sábado, 31 de enero de 2015

Es maravilloso saber que estamos aquí para amar a Dios por encima de todo

¿Cuál es el punto?
Esa pregunta me vino a la mente mientras observaba al perro de mi nieto buscar y traerme la pelota una y otra vez.
¿Cuál es el punto?
Eso es lo que el autor de Eclesiastés preguntó mientras pensaba en el monótono ciclo que observaba en la naturaleza y en la vida: las mismas cosas sucediendo año tras año, generación tras generación.
¿Cuál es el punto?
Eso es lo que un hombre de negocios jubilado preguntaba, cuando me dijo que prefería morir que vivir más tiempo. Había visto y hecho todo lo que había querido. Y había llegado a un momento en que la vida le daba más dolor que placer.
¿Cuál es el punto?
He aquí el punto. Unos cuantos años antes de que muriera, un amigo mío dijo: "La vida es una experiencia maravillosa. Es magnífico ver que Dios mantiene la naturaleza funcionando en su patrón".

Es maravilloso saber que estamos aquí para amar a Dios por encima de todas las cosas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Es consolador creer que todos nuestros pecados están perdonados por lo que Cristo hizo en la cruz. Y es emocionante pensar en la eternidad que Dios tiene para nosotros. Ciertamente, es fantástico saber que estás vivo.
La vida puede ser deprimente cuando se deja a Dios afuera. pero ¡qué emocionante es cuando Él está en el centro de la misma!

La religión ha cambiado el concepto de Jesús

La religión ha cambiado el concepto de Jesús. Y lo llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Mateo 1: 21
JESÚS para muchos es un nombre más. Para otros es un profeta. Y para ti, ¿quién es? Necesitamos tener bien claro que Jesús es el Hijo de Dios, el cual se entregó en la cruz para redimirnos del pecado. Necesitamos estar seguros del poder que hay en Su Nombre, el cual es sobre todo nombre. Él venció a las potestades, los gobernadores, los principados y las huestes de maldad de las regiones celestes. Por eso, cuando decimos “JESÚS” con convicción, sabemos que tenemos un respaldo en el mundo espiritual.

Primer mandamiento de Dios

La Biblia nos dice que el primer mandamiento de la ley de Dios es “Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”, base de toda la ley de Dios. Mateo 22. 37-40. La sencillez de este mandato es lo que hace tan difícil su cumplimiento.
Pero ante todo, debemos tener en cuenta que “la palabra de Dios es agradable y perfecta Romanos 12.2.”, y que “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia”. 2ª Timoteo 3.16. No es de difícil cumplimiento si estamos en Dios, pero se hace necesario resaltar que está dictada para que su cumplimiento nos beneficie, para que obre bien en nosotros, nunca mal.
Profundizando en este conocimiento vemos un demostrativo. Habitualmente escuchamos, y al menos, está escrito en el refranero español y en otros, por supuesto, que “para querer a los demás primero hay que quererse a sí mismo”. Y yo personalmente, añado “para quererse a sí mismo primero hay que querer a los demás”. Quiero explicar cómo, a mi entender, se produce esto último.
Debemos considerar que nunca podremos dar amor a los demás, si no tenemos implementado en nuestro corazón este sentimiento. Si no sabemos lo que es el amor nunca podremos amar a la gente. En este sentido es obvia la primera parte de este proceso: “para querer a los demás primero hay que quererse a sí mismo”.
Cuando alcanzamos este grado de madurez, cuando tenemos implantado en nosotros el conocimiento de amar, es cuando podremos dar amor a los demás. Y es en este momento cuando se produce la situación a la inversa: “para quererse a sí mismo, antes hay que querer a los demás”. Hay muchos ejemplos de esto pero solo voy a reflejar uno: supongamos que estoy a la puerta de un colegio de niños con una bolsa de caramelos. Y a medida que van saliendo los niños les voy dando a cada uno, un dulce caramelo. Por supuesto que ellos se pondrán contentos, sus caras serán reflejo de su felicidad, pero en mí el gozo será aún mayor, ¿verdad? Ahora se hace evidente la segunda parte del proceso, y no olvidemos nunca que es mejor dar que recibir.

En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir. Hechos 20.35.

M.G.L.

¿Te atreverás a salir del armario?

