mateo:
“Vosotros, pues, oraréis así:

9 Padre nuestro que estás en los cielos,
Santificado sea tu nombre.
10 Venga tu reino.
Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
12 Perdónanos nuestras deudas
Como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
13 No nos metas en tentación,
Sino líbranos del mal,
Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria,
Por todos los siglos. Amén” Mateo 6:9-13

 ¡Hermosa oración! Comienza con una alabanza reconociendo la divinidad del Padre, pero el versículo 10 no es otra cosa que una petición; El versículo 11 una petición por el pan diario; El versículo 12 una petición por perdón; el 13 una petición para ser librados de la tentación y el final del versículo 13 concluye explicando el por qué de esas peticiones: “¡porque de Él es el Reino, el poder y la gloria por todos los siglos!”

Vivir No Duele

Tan definitivo como todo lo simple. Nuestro dolor no viene de las cosas vividas, sino de las cosas soñadas y que no se cumplieron.
¿Por qué sufrimos tanto por amor? Lo normal sería que la gente no sufra, en todo caso agradecer por haber conocido una persona tan bella, que generó en nosotros un intenso sentimiento y que nos hizo compañía por un tiempo razonable, un tiempo feliz.
Crecimiento
¿Pero por qué sufrimos?
Porque no tenemos en cuenta lo que disfrutamos y comenzamos a sufrir por nuestros proyectos irrealizados; por las ciudades que nos hubiera gustado conocer al lado de nuestro amor y no conocimos, por los hijos que nos hubiera gustado tener juntos y no tuvimos, por todos los espectáculos, libros y silencios que nos hubiera gustado haber compartido y no compartimos. Por todos los besos anulados...
Sufrimos no porque nuestro trabajo sea estresante y poco remunerado, sino por todas las horas libres que dejamos de tener para ir al cine, para conversar con un amigo, para nadar, o para... enamorar.
Sufrimos no porque nuestra madre es impaciente con nosotros, sino por todos los momentos perdidos en que podríamos estar haciéndole confidencias, nuestras más profundas angustias, y ella estuviese interesada en comprendernos.
Sufrimos, no porque nuestro equipo perdió sino por la euforia perdida.
Sufrimos no porque envejecemos, sino porque el futuro nos está siendo confiscado, impidiendo que mil aventuras nos sucedan, aquellas con las cuales soñamos y nunca las llegamos a tener.

Y se llamará su nombre… Emanuel

Hay “misterios” bíblicos que nunca podremos entender completamente. Éste es uno de esos misterios en esta serie. Lo encontramos en el versículo 23, del capítulo uno de Mateo que dice:
¡La virgen concebirá un niño! Dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel, que significa “Dios está con nosotros”.
Antes de tratar el misterio, regresemos en el tiempo. En la época en que Isaías fue profeta, el pueblo recibió este anuncio por primera vez (Isaías 7:14). Hasta ese momento los israelitas conocían a un Dios que les identificaba como suyos; sin embargo, para relacionarse con Él tenían que ir a través de una persona, el sacerdote de turno. Dios les hablaba por medio de los profetas. Por decirlo de alguna manera, no era una relación estrictamente personal. Pero Dios les estaba diciendo que eso terminaría un día, el tiempo en el que Dios parecía distante llegaría a su fin… conocerían al Dios Emanuel.
Posiblemente, si te detienes a pensar en esto te deje sin palabras… y por eso se lo puede considerar un misterio. Dios dejó todo para convertirse en “Dios con nosotros”. Mateo está destacando que el nacimiento de aquel niño no era un suceso común y corriente. Se asegura de que sus lectores comprendan que éste es el cumplimiento de una profecía, y además, que no se trata de un ser humano más que nació, se trata de Dios manifestándose entre los seres humanos. Ahora será posible tener una relación directa, personal. ¡Es grandioso e... incomprensible!

Gracias por ser mi amigo

“En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia”.
Proverbios 17:17
No hay nada como un buen amigo, más aún, no existe nada mejor que un amigo en Cristo. Tener un amigo que hable tu mismo idioma, el de Cristo, que tenga las mismas ganas de leer la biblia y compartir un versículo contigo.
No existe nada como un buen amigo que te comprenda, aliente y te diga: ¡vamos!, tú eres hija de Dios, ¡continuemos! Tener un amigo así es una hermosa bendición, no es comparable a nada en este mundo.
¿Te imaginas un día lluvioso y no tener paraguas, o tener hambre y no tener un poco de pan?, pues el verdadero amigo es como el paraguas y el pan, ya que ambos son oportunos.
Si encuentras un amigo así, riega esta hermosa amistad día a día, no la descuides. Además, hoy en día la tecnología nos ayuda mucho; usémosla para darle toda la gloria a Dios; por ejemplo, podemos comunicarnos con ese amigo por teléfono, móvil, mensajes de texto, facebook, twitter, correo electrónico, etc.