domingo, 15 de febrero de 2015

¿Qué debe dejar atrás?

¿Qué tenemos que dejar atrás si queremos seguir a Cristo?
La respuesta más simple es que debemos dejar atrás la idolatría. Ese es el primer mandamiento: No tendrás otros dioses delante de mí. Los ídolos no tienen por qué ser simplemente, representaciones de lo divino; tampoco tienen por qué ser de piedra, o de madera o mármol. Hay todo tipo de dioses: en la educación, en el atletismo, en el matrimonio, en la elección, en el poder, el expresarme, la belleza, el éxito... Cualquier cosa en la que inviertes toda tu vida, todo tu tiempo.

Si tan sólo tuviera...... entonces yo sería feliz.
Si tan sólo tuviera...... yo tendría cierto valor.
Si tan sólo tuviera...... podría vivir una vida plena.
POTSS6Lo que pongas en el espacio en blanco, he ahí tu dios. Es esa la cosa para la que estás está viviendo. Eso es lo que tú adoras. El matrimonio puede estar en ese espacio en blanco, o tu trabajo ideal, o ser mejores padres o mejores hijos, o menos kilos, o más influencia. Muchos de ellos son buenos deseos, pero no deben ser los definitivos. Ellos no están destinados a ser dioses.
¿Acaso puede decirnos algo un Consejo en Jerusalén como el de Hechos 15? ¿Qué podría ser aquello a lo que Dios nos obliga a renunciar, como discípulos de Cristo? ¿Cuál podría ser el consejo inspirado por el Espíritu, para decirle al agobiado joven ejecutivo que únicamente ve las personas y las cosas como un medio para su promoción? ¿Qué podría decirle a la mujer obsesionada con la belleza y el estatus, que vive de tabloide en tabloide, y de chisme en chisme? ¿Qué pasa con el estudiante universitario que vive solo para la fiesta? ¿O al “buen” estudiante universitario, que solo piensa que tiene que sacar buenas notas para ir a la escuela de posgraduado?

Todo esto puede parecer como normal en la vida, pero no es la vida cristiana. 
"Mundanalidad es cualquier cosa que al pecado parece normal y a la rectitud moral extraña".
Los cristianos no se ven como el resto del mundo. Ellos no van a hacer lo que hace todo el mundo. Ellos destacan. Es difícil llevar una cruz sin dejar algo de equipaje detrás.


¿Cansado y turbado?

Muchas veces, en nuestra carrera como cristianos, nos sentimos como si lleváramos una mochila muy pesada por el desierto en pleno mediodía. Miramos el camino que nos queda, y no le vemos el final; miramos a nuestra izquierda y a nuestra derecha,... y no vemos a nadie junto a nosotros. Nos sentimos solos, cansados y turbados.
Cierto, ninguno de nosotros es inmune a esto, pero la Biblia nos lleva a este pensamiento y después, a sentir a Jesús, nuestro Señor y Salvador, para recobrar las fuerzas y no desmayar. Nos enseña que: (1º) Jesús es quien nos conforta y fortalece, y (2º) que no corremos solos aunque a veces así parezca.

Jesús es quien nos conforta y fortalece.

En Hebreos capítulo 2 el autor nos dice:
“Pues por cuanto Él mismo fue tentado en el sufrimiento, es poderoso para socorrer a los que son tentados”. (Hebreos 2:18)
cansados
Podríamos agregar que también es poderoso en nuestros problemas y desmayos. ¿Por qué? Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado”. (Hebreos 4:15)
Siendo perfecto, sufrió tentación y dificultades igual que nosotros, para ser el único capaz de darnos el consuelo perfecto, ese consuelo que no solo nos anima sino que también nos alegra, y nos devuelve el gozo de tenerle a Él.
Es Jesús mismo quien nos dice:
Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar”. (Mateo11:28)
Y aún más:
“Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera”. (Mateo 11:29-30)
De pronto, en vez de vernos con esa mochila pesada en el desierto, nos vemos parados frente a Cristo, cogiendo nuestra pesada mochila y dándonos a cambio, un pequeño bulto. De pronto, ya no nos da ese sol (los problemas y tentaciones) abrasador en todo momento, sino que recibimos sombras para refrescarnos.

Consejos para glorificar a Dios en tu vida diaria

Comienza el día correctamente.

Al despertar, reconoce que es el Señor quien te ha creado y regalado un día más de vida y que sobre todo, no te ha dado este día para gastar oxígeno, sino que Dios tiene un propósito para tu diario vivir y es para su propia gloria. Comenzar la jornada reconociendo eso te hará tener una perspectiva correcta, podrás pedir gracia en oración para morir a ti mismo, tomar tu cruz y caminar en pos de Jesús todo el día. Medita en estos versículos:

Esto traigo a mi corazón, por esto tengo esperanza: Que las misericordias del SEÑOR jamás terminan, pues nunca fallan sus bondades; son nuevas cada mañana; ¡grande es tu fidelidad! El SEÑOR es mi porción -dice mi alma- por eso en Él espero. Bueno es el SEÑOR para los que en Él esperan, para el alma que le busca. (Lamentaciones 3:21-25)

