viernes, 27 de marzo de 2015

Nunca Olvides de donde fuiste Liberado

¿Creer la verdad de Dios o la mentira del Diablo?
Sofía estaba muy asustada  Me comentó que últimamente se estaba sintiendo prisionera de sus pensamientos, pues la semana anterior, un hombre drogado, portando una pistola, había entrado a su tienda y la había asaltado. Después de hacer la denuncia correspondiente, la policía dio con el ladrón. Pero ahora tenía un nuevo problema: tres amigos del agresor, entre ellos uno que años atrás había estado preso por homicidio, la molestaban todo el tiempo, la amenazaban con que si no retiraba la denuncia le harían daño a ella y a su familia; esto la tenia muy aterrada y no dejaba de pensar lo peor. 
Entonces, me pareció una buena oportunidad para hablarle de Jesús, sobre sus verdades, y su promesa de enviar sus ángeles a quienes confían en él. Sofía se veía muy receptiva, y comenzamos a tener largas charlas en las cuales iba aprendiendo con entusiasmo, todo lo que yo le enseñaba acerca del Señor, hasta que llegó el momento en que me pidió que la guiara con la oración de salvación para aceptarlo como su Salvador. Según me dijo, al instante de hacerla recibió mucha paz, que desde ese momento comenzó a orar varias veces al día, y que sentía en su espíritu, que Dios le hablaba y le decía que no temiera ya a nada ni a nadie, pues Él la amaba y la estaba protegiendo. 

Durante los días siguientes pasábamos mucho tiempo hablando del Evangelio. Ella tenía una gran necesidad de aprender sobre las verdades eternas, y se compró una Biblia, comenzó a leerla y cada duda que tenía sobre algún pasaje me la planteaba; entonces yo, como es obvio, apasionado del tema, con gusto le explicaba lo que sabía. Al final la citaron para declarar contra el agresor, a quien mas tarde el juez sentenció a varios años de prisión; también en ese tiempo, sus amenazantes amigos dejaron de molestarla. Y gracias a Dios, la vida de Sofia poco a 
poco regresó a la normalidad. Luego, por motivos vinculados directamente con mi trabajo, tuve que volver a mi pueblo natal ubicado al este del país. Con algo de tristeza, nos despedimos en la tienda, no sin antes recordarle que buscara una iglesia cristiana para congregarse, un lugar donde rodearse de verdaderos creyentes que la sostuvieran cuando estuviera débil en la fe.

Unos meses más tarde... 

La oración de fe

La oración de fe es valiente y se hace desde un fundamento de fe sólido. La persona que hace esta oración está segura de la voluntad de Dios para la situación o el asunto que tiene entre sus manos. Tiene seguridad y esperanza, sabiendo que es la voluntad de Dios responder a su oración. 
“La oración de fe tiene poder. La oración de fe tiene confianza. La oración de fe tiene sanidad para el cuerpo y el alma”.
La Iglesia del Nuevo Testamento estaba haciendo este tipo de oración cuando oraba por Pedro. Justamente en medio de su oración, oyeron golpes en la puerta, y era Pedro. Se quedaron asombrados. Podemos ver otros muchos ejemplos de esta oración en el ministerio de Jesús, en los apóstoles y también, hoy en nuestras vidas. Los apóstoles oraron a ciencia cierta, sabiendo cuál era la voluntad de Dios para la situación que afrontaban. Confiaban plenamente en ella. Anhelaban, la esperaban... La sabían.
Muchos creyentes temen que cuando dejen las cosas para las que se haga la “voluntad de Dios”, de algún modo, no recibirán solución, provisión, sanidad o liberación para la próxima situación que afronten. Pero no conocen la voluntad de Dios para ellos. Según la oración modelo que Jesús dio a sus discípulos en Mateo 6:9-11, debemos orar para que se haga la voluntad de Dios. Pero la gente es reacia a creer de esta forma, ante lo que creen, el Dios desconocido... Dicen: ‘Si es tu voluntad’... y se detienen ahí. Pero en el verso hay una coma, no un punto. La oración es esta: ‘Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra’ (Lucas 11:2)”. Hay una diferencia significativa.

