miércoles, 30 de septiembre de 2015

¡Con razón!

Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero (1 Juan 4:19)
Es justo para ti, me dijo mi amiga. Estaba hablando de un muchacho al que acababa de conocer. Dijo que tenía los ojos bonitos, igualmente una bella sonrisa y un corazón agradable. Cuando lo conocí, tuve que reconocer que era cierto. Hoy es mi esposo… ¡con razón lo amo!

En Cantar de los Cantares la esposa describe a su amado. Dice que es mejor que el vino y más fragante que los ungüentos; que su nombre es más dulce que cualquier otra cosa en el mundo. Por eso, concluye diciendo, es lógico que lo ame.

Inline image 1No obstante, hay Alguien mucho mayor que cualquier ser amado terrenal. Alguien cuyo amor es también mejor que el vino y que satisface toda necesidad. Su fragancia es mejor que cualquier perfume porque, cuando se entregó por nosotros, su sacrificio se convirtió en un olor fragante para Dios (Efesios 5:2). Además, su nombre es sobre todo otro nombre (Filipenses 2:9). ¡Con razón lo amamos!

Amar a Cristo es un privilegio. ¡Es la mejor experiencia de la vida! ¿Tomamos tiempo para decírselo? ¿Expresamos con palabras la belleza de nuestro Salvador? Si mostramos su belleza con nuestra vida, los demás dirán: ¡Con razón lo amas!
Señor, eres hermoso. ¡Con razón te amamos! Ayúdanos hoy a ver otros aspectos de tu belleza y a profundizar en nuestro amor a ti.
La Palabra de Dios nos habla de su amor; nuestras palabras le dicen que lo amamos.

Lo que provoca tu Alabanza

“Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían”.
Hechos 16:25
Estaban encarcelados pero no se sentían presos. Sus almas se encontraban en plena libertad.
Sus corazones le adoraban con más devoción que nunca.
Sus mentes meditaban solo en las grandezas de Dios.
Sabían que estaban allí con un propósito específico.
Por eso, mientras sentían la atadura de las cadenas, ellos cantaban hermosas melodías para Dios, y los demás prisioneros los escuchaban.
No estaban solos, Dios los acompañaba en medio de aquella celda.
Cuando la tierra tembló y se estremeció todo cuanto había en aquella cárcel, no huyeron ni se intimidaron. Testificaron de las grandezas de Dios con sus actos, permanecieron en total paz, control y seguridad, pues sabían en quién creían.
Sus alabanzas provocaron algo no solo en el mundo espiritual, sino también en el físico, pues aquel carcelero que se quería matar con su espada, recibió a Jesús en su corazón. Tal era la presencia de Dios en medio de aquella prisión, que se desató de forma maravillosa el poder sobrenatural de Dios.
Y si tú le alabas, ¿has pensado en lo que podría producir tu alabanza?
No importa la enfermedad, el problema o circunstancia, tu alabanza tiene poder. Cuando lo alabas con sinceridad, desde lo profundo de tu corazón, hay liberación, pueden ocurrir milagros a tu alrededor. Puedes, sin darte cuenta, provocar un terremoto espiritual donde las cadenas que te oprimían sean rotas, donde la sanidad de tu alma y del espíritu puede ser alcanzada por otras vidas.
Si te encuentras pasando un momento difícil, ¡alábalo!
Adora a Dios por lo que es Él, el dueño de tu vida y de tu corazón. Aunque no veas nada a tu alrededor, aunque la respuesta que estás esperando parezca no llegar, alábalo, espera pacientemente en Él porque aunque parezca que se demora, llegará. Porque adorándole estás demostrando que lo amas, que tienes fe en Él y que confías en que Él sabe lo que es mejor para ti.

¡No desmayes, tu alabanza provocará algo hermoso!

La verdad acerca del cielo

¿Qué imágenes vienen a su mente cuando piensa acerca del cielo? ¿Piensa usted en un modo de vida excitante y satisfactorio? ¿O acaso las palabras en el epitafio de una querida alma se acercan mucho más al blanco?
No llores por mí, amigo, aunque la muerte nos separe,
Nada voy a hacer por siempre jamás. 

¿Despierta el Cielo para usted un sentido de anticipación, o evoca visiones de inactividad monótona y aburrida?
¿Cómo es el Cielo realmente? ¿Es el Cielo algo que valga la pena pasar un tiempo pensando en él? ¿O deberíamos relegar los pensamientos acerca del Cielo a los rincones polvorientos de nuestra mente, a fin de no convertirnos en personas sin ningún uso terrenal?
Vamos a concentrarnos en lo que dice la Biblia acerca del Cielo, y cómo estas enseñanzas deberían impactar la forma en que vivimos. Vamos a destacar algunas de las verdades fundacionales acerca del Cielo reveladas en las Escrituras.
Sabemos, antes que nada, que el Cielo es la esfera espiritual en la que la gloria de la presencia de Dios se manifiesta, y en donde moran los ángeles de Dios y todos los creyentes que han partido de este mundo (Hebreos 12:22-24). Los pocos atisbos del Cielo que nos dan las Escrituras, revelan una sensación penetrante de la santidad de Dios (Isaías 6; Apocalipsis 4-5) que tuvo un impacto alarmante y sobrecogedor, sobre aquellos a los que se les concedieron tales visiones (Isaías 6; Daniel 7:9-28). Isaías, cuando vio al Señor sentado sobre Su trono, dijo, "Ay de mí... pues mis ojos han visto al Rey, Jehová de los ejércitos."

También se nos dice que es un lugar en el que las palabras humanas son inadecuadas para describir plenamente. Ezequiel solo atinaba a describir "como qué" era la gloria del Cielo o a qué "se parecía" (Ezequiel 1). Al describir su aparente visita al cielo, el apóstol Pablo dijo que "oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar" (2 Corintios 12:4). Lo que él vio no solo no estaba permitido sino que no era posible describir en términos humanos. ¡El Cielo ciertamente está entre aquellas cosas que él describió en otra parte como "cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido al corazón de hombre" (1 Corintios 2:9). Con razón Pablo dice en otra parte que lo "admiraremos" cuando veamos al Señor cuando venga en gloria (2 Tesalonicenses 1:10).

