domingo, 8 de febrero de 2015

Amar a sus enemigos

Yo (Jesús) os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos… Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? Mateo 5:44-46

También los pecadores aman a los que los aman. Lucas 6:32

La enseñanza del Señor es muy profunda: Amar a los que me aman está bien, pero ¿qué mérito tiene? Un amor así, seguramente sincero, no prueba gran cosa, porque amando a los que amo, o a aquellos que se parecen a mí, lo que hago es como si me amara a mí mismo. O, por lo menos, no voy en contra de mis intereses.

Inline image 2Pero amar a sus enemigos, a sus perseguidores, orar a Dios para implorar su perdón por ellos, ¿quién pudo hacerlo, como lo hizo Jesucristo cuando vino al mundo?

El amor de Cristo lo condujo, no a defender su propia vida, sino todo lo contrario, a darla por nosotros, hombres perdidos. Así es el amor divino, la gracia que trae la salvación.

Consciente de que es amado de esa manera, de que es salvo por gracia, el cristiano es enseñado a imitar a su Maestro. Muchos cristianos perseguidos, pudieron amar verdaderamente a sus enemigos y orar para que fuesen salvos, para que aprendiesen a amar al Señor.
Seamos de los que no miran por sus intereses personales, sino que buscan los intereses del Señor, quien quiere que todos los hombres sean salvos.
Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores(1 Timoteo 1:15).
Esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad(1 Timoteo 2:3-4).

Bendiciones para el que teme

Texto bíblico: Salmos 128  (Reina-Valera 1960). Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, Que anda en sus caminos.

Cuando comieres el trabajo de tus manos, 
Bienaventurado serás, y te irá Bien.
 Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa.
 He aquí que así será bendecido el hombre Que teme a Jehová.
 Bendígate Jehová desde Sion, Y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida,
 Y veas a los hijos de tus hijos. Paz sea sobre Israel.
Definitivamente, cada día estamos expuestos a afrontar un sinfín de situaciones que al llegar la noche nos dejan cansados, turbados, preocupados, y lo peor de todo, sin una solución, y sin saber qué hacer. Entonces llega el momento en que no queremos saber nada de la vida, solo llorar y aferrarnos a Dios, no queremos nada más que estar en su presencia.
¨Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová,  Que anda en sus caminos¨ (Vs 1).
bible 324324En ocasiones nos da miedo tomar una decisión que vaya en contra de la voluntad de Dios, o en contra de lo que somos en Él. Para nadie es un secreto que andar por los caminos de Dios y seguir a Jesús no es nada fácil, que nos acarrea muchos inconvenientes, pero vale la pena. A veces nos ganamos algunos problemas por defender la verdad de Cristo, por hacer las cosas que a Él le agradan y no las que el mundo quiere. Es nuestro temor a Dios el que nos hace actuar así, de manera correcta. Y por ello, su palabra nos recuerda que seremos bendecidos por obedecer y agradarle.
Una de nuestras mayores cargas es el trabajo; que nos afecta tanto tenerlo como no tenerlo. Es una de las causas de haber diferencias en nuestra familia, esposo, hijos, amigos, ministerio, etc., puesto que nos demanda tiempo y entrega, pero no medimos que todo en exceso es malo. Por eso Dios nos promete que estaremos tranquilos con nuestro trabajo, que nos irá bien y le sacaremos el provecho necesario a esa labor; siempre y cuando sea un empleo que nos dé tiempo para compartir con los seres queridos y sobre todo, nos permita estar con Dios. ¨Cuando comieres el trabajo de tus manos, Bienaventurado serás, y te irá bien¨ (Vs 2).

Tú eres la luz

Un autor escribía: “Yo no llevo la lámpara personalmente, para ver mi camino. Conozco de memoria la oscuridad de las calles. Llevo la luz más bien, para que otros encuentren su senda cuando me vean a mí…
Alumbrar el camino para nosotros mismos, es una tarea buena, pero no deja de tener un punto egoísta, pues hay otros en la senda que necesitando la luz, no permitimos que se beneficien de ella.
Ahora bien, alumbrar el camino de los demás no es tarea fácil, ya que muchas veces en vez de iluminar oscurecemos; en lugar de estimular, desalentamos; en vez de resaltar lo bueno de la gente, nos detenemos solamente a criticar lo malo.
De igual forma, hablando de cristianismo oscurecemos el camino del resto cuando llevamos una doble vida; cuando en la teoría proclamamos una cosa, pero en la práctica hacemos todo lo contrario. O sea, cuando no somos auténticos.

Dios Se Deleita En La Misericordia

“…Dios… se deleita en la misericordia” (Miqueas 7:18)

A la entrada de un convento había un cartel que decía: “Totalmente prohibido pasar. Los trasgresores serán sancionados con penas máximas. Firmado: Las Hermanas de la Misericordia”
Menos mal que Dios no es así. Y esto no está más claro en ningún otro lugar de la Biblia que en el libro de Oseas. Allí, el Señor nos dejó el modelo de su misericordia en relación al reincidente pueblo de Israel, al hacer que el profeta Oseas se casara con una joven llamada Gomer (Oseas 1:3). Después de tener tres hijos con él, Gomer abandonó a su familia para vivir con otro hombre. Para empeorar aun más las cosas, cuando ella estaba trabajando como prostituta, Dios le dijo a Oseas: “Ve y ama a una mujer amada de su compañero y adúltera; así ama el Señor a los hijos de Israel, aunque ellos se vuelven a dioses ajenos…” (Oseas 3:1). Aunque Gomer le había avergonzado públicamente, él la aceptó de nuevo. En vez de ignorarla o castigarla, le demostró misericordia y compasión. 
Cuando Jesús amó a un convicto y le ayudó, le vio como un niño errante a quien su padre amaba, entristeciéndose porque estaba actuando mal. Le vio como Dios lo diseñó al principio. Jesús era capaz de amar a los hombres porque les amó a pesar de sus muchas “capas de suciedad”. Sin embargo, mostrar misericordia a aquéllos que nos han herido va a menudo en contra de nuestra naturaleza. Queremos que sean castigados y que se haga justicia. “Pero el Dios de toda gracia…” (1 Pedro 5:10) no opera así. La Biblia dice que “…se deleita en la misericordia” (Miqueas 7:18). Y menos mal que Él actúa con nosotros de la misma manera, ¿verdad?

¡Libérate!

Frecuentemente hablamos sobre el perdón, y mientras, cuando alguien nos lastima, engaña o trata mal a alguno de los nuestros, llenamos nuestra vida de rencor sin pensar en las consecuencias.
La gente suele decir “no siento haberlo perdonado(a)”, cuando en realidad el perdón no es un sentimiento, no es algo que venga por emoción, sino por obediencia. Dios no habla de perdonar cuando uno sienta hacerlo, sino que debe hacerlo como un acto de voluntad y obediencia. Es una decisión. Mateo 6:14 “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial”.
Mientras no perdones, seguirás dándole a la persona que te dañó, el poder y la libertad de seguir lastimándote incluso después de lo sucedido. Cuando no perdonas, la ofensa no solo se alberga en tu mente sino también en tu corazón, y esto termina lastimándote aún más.
Pero para el hombre es inevitable recordar; no es como Dios que olvida nuestros pecados. Cuando decides perdonar, los recuerdos ya no duelen, no existe nada anterior que te lastime. No solo liberas a la otra persona de tu mente y de tu vida, sino que tú también te liberas de no seguir sufriendo por la amargura o el rencor.