lunes, 9 de febrero de 2015

Oraciones Sin Respuesta

El Señor… no me escuchó; y me dijo: Basta, no me hables más de este asunto. Deuteronomio 3:26.
Me fue dado un aguijón en mi carne… Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. 2 Corintios 12:7-9.
Oraciones Sin Respuesta
En la vida del creyente hay circunstancias en las que Dios da una respuesta contraria a lo que le fue pedido. Tenemos por lo menos, dos ejemplos de ello en la Escritura.
Moisés, el patriarca a través del cual Dios efectuó la liberación de su pueblo de la esclavitud de Egipto, suplicó a Dios que le permitiera entrar en el país de la promesa. En su soberanía, Dios le negó el profundo deseo de su corazón (Deuteronomio 3:23-27). El apóstol Pablo, convertido por la intervención directa del Señor y escogido por Él para evangelizar las naciones (Hechos 9:15), deseó ardientemente ser liberado de “un aguijón” en su carne (sin duda una enfermedad física) que lo atormentaba sin tregua (2 Corintios 12:7-10). Pero pese a sus repetidas súplicas, el Señor no lo curó.

Considera que...

”Ten en cuenta lo que vayas a decir, no lo que pienses.”

Tener en cuenta lo que se vaya a decir es preocuparse y no tomar las cosas a la ligera. Es ser lo suficientemente empático en pensar en el bienestar de los demás. Es contar con la sabiduría suficiente como para saber que son importantes las palabras que salen de la boca.
Al tomar en consideración lo que vas a decir, estás tomándote el tiempo suficiente para analizar si es o no provechoso, o si vale la pena decir lo que estás pensando. ¿Traerá bien, bendecirá una vida, establecerá la diferencia? ¿Lastimará a alguien, creará discordia, amenazará la paz o la integridad de una persona, desencadenará odio?
Lo que pensamos, no necesariamente tiene que ser así. A veces tenemos ideas equivocadas sobre las personas, situaciones o cosas, y por eso debemos tener cuidado al analizar lo que dicen antes de juzgarlas. Y nuestras palabras pueden ser luz o sombras; vida o muerte. Pueden ayudar a levantar o derribar a una persona.
Como dice un conocido refrán: “uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice”. Porque muchas veces lo que decimos nos compromete y sabemos que una vez que la palabra es dicha, nada se puede hacer.
El mismo Jesús, teniendo toda la sabiduría del mundo, tuvo momentos en los que prefirió callar y otros en los que habló muy poco. Pero sus palabras fueron de vida, restauración, luz, ánimo, fortaleza, perdón, sanidad, sabiduría y enseñanza. Procuremos imitar a nuestro Maestro, observemos más y hablemos solo lo que sea necesario. Pues como dice la Biblia:“en el mucho hablar hay pecado”.

¡DIOS TE BENDIGA DE MANERA ESPECIAL Y SEAS ALIMENTADO CON ESTE MENSAJE DE ÁNIMO!

