sábado, 17 de enero de 2015

Podemos dar tanto...

Dice la palabra de Dios que es mejor dar que recibir; en verdad siempre es bueno ayudar a los demás. A veces no lo hacemos por no tener los recursos suficientes, pero la mayoría de las cosas las enfocamos en base al dinero y pensamos equivocadamente, que si no lo tenemos, no podemos hacer nada, ni siquiera solucionar nuestros problemas, mucho menos problemas ajenos, y no pensamos que hay problemas que ni con todo el oro del mundo se pueden solucionar.
Podemos ayudar al prójimo de muchas maneras, con una sencilla oración, con una visita, una palabra de aliento,... pero no solamente nos debemos quedar pensándolo, tenemos que actuar.
ayudemonosLa palabra de Dios dice: ¨Hermanos míos, ¿De qué le sirve a uno alegar que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe? Supongamos que un hermano o una hermana no tienen con qué vestirse y carecen del alimento diario, y uno de ustedes les dice: Que les vaya bien; abríguense y coman hasta saciarse, pero no les da lo necesario para el cuerpo. ¿De qué servirá eso? Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta.¨ Santiago 2:14-17 (Nueva Versión Internacional).
Decir "Dios te bendiga" no es suficiente, pues en muchos casos no ayuda a solucionar el problema de tu prójimo; en estos momentos puedes pensar ¿cómo voy a ayudar a alguien, si estoy peor que esa persona? Pero poco o mucho siempre tendremos algo que ofrecerles a los demás, sea un pan a un mendigo, alimento, ropa,... no todo tiene que ser dinero.
No seamos egoístas, pensando solamente en nosotros, pensando siempre en recibir, en que nos den, que nos ayuden, sin hacer nada por los demás.
Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos.
Hechos 3: 6-7 (Reina-Valera 1960).

Recuerda que tú eres alguien especial

No importa cómo te sientas hoy. Independientemente de lo que pensaste esta mañana cuando te miraste al espejo y viste algo que no te agradó, cree que tú eres único, auténtico, especial e insustituible en este mundo. Piensa que tú tienes un conjunto exclusivo de rasgos, aptitudes, habilidades y características que te identifican. Dios te diseñó con cualidades que te diferencian y te distinguen de los demás.

No te sientas triste ni mucho menos insignificante, porque te castigas y martirizas cuando no te valoras como lo que eres. Eres alguien demasiado especial como para permitir que acomplejarte te dañe y se adueñe de tu vida. Haz al revés, trátate bien, entusiásmate pensando en lo bueno que te falta por descubrir en la vida. ¡Dale brillo a lo mejor que hay en ti y resplandece!, elige sonreír en lugar de llorar. Procura que predominen en ti y que afloren al mundo tus mejores atributos y aptitudes.

No te agobies por lo que no tienes y crees necesitar para ser mejor, porque tú eres bueno tal como eres. Eres justo, como debes ser si posees en tu interior un corazón maravilloso, que lo tienes, que te permite amar y que te hace cumplir tu misión en la vida. 
Flaco, alto, gordo, bajo, moreno, de ojos grandes o achinados… No importa lo que pienses que te hace imperfecto y defectuoso, ya que eres una hermosa criatura de Dios. 

Permite que los demás descubran esa luz, esa belleza que hay en ti. Pero aún si ellos no lo descubrieran o pensaran diferente, reconócete, ámate y respétate siendo quien eres. No te presentes ante los demás disfrazado con máscara, pues solo lograrás engañarte a ti mismo. Que quienes te quieran y te admiren lo hagan sabiendo la bella persona que eres.

No te desanimes cuando no cumplas con los estándares que otros quieren imponerte, ¡sé original, sé diferente!


Pasar a ser hijo de Dios

Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros. Efesios 5:2
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios. 1 Juan 3:1
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Juan 1:12-13
La Biblia describe así nuestro estado original: “No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Romanos 3:10-12).

Inline image 1A primera vista podríamos pensar que esta afirmación es exagerada, que no todos somos así. Sin embargo, es así como Dios nos ve, pues conoce todo lo que hay en nuestros corazones: los pecados, las mentiras, las mezquindades, la amargura, la hipocresía… Como es santo, no puede aceptarnos junto a Él en tal estado.
Pero Dios nos ama y no nos rechaza. Quiere darse a conocer a nosotros como un Padre, pero para ello hay que cumplir dos condiciones: reconocerse pecador y creer en la obra de Jesucristo.
Para Jesús, esta obra de amor consistió en morir para pagar el castigo que nosotros, como pecadores, merecíamos, y así librarnos definitivamente de la condenación. Ese es el sacrificio que debemos aceptar como un regalo del valor más grande. No podemos comprarlo por nuestros propios medios. Es Dios mismo quien declara justos a los hombres como respuesta a su fe y hace de ellos, sus hijos. Esto le costó muy caro, tanto que dio... la vida de su Hijo (Romanos 3:22).

