sábado, 3 de enero de 2015

Los cristianos somos libres del temor

Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. 2 Timoteo 1:7
¿Qué pensaría usted si le dijeran que puede vivir sin temor? ¿Creería si le dijeran que a pesar de lo que viera en las noticias esa noche, podría estar completamente en paz? ¿Imposible? ¿Ficticio? ¡No!
El temor es algo más que una reacción a las circunstancias externas, es también una fuerza espiritual. Empieza dentro de uno mismo, y es muy destructivo. De hecho, el temor es el arma principal de Satanás. Él actúa dando como respuesta el temor, así como Dios actúa dando como respuesta, la fe. Satanás utiliza el temor para oponerse a las promesas de Dios.
Un ejemplo excelente de esto se halla en Mateo 14, cuando Jesús invitó a Pedro a que viniera a Él sobre el agua. “Pero Pedro al sentir el fuerte viento, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: ¡Señor, sálvame!” (versículo 30).

La Opinión

Aquel niño tenía solo siete años. Su maestra lo dio por un caso perdido. En presencia del pequeño, habló con la madre y le dijo que era “vacío” y que era inútil que siguiera asistiendo a la escuela. Y la pobre mujer, avergonzada, decidió enseñarle a leer personalmente, en casa. Con el tiempo, aquel muchacho dejó su nombre escrito en cientos de patentes de inventos que afectaron a la vida de toda la humanidad.
¿Su nombre? Tomás Alba Edison. ¿Sus inventos? Entre cientos de ellos, la luz eléctrica y el fonógrafo. Sorprende el hecho de que a menudo, grandes hombres y mujeres fueron juzgados erróneamente antes de hacerse famosos.
De Abraham Lincoln se dijo que “sólo había ido cuatro meses al colegio, que era un soñador y que se empeñaba en hacer preguntas sin sentido”. Pero el hombre llegó a la presidencia de su país; desde ahí, tomó decisiones tan dramáticas para su tiempo como la abolición de la esclavitud, y condujo con mano firme el gobierno a través de una guerra civil que acabó ganando, con lo que sentó las bases para la grandeza futura de su nación.
Del gran cantante Enrico Caruso se dijo que no tenía voz.
De Albert Einstein que era un estudiante muy malo, mentalmente lento, poco sociable y siempre soñador.
De Amelia Earhart, la pionera aviadora, se dijo que aunque era brillante y llena de curiosidad, tenía tanto interés por los insectos y demás cosas que se arrastran, que nunca podría “pensar con altura de miras”.
Hay algo interesante en la biografía de todos estos personajes, y es que lograron probar que aquellas predicciones negativas eran erróneas. Demostraron que con su esfuerzo, podían superar las adversidades.

Gracias, ¿pero,... no?

Seguramente tienes una personalidad normal, no eres una persona mala, no le haces daño a nadie, eres feliz y disfrutas con tus amistades momentos felices, momentos de triunfo y victorias. Sin embargo, piensas que esas cosas buenas o muy buenas que pasan a tu alrededor, no te pueden pasar a ti, no porque no seas buena persona, ni porque no hagas tus deberes en el hogar, en la escuela o en el trabajo, es porque simplemente, piensas que no te mereces las cosas buenas, no mereces que Dios te complazca y te consienta porque te ves como un simple ser humano, que no hace nada espectacular ni por Él, ni por los demás.
Pero una vez que Dios decide actuar rotundamente en tu vida, inesperadamente, te agarra por sorpresa y te pone de cabeza a las bendiciones y a la alegría, características que te invaden, cuando Él te apoya y te acompaña en un momento especial. ¡Ojo!, no es que los demás días no estuviera contigo, es que finalmente, un día en particular, por... no se sabe por qué, le prestaste atención. Entonces lo sentiste y te diste cuesta que estaba ahí contigo celebrando tu felicidad.
Y te preguntas, y te dices a ti mismo y a tus confidentes, ¿por qué? ¿Por qué me pasó esto así? No puedo creer que fuera mejor de lo que soñé, pensé o imaginé. Pasan las horas y los días y sigues dudando y por dentro estás esperando que llegue el golpe, ese ¡PUM! que vuelve todo a la realidad o a tu normalidad pesimista y poco creyente, pero no llega, ni llegará…

¿Qué es lo más importante?