En tercer lugar, sabemos que para aquellos que pertenecen a Cristo, el Cielo es su destino inmediato después de la muerte. Al ladrón en la cruz Jesús le dijo, "Hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lucas 23:43). Pablo dijo que "estar ausentes del cuerpo (es estar) presentes al Señor" (2 Corintios 5:8), y que si él fuera a partir de este mundo, "estaría con Cristo" (Filipenses 1:23).
Muchos se preguntan si en el Cielo todavía estaremos sujetos al tiempo. Pero realmente, no hay ninguna razón para creer que no lo estaremos. Ser infinito respecto al tiempo es un atributo que solo Dios puede poseer. Sabemos que las Escrituras hablan de "meses" en el Cielo (Apocalipsis 22:2) y hasta de "edades" por venir (Efesios 2:7). Curioso, pero también, la música que será cantada en el Cielo, requiere un modo temporal de existencia. También parece ser que en el Cielo estaremos informados, de cierta forma que no sabemos, de lo que está ocurriendo en la tierra. Cuando Moisés y Elías se reunieron con el Señor en el Monte de la Transfiguración, está registrado que discutieron el próximo retorno del Señor a la gloria (Lucas 9:30-31). Y durante el próximo período de tribulación, se nos dice que los santos en el Cielo estarán esperando ansiosamente, la terminación de los propósitos de Dios en la tierra (Apocalipsis 6:10-11). Hasta que venga Su reino, aun en el Cielo se hará la pregunta, "¿Hasta cuándo, Señor?" (como se dice que estos santos están implorando).
Alguien dijo: "Dios no nos dijo todo lo que nos gustaría saber, pero Él nos ha dicho todo lo que necesitamos saber acerca del Cielo". Así que, miremos con más detenimiento lo que la Biblia nos dice acerca de la existencia del cielo.


¿Cómo será la Vida en el Cielo? ¡Cambios espirituales!

Mark Twain, escritor estadounidense, afirmó una vez sarcásticamente, que en el Cielo durante doce horas del día, todos cantaremos un himno una y otra vez. ¡Difícilmente un pensamiento más atractivo! La Biblia, sin embargo, pinta un cuadro muy diferente de cómo será la vida en el Cielo. Considere solo algunas de las características más significativas del Cielo.

Primero, sabemos que nuestra transición al cielo redundará en un cambio de nuestra naturaleza espiritual. Pablo habló de "la esperanza de la justicia" que aguardamos (Gálatas 5:5); la expectativa de ser hechos completamente justos. En Romanos capítulo 7, habló de ser liberados de la lucha interna contra el pecado que mora dentro, mediante la liberación de nuestro cuerpo mortal (Romanos 7:23-24). Juan dijo que cuando Jesús aparezca, "seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es" (1 Juan 3:2). Aún ahora, se nos dice que mientras contemplamos "la gloria del Señor" estamos siendo transformados gradualmente en Su imagen (2 Corintios 3:18). Un día lo veremos "tal como Él es." ¡Y cuando lo hagamos, algo en nuestra visión de Él, purificará nuestros corazones de todo pecado y nos ligará eternamente a Él! Un resultado de esta transformación será el perfeccionamiento de las relaciones entre nosotros. Sobre la tierra, hasta entre los más maduros entre nosotros, nuestras relaciones son estorbadas por barreras creadas por el temor, el orgullo, la envidia y la vergüenza. Pero la Biblia dice que "el perfecto amor echa fuera el temor" (1 Juan 4:18). Cuando aprehendamos por completo, el amor perfecto que Dios tiene para nosotros y seamos limpiados del pecado que mora actualmente en nosotros, las relaciones entre nosotros serán finalmente, las que Dios quiso que fueran.

Segundo, en el Cielo nuestra comprensión de la naturaleza de Dios será ampliada grandemente. El apóstol Pablo dice que "ahora vemos por espejo, oscuramente" pero entonces "veremos cara a cara" y "conoceremos como fuimos conocidos" (1 Corintios 13:12). Este será el conocimiento que nos moverá a unirnos de forma espontánea al coro celestial, para cantar himnos de alabanza al Dios Todopoderoso. De los pocos atisbos de la adoración celestial que se nos conceden en las Escrituras, aprendemos que nuestra alabanza a Dios estará enfocada tanto en quién es Él, el Dios eterno, santo y todopoderoso (Isaías 6:3; Apocalipsis 4:8),  como en lo que Él ha hecho (Apocalipsis 4:11; 5:9-14). Si nuestra adoración a Dios está acallada ahora, es al menos en parte, porque todavía no comprendemos plenamente la grandeza de Su gloria y lo sobrecogedor de Su obra creadora y redentora. Pero en el Cielo obtendremos una percepción mucho más clara de la sabiduría de Dios, desplegada en las complejidades de Su creación, y de Sus propósitos maravillosos, manifestados en Su obra redentora. Algunos se han preguntado cómo podríamos ser felices en el cielo, sabiendo que algunas de las criaturas de Dios están soportando Su juicio eterno. Parece aparente, sin embargo, que en el Cielo obtendremos una perspectiva mucho más clara de la justicia de Dios (Apocalipsis 18:20; 19:1-4). Tal vez, la felicidad más absolutamente perfecta del Cielo sea imposible sin algún elemento de tristeza, por la pérdida eternal de aquellos que han rechazado la gracia de Dios. No hay duda, sin embargo, de que muchos de los misterios de la vida y de los caminos de Dios en nuestras vidas individuales se entenderán mucho más claramente, llevándonos a unirnos en Su alabanza.

Finalmente, tenemos razón para creer que habrá una oportunidad de crecimiento en el Cielo. . . No crecimiento hacia la perfección, sino crecimiento "en" la perfección. Como hombre, Jesús era ciertamente perfecto. Sin embargo, las Escrituras nos dicen que Él "crecía en sabiduría, en estatura y en favor con Dios y con los hombres." Las Escrituras también nos dicen que una de las tres virtudes que permanecerán por siempre es la esperanza (1 Corintios 13:13). Y qué es la esperanza sino la expectativa de cosas cada vez mejores que están por venir. . . ¡la perspectiva de todos aquellos para quienes el Cielo es nuestro hogar eterno!

