viernes, 6 de marzo de 2015

No tengo fuerzas

La mayor excusa que inventamos cuando queremos dejar de complicarnos la vida con batallas que no sabemos cuando acabarán, es decir que ya no tenemos fuerzas. Es cierto que causa nervios, debilita y es inclusive doloroso, mantenerse firme mientras todo a nuestro alrededor está cayendo en pedazos, pero si algo hay de verdad también, es que en esas situaciones de la vida es cuando nos damos cuenta de qué estamos hechos, y lo capaces que somos de lograr lo que nos proponemos.
Así como un músculo no se desarrolla si no trabajamos con él, no conocemos nuestra capacidad de fuerza hasta que somos probados. No podemos darnos cuenta de cuánto hemos madurado si no se nos presenta una situación difícil, porque es ahí cuando tendremos que reaccionar y poner en práctica lo que hemos aprendido.
La vida no es fácil, y quien diga que su vida es perfecta, seguramente se está engañando a sí mismo, sin embargo, Dios nos asegura que en TODO TIEMPO Y LUGAR está con nosotros, que si nos falta sabiduría nos la dará, que si estamos necesitados suplirá, si hay enfermedad Él tiene nuestra sanidad, que si hemos sido heridos Él curará nuestro corazón, y que le dará fuerzas al cansado.

La mayor necesidad de la esposa es el amor

El apóstol Pablo definió la clave del matrimonio en una sola frase: 
“En todo caso, cada uno de ustedes ame también a su esposa como a sí mismo, y que la esposa respete a su esposo” Efesios 5:33
La clave para tener una esposa feliz: el amor.
“Así mismo el esposo debe amar a su esposa como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo, pues nadie ha odiado jamás a su propio cuerpo; al contrario, lo alimenta y lo cuida, así como Cristo hace con la iglesia” Efesios 5:28-29
¿Cómo se ama usted? Si está cansado duerme, si tiene hambre come, si siente frío se cubre, si necesita ropa la compra… en fin, cualquier hombre siempre cubre las necesidades que su cuerpo le demanda. La Biblia habla de que, de esa misma manera, todo esposo debe amar a su esposa. La mejor manera de agradarla o hacerla feliz es sirviéndola, cuidándola y atendiendo sus necesidades en todo tiempo y lugar. En resumen, el amor de un esposo debe ser un acto de servicio permanente hacia su esposa.
La necesidad primordial de una mujer es sentirse y saberse amada, y esta es una responsabilidad de todo esposo. El amor hacia su esposa debe ser sacrificado; algunos ponen a su esposa en último lugar, por ejemplo: les dan el tiempo que queda después de hacer todo lo que les gusta, el dinero que queda después de satisfacer sus necesidades, caricias y halagos solo cuando quieren sexo, entretenimiento cuando no tienen nada más que hacer… Pero el verdadero amor se muestra cuando se da algo que de verdad cuesta, esta es una forma de sacrificarse por ella.

Una Lección de Mi Padre

Nuestra familia siempre ha estado dedicada a los negocios. Mis seis hermanos y yo trabajamos en el negocio de mi padre, en Mott, Dakota del Norte, un pequeño pueblo en medio de las praderas. Comenzamos a trabajar en diferentes oficios como limpiar el polvo, arreglar las repisas y empaquetar, y luego progresamos hasta llegar a atender a los clientes. Mientras trabajábamos y observábamos, aprendimos que el trabajo era más que un asunto de supervivencia o un método para hacer una venta.
Recuerdo una lección de manera especial... 
Era poco antes de Navidad. Yo estaba en octavo grado y trabajaba por las tardes organizando la sección de juguetes. Un niño de cinco o seis años entró en la tienda. Llevaba un viejo abrigo marrón, de puños sucios y ajados. Sus cabellos estaban enmarañados a excepción de un mechón que salía derecho de la coronilla. Sus zapatos gastados, con un único cordón roto, me corroboraron que el niño era pobre, demasiado pobre como para comprar algo. Examinó con detenimiento la sección de juguetes, cogía uno y luego otro, y cuidadosamente los colocaba de nuevo en su lugar.
Papá entro y se dirigió al niño. Sus penetrantes ojos azules sonrieron y un hoyuelo se formó en sus mejillas, mientras preguntaba al niño en qué le podía servir. Éste respondió que buscaba un regalo de Navidad para su hermano. Me impresionó que mi padre lo tratara con el mismo respeto que a un adulto. Le dijo que se tomara su tiempo con tranquilidad y mirara todo. Así lo hizo.

