sábado, 28 de febrero de 2015

Árbol que nace torcido….

Es un refrán que hemos escuchado muchas veces… quizá más de las que quisiéramos. Y en ocasiones, hasta nos lo decimos a nosotros mismos pero con otras palabras: “Yo soy así, y no hay remedio”. Pero, ¿será cierto? ¿Será real que el árbol que nace torcido, jamás se endereza su tronco? ¿Será que si somos de una manera, no hay arreglo?, ¿ni cambio?, ¿ni mejoría?
árbol q nacetorcidoTodo depende.
Depende de con qué o en quién te apoyes para “enderezar tu árbol”. Si lo intentamos hacer con nuestras propias fuerzas…será un fracaso, y el árbol de nuestra vida se quedará torcido. Ahora bien, si un día nos pusimos en manos de Dios, no tenemos motivos para decir “yo soy así, no tiene remedio, no voy a cambiar nunca”, etc.
Esta lucha con las torceduras de nuestros troncos, por decirlo de alguna forma, es tan vieja como la propia humanidad. El apóstol Pablo, tan de carne y hueso como tú y yo, se vio muchas veces en esta tesis: Quiero hacer lo que es correcto, pero no puedo. Quiero hacer lo que es bueno, pero no lo hago. No quiero hacer lo que está mal, pero igual lo hago. Ahora, si hago lo que no quiero hacer, realmente no soy yo el que hace lo que está mal, sino el pecado que vive en mí.” Romanos 7.15-20 Parece un trabalenguas, pero léelo detenidamente y verás que todo es lo mismo, solo que dicho con otras palabras.
Hace días yo pensé eso mismo de mí: “estoy torcido como un árbol”, “quiero hacer lo bueno pero no lo hago…no tengo remedio”. Muchas veces me he preguntado por qué hay ciertas cosas de mi temperamento que parecen no enderezarse nunca. En fin, todo esto me vino a la mente,... pero el Espíritu se encargó de recordarme que solo no puedo, pero Dios sí. Esto es lo que Él nos dice:
Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos… (Isaías 45.2)
¿No puedo hacer contigo lo mismo que hizo el alfarero con el barro? De la misma manera que el barro está en manos del alfarero, así estás en mis manos… (Jeremías 18:6)

El momento perfecto para ver obrar a Dios

Cuando sientas en tu corazón una pena muy profunda y que, con el peso de tus cargas, ya no puedes más; cuando el dolor en tu pecho casi no te permita respirar y decepcionado, miras a todas partes buscando quién te pueda ayudar, es el momento ideal para permitir que la gracia de Dios te arrope y te envuelva. Es la ocasión ideal para depositar sobre Él tus ansiedades y preocupaciones. Porque cuando tú piensas que ya no podrás más, Él te dice: “no temas, yo te ayudo, tú podrás continuar”.
es-tiempoEs necesario que entiendas que cuando tú sientes que ya no podrás continuar, es el momento oportuno para que Él se encargue de tu situación. Tu dependencia hacia Él será la clave para que pases airoso esa prueba. Tú exclamas: “¡Señor, no puedo más!” Y Él dice: 
-“¡Tú solo no puedes, pero con mi ayuda vencerás!” 
Dios nunca despreciará un corazón humillado y quebrantado. Estás guardado en el hueco de su corazón. Él te esculpe con la palma de sus manos, entreteje sus pensamientos dentro de tu espíritu para que puedas continuar.
Este momento que hoy estás pasando no logrará apartarte de la mano de Jehová ni de su gran amor. Al contrario, te acercará a que presencies su gloria, porque cuando te sientes débil, en Él eres fuerte y más que vencedor. Tú ves la puerta cerrada pero Dios tiene la llave, y cuando abre esa puerta no hay quien la cierre. Él quita lo que obstruye el paso y afirma tu andar para que no tropieces y caigas.
¡Tranquilízate, no te angusties! Que tú estarás a salvo porque te lleva en sus brazos. Aunque haya momentos que pienses que no, este es precisamente, el momento para que veas a Dios obrar y manifestarse como nunca antes en tu vida y en la de los que te rodean. Cuando ya no te entrometes en lo que Él está haciendo, cuando lo dejas tomar el control e intervenir, sin necesidad de que tú le des instrucciones, ese es el momento ideal, porque sabes que solo Dios es quien te podrá salvar de todo lo que estés pasando.