3 Mentiras que los Testigos de Jehová no le dirán

Hay muchas mentiras en las enseñanzas de los Testigos de Jehová. Con la guía del Espíritu Santo y la verdad de la Palabra de Dios, veremos tres muy importantes.
1MENTIRA NUMERO 1 son sus enseñanzas sobre la Deidad de Jesucristo. Los Testigos de Jehová niegan la Deidad de Jesucristo. “…él era un dios, dicen, en sentido literal, pero no el Dios Todopoderoso, quien es Jehová…” 
Desde el principio, los Testigos de Jehová han negado categóricamente que Jesucristo es Dios hecho carne. Pero en la Palabra de Dios, ambos, el Antiguo y el Nuevo Testamento, testifican del Trino, o tres Personas del Dios Supremo. Desde el primer libro de la Biblia, donde Dios dice “…Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza;…” (Génesis 1:26), hasta el último libro, hay muchos versículos que hablan de las tres Personas del Dios Supremo. Estas tres son; Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo. “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era el principio con Dios. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.” (Juan 1:1-2,14) “Porque en él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente:” (Colosenses 2:9) “Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para la gloria de Dios Padre.” (Filipenses 2:11)
2MENTIRA NUMERO 2 está en que Jesucristo fue resucitado solo como un Espíritu Divino. Los Testigos de Jehová niegan la resurrección corporal del Señor, Jesucristo. Ellos afirman que Él fue levantado solo como un espíritu, o como una “…criatura de espíritu invisible”. Pero la Palabra de Dios enseña que Jesucristo se levantó de los muertos con cuerpo físico, y glorificado. Jesucristo profetizó su resurrección corporal. “Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Mas él hablaba del templo de su cuerpo.” (Juan 2:19, 21)
Jesús estuvo sobre esta tierra cuarenta días después de su resurrección. Durante ese tiempo fue visto por cientos de personas. “Porque primeramente os he enseñado lo mismo que recibí: Que Cristo fue muerto por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; Y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; Y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos juntos: de los cuales muchos viven aún, y otros son muertos.” (1 Corintios 15:3-6) No solamente fue visto por muchos, sino que también comió con sus discípulos. “Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy: palpad, y ved; que el espíritu no tiene carne ni hueso, como veis que yo tengo. Y en diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Y no creyéndolo aún ellos, de gozo, y maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces ellos le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él los tomó, y comió delante de ellos.” (Lucas 24:39-43)
3MENTIRA NUMERO 3 está en que el infierno, según ellos, no existe. Los Testigos de Jehová enseñan que “…el infierno de la Biblia es la tumba normal del ser humano…” Pero la verdad se encuentra nuevamente, en la Palabra de Dios. Jesucristo nos advierte muchas veces del lugar del castigo eterno, tormento y destrucción. “Y el humo del tormento de ellos sube para siempre jamás…no tienen reposo de día ni de noche,…” (Apocalipsis 14:11) En Marcos 9:48b Jesús dijo, “…el fuego nunca se apaga.” En Mateo 5:22, Jesús habla de “…infierno de fuego.” En Lucas 16:23, la Palabra de Dios dice del hombre rico que murió y fue al infierno “Y en el infierno alzó sus ojos, estando en los tormentos,…” también en el versículo 24, él dijo, “…soy atormentado en esta llama.” En Apocalipsis 20:15, la Palabra de Dios dice, “Y el que no fue hallado escrito en el libro de la vida, fue lanzado en el lago de fuego.”
Es muy fácil ver que la doctrina de los Testigos de Jehová es una acumulación de mentiras y distorsiones de la Palabra de Dios. Ellos han sido falsos en sus enseñanzas desde el principio. No deje que lo induzcan a creer en sus mentiras, crea la Palabra de Dios. La verdad es que usted no tiene por qué ir al infierno, porque Jesús pagó la deuda de su pecado cuando Él derramo Su Sangre por usted en el calvario. “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.” (Romanos 6:23)
Usted tiene un lugar preparado en el cielo, si por fe cree y confía en Jesucristo como su Salvador. “Jesús le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6) “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para que condene al mundo, más para que el mundo sea salvo por él. El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; mas el que es incrédulo al Hijo, no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” (Juan 3:16-17, 36)
¿Confiaría usted, ahora mismo, en Cristo Jesús como su salvador? Solo Él puede salvarlo si usted cree la Palabra de Dios y confía en Jesús como su Salvador.

martes, 29 de septiembre de 2015

La Cuerda

La leyenda cuenta que un alpinista estaba desesperado por conquistar el Aconcagua, e inició su travesía después de años de preparación, pero quería la gloria solo para él por lo que subió sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde y más tarde,... y como no se había preparado para acampar, decidió seguir subiendo y llegar a la cima.
Oscureció, la noche cayó con gran pesadez, y en la altura de la montaña ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, sin ninguna visibilidad, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.
Subiendo por un acantilado a solo 100 metros de la cima, resbaló y se desplomó por los aires. Caía a una velocidad vertiginosa, y solo podía ver veloces manchas cada vez más oscuras que pasaban, en la misma densa oscuridad, y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad.
Seguía cayendo… y en esos angustiosos momentos, pasaron por su mente todos sus gratos y no tan gratos momentos de la vida....Pensaba que iba a morir, sin embargo, de repente sintió un tirón tan fuerte que casi lo parte en dos.
Como todo buen alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con mosquetones y candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura.
En esos momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedó más remedio que gritar: “¡Ayúdame, Dios mío!” De repente, una voz grave y profunda de los cielos contestó: “¿Qué quieres que haga, hijo mío?” “Sálvame, Dios mío.” “¿Realmente crees que te puedo salvar?” “¡Por supuesto, Señor!” “Entonces corta la cuerda que te sostiene…” Hubo un momento de silencio y quietud. Y el hombre se aferró más a la cuerda y reflexionó…
Cuenta el equipo de rescate, que al otro día encontraron a un alpinista congelado, muerto, agarrado con fuerza con las manos a una cuerda… ¡A tan solo dos metros del suelo!
Y tú… ¿qué grado de confianza tienes en tu cuerda? ¿Por qué no la sueltas?…
Deuteronomio 31:8
“Y Dios es el que va delante de ti; él será contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas, ni te intimides.”