Esperando con esperanza

“Porque fuimos salvos con esperanza; pero una esperanza que se ve no es esperanza, pues ¿quién sigue esperando lo que ya ve?
(Romanos 8:24)
Esperanza: Confianza en lograr una cosa. Virtud teologal por la cual aguardamos de Dios su gracia y nuestra eterna salvación.
La palabra esperanza tiene mucho que ver con la acción de esperar algo que anhelas o deseas. La esperanza es una ilusión que mantiene al corazón vivo, pero sabemos que esperar es una de las cosas más difíciles para nosotros los seres humanos. Quien sabe esperar, tiene una de las virtudes más hermosas.
Cuando esperamos se desarrolla en nosotros, la constancia. Y la constancia a su vez requiere firmeza. Para tener firmeza nuestro carácter debe ser moldeado por Dios. Nuestro carácter es moldeado a través de las experiencias que vivimos en la vida y que nos sirven de aprendizaje.
La constancia es perseverancia, y casi siempre quien persevera alcanza sus objetivos, sueños y metas. Cuesta ser decididos y perseverantes, sin embargo, ese camino es seguro. Entre tanto, en nuestras debilidades el Espíritu Santo acude a ayudarnos, nos sostiene. A través de Él recibimos fuerzas y aliento para continuar.
Es bella la palabra que Salomón deja en Proverbios 23:18: “Porque ciertamente hay un porvenir, y tu esperanza no será frustrada”. El porvenir no es otra cosa que los “sucesos en el tiempo futuro”. Es lo que está por llegarles a aquellos que, aunque no les es fácil, saben esperar y confiar en Dios.

Eres un diseño exclusivo

Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho; maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien. Salmo 139:14 (Biblia de las Américas)
Una de las cosas que hace que la alta costura de los modistas de París y Nueva York sea tan cara, es que son modelos exclusivos. La mujer que se compra un modelo exclusivo de Chanel o Ives Saint Laurent, sabe que no va a ver un vestido igual puesto en otra mujer. Sabe que va usar una prenda que está confeccionada cuidadosamente, a veces cosida a mano, y hecha a su medida para que lo calce como un guante.
Ella sabe que su vestido ha sido creado con esmero, con mucho cuidado, y está dispuesta a pagar un alto precio por esa prenda exclusiva. Así debería ser al mirar nuestra propia vida. Dios nos ha creado de manera que no se nos pueda reproducir, que no se nos pueda duplicar. Él selecciona cada aspecto de nuestra personalidad, crea cada habilidad y talento que nos da y pone especial atención en cada una de nuestras características y cualidades.
Hemos sido hechos a mano por Dios en el vientre de nuestra madre. Nos ha formado para que cumplamos un rol específico en su plan soberano para todos los siglos. Lea fue creada, formada y elegida con un propósito específico en el plan de Dios, a pesar de que ella misma no lo sabía. Ella fue un modelo exclusivo. Y también tú lo eres. Dios te creó para que fueses única. Tus huellas digitales son diferentes a las de cualquier otra persona; no solo de cualquier persona que viva hoy en día, sino de cualquier ser humano que haya existido y que existirá.
Lo mismo sucede con tus manos, tus pies, tu voz y tu código genético. Nadie tiene la combinación de rasgos físicos que tú tienes. Nadie más tiene tu juego de genes. Y aunque tuvieras los mismos genes que otra persona, igualmente serías única. Nadie más ha sido colocado por Dios exactamente como tú en tu familia, en tu barrio, con tus amigos y conocidos, en tu ciudad y estado, o siendo miembro de tu iglesia.