domingo, 8 de marzo de 2015

A pesar de todo

Un niño de doce años que miraba desde la ventana, se fijó en que solo la boya (señal flotante que se coloca sobre el agua, sujeta al fondo, para marcar un lugar, señalar un sitio peligroso o un objeto sumergido), flotaba serenamente en aquel turbulento mar y se mantenía en su lugar a pesar de los fuertes vientos.
El niño comentó con los demás, que la boya era la única cosa que había allí afuera que parecía no tener miedo, ya que aunque se hundía de vez en cuando, siempre volvía a subir sin daño y en el mismo lugar.
Entonces, el papá les explicó que la boya se mantenía firme a pesar del viento fuerte porque estaba amarrada a un ancla en el fondo del mar.
Al igual que la boya, que, a pesar de los vientos y movimiento de las aguas, permanece en su lugar, cuando nuestra confianza en Dios está anclada en Cristo, podemos afrontar cualquier dificultad que se aproxime, sin temor y con la paz que Él nos da. Aunque sean tiempos de sufrimiento, de desesperanza, junto a Él podremos permanecer en pie.

Nada supera su poder

Muchas personas seguían a Jesús por todas partes porque veían las señales milagrosas que hacía cuando sanaba a los enfermos. En una de esas ocasiones, Él subió a una colina y se sentó allí, rodeado de sus discípulos. En seguida vio que una gran multitud venía a su encuentro. Dirigiéndose a Felipe, le preguntó:
-“¿Dónde podemos comprar pan para alimentar a toda esta gente?” Lo estaba poniendo a prueba, porque Jesús ya sabía lo que iba a hacer.
Felipe contestó:
-Aunque trabajáramos meses enteros, no tendríamos el dinero suficiente para alimentar a toda esta gente.
Andrés comentó: -“Aquí hay un muchachito que tiene cinco panes de cebada y dos pescados. ¿Pero de qué sirven ante esta enorme multitud?”.
Jesús dijo: “Díganles a todos que se sienten”. Y así lo hicieron, todos se sentaron sobre la hierba, en las laderas. Solo contando por encima sumaban alrededor de cinco mil. Luego tomó los panes, dio gracias a Dios y los distribuyó entre la gente. Después hizo lo mismo con los pescados. Y todos comieron cuanto quisieron.
Una vez que quedaron satisfechos, Jesús les dijo a sus discípulos: “Ahora junten lo que sobró, para que no se desperdicie nada”. Ellos juntaron las sobras y llenaron doce canastos con los restos que la multitud había dejado, después de comer de los cinco panes de cebada.

No dejes de creer

Creer, esperar, tener fe, son palabras que se dicen fácilmente y sin mucha facilidad, pero cuesta mucho aplicarlas cuando se pasa por momentos difíciles, cuando todo lo vemos desde una perspectiva complicada y dolorosa, ya que muchos decimos que creemos pero cuando se nos presenta una situación difícil, nos damos cuenta que la medida de fe que decíamos tener, es mucho menor de lo que creíamos.
Tal vez cansado de tanto esperar has dejado de creer, has pasado mucho tiempo de espera, y hoy piensas que ya no vale la pena seguir esperando algo que no sabes si llegará o no, en algunos momentos puedes pensar que tu tiempo de espera está llegando a su limite. Pero ten en cuenta algo que has escuchado o leído antes: DIOS TIENE EL CONTROL DE TODO; no hay nada que se le escape, ni siquiera el más mínimo detalle. Aunque ahora no lo estés viendo, Él  está obrando, está haciendo su parte, pero no puedes dejar de hacer la tuya, y esa es NO DEJAR DE CREER.
A veces estamos muy cerca de ver el fin de nuestra situación, pero dado que ya ha pasado mucho tiempo y muchas cosas, nos sentimos cansados de creer, nos desesperamos y creemos todo lo que nuestros pensamientos nos dicen; escuchamos las opiniones de los demás, vemos lo que le ha sucedido a otras personas en nuestra misma situación, o simplemente vemos que las cosas no mejoran. En fin, terminamos por creer todo menos lo más importante, LO QUE DIOS ESTÁ HACIENDO.

¿Quién ocupa tu primer lugar?