Jesucristo es a quien necesitamos. Él es suficiente

Aparecerán muchos falsos profetas y engañarán a mucha gente. Abundará el pecado por todas partes, y el amor de muchos se enfriará; PERO EL QUE SE MANTENGA FIRME HASTA EL FIN SERÁ SALVO. Y se predicará la Buena Noticia acerca del reino por todo el mundo, de manera que todas las naciones la oirán; y entonces vendrá el fin. Mateo 24:11-14 (Nueva Traducción Viviente)
Desde que inicié mi vida en Cristo he contado con el privilegio de experimentar diversas circunstancias, de las cuales algunas han llegado a mi vida con el propósito de desviarme de la verdad, del camino y de la voluntad de Dios. Sin embargo, he sido afortunada porque la misericordia y la gracia del Señor me han alcanzado en cada situación, y en lugar de alejarme de Él, estas experiencias me han servido para confirmar una vez más, dónde debo poner mis ojos y de quién debo depender en todo tiempo, de Jesucristo.
cruz1234En el afán de conocer a Dios, muchas veces me encontré en el camino con diferentes predicadores, autores de libros, pastores y en general, líderes ministeriales a quienes escuchaba y de quienes tomaba ciertas enseñanzas que enriquecían mi crecimiento espiritual; desafortunadamente, no puedo decir lo mismo de todos, pues solo algunos de ellos me infundaron nuevas expectativas en mi vida, debido a sus supuestas revelaciones y conocimiento del reino de Dios.
El peligro con este asunto es que, sin querer y sin saber en qué momento, podemos ir adoptando algunas de sus enseñanzas, que si no son verdaderas, nos alejan cada vez más del propósito de Dios y de su Verdad; y lo peor es que todo esto obra de una forma muy sutil, y solo te percatas del error por la misericordia de Dios quien te saca de esa oscuridad y de esa nebulosa… ¡gloria a Dios!
Muchas personas se sienten seguras y firmes en el Señor porque tienen un cierto nivel de conocimiento acerca de la Palabra, porque llevan muchos años en los caminos del Señor, porque son líderes ministeriales o porque administran una gran obra; sin embargo, la manera tan sutil en que podemos caer en el error nos deja en una posición un tanto vulnerable, y no importa cuánto se sepa de la Biblia, qué título ministerial se tenga o cuántos años se lleve siguiendo al Señor. 
Precisamente, la mayor debilidad que tenemos los seres humanos es confiar demasiado en nosotros mismos, lo cual nos pone en riesgo debido a la cantidad de ideologías y filosofías humanas que tergiversan o adulteran la Palabra de Dios, y que cada día, sobreabundan por todos los medios. Incluso y desafortunadamente, muchas veces en las mismas iglesias que dicen seguir a Jesucristo, es donde más existe la contaminación de la Palabra de Dios; y sí, lo más grave es que aquellos sedientos en su afán por pretender aprender y crecer en el Señor, o muchas veces, por hacer crecer el ministerio, muy despacito van enseñando a los demás el conocimiento de hombre y no el conocimiento de Dios inscrito en su Palabra.

¡Ten confianza en ti mismo!

Aunque sea obvio y no parezca hacer falta decirlo, se hace obligatorio tenerlo siempre presente:
Tienes que creer en ti, en tu potencial, en tus talentos y capacidades. No están ahí por casualidad, Dios te dio la vida y te llenó de cosas buenas para que las uses y para que hagas el bien con ellas.
Sácale partido a todo aquello en lo que sabes que eres bueno, explota tu potencial al máximo.

Tú no eres cualquier cosa, eres una persona que nació para brillar, para triunfar, para alcanzar el éxito. Pero de nada sirve que lo creamos los demás y que tú dudes de ti mismo. Tienes que ser capaz de entender que Dios te hizo especial y que no puedes desperdiciar todo lo bueno que llevas dentro y lo que tienes para compartir con el resto del mundo.
Deja a un lado el complejo que no te permite avanzar.
Aprende a valorarte y a aceptarte a ti mismo porque, dependiendo de esa aceptación, podrás tener la energía para luchar por hacer reales tus sueños. 
No se trata de creer que eres mejor que los demás, se trata de entender que cada persona tiene su lugar en el mundo y puede brillar sin necesidad de opacar a nadie. Se trata de reconocer que cada persona tiene la capacidad de convertir el dolor o las cosas negativas en algo hermoso.
Somos piezas únicas, y cada experiencia nos purifica para que brillemos y seamos cada vez más y más, mejores. Deja la duda a un lado, permítete amarte tal como eres y trabaja para perfeccionar aquello en lo que sientes que puedes mejorar.

Hoy es un día perfecto para que te ames, para que te veas en el espejo de tu corazón y seas capaz de aceptarte y confiar en que, con la ayuda de Dios, podrás escalar cada montaña.