Oh SEÑOR, ten piedad de nosotros; en ti hemos esperado. Sé nuestra fortaleza cada mañana, también nuestra salvación en tiempo de angustia. (Isaías 33:2)

iglesia sanaMantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es el que prometió; (Hebreos 10:23)

Pues el amor de Cristo nos apremia, habiendo llegado a esta conclusión: que uno murió por todos, por consiguiente, todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. (2 Corintios 5:14-15)


Examina tus motivaciones a lo largo del día.
Tendemos a desviarnos con facilidad, de las motivaciones correctas que deberían guiar nuestra vida. Como las vías de un tren, firmes y apuntando a un destino, así deberíamos mantener firmes nuestras guías de hacer lo que hacemos, no para nosotros mismos sino para la gloria de Dios.
Entonces, ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. (1 Corintios 10:31)
Si buscamos nuestra propia gloria, cuando nos dañen buscaremos dañar, cuando nos sean injustos buscaremos nuestra redención devolviéndoles mal por mal. Pero si buscamos la gloria de Dios, bendeciremos cuando nos maldigan, haremos bien a quienes nos hacen daño, y devolveremos bien por mal.
No debemos buscar nuestra propia justicia, sino reconocer que Jesucristo es nuestra justicia ante Dios y que ahora somos suyos y vivimos para Él.
¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Pues por precio habéis sido comprados; por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. (1 Corintios 6:19-20)

Cuidado con el pago justo

La Biblia dice claramente: “Todo lo que el hombre sembrare eso también segará” Gálatas 6:7
Tres cosas encontramos en 2 Reyes 5:26-27 que hablan de la posición de Dios ante nuestra negligencia. “¿No iba contigo mi corazón…?” El corazón de Dios está con sus siervos. No podemos ocultarnos de la presencia de Dios. David lo expresó cuando dijo: “¿y a dónde huiré de tu presencia?”. El corazón del Señor está siempre con nosotros, aunque estemos en nuestros lugares secretos. “¿Acaso es tiempo de aceptar dinero y de aceptar ropa, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas?”. Estamos viviendo los últimos tiempos. Nos ha correspondido a nosotros ser protagonistas de los últimos eventos de la historia y de la vida de la Iglesia, por lo tanto, ya no hay tiempo para nuestro propio provecho personal. Hay una tarea que aún no se ha terminado y nos corresponde a nosotros acabarla. “Por tanto…”. Porque no respetaste mi presencia, cuando estaba allí mi corazón, y porque no respetaste la urgencia de la misión encomendada, al no prestar atención a lo dicho, “la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tus descendientes para siempre”. 

Cuando me equivoco no solo me afecto yo, mi descendencia también; y, en algunos casos, es “para siempre”. Cuando esto pasa, acabo bloqueando el camino a las transiciones del Espíritu. En muchos casos Dios ha retirado la unción de sus siervos, sin retorno. Renovemos nuestra mente, reflexionemos y volvamos a las sendas antiguas. Retornemos nuestra mirada y nuestro corazón a Hebreos 2:1: “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos”. En los últimos años hemos hecho más énfasis en el amor y misericordia de Dios, y nos hemos olvidado un poco de su justicia. Las dos cosas deben estar equilibradas. No olvidemos el privilegio que el Señor nos ha dado de servirle en su obra. No hay lugar más hermoso que estar en el lugar del servicio santo y no hay oficio más digno que ministrar delante del Señor y delante de su pueblo. 

El espejo... Una historia de Amor

Renato casi no vio a la señora que estaba en el coche, parado en el costado de la carretera. Llovía fuerte y era de noche. Pero se dio cuenta que ella necesitaba ayuda.
Así que detuvo su coche y se acercó. El coche de la señora olía a tinta de tan nuevo. La señora pensó que pudiera ser un asaltante, pues él no inspiraba confianza, parecía pobre y hambriento...
Renato percibió que ella tenía mucho miedo y le dijo: “Estoy aquí para ayudarla señora, no se preocupe. ¿Por qué no espera en el coche que está más calentito? A propósito, mi nombre es Renato”.
Lo que pasaba es que su coche tenía una rueda pinchada y ella era para colmo, de edad avanzada. Renato se agachó, colocó el gato mecánico y levantó el coche. Cambió la rueda, pero quedó un poco sucio y con una herida en una de las manos...
Cuando apretaba las tuercas de la rueda, ella abrió la ventanilla y comenzó a conversar con él. Le contó que no era del lugar, que sólo estaba de paso por allí y que no sabía cómo agradecerle su preciosa ayuda. Renato apenas sonrió mientras se levantaba.

Ella preguntó cuánto le debía. Ya había imaginado las cosas terribles que podrían haberle pasado si Renato no se hubiese parado para socorrerla. Pero Renato no pensaba en dinero, le gustaba ayudar a las personas.
...Era su modo de vivir. Y respondió: “Si realmente quiere pagarme, la próxima vez que encuentre a alguien que precise ayuda, préstele a esa persona la ayuda que necesite y acuérdese de mí”...