Ganar perdiendo

Un poco paradójico el título, pero démosle una oportunidad a la disonancia cognitiva y continuemos.
En nuestra cultura, el ganar es una práctica que a todos nos gusta experimentar y el perder una que nadie quiere soportar. De hecho, socialmente es muy aceptable y está muy bien visto que tu vida esté llena de aciertos y con el menor número de fracasos; fracasos que sólo le agregan variedad a tu biografía. Perder es humillante, sobre todo si es en público o ante otra persona que consideramos “inferior” a nosotros, y aunque después le podamos encontrar el sentido, la experiencia no es nada grata. Sin embargo, hay ocasiones en que el perder trae una tremenda ganancia; no se trata de ganancia material sino de ganancia eterna.
ganar perdiendoCuando tenemos una discusión o un problema de relación como consecuencia de dos puntos de vista distintos, cada uno de los que están involucrados defiende con vehemencia aquello que cree, en muchas ocasiones más la forma que el trasfondo del asunto. 
Ganar perdiendo significa que, causado porque yo abandono la contienda y trato de llegar a un terreno más conciliador, aunque esto aparentemente implique perder la discusión, gano la posibilidad de que el otro me escuche sin tener “la guardia” muy alta, que plantee un punto medio, o bien, que utilice mi humildad y acepte la opinión del otro. Todos estos métodos no son nada populares, pero fueron modelos para Jesús.
Jesús nunca pretendió vehementemente, ganar una discusión ni se exaltó porque no le creían. Dudaron en su cara, incluso sus discípulos, pero su actitud nunca fue belicosa ni impositiva en su punto de vista, y así ha ganado “adeptos” hasta el día de hoy. Él ganó perdiendo.

Mi Hijo Preferido

La humorista Erma Bombeck escribió en cierta ocasión:
"Cada madre tiene un hijo preferido. Es tan habitual que no lo puede resistir. Después de todo, no deja de ser humana.
Yo tengo el mío; el hijo por quien siento una cercanía especial, con el cual comparto sentimientos de amor que nadie podrá entender. Mi hijo preferido es el que ha estado tan enfermo como para no poder comer helado durante su fiesta de cumpleaños…el que tenía varicela durante la Navidad…el que al acostarse usaba abrazaderas en sus piernas porque sus pies se giraban hacia dentro, el que a medianoche tenía fiebre, ataques de asma,... el chico que sostenía en mis brazos en la sala de emergencias.
Mi hijo favorito es el que cometió los errores durante el recital de piano, quien no supo deletrear la palabra comité durante el examen de ortografía, el que corrió en dirección contraria en aquel partido de fútbol, y a quien le robaron su bicicleta por ser descuidado.
Mi hijo preferido era egoísta, inmaduro, malhumorado, y egocéntrico. También era vulnerable, solitario, inseguro en cuanto a su participación en este mundo... pero sumamente maravilloso.
Todas las madres tienen un hijo preferido. Siempre es el mismo: el que siempre te necesita; te necesita por cualquier razón, para aferrarse a ti, gritarte, herirte, o abrazarte, elogiarte, también para echarte la culpa o descargar sobre ti, pero sobre todo, para que estés presente.
Haz que tus hijos sientan que son especiales al estar siempre disponible para ellos, así como nuestro Padre celestial está siempre disponible para nosotros.
Los hijos necesitan amor, especialmente cuando no se lo merecen".

Para Ser Madre hay que tener Gran Fe

En cierta ocasión, un niño parcialmente sordo volvió del colegio a su casa; llevaba una nota de la dirección, que recomendaba que los padres lo sacaran del centro docente, ya que era demasiado falto de inteligencia para aprender.
La madre del niño leyó la nota y dijo: “Mi hijo Tom no es falto de inteligencia. Yo misma le enseñaré”.
Cuando Tom murió muchos años después, los estadounidenses le rindieron homenaje apagando todas las luces del país durante un minuto. Este Tom fue el que inventó la lámpara incandescente; y no solo eso, también inventó el fonógrafo y un rudimentario proyector de películas. En total, Thomas Edison patentó más de mil inventos.
Madres, la fe es un don de Dios y necesitamos apropiarnos de ese regalo divino, por lo tanto tengamos:
FE EN DIOS.  EN SUS PROMESAS, pues Él dijo:
“Clama a mi y yo te responderé” Jeremías. 33.3.
“Pon tu delicia en Dios y Él te concederá los deseos de tu corazón”. Salmos 37:4
Y  todos tus hijos serán enseñados por Dios y se multiplicará la paz de tus hijos.  El espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Dios desde ahora y para siempre.  Isaías 59:21.
FE EN SUS HIJOS. Es preciso que los soltemos y dejemos en las manos de Dios y creamos que ellos con su ánimo y amor incondicional, podrán lograr sus metas.
FE EN SÍ MISMA.  Reconociendo que todo lo podemos en Cristo que nos fortalece, y que si ponemos nuestro deleite en Dios, El nos concederá los deseos del corazón.