domingo, 18 de enero de 2015

Señor, Tú Conoces Mis Planes

Para este año tenemos muchos planes y metas que realizar, tenemos una agenda tan repleta de ideas, proyectos y deseos, que sin la ayuda de Dios verdaderamente nunca los vamos a lograr. No conocemos el futuro pero Dios sí lo conoce, y si depositamos nuestra confianza en Él y le entregamos todos nuestros sueños, saldremos más que victoriosos. El Señor nos promete y debemos confiar en Sus Promesas. Él está al tanto de nuestro futuro y de nuestras vidas, cuida de nosotros y nos desea lo mejor. Si somos creyentes en Jesucristo y en Su palabra, tenemos una esperanza y un futuro tal, que invocaremos a Jehová y Él nos escuchará. En Jeremías 29:11 Dios nos promete aliento y bienestar. El Señor dice así: Porque Yo Sé muy bien los planes que tengo para ustedes, afirma el SEÑOR, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza”.

Inline image 1Empieza este año con el Señor en todo lo que vayas a realizar, continúa creyéndole a Dios y a Sus promesas. Ora sin cesar porque los obstáculos los derribamos por medio de la oración.
“Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en las regiones Celestiales con toda bendición espiritual en Cristo” (Efesios 1:3).

Señor Jesús, que en todo tiempo mis pasos estén dirigidos por ti. Te entrego mi agenda y mis sueños, dirígeme Tú. Señor, guíame a tomar buenas decisiones, ya que bajo tu dirección nunca estaré perdido. Padre Celestial, Dios Eterno, gracias por tu perdón y por el sacrificio que hiciste por mí. Padre, yo soy una barca, te invito a que seas Tú quien siempre la conduzcas, porque sé que bajo tus alas llegaré a puertos seguros.

¿Hasta cuándo?

Es casi normal oír: “¿Hasta cuándo esta situación? ¿Hasta cuándo esta tristeza? ¿Hasta cuándo este dolor? ¿Hasta cuándo voy a seguir así? ¿Por qué a mí? ¿Cuándo seré feliz?”
Muchas personas viven en una situación de problema tras problema; problemas en el hogar, problemas en el trabajo, problemas con las finanzas... y los problemas nunca acaban. La pregunta más procedente no es ¿cómo resuelvo el problema?, sino ¿cómo me enfrento al problema? Al fin y al cabo los problemas son parte de la vida misma y como decía Albert Einstein “Los problemas los creamos con un nivel de pensamiento y para resolverlos necesitamos tener un nuevo nivel de pensamiento.”
Si tienes problemas alégrate primero de estar vivo, porque el que no tiene problemas está muerto. Hasta las personas que consideras que tienen éxito o que les está yendo bien en la vida se enfrentan a problemas. La clave es cómo manejo el problema, cómo lo afronto. Deja ya de quejarte y preocuparte por los problemas, y aprende a confiar en Dios primeramente.
EDWIN-COLE-Exito-CristianoJesús dice: “Ustedes viven siempre angustiados; siempre preocupados. Vengan a mí, y yo los haré descansar.” Mateo 11:28 (BLS)
“Así que pongan sus preocupaciones en las manos de Dios, pues él tiene cuidado de ustedes.” 1 Pedro 5:7 (BLS)
Entendemos de esto, que el primer paso para enfrentarse a los problemas es aprender a descansar en Dios. Y luego necesitamos paz mental para afrontarlos. Si nuestros pensamientos están desordenados y confundidos no podremos avanzar, seremos presa del miedo. Pero cuando nuestros pensamientos están ordenados, cuando en nuestro corazón hay paz, calma y confianza, podemos afrontar cualquier problema del tamaño que sea. Por ejemplo, vemos en la historia de David y Goliat, que este último era un enemigo del pueblo de Israel, y durante 40 días representó un gran problema, hasta que apareció un jovencito lleno de paz, que no vio el tamaño del problema sino el tamaño de su Dios y se enfrentó al gigante, llegando a derrotarlo y a cortarle la cabeza. ¿Cuál es tu Goliat?  Tú tienes un Goliat al que puedes derrotar. No hay problema que no puedas afrontar y ganar.
Interesante es que el segundo paso para enfrentarse a los problemas depende de lo que hay en tu cabeza, en tu mente. Lo más probable es que tu mente esté divagando entre lo que es y lo que no es, entre el sí y el no, entre lo que soy hoy y lo que me gustaría ser mañana. Tengo muchos dilemas: soy casado, y quiero divorciarme y volverme a casar, o soy pobre y quiero tener mucho dinero, y así hay otros ejemplos que nos generan un estado emocional de duda, de dolor y tristeza, de queja y ansiedad en nuestra vida. Para solventarlos necesitas cambiar tu manera de pensar y someter tus pensamientos a lo que la Biblia dice, quien tú eres. Cuando sabes quien eres puedes hacer lo que tú quieres que pase en tu vida.