Creer es recibir

HEBREOS 11:6 “Sin fe es imposible agradar a DIOS; porque es necesario que el que se acerca a DIOS, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”.
Lo creeré cuando lo vea. Esa fue la respuesta de una mujer a quien le dijeron que había recibido un premio en efectivo, sin que tuviera que hacer nada a cambio. La respuesta de esta mujer demostró claramente, que ella no depositaba su fe en las vacías promesas de alguien que vende por teléfono.
Hay muchas cosas en las que no deberíamos poner nuestra fe: promesas de dinero fácil, sin esfuerzo; vacaciones tropicales sin pago inicial y en lugares que no hemos visto, y ardides de mercadeo que te dicen "compre ahora y pague después". Si alguien te hace alguna de esas promesas, ¡sal corriendo!
Sin embargo, existen algunas cosas en la vida con las que sí podemos contar. Por ejemplo, no cuestionamos si el sol va a salir y a ponerse todos los días; o cuando exhalamos, la mayoría de nosotros no se pregunta ansiosamente, si habrá suficiente oxígeno para la próxima vez que inhalemos. Hasta podemos confiar en el clima…. bueno, posiblemente, cuando se vive en algunos países donde las estaciones son muy marcadas y donde podemos esperar que va a refrescar, luego a hacer mucho frío, se calienta un poquito en la primavera y luego hace un calor tremendo en verano. Sabemos que este ciclo se repetirá una y otra vez mientras la Tierra rote.
Nuestra vida también cambia constantemente, pero la oración de fe puede darnos estabilidad. La paz interior viene de saber que sea lo que sea por lo que estemos orando, podemos dejarlo en las manos de DIOS, quien tiene el control de nuestras vidas.

Lo que tengo & lo que me falta

Los seres humanos nos caracterizamos por dar más importancia a nuestros anhelos que conformarnos con lo que poseemos, y no es que no tengamos nada, pero solemos actuar como si así fuera. Deseamos tanto tener ciertas cosas que olvidamos todo lo que tenemos.
lo que tengo vs lo que me hace faltaEl error no está en desear más de lo que tenemos, ¡eso es bueno! Lo que muchas veces nos hace equivocarnos, es no valorar o restarle importancia a lo que está en nuestro presente por estar planeando todo el tiempo el futuro.
A veces es tanto nuestro empeño en conseguir las cosas, que sin darnos cuenta nos perdemos los hermosos detalles de lo que ya tenemos, de lo que hoy nos puede hacer felices.
Siempre es bueno soñar con todo lo que deseamos y planear lo que esperamos cumplir, pero mejor es aprender a vivir feliz con lo que se tiene, porque lo demás va llegando a su tiempo; vivir el presente sabiendo que el futuro está en manos de Dios, planeando, sí, pero no olvidando los logros ya alcanzados, todas esas necesidades que Dios ya ha suplido en tu vida.

Mi madre murió en mis brazos

“Ninguno de nosotros vive para sí y ninguno muere para sí. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos” (Romanos 14:7,8).

Sucedió la madrugada del 29 de junio de 1984. Yo había estado preparando hasta muy tarde un sermón de boda. Al día siguiente teníamos que viajar a Barcelona (España), donde tendría lugar el enlace. Llevaba solo unas dos horas en la cama, cuando notamos que mi madre se había levantado jadeante y se dirigía a la terraza. Necesitaba aire fresco porque se estaba ahogando. 
Padecía un cáncer de pulmón, y aquella noche algo se le complicó que le produjo una crisis respiratoria fatal. Mi esposa y yo nos levantamos inmediatamente; yo la tomé en mis brazos antes de que cayera. Toda la familia estaba a su lado cuando los estertores de la muerte nos indicaron que estaba agonizando. Ya sin palabras, su mirada ansiosa iba de uno a otro de nuestros rostros, con una misteriosa mezcla del que pide socorro pero prodiga amor, buscando nuestros ojos para intercambiar las miradas. La apreté contra mi pecho y, pasados unos minutos, expiró.

En una de sus más famosas rimas, Gustavo Adolfo Bécquer repite: “¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!” No, no estoy de acuerdo con el poeta romántico ni con aquellos que piensan que los hombres podemos vivir juntos, pero morimos solos. Mi madre fallecida no sintió ni la inmensidad de la oscura noche en la que penetró, ni las frías paredes de la tumba ni la ausencia de sus parientes, porque estaba inconsciente. Al morir, dejó de sentir, de ver, de oír, y hasta que vuelva a vivir no recordará, pero cuando despierte a la vida, los rostros de sus amados que le acompañamos en aquel día, y el amor con el que se despidió de nosotros, renacerán con ella, porque así como vivimos juntos morimos también juntos, y ella vive imperecedera en nuestra memoria hasta el día de la resurrección.

¿Puedo Cambiar mi Pasado?

