Aunque este mensaje ya ha sido publicado anteriormente, en atención a su relevancia, me parece adecuado hacerlo de nuevo:
Años
atrás caminaba por la senda de la duda, fundamentalmente por desconocimiento,
entre el catolicismo, asistiendo a mi parroquia católica, iba también, otros
días, a una iglesia evangélica cristiana, y en otras ocasiones venía a mi
congregación actual en busca de la verdad. No me percataba entonces, que la
verdad se encuentra en nuestro corazón aunque a veces, no lo sepamos. Tal como
me pasaba, hasta que en mi congregación hallé una característica fundamental
que no existía en las otras congregaciones, y que acabó por inclinar la balanza
e hizo que me decidiera finalmente, por venir aquí. ¿Qué fue? Sin duda, la
familiaridad que vi en ésta. Claro está que entonces, no tenía el nivel de
conocimiento espiritual de hoy. Éste va creciendo día a día y entonces yo no
era más que un bebé espiritual. No sabía prácticamente nada de lo que es la
familia cristiana; ahora… creo que sí.
Esta
introducción personal da paso al tema a tratar:
En la
Biblia leemos en Romanos 12:5 “Así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en
Cristo, y todos miembros los unos de los otros”.
Me
parece oportuno en este momento, tratar un poquito el tema de lo que es la
Iglesia cristiana y para qué es.
¿Qué es y para qué es la Iglesia?
En el
versículo anterior de Romanos 12.5 podemos ver claramente lo que el Apóstol
Pablo dice.
Vamos a tratar la primera pregunta.
-¿Qué es
la Iglesia?
En el
capítulo 12 de Romanos Pablo está comparando la congregación de los fieles con
un cuerpo físico. Y añade, que todos los miembros de un cuerpo físico forman un
solo y mismo cuerpo, todos los miembros son importantes para él. Pero cuando
Pablo aplica esta analogía a la congregación, no solo quiere decir que cada
persona de ella, pertenece al “único cuerpo” de la congregación, que sí
pertenece, lo que él quiere decir, sobre todo, es que cada persona en
la congregación pertenece a todas las otras personas de la misma. “Miembros
los unos de los otros”.
Veámoslo
de otra forma para clarificarlo: de no obrar los dones en la asamblea o congregación
de personas, el cuerpo personal de cada individuo no pertenece a nadie más,
solo a él mismo. Pero el cuerpo individual no es algo independiente y ajeno a
los dones dados por Dios. Los dones los tenemos de cualquier forma, los
queramos o no. Y además, nadie puede unirse a una constitución o a una
denominación sin más, sin aportar y... sin recibir. Hemos sido creados dentro
de un ser viviente que opera independientemente, pero a su vez, con mutua dependencia
de toda la asamblea de discípulos. Y si usted está unido a una cosa, usted es
miembro de un club en el que los demás miembros, algunas veces, le piden
algunos deberes.
En
cuanto a la segunda pregunta:
-¿Para
qué es la Iglesia?
Veamos: Dios
diseñó la Iglesia para trabajar para su gloria, para alabarle, y además de
esto, cada persona en la iglesia, está diseñada para funcionar dentro de esta
congregación para el bien de los demás. Si la Iglesia es para usted algo
aburrido, muy probablemente esa iglesia no está funcionando de la manera que
Dios espera que lo haga, tal como la diseñó.
Hasta
aquí hemos visto este tema desde un plano teórico, dogmático. Ahora
bien, desde un punto de vista más subjetivo o personal, dos características
importantes emergen del fondo de lo expresado por el apóstol Pablo en Romanos
12:5.