“Porque yo soy el Señor tu Dios, que sostiene tu diestra, y que te dice: `No temas, yo te ayudaré”. (Isaías 41:13)
De un tiempo a esta parte, ha cobrado fuerza la expresión “salir del armario”, aplicada básicamente a quienes han decidido saltar a la luz pública para anunciar su tendencia sexual diferente a la que representan. Como no podía ser de otra manera, la prensa sensacionalista recoge con todo lujo de detalles, los testimonios de personajes famosos (artistas, escritores, deportistas , etc.) que han decidido revelar públicamente, todo aquello que hasta hace poco mantuvieron en secreto “dentro del armario”: homosexualidad, fobias, incesto, consumo de sustancias narcóticas…etc. Los medios especializados en estos temas, pagan lo que sea para obtener la primicia sobre historias de esta naturaleza.
Intentando hacer un paralelismo con la vida cristiana, existen muchísimos creyentes que, pese a su íntimo amor por el Señor, aún no se atreven a declararlo en público; no se animan a “salir del armario” y mostrar su fe al mundo. Por lo general, se suele tratar de cristianos con gran devoción pero solo en el interior de sus congregaciones, entre sus pastores, entre sus guías, entre otros cristianos. ¡Un auténtico fiasco, vaya!
Personalmente, me ocurría algo similar recién aceptado al Señor, ya que asistía a la iglesia con gran interés; mostraba afán por Dios, por Su palabra, por trabajar en Su obra. Pero, cuando estaba en casa, en la calle, en la plaza, con familiares, vecinos, amigos, o colegas de oficio, me avergonzaba hablar de Dios; me avergonzaba al contar mi testimonio. Creía que iba a percibir sentimientos de pena, rechazo, burla y hasta enojo por parte de ellos hacia mí. En el fondo tenía temor a que me excluyeran, a perderlos como  “amigos” … Claro, aún no estaba preparado para afrontarlo.
¿Es cierto que te has hecho hermanito?... ¿Es cierto que estás asistiendo a una iglesia?… ¿Es cierto que ya no podremos contar contigo para las juergas?… me increpaban algunos mientras sentía que se me “hundía el suelo”. Entonces buscaba argumentos para darles una respuesta que les satisfaciera, pero que no me comprometieran. Y a la vez que escondía de sus ojos mi Biblia, desviaba la charla a cualquier otro asunto, como:  “¿ustedes creen que Maradona llegó a ser mejor que Pelé, o viceversa?

La Gratitud es una Fuerza

Mostrar gratitud es una buen método en la teoría y en la práctica. Decir “gracias” después de que alguien nos haya servido debería ser tan natural como respirar, tan normal como la propina que le dejamos a la camarera en un restaurante; es lo correcto. Cuando un niño ofrece un “gracias” oportuno a un adulto, sorprende a todos. No importando lo joven que se sea, el gesto cortés trasciende la edad y sabiduría, y con ella se gana el respeto de sus mayores; por un momento el niño es su igual. Resulta un pensamiento sorprendente el darnos cuenta que este respeto viene como respuesta a una simple palabra, “gracias”.
Una actitud de gratitud, dando agradecimiento, trasciende a la cortesía; es más que una gentileza. La gratitud libera energía, poder y hasta una cierta autoridad, la cual nos posiciona en un mejor lugar del que estábamos antes de brindarla. Como sugiere el título del pensamiento, la gratitud es una fuerza.
Las palabras gracias y agradecimiento se usan 120 veces en la Biblia. Además, es el hilo conductor que leemos en los Salmos. “Te daré gracias en la congregación; entremos por Sus puertas con acción de gracias al Señor”. Al establecer el gobierno de Israel, el Rey David designó a ciertos hombres, mañana y tarde, para “darle gracias al Señor”.
Este principio era tan importante, que David empleó gente para cantar su gratitud a Dios todo el día. El legendario rey no estaba siendo solo cortés; su actitud de agradecimiento estaba enraizada en su alma, David era un hombre agradecido. No es coincidencia que el dulce cantor de Israel fuese también un estratega militar exitoso… David estaba agradecido.
Y un corazón agradecido se torna poderoso cuando damos gracias. Este acto sagrado se torna especialmente potente, cuando lo ofrecemos en medio de las circunstancias adversas de la vida. Es más, la acción de gracias encarna una ley espiritual que Dios estableció ya desde la creación. Tan cierto como que la ley de la gravedad nos atrae hacia el suelo, la ley del agradecimiento atrae mejores situaciones a nuestra vida cuando damos gracias por nuestras bendiciones presentes.
De hecho, la bendición de Dios descansa sobre aquellos que viven con una actitud de agradecimiento. La Biblia narra cómo diez leprosos vinieron a Jesús pidiendo misericordia.  La Escritura dice que “fueron limpiados” de su enfermedad. Los diez emprendieron su camino pero solo uno regresó para decir “gracias”. A este, el Señor le dijo: “Tu fe te ha salvado”.  No sabemos con seguridad, la diferencia entre “limpiado” y “salvado”, pero seguramente la “salvación” es mejor. Un sencillo “gracias” abrió el camino para una mayor bendición. La gente agradecida obtiene favor; esto es la ley del agradecimiento.