“Sí Dios no hubiera borrado mi pasado, seguramente yo sí hubiera borrado mi futuro”. 
¿Eres de las personas que se sienten atrapadas en el pasado? Lo más seguro es que a pesar de que Dios perdonó tu pasado, todavía estés luchando con ese pasado que no te gusta, te sientes avergonzado por las cosas que pasaron en tu vida y aún no las puedes dejar. Quizá quieras retroceder en el tiempo y no haber hecho lo que hiciste, pero no se puede. El pasado es historia y no se puede volver a recuperar, lo que sí puedes hacer es cambiar tu presente para tener un futuro mejor. Si tú eres cristiano, ten por seguro que Dios perdonó tu pasado y nunca se acordará del mismo. Él te ha hecho nuevo y espera que tú comiences a vivir esa vida abundante. La única manera en que puedes cambiar tu pasado es despojándote completamente del mismo y comenzar a renovarte en tu mente.
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está corrompido por los deseos engañosos, renovaos en el espíritu de vuestra mente,” Efesios 4:22,23 (RV1995)
Hay un dicho que dice que somos lo que decidimos ser, y es interesante porque el lugar donde nos encontramos hoy es producto de nuestras elecciones. En la vida cristiana siempre tendrás dos opciones: ¿Soy bendición o soy maldición? ¿Qué camino escogeré, el de la vida o el de la muerte? ¿Soy un nuevo hombre o un viejo hombre? ¿Cuál escoges tú? ¿Eliges seguir viviendo en el pasado o eliges comenzar a diseñar tu futuro?
Tú no puedes cambiar tu pasado, Dios ya lo cambió. Del pasado y de la historia solo podemos aprender de las cosas que hayamos hecho, igual que
 de las cosas que hayamos dicho. ¿Qué hacer y qué no hacer? ¿Qué decir y qué no?
Para que nuestro pasado sea reconducido a un futuro grandioso, necesitamos cambiar nuestra perspectiva de la vida e incorporar nuevos hábitos que nos lleven a la vida extraordinaria.

lunes, 28 de septiembre de 2015

No te cases ni te embarques

Bienaventurado aquel cuya ayuda es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en el Señor su Dios”. (Salmos 146:5).
Días atrás, un amigo me llamó para posponer un viaje que previamente habíamos pactado para el martes. Grande fue el disgusto que me provocó el cambio de planes; no obstante, una vez repuesto mi ánimo, le pregunté la razón por la cual decidió el cambio, y él, con mucha efusividad, me dijo: “Porque mañana es martes”¿Y eso qué tiene de anormal?, volví a preguntar … ¿“No te das cuenta?, replicó. En martes, ni te cases ni te embarques”.  Efectivamente, en ese instante me daba cuenta del detalle: era Martes 13.
En resumen, el viaje no se hizo por más que le participé mi manera de pensar al respecto, comenzando por recordarle que nadie que se precie de ser un buen seguidor de Cristo, debería permitir que las supersticiones regulasen los actos de su vida. Mi amigo, con mucho tino, dijo darme la razón, pero igualmente mantuvo su posición, repitiendo irónicamente una frase muy común: “Yo no creo en las brujas, pero de que las hay, las hay”.
Queridos amigos y amigas, la leyenda y la tradición han hecho de las supersticiones parte del vivir diario del ser humano, tanto que en gran medida rigen la vida de muchas personas. Lo sé porque también lo sentí así, antes de tener un modesto pero correcto conocimiento de la Palabra de Dios.

Una herencia bendita

“Antes que te formara en el vientre, te conocí, y antes que nacieras, te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (Jeremías 1:5).
Uno de los grandes privilegios de esta vida es ser padres. No obstante, también representa una enorme responsabilidad. Los padres transmitimos a los hijos algunas tendencias y afecciones hereditarias que si no se atienden a tiempo, podrían complicarse en la vida futura. Al respecto, se nos recuerda que un día los padres seremos juzgados por Dios: “Cuando los padres y los niños se encuentren en el día final para rendir cuentas, ¡qué escena se verá! Miles de niños que han sido esclavos de apetitos y de vicios degradantes, cuyas vidas han sido fracasos morales, estarán frente a frente con sus padres que los hicieron como son. ¿Quiénes, sino los padres, han de afrontar esta terrible responsabilidad? ¿Fue el Señor quien corrompió a estos jóvenes? ¡Desde luego que no! ¿Quién, entonces, ha hecho esta terrible obra? ¿No fueron trasmitidos los pecados de los padres a los hijos por apetitos y pasiones pervertidos? ¿Y no se completó la obra por los que descuidaron su educación, de acuerdo al modelo que Dios ha dado? Tan ciertamente como que ellos existen, todos estos padres tendrán que pasar el examen de Dios”.

La caída en la vida cristiana

Solo cuatro capítulos de la Biblia no hacen alusión al pecado y sus peligros (los dos primeros capítulos y los dos últimos). Desde que Adán y Eva descubrieron que estaban desnudos en el Jardín del Edén, el pecado ha sido el común denominador de la raza humana.
El apóstol Juan lo explica claramente: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” (1 Juan 1:8). El pecado más grave es pretender que no tenemos pecado. Y ninguno de nosotros está libre de la posibilidad de pecar. Hasta que algún día en gloria disfrutemos del Árbol de la Vida, debemos admitir nuestra vulnerabilidad.
Alguien dijo: "No hay caminos cortos para llegar a la santidad. Debe ser la ocupación de toda nuestra vida.” No podemos ser santos apuradamente.
Otro escritor declara: “Si usted dice que hay pecados que nunca podrían alcanzarlo, está a punto de resbalar con una cáscara de plátano espiritual.” El hecho de creernos invencibles en cierta área no significa una seguridad a toda prueba.
Nosotros hemos oído sobre líderes y laicos cristianos que “de repente” caen en pecado. Todo parece ir de maravillas, pero de un día para otro dejan a la esposa por otra mujer… intentan suicidase… se hacen alcohólicos. ¿Cómo es posible que ocurra? Pues sucede que la caída en la vida cristiana rara vez es un proceso repentino; por lo general es un proceso gradual.
Cada vez que perdemos de vista quién es Dios, nuestra vida espiritual pierde fuerza y está en peligro de caída. El pecado es la declaración de independencia del hombre. El primer paso para alejarse de Dios es dejar de apreciar quién es Él, y dejar de agradecerle por su persona y su obra en nuestras vidas.
La ingratitud y otras formas de desobediencia, ya sea en forma de hecho, pensamiento o deseo, producen ciertos resultados pecaminosos. Y cuando pecamos, contristamos al Espíritu Santo, Satanás gana terreno, perdemos nuestro gozo en Cristo, nos vamos alejando y separando de Dios y de otras personas, nos convertimos en piedras de tropiezo a hermanos más débiles, y causamos pena y dolor inimaginables.