Un regalo especial

A cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el bien de los demás. A unos, Dios les da por el Espíritu, palabra de sabiduría; a otros, por el mismo Espíritu, palabra de conocimiento; a otros, fe por medio del mismo Espíritu; a otros, y por ese mismo Espíritu, don para sanar enfermos; a otros, poderes milagrosos; a otros, profecía; a otros, el discernir espíritus; a otros, el hablar en diversas lenguas; y a otros, el interpretar lenguas. Todo esto lo hace un mismo y único Espíritu, quien reparte a cada uno según él lo determina. 1 Corintios 12:7-11 (NVI)
Este versículo es comparable a uno o más regalos que recibimos del Espíritu Santo y que muchas veces, no los valoramos porque estamos enfocados en nosotros mismos y en alcanzar nuestros objetivos personales, incapaces de ver la necesidad de otros. Pero si comprendiéramos la importancia de cada uno de ellos, nos esforzaríamos más en ponerlos al servicio de los demás, porque nos fueron dados precisamente, para ayudar y edificar a los que nos rodean. Si creíste que tu habilidad de escuchar y dar consejos, de ser compasivo y bondadoso con los pobres, de disfrutar el tiempo con personas enfermas, niños, ancianos o privados de libertad, de evangelizar, de cantar, de enseñar, de interceder por otros, eran parte de tu carácter, estás equivocado(a); son dones que recibiste de Dios y la manera en como los administres te será demandada cuando te presentes ante Él.

Gastos e Inversiones

John D. Rockefeller es conocido como uno de los hombres más ricos del mundo, sin embargo, ni con todo el dinero que poseía se libró de la enfermedad.
Mientras acumulaba su gran fortuna y alcanzaba la edad de los 45 años, empezó a sentirse bastante enfermo, y en busca de algún remedio, visitó bastantes centros médicos del mundo, pero ninguno pudo encontrar una cura para sus malestares.
Un día decidió visitar a un pastor amigo de su familia para encontrar consuelo, pues creía que le faltaba poco tiempo de vida. Después de haberle contado cómo se sentía, el pastor lo llevó a una ventana y le preguntó. “¿Qué ves?” El moribundo hombre respondió, “veo gente”. Entonces, el pastor lo llevó ante un espejo y volvió a preguntarle. “¿Y ahora qué ves?”; al instante le respondió, “me veo a mí mismo.” Entonces el pastor le dijo: “Pues, en la ventana como en el espejo, hay solo un cristal, la diferencia es que el del espejo se halla recubierto por atrás por una capa de plata y, a causa de ello, no se ve al prójimo, solo se ve uno a sí mismo”.
Al salir de ese lugar, el moribundo meditó bastante en el ejemplo que le había dado aquel pastor y empezó a cambiar el rumbo de todos sus negocios, dedicándose a la filantropía y a crear fundaciones de ayuda para gente pobre. Con el tiempo, John Rockefeller empezó a sentirse mejor de salud y llegó a vivir 98 años.
Al final, entendió el verdadero significado de hacer un gasto y obtener un ingreso, pero lo más importante, comprendió que la verdadera enfermedad que lo consumía era la avaricia.

La advertencia de Dios

Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios; pero el hombre no entiende. Job 33:14
Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones. Hebreos 4:7
"Llamé a la puerta de san Pedro y no quiso abrirme. Insistí pero la puerta no se abrió". Un diario relataba estas palabras burlonas de un hombre que había salido ileso de su automóvil, después de haber caído setenta metros por un barranco. El periodista del diario, añadió con el mismo tono burlón: "Fue un regalo del cielo… Quizá fuera gracias a su buena estrella. Ahora está listo para disfrutar la vida".
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Pero este hombre, ¿tendría en cuenta esta seria advertencia de Dios? ¿Dónde estaría ahora si no hubiese sido salvado milagrosamente? ¿Continuaría viviendo en la indiferencia hacia Dios?
Nuestra vida es tan frágil que puede ser interrumpida brutalmente. Por ello no debemos vivir a la ligera, pues no todo se acaba con la muerte del cuerpo. La Biblia nos recuerda que después de la muerte viene el juicio (Hebreos 9:27). “Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios. De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí” (Romanos 14:10-12), de todo lo que haya hecho durante su vida en la tierra.
El veredicto divino es inapelable:No hay justo, ni aun uno” (Romanos 3:10). Los que rechazan la salvación ofrecida gratuitamente serán “juzgados… según sus obras”. Sus nombres no se hallarán inscritos en el libro de la vida y por ello sufrirán la condenación eterna (Apocalipsis 20:12-15). ¡Tenga en cuenta las advertencias que Dios da!