Brisas de Reflexión

Suele pasar que la mente, las emociones o el alma se sienten secas y sedientas de alguna brisa de reflexión. Algunas de esas brisas, léelas, reflexiona en ellas e incorpóralas a tu vida.
- El corazón es nuestro huerto, y junto a cada acción que hagamos, hay una intención sembrada en él como una semilla. Podemos usar un afilado cuchillo para cortar a alguien, y si nuestra intención es hacer daño, seremos unos asesinos. Podemos realizar una acción casi idéntica, pero si somos cirujanos, la intención será la de sanar y salvar una vida. La acción es la misma, sin embargo, dependiendo de su propósito o intención, podrá ser un acto terrible o un acto compasivo. 
- El alma se tiñe con el color de sus pensamientos. 
- Las mejores cosas de la vida vienen envueltas con una cinta de riesgo. Abrimos el regalo, tomamos el riesgo e igualmente, el gozo. Ser padres es así. El matrimonio es así. La amistad es así. Para experimentar la vida plenamente, nos arriesgamos a caer a un foso sin fondo; lo hacemos a pesar de nuestra vulnerabilidad. Esa es la esencia del verdadero amor.
- El primer paso hacia el éxito es tomado cuando rehusamos dejarnos gobernar por el ambiente en el que nos hallamos.
- Hay dos grandes fuerzas en acción, externas e internas. Tenemos muy poco control sobre las externas, como los tornados, terremotos, inundaciones, desastres, enfermedad y dolor. Pero lo que en realidad cuenta es la fuerza interna. ¿Cómo respondemos a esos desastres? Sobre eso sí tenemos completo control. 
- Las dos cosas que sí aprendí son que somos tan poderosos y fuertes como nos permitimos serlo, y que la parte más difícil de cualquier esfuerzo es dar el primer paso, tomar la primera decisión.

La caja de fondos

Hay sucesos en la vida de los hombres que reflejan, de alguna forma, el estado de su corazón. 
Un pastor fue llamado para asistir a una persona rica, que estaba en sus últimos momentos.
En la ministración, el siervo de Dios pidió al enfermo, que le permitiera coger su mano para orar por él en esos solemnes momentos. Requerido, no quiso dar su mano al pastor; sucedido el fallecimiento, costó mucho abrir su mano, ya que tenía firmemente agarrada una llave que abría su caja de caudales.

caja de fondosLa Caja De Fondos

No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo. Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Éxodo 20:17; Romanos 13: 9.
Es triste saber el estado de alguien que está dominado por la codicia; el ejemplo del hombre de la historia sirve para saberlo. Es quizá, uno de los pecados más horribles y que sin Cristo Jesús no tiene cura. La respuesta a la codicia es poseer, hay que alimentar a un demonio voraz e insaciable, y el Señor Jesús, enseña que la codicia va en contra de los humanos, es un atentado al amor del prójimo. 
Es responsabilidad de cada uno, no permitir que la codicia se arraigue en el corazón. Los padres deben velar para que sus hijos o sus hijas no adquieran este mal. Es fácil detectar cuándo comienza a manifestarse la codicia. Primero son las cosas pequeñas, y si no se detiene a tiempo, luego serán las mayores.

¡Estás Protegido!


en-las-manos-de-dios“…Y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir”.
 (Éxodo 12:23)
Si existe algo que Dios ha hecho desde el principio, es proteger a sus hijos. Cuando el pueblo de Israel estuvo esclavizado en Egipto, Dios lo cuidó y nunca permitió que esto fuese abolido. Cuando las 10 plagas cayeron sobre el pueblo de Egipto por su maldad y la dureza del Faraón, Dios envió a sus ángeles para que al pueblo de Israel no le pasara nada.
Pero estar protegido no quiere decir que el quebranto, la prueba, los problemas o la aflicción no vendrán sobre tu vida. Eso sí, estarás a salvo, en un lugar seguro mientras la tormenta azota y pasa.
Cuando permitimos que Dios se adueñe de nosotros, podemos depositar nuestra confianza en Él y tener la certeza de que Él nos mantendrá a salvo. El enemigo tratará de intimidarnos, podrá rugir y querer devorarnos, pero la oveja que está en las manos de Dios, nada ni nadie se la podrá arrebatar.
¡Cuán feliz me hace saber que estoy en la palma de Su mano! Que me tiene escondida en el hueco de su corazón. Que me ama tanto que no permitirá que el enemigo me destruya. Que me puedo acostar, dormir, descansar y... despertar porque Jehová me sustenta.
Y esas promesas querido amigo, son para sus hijos. El guardará nuestra salida y nuestra entrada. Con sus plumas nos cubrirá como la gallina a sus polluelos. Él no permitirá que llevemos más cargas de las que podamos.

¡Estamos a salvo y seguros en las manos de nuestro Dios!