Hasta Ahora Estoy Bien

“…SOMOS TRANSFORMADOS… EN SU MISMA IMAGEN, POR LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU…” (2 Corintios 3:18b)

¿Te estás esforzando por parecerte más a Jesús, pero algunos días da la impresión de que das dos pasos hacia adelante y tres para atrás? Crecer espiritualmente no es fácil; por eso Pablo nos animó a que no “…nos cansemos, pues, de hacer el bien, porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gálatas 6:9). No te das cuenta de que has crecido físicamente hasta que te ves en una foto vieja; es entonces cuando notas que has cambiado. Y lo mismo se puede decir en cuanto al crecimiento espiritual; es difícil evaluar hasta dónde has llegado, si no miras atrás y ves dónde estabas antes de que Jesús te salvara y diera la vuelta a tu vida. La Biblia dice“…somos transformados… en su misma imagen, por la acción del Espíritu…” (2 Corintios 3:18b). Sin embargo, crecer conlleva dolores, consecuencia de ese mismo crecimiento. 
Veamos, un día, un obrero se resbaló y cayó desde un andamio sito a cuarenta pisos de altura. Cuando caía en picado y pasaba por la planta veinte, una mujer que lo vio desde su oficina, le gritó: “¿Cómo está usted?”, a lo que el hombre respondió: “Hasta ahora estoy bien”
No olvides nunca que estás involucrado en un viaje espiritual, que vas progresando poco a poco y que el diablo siempre buscará formas de recordarte lo mucho que todavía te falta por andar. ¡No le escuches! Jesús dijo: “…no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso…” (Juan 8:44b – La Biblia de las Américas). Si te desilusionas y te rindes, Satanás gana. Pablo dijo: “…derribando argumentos…, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo…” (2 Corintios 10:5). Aprende a vivir dejando aparcados tus sentimientos y a escarbar hasta lo más profundo de tu ser, donde habita el Espíritu de Dios. Y, ¡anímate! No siempre vas a sentirte motivado, pero cada día vas madurando y creciendo más firmemente en Cristo. De manera que, ¡no se te ocurra pensar en tirar la toalla!


“ANTES QUE TE FORMARA EN EL VIENTRE…, TE SANTIFIQUÉ…” (Jeremías 1:5)

Espiritualmente hablando, probablemente no has llegado tan lejos como te hubiera gustado, pero gracias a Dios, todavía estás en camino. Hubo un tiempo en que fuiste un extraño en cuanto a la gracia de Dios, pero ahora perteneces a “…la familia de la fe” (Gálatas 6:10b). Pablo escribió: “…recibisteis la Palabra de Dios… no como palabra de hombres, sino según es en verdad la Palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes” (1 Tesalonicenses 2:13b). ¿Entendiste? Mientras sigas creyendo que es así, la Palabra de Dios seguirá actuando en ti. Además, crecerás más rápido cuando dejes de ser tan duro contigo mismo; aprende a relajarte y empieza a vivir por lo que dice la Palabra de Dios acerca de ti y no por cómo te sientes.

domingo, 27 de septiembre de 2015

En el museo de la fe

La experiencia de otros sirve para ilustrar de qué manera podemos nosotros ejercitar la fe en el tiempo presente.
Hebreos 11
Este capítulo de la epístola es muy conocido. En él, el autor escoge a algunos de los grandes personajes de la historia del pueblo de Dios, para ilustrar los principios que ha expuesto hasta este punto. Nos resultará de provecho, entonces, intentar resumir el argumento presentado hasta aquí, para que podamos, luego, examinar de qué manera algunos de estos héroes lograron implementar esta verdad en sus vidas. 
La epístola comienza con una exposición de uno de los grandes sucesos de la historia, y con qué Dios ha escogido hablarnos. Lo hizo primero por medio de diversos profetas y, en los últimos tiempos, por medio de su propio Hijo. Por ser el mismo Creador el que habló, el autor nos exhorta a prestar mucha atención a lo que dice. No habló simplemente para rellenar los silencios, por la falta de explicación que a veces se produce entre dos seres. Habló porque su Palabra es esencial para que nos encaminemos de nuevo, hacia una vida que se alinea con los propósitos del Reino. 

Para que la Palabra pueda penetrar hasta lo más profundo de nuestro ser, es necesario que no permitamos que el engaño de nuestros corazones produzca en nosotros, una actitud de incredulidad. Creer la Palabra es esencial para desarrollar una vida espiritual, pero el engaño de nuestros corazones nos inclina hacia la desobediencia. 

Pañuelos de papel

En tu mano están mis tiempos… Salmo 31;15.
Aquel día, mientras estaba sentado en la sala de espera de cirugía, tuve tiempo para pensar. Hacía poco, había estado allí cuando recibimos la desgarradora noticia de que mi único hermano, mucho menor que yo, tenía "muerte cerebral".

Por eso, aquel día mientras esperaba noticias sobre mi esposa, a quien estaban operando, le escribí una larga nota. Después, rodeado de charlas nerviosas, me concentré en la suave voz de Dios.

Inline image 1De pronto… ¡noticias! El cirujano quería verme. Fui a esperarlo a una habitación solitaria. Allí, sobre la mesa, había dos cajas de pañuelos de papel colocadas a propósito. Éstos no eran para resfriados, sino para usarlos ante frases duras, como las que oí cuando murió mi hermano.

En momentos de angustia e incertidumbre como esos, la sinceridad de los salmos los convierte en un lugar adecuado adonde acudir. El Salmo 31 revela el corazón de David: mi vida se va gastando de dolor (verso 10). El dolor del alejamiento de sus amigos agudizaba su tristeza (verso 11).

Sin embargo, su fe estaba fundada en el Dios verdadero: Mas yo en ti confío, oh Señor; digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos (versos 14-15).

Aquel día, el cirujano me dio buenas noticias: mi esposa se recuperaría. Pero aunque hubiese sido lo opuesto, seguimos en las buenas manos de Dios.
Señor, tu amor permanece en toda circunstancia.
Cuando ponemos nuestros problemas en manos de Dios, Él pone paz en nuestro corazón.


Una conversación con Dios

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a las que le pidan? Mateo 7:7-11
Nos disponíamos a almorzar. Siempre acostumbramos a dar gracias por los alimentos y pedir la bendición de Dios. Esta vez era el turno de mi nietecita de orar por los alimentos. A sus dos años, era todo un acontecimiento.