El lado bueno de la vida

Un lunes en la Universidad de Nevada en Las Vegas, al inicio de mi clase de las 8:00 a.m. (UNLV), alegremente pregunté a mis estudiantes cómo habían pasado su fin de semana.
Un joven me dijo que su fin de semana no había sido muy bueno. Le habían extraído su muela del juicio, y el joven procedió a continuación, a preguntarme por qué yo siempre parecía tan feliz.
Su pregunta me recordó algo que había leído en algún sitio antes: “Cada mañana que nos levantamos, podemos escoger cómo queremos afrontar la vida ese día”, y le dije al joven: “Escojo estar alegre”.
“Le daré un ejemplo”, continué. Los otros sesenta estudiantes de la clase dejaron su tertulia y comenzaron a escuchar nuestra conversación.
“Además de enseñar aquí en la UNLV, también lo hago en la universidad pública de Henderson, a unas diecisiete millas de donde vivo por la autopista. Un día, hace algunas semanas, conduje esas diecisiete millas hasta Henderson. Salí de la autopista y me dirigí hacia la calle de la universidad.
Sólo tenía que conducir otro cuarto de milla por esa calle para llegar a la Universidad. Pero justo entonces, se me paró el coche. Intenté darle ignición de nuevo, pero el motor no arrancó. Así que puse mis luces intermitentes de atención, tomé mis libros y me encaminé hacia la universidad”.
En cuanto llegué, llamé a la Asociación de Automovilistas (AAA) y les pedí que me enviasen una grúa. La secretaria de dirección me preguntó qué había pasado. Este es mi día de suerte”, contesté sonreído.
“Su coche se estropea y ¿hoy es su día de suerte?” Estaba sorprendida. “¿Qué quiere decir?”
“Yo vivo a diecisiete millas de aquí”, le contesté. “Mi coche pudo haberse estropeado en cualquier lugar de la autopista, pero no lo hizo. En vez de eso, se descompuso en el lugar perfecto: a la salida de la autopista, a una distancia que yo pudiera caminar hasta aquí.
Todavía puedo dictar mi clase, y he podido hacer los arreglos precisos para que la grúa me encuentre después de clases. Si mi coche iba a estropearse hoy, no pudo haber pasado de mejor manera”.
Los ojos de la secretaria se abrieron por completo y luego sonrió. Le devolví la sonrisa y me dirigí hacia el salón. Así terminó mi historia a los estudiantes de mi clase de Economía en la UNLV.
Entonces observé a los otros sesenta rostros en el salón. A pesar de lo temprano de la hora, nadie se había dormido. De alguna forma, mi historia los había impactado. Todo había comenzado con el comentario del estudiante de que me veía alegre.

La Constancia ayuda mucho

Mucho tiene que ver la persistencia con la constancia, es realmente lo mismo. Para ser constantes hay que tener el coraje o valor suficientes de seguir intentándolo tras los fracasos o desaciertos. Se necesita firmeza de carácter, además de una firme decisión, para no dejarse llevar por los bandazos de la duda o por los comentarios de personas negativas que, queriendo o sin querer, traen el desaliento.
Esta palabra rememora a Zaqueo, el cual tuvo la suficiente entereza para suplir su necesidad de querer ver a Jesús cuando pasaba por su ciudad, y siendo pequeño de estatura, se subió a un árbol. Esto también rememora la anécdota de la ranita, que no haciendo caso a los comentarios de sus demás compañeras, pudo llegar a la meta, y salir del lugar pegajoso en el que se encontraba. Lo anecdótico del caso está en que ella pudo, porque cuando las otras se quisieron percatar, era sorda. Ya en la realidad, a veces tenemos que hacer oídos sordos y mantenernos firmes, en la posición correcta, para seguir encaminados hacia la realización de los proyectos que anhelamos que sean concretados. Poseer esta característica no siempre es fácil, de hecho son más los que abandonan y se convierten en desertores de sus sueños, que los que tienen el coraje de seguir persistiendo. Esto puede deberse a que ser constante implica ser disciplinados, como si de soldados se tratara.

El Guía

Una historia cuenta que un guía estaba mostrando la “Cueva del Mamuth” a un grupo de turistas. Cuando llegaron al lugar conocido con el nombre de “La Catedral”, el guía se subió a una roca llamada “El Púlpito”, y anunció sonriente, que iba a pronunciar “un sermón muy importante”. Sin embargo, lo único que dijo fue: “Manténganse agrupados cerca de mi”.
Poco después, los turistas pudieron darse cuenta de la importancia del "sermón” que les pronunció el guía, pues sólo manteniéndose muy cerca de él era posible eludir los múltiples peligros que se esconden en el interior de “La Cueva del Mamuth”.
Nuestra vida es igual que la cueva del relato, tiene senderos y peligros desconocidos para nosotros, que solo pueden enfrentarse cerca del Guía.
Jesús es nuestro buen Pastor y Él conoce nuestra historia, nuestro presente y lo que nos deparará el futuro. Si permanecemos muy cerca de nuestro Guía, de Él, podremos eludir los peligros que nos aguardan, recorreremos la vida por los mejores senderos y llegaremos a destino.