El lugar especial que ocupan las personas en nuestra vida, lo damos en base a los sentimientos que tenemos hacia ellas. Todos tenemos prioridades personales o en las actividades que realizamos, según la relación de cercanía que mantenemos con una persona o cosa; para algunos los padres son lo más importante, para otros la pareja, o los amigos, o quizá otra persona especial es más importante que todo lo demás.
Tenemos varios amigos, pero siempre tenemos un mejor amigo(a), amamos nuestra familia, pero por lo general el amor a nuestros padres es más grande; para los casados sus esposas, y en el caso de noviazgos pasamos más tiempo al lado de la pareja o pensando en ella. El caso es que si consideramos todas las actividades a realizar en el día no nos alcanza el tiempo para todo pero, ¿en que lugar dejamos a Dios?
Hay un mandamiento, nombrado en la Biblia como el más importante, que dice: Ama a tu Dios con todo lo que piensas, con todo lo que eres y con todo lo que vales. Deuteronomio 6:5 (TLA)
Cuando amamos a alguien, automáticamente lo convertimos en alguien importante para nosotros, le damos un lugar especial en nuestro corazón, y si somos correspondidos por la persona, experimentamos bienestar y satisfacción, sentimos estar en un lugar especial e importante. ¿Cuanto más será la reciprocidad de Dios si lo ubicamos en el primer lugar de nuestra vida?, ¿si le demostramos amor, y lo vemos a Él como la fuente de inspiración y bendición que nos hace ir adelante cada día?
Si nuestros primeros lugares de cosas importantes no incluyen a Dios, corremos el riesgo de que nos fallen y todo en lo que creímos algún día, en cualquier momento puede desaparecer.
La idea de darle a Dios el primer lugar va mucho más allá de la religiosidad o de pasar horas y horas en oración, sino que se trata de tomarlo como la base principal en la que construimos nuestra vida, nuestros sueños y cada una de nuestras metas. Se trata de ubicarlo como el centro del que gira nuestra vida, manteniéndonos siempre cerca de Él, dedicándole tiempo de calidad, cuidando nuestra relación con Él, disfrutando de su presencia así como lo hacemos con todo lo demás, recordando siempre que de Él provienen todas las cosas que tenemos, y sabiendo que por muchas cosas que puedan pasar, Él siempre estará a nuestro lado para brindarnos su apoyo.

Miembros De Un Solo Cuerpo

Aunque este mensaje ya ha sido publicado anteriormente, en atención a su relevancia, me parece adecuado hacerlo de nuevo:
Años atrás caminaba por la senda de la duda, fundamentalmente por desconocimiento, entre el catolicismo, asistiendo a mi parroquia católica, iba también, otros días, a una iglesia evangélica cristiana, y en otras ocasiones venía a mi congregación actual en busca de la verdad. No me percataba entonces, que la verdad se encuentra en nuestro corazón aunque a veces, no lo sepamos. Tal como me pasaba, hasta que en mi congregación hallé una característica fundamental que no existía en las otras congregaciones, y que acabó por inclinar la balanza e hizo que me decidiera finalmente, por venir aquí. ¿Qué fue? Sin duda, la familiaridad que vi en ésta. Claro está que entonces, no tenía el nivel de conocimiento espiritual de hoy. Éste va creciendo día a día y entonces yo no era más que un bebé espiritual. No sabía prácticamente nada de lo que es la familia cristiana; ahora… creo que sí.
Esta introducción personal da paso al tema a tratar:
En la Biblia leemos en Romanos 12:5 “Así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros”. 
Me parece oportuno en este momento, tratar un poquito el tema de lo que es la Iglesia cristiana y para qué es.
¿Qué es y para qué es la Iglesia?
En el versículo anterior de Romanos 12.5 podemos ver claramente lo que el Apóstol Pablo dice.
Vamos a tratar la primera pregunta.
-¿Qué es la Iglesia?
En el capítulo 12 de Romanos Pablo está comparando la congregación de los fieles con un cuerpo físico. Y añade, que todos los miembros de un cuerpo físico forman un solo y mismo cuerpo, todos los miembros son importantes para él. Pero cuando Pablo aplica esta analogía a la congregación, no solo quiere decir que cada persona de ella, pertenece al “único cuerpo” de la congregación, que sí pertenece, lo que él quiere decir, sobre todo, es que cada persona en la congregación pertenece a todas las otras personas de la misma. “Miembros los unos de los otros”.
Veámoslo de otra forma para clarificarlo: de no obrar los dones en la asamblea o congregación de personas, el cuerpo personal de cada individuo no pertenece a nadie más, solo a él mismo. Pero el cuerpo individual no es algo independiente y ajeno a los dones dados por Dios. Los dones los tenemos de cualquier forma, los queramos o no. Y además, nadie puede unirse a una constitución o a una denominación sin más, sin aportar y... sin recibir. Hemos sido creados dentro de un ser viviente que opera independientemente, pero a su vez, con mutua dependencia de toda la asamblea de discípulos. Y si usted está unido a una cosa, usted es miembro de un club en el que los demás miembros, algunas veces, le piden algunos deberes.
En cuanto a la segunda pregunta:
-¿Para qué es la Iglesia?
Veamos: Dios diseñó la Iglesia para trabajar para su gloria, para alabarle, y además de esto, cada persona en la iglesia, está diseñada para funcionar dentro de esta congregación para el bien de los demás. Si la Iglesia es para usted algo aburrido, muy probablemente esa iglesia no está funcionando de la manera que Dios espera que lo haga, tal como la diseñó.

Hasta aquí hemos visto este tema desde un plano teórico, dogmático. Ahora bien, desde un punto de vista más subjetivo o personal, dos características importantes emergen del fondo de lo expresado por el apóstol Pablo en Romanos 12:5.