Ella oró, dio gracias y mencionó a toda la familia, nombre por nombre; pero después, en vez de decir “en el nombre de Jesús”, dijo al Señor: “Ok, babai” [bye bye]. Podría causar risa; pero a mí me hizo pensar. Me di cuenta de que mi nieta confiaba verdaderamente en Dios, y había conversado con Él tan naturalmente, que se despidió como si fuera visible a sus ojos.

Hay un escrito inspirado que nos dice: “Orar es el acto de abrir tu corazón a Dios como a un amigo… Cuando Jesús estuvo sobre la tierra, enseñó a sus discípulos a orar. Les enseñó a presentar a Dios sus necesidades diarias y a confiarle todas sus preocupaciones. Y la seguridad que les dio de que sus oraciones serían escuchadas se nos da a también a nosotros”.

El que persevera alcanza

Hace unos años, a un hombre en sus sesenta años le fueron ofrecidos $200,000 dólares americanos por su motel, restaurante y gasolinera que había construido a lo largo de toda su vida. Y rechazó la oferta porque no quería jubilarse.
Dos años después, cuando tenía 65 años de edad, construyeron una autopista que desvió el tráfico de donde estaba su negocio y, como consecuencia, perdió todo.
La mayoría de las personas de su edad hubieran tirado la toalla, pero no este hombre. Él sabía cómo cocinar pollo, así que cogió su viejo y deteriorado coche y empezó a viajar por todos los Estados Unidos, intentando vender su receta de pollo a otros restaurantes.
Su recorrido fue difícil. Su receta fue rechazada por más de 1.000 restaurantes hasta que por fin, alguien la quiso. A pesar de sus obstáculos, el hombre siguió hacia su meta y al cabo de unos pocos años, había desarrollado una cadena de restaurantes por todo el país y por todo el mundo llamado Kentucky Fried Chicken. ¿Su nombre? Coronel Sanders.
¡El que persevera... alcanza!
Una frase muy repetida, pero cuántas veces pasamos por alto el peso de esta verdad… Muchos de nosotros tiramos la toalla y nos rendimos al primer intento fallido de nuestros proyectos de vida, metas, negocios, relaciones, estudios, etc.

Abriendo puertas

El año pasado conversábamos con una amiga sobre su novio. Él es profesor de inglés y trabajaba en la capital del país mientras ella lo hacía en un Colegio en otra región; comentábamos lo ideal que sería que él encontrara un trabajo en la zona, para que pudieran estar juntos y comenzar a planear sus vidas. Estábamos conversando, y comenzamos a mover nuestros "hilos" para ver si era posible que así fuese, pero no ocurría nada. Parecía que el “sueño” no se iba a cumplir.
abriendo puertasAhora, un año y algo más tarde, tras la baja médica de una de las profesoras del colegio donde trabaja mi amiga, su novio está dentro de la nómina de profesores reemplazando a dicha docente, dado que además está embarazada. Los períodos pre y post-natal los cubrirá él. En cuanto supe esto no pude dejar de pensar en el título de este escrito. Dios siempre va abriendo puertas que nadie puede cerrar.
Si examinas tu vida con detención, seguro que en más de una oportunidad has visto cómo Dios ha abierto puertas delante de ti. Tal vez no han sido en el momento en que tú lo hayas pedido, o tal vez sí, pero que las ha abierto es bien cierto. Y si aún esperas que abra otras... también puede suceder. Dios nunca se cansa de abrirte puertas, Él nunca se agota de darte oportunidades y nuevos desafíos para que sigas adelante. Donde quiera que vayas, sea lo que sea que tengas que hacer, Él te va abriendo el paso, te va abriendo el camino.
Impresiona lo real que esto ha sido en la vida de muchas personas. Seguro que nadie podría decir que nunca tuvo una oportunidad o que nunca estuvo ante una puerta abierta. La misma posibilidad de experimentar a Jesús como nuestro Señor y Salvador fue una inmensa puerta que se abrió ante nosotros, pero lo más extraordinario de todo es que Dios, con todo su detallismo y dedicación, se encargó de que encontráramos exactamente lo que necesitábamos al otro lado de la puerta. Si Él ya lo hizo una vez ¿no crees tú que podría hacerlo una vez más?

sábado, 26 de septiembre de 2015

Familia Tóxica : El enemigo en casa

Todos tenemos una familia, nacimos en un núcleo que no elegimos, pero no somos conscientes del “premio” hasta que es demasiado tarde. Unos tienen la suerte de encontrar en ella su apoyo y su guía, y otros tienen en ellos a su peor enemigo. Si tienes la fortuna de tener una familia idílica es probable que no te sientas identificado, o que no logres discernir lo que es una familia tóxica. Quien más quien menos, ha chocado frontalmente con algún miembro de su núcleo familiar, y también es más común de lo que parece, tener varios frentes abiertos con cada uno de los miembros que forman tu familia. Esos seres con los que te une un nudo férreo, a los que estás unido por el lazo irrompible de la sangre, pueden hacer de tu casa una auténtica pandemia, un infierno comprimido y asfixiante en el que ninguna penitencia parece aliviar su fuego.

A poco que seas una persona abierta de mente, puedes llegar a pensar que arrastras una gran cantidad de karma negativo, y que esa relación hiriente que mantienes con tus seres queridos, es una forma de purgar todo ese saldo anterior negativo que llevas a tus espaldas de otras encarnaciones; incluso puede que pienses que te lo mereces de algún modo. El chantaje emocional, la indiferencia y el desapego que te proyectan, pueden llegar a hacerte pensar que eres tú el culpable y que lo que te sucede realmente lo mereces, que sufres porque eres el malo, y además, tu entorno te lo recuerda a cada minuto.

Lo normal en muchas familias, es que cuando hay un miembro que se muestra capaz, independiente y resuelto en el entorno, un ser que agarra con fuerza su timón y se guía por la vida allí donde se propone, termine levantando las iras y las envidias más feroces de sus progenitores. Un polluelo que no necesita lecciones para emprender el vuelo es un desagradecido y merece su rechazo más absoluto. Por regla general, los progenitores no reciben con agrado que un hijo pueda aleccionar y dar ejemplo, ellos o no supieron o no tuvieron el valor de enfocar sus vidas de la manera que idearon, y desprecian irracionalmente a su vástago por lograr lo que ellos no se atrevieron a emprender.