Como cristiano, ¿qué es lo más importante para ti? Para algunos ir todos los domingos a la iglesia, pero el resto de días ni se acuerdan de Dios, que es, en realidad, lo más importante..
Si tú has leído el libro de Apocalipsis, Daniel, Isaías o Mateo 24, te darás cuenta que tiempo es lo que menos tenemos para estar perdiéndolo con bobadas; lo más importante para nosotros, debería ser vivir una vida en santidad para Dios, pues Dios quiere una vida consagrada a Él, una vida para honra y gloria de su santo nombre. Jesucristo pronto viene. Los acontecimientos de los últimos días marcan la hora cero en que viene en una nube como Él lo dijo: volverá por su pueblo, viene por una esposa (Iglesia) limpia, santa, pura, sin mancha, inmaculada. Así debemos estar al presentarnos delante de Él, santificados. Y esto solo se logra sometiéndonos a la santidad de Dios, por eso mismo Él dijo: SED SANTOS PORQUE YO SOY SANTO.
santidad2Cuando más nos sometamos a la santidad de Dios a través del Espíritu Santo, para que nuestra vida vaya cambiando cada día más y nos parezcamos a Jesús, el modelo por excelencia que Dios Padre envío para que aprendiéramos a vivir y sobrevivir en este mundo de maldad, más podremos entrar a sus atrios y adorarle.
En la antigüedad, el sacerdote debía llevar una diadema de oro en la que estaba inscrita la leyenda: "La Santidad es del Señor", pero eso fue en la antigüedad cuando solo los sacerdotes podían entrar al lugar santísimo. Hoy en día; por la gracia de nuestro señor Jesucristo, tenemos entrada hasta el trono celestial, ante el Padre, lo que quiere decir que todos nosotros, cristianos, somos sacerdotes del Dios altísimo. Por lo que todos debemos portar esa diadema, pero no en la frente sino en nuestro corazón. Un corazón integro, recto, limpio y santo para Dios.
Levítico 11:44 “Porque yo soy el SEÑOR vuestro Dios. Por tanto, consagraos y sed santosporque yo soy santo. No os contaminéis, pues, con ningún animal que se arrastra sobre la tierra. 11:45 “Porque yo soy el SEÑOR, que os he hecho subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Diosseréispuessantos porque yo soy santo.” Dios mismo nos llama a una vida de santidad, a vivir rectos delante de Él. Por eso busquemos cada día más de la presencia de Dios para que Él santifique nuestra vida.
Éxodo 39:30 E hicieron la diadema sagradade oro puroy grabaron en ella, como grabadura de selloSanto al Señor. La santidad de Dios es uno de los temas centrales de las profecías de Isaías. La triple aclamación es una manera superlativa de indicar que Dios es absolutamente santo. La gloria de Dios es la irradiación de su santidad sobre el mundo.

Nuestro testimonio

En términos espirituales, testimonio es una profesión (confesión, contar) de fe en Jesucristo. Pero nuestra declaración de fe abarca mucho más que la historia que contamos. El ejemplo de Felipe pone de relieve que un buen testimonio del Señor está formado por el carácter, la conducta y las palabras.
Como cristianos, ponemos mucho énfasis en contar lo que Dios ha hecho en nuestra vida. También hablamos de las maneras en que podemos ser como Cristo para nuestros amigos, familiares y compañeros de trabajo, por medio de lo que hacemos. Pero el carácter es la parte del testimonio de cada creyente, que subyace tanto en la conducta cristiana como en una buena historia de nuestra vida.
En general, lo que hacemos y decimos representa la clase de persona que somos interiormente. Podemos decir mucho sobre el carácter de Felipe al observar sus acciones y sus palabras. De entre numerosos creyentes, Felipe fue elegido por ser una persona sabia y llena del Espíritu. Pero no fue escogido para ocupar un gran ministerio sino para servir... comida. Estuvo dispuesto a hacer este humilde trabajo de buena gana, lo que demuestra su espíritu obediente (Hechos 6.5; 8.5, 26, 27). Podemos estar seguros de que era un hombre sincero y digno de confianza, porque cuando hablaba, la gente lo escuchaba (8.6).
Nadie puede engañar a Dios ni hacerle creer que su carácter es recto si no lo es. Tampoco se puede aparentar ser alguien que no se es durante mucho tiempo. Tarde o temprano, un espíritu orgulloso, duro o poco amable produce una conducta y una manera de hablar contrarias al mensaje cristiano.