domingo, 1 de marzo de 2015

La conformidad

Gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores (1 Timoteo 6.6–10).
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús… he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4.6–7, 11–13).
¿Satisfechos? Nunca lo estamos. No estamos nunca satisfechos. 
Cogemos unas vacaciones fabulosas… nos saciamos de sol, de diversión, de buena comida. Pero ni siquiera estamos empezando el camino de regreso, cuando ya nos entristece el fin del viaje y comenzamos a planear otro.
No estamos satisfechos, cuando de niños decimos: ¡Quién fuera adolescente!. Y ya de adolescentes decimos: ¡Quién fuera adulto!. Y como un adulto: Si estuviera casado.... Como cónyuge: ¡Quién tuviera hijos!
No estamos nunca satisfechos. La conformidad es una virtud difícil ya que no hay nada en este mundo, que pueda satisfacer nuestros anhelos más profundos.
Anhelamos ver a DIOS. El paso de las hojas de la vida, al ser movidas éstas por el viento, susurran el rumor de que lo veremos,... y no quedaremos satisfechos hasta lograrlo.

No hables como uno cualquiera…

Job estaba pasando un tiempo duro, había perdido a sus seres queridos y, al mismo tiempo, sus posesiones, por lo que se encontraba en duelo e inestable económicamente. Además, enferma con una plaga maligna que le causaba dolor desde la cabeza a los pies. Al ver esta situación, la esposa de Job muestra una actitud no esperada:
“Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete. Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas (insensatas), has hablado. ¿Pues qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios.” Job 2:9-10 RVR 1960
Las palabras traducidas en la biblia como “fatua” o “insensata”, significan en este caso: “Necio, ignorante, falto de razón, sin entendimiento, que no muestra buen juicio o madurez en sus actos”. En su respuesta, Job le muestra a su mujer que estaba hablando sin entendimiento.
En medio del sufrimiento que le producían todas aquellas llagas, y sin saber cuándo algo de su situación iba a cambiar, Job se mantuvo firme.  Él le dijo: “No puedes hablar de esa manera.” Y además le hace una pregunta muy significativa: “Recibimos el bien de parte de Dios, ¿y no recibiremos también el mal?”.En otras palabras, Job le decía: ¿No tiene Él el derecho de hacerlo? ¿No es Él el alfarero y nosotros el barro? ¿No es Él el pastor y nosotros las ovejas? ¿No es Él el amo y nosotros los siervos? Job era un hombre temeroso de Dios en todo tiempo, sabía quién era Él, por lo tanto, no podía pensar en alejarse de su presencia por difícil que fuera lo que estaba afrontando.
Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? Job 1:8 RVR 1960

De las tinieblas a la Luz

No sea hallado en ti… ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con el Señor cualquiera que hace estas cosas. Deuteronomio 18:10-12
Inline image 1Viví 19 años en las tinieblas del mundo. A mi madre y a mi abuela que creían, a su modo, en Dios, les gustaba mucho todo lo que tenía que ver con lo sobrenatural, y consultaban a curanderos para tratar diversos problemas de salud. Yo también creía en Dios, pero, lamentablemente, empecé a servir al diablo porque me interesé por la predicción del futuro. Mi preocupación de cada mañana era leer el horóscopo. Luego utilicé un péndulo. Al ver lo que el ocultismo producía, y creyendo que hacía bien porque me imaginaba que eso venía de Dios, empecé a echar las cartas, pretendiendo adivinar cosas ocultas. De repente, un extraño fenómeno apareció en mi vida cuando tenía 14 ó 15 años. Tenía sueños premonitorios que se hacían realidad. Cuanta más importancia les daba, más avanzaba en ese mundo misterioso que me atraía a él. Me había convertido en una profetisa del mal. No dormía, siempre estaba estresada y angustiada…

Mi mayor tesoro en la tierra

Cuando estamos muy inmiscuidos en nuestros problemas, intereses y preocupaciones, puede que descuidemos algo muy importante que Dios puso en nuestro entorno: La familia.
Si bien es cierto que con nuestra familia terrenal pasaremos solo un tiempo limitado, esto no le quita nada de importancia, pues es voluntad de Dios que crezcamos y nos desarrollemos en el ámbito de la familia. Para Dios es tan importante el núcleo familiar, que hizo que también Jesús tuviera un padre y una madre. Siendo el hijo de Dios y el Mesías, sin ningún problema podría haber nacido sobrenaturalmente.
Pero Dios quiso que naciera y creciera dentro de los lazos afectivos de una familia. Jesús supo lo que era tener un hogar con padres, hermanos, etc. Y Dios padre lo hizo para que pudiera experimentar lo importante que es el amor familiar.
Por lo cual, si aún tienes la oportunidad de compartir con tus padres, hermanos y familiares en general, no la desaproveches, porque el tiempo que los tendrás será escaso.
En estos tiempos, la familia, como institución, está siendo muy atacada y dividida. Las estadísticas de divorcios son cada vez mas alarmantes. Es momento de poner freno y no ser parte de estas rupturas.
Muchas veces, los malos entendidos provocan distancia entre tú y tu familia; no permitas que el rencor, los enojos o los malos recuerdos te separen del núcleo en el que Dios te puso. Donde haya seres humanos, siempre habrá desacuerdos, pero estos no deberían apagar ni afectar el lazo profundo que tienen. O puede ser que por alguna razón, vives lejos de tu familia; mantén el contacto con ella de modo que puedan sentir tu amor incondicional. Pregúntate ¿Cuándo fue la última vez que le hice sentir a mi familia que la amaba?

Luz en mi Jardin

Marta le había pedido a Juan durante un año, que le preparara tierra para un jardín. Finalmente, él accedió. Prepararon juntos la tierra mezclándola con los mejores fertilizantes y aditivos para su terreno.
A Marta no le gustaban las flores y plantas que había en el vivero de la zona, por lo que le pidió a su esposo que la dejase encargar por catálogo algunas variedades únicas. Eligió entusiasmada cada una, casi todas las plantas muy caras. 
Va a ser el jardín más bonito de todo el barrio, pensó. Nadie podrá igualar estas bellezas.
reflexiones-luz-en-mi-jardinLas delicadas plantas llegaron por correo y Marta empezó a trabajar inmediatamente. Plantó y regó, puso fertilizante, observó y esperó. Pero no pasaba nada. Una a una, las hojas se fueron poniendo amarillas y se caían.
Al terminar la primavera, no le quedaba ni una sola planta. Todas se habían marchitado y muerto.
Entonces Marta le escribió una carta al vivero que le había enviado las plantas por correo, exigiendo que le devolvieran el dinero.
Dos semanas después, recibió la respuesta.
“Señora, su carta indica que usted plantó las flores en una zona de sombra y les dio los mejores nutrientes disponibles, pero sus plantas no crecieron porque las plantó en un lugar equivocado. Usted mandó pedir plantas que necesitan recibir sol directamente. Aunque se esmeró en preparar el terreno, estas plantas, sin excepción alguna, mueren si no les da el sol. La próxima vez, por favor, instrúyase antes de encargar las flores para plantar en su jardín.”
Así es nuestra vida. Podemos invertir muchas horas y dinero en embellecernos, pero si no recibimos al Hijo nos vamos a marchitar y, finalmente, moriremos. Ningún “aditivo”, por caro que sea, podrá ocupar el lugar de la luz del Hijo en nuestra alma.
2 Pedro 3:18
Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.