Usa esa situación angustiosa que mastica tu familia en tu provecho, porque quizás es la manera que proyectaste de que te vieras obligado a emprender tu camino en solitario. Una familia opresora y castrante es el impulso que necesitas para salir y encontrarte a ti mismo. Encontrarás indiferencia y rechazo, y ese será el ultimo empujón que necesitabas para tomar un rumbo distinto al que te ofrece hasta este momento la vida, en esa especie de bucle sin salida, sin progresos, sin metas para desarrollarte como persona; para encontrar tus verdaderos dones, desarrollarlos y perfeccionarlos. Convertirte por ti mismo, en un ser completamente nuevo con un bagaje amplio y unas experiencias que te hagan crecer y evolucionar.

Una opción distinta e irreal

Nosotros no lo vemos así.

Volver a casa, regresar al origen. Ese quizás sea el propósito que la gran mayoría persigue. Muchos son los que miran al cielo con añoranza, miran a las estrellas esperando hallar un vínculo primario con alguna de ellas. Quizás, movidos por la ignorancia de lo que somos, miramos a ese infinito buscando desesperadamente algo que se nos remueva dentro y nos sirva como señal, para aventurarnos a crear un lazo emocional con ese lejano brillo que titila en la inmensa oscuridad.

Otros, por el contrario y como alternativa a su hastío, tratan de ir más allá de esa inmensidad que los observa, y buscan su regreso a un origen más elevado, más remoto y originario. Volver a la fuente, volver a ese ser todo Creador del universo. Tener en este regreso a casa, el fin del paseo por esta Tierra, paseo lleno de penurias y desvelos. Un regreso donde no haya preguntas ni respuestas, porque está todo dicho y todo es lo que es y está como está. Fundido en un todo, que ya es más, que lo que jamás fueron, un tener, un ser, un estar. Uno solo que lo es todo, y sobre todo, el lugar perfecto para saciar la desazón que provoca la incertidumbre actual, la total amnesia y la total incomprensión. Un todo donde no hay perspectiva ni duda, donde solo hay paz y comprensión.

Otros muchos, no bucean tan profundo y se conforman con no seguir aquí, les da igual seguir como y donde sea siempre que no sean lo que son ahora. Cualquier destino vale siempre que sea cualquier otro, no tienen preferencias ni filiación alguna, solo quieren "estar", en otro ser y otro lugar. Piensan que hay tanto para elegir, para explorar, para ver y tocar, que cualquier comienzo es perfecto siempre que sea nuevo y libre. Esta opción no te predispone y no te limita, es casi perfecta, (pero no para nosotros, los cristianos).

Pero miro al cielo y no encuentro en ninguna estrella un vínculo, ninguna parece brillar para mí, tampoco me atrae unirme a ese todo, seguir siendo algo no me llama y si hablamos de ser todo,... me atrae menos. Si he de ser sincero, no persigo volver a la fuente, ni al origen, tampoco quiero el abrazo fraternal que recibe aquel que vuelve a casa, en realidad lo que más me atrae, lo que más me llama y que siento que más necesito, es la nada. Puede que sea por cansancio, puede que por hastío, puede que no le vea final a todos estos principios, pero lo que más desea mi Ser, es no Ser.

Me Rodeará Su Fortaleza

Hierro y metal tu calzado, y como tus días tu fortaleza. Deuteronomio 33:25.
Dos cosas son concedidas al peregrino: el calzado y la fortaleza. El calzado es necesario para viajar por los caminos malos pisando mortales enemigos. No caminaremos descalzos, lo cual no cuadraría bien en príncipes de sangre real. Y nuestro calzado no será de un material cualquiera; tendrá suelas de metal duro que no se gastarán aunque el viaje sea largo y penoso.
Estaremos protegidos en la medida de las necesidades del camino y del combate. Por lo tanto, caminaremos con intrepidez, sin ningún temor, aunque tengamos que pisar serpientes y dragones. Nuestra fortaleza será tan duradera como los días de nuestra vida y estará en proporción con el trabajo y la carga que llevemos. 
Las palabras hasta dicen poco: como tus días tu fortaleza, pero su significado es total. Si en este día nos sobreviene una prueba penosa o un trabajo que requiere toda nuestra energía, también se nos concederá una fortaleza adecuada. Esta promesa, hecha a Aser, también ha sido hecha a todos aquellos que tienen fe para apropiársela. Tengamos esa santa osadía que la promesa de Dios destina a producir en el corazón del creyente.
Hoy su fortaleza será totalmente desplegada.
Señor, Gracias. Tú me preparas para el camino duro y me prometes tu fuerza en este día. Amén.

La Caverna Misteriosa

La leyenda es la narración de un suceso, en parte real, y en parte fantasiosa, que se transmite de generación en generación. Veremos la siguiente leyenda: 
caverna misteriosa
En cierta ocasión, una mujer muy pobre y cargando a su hijo, pasó frente a una caverna. Repentinamente, escuchó una voz que salía desde allí, diciendo: “entra y toma todo lo que desees pero no te olvides de lo principal; recuerda que una vez que salgas, la entrada se cerrará para siempre; por lo tanto, aprovecha la oportunidad sin olvidar lo principal”. La mujer entró en la caverna y se encontró frente a una gran cantidad de oro y joyas, y dejando al niño sentado sobre el suelo, fue acumulando en su delantal todo lo que podía. “Tienes ocho minutos”, dijo la voz misteriosa. Terminados los ocho minutos, corrió hacia la entrada llevando oro y joyas, y al salir, la puerta se cerró para siempre. Entonces se percató de que su hijo había quedado encerrado en el interior de la caverna, tenía riquezas, pero se había olvidado de lo principal.

Hay quien todo el día codicia; pero el justo da, y no detiene su mano. Proverbios 21:26
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Filipenses 4: 6.