domingo, 23 de agosto de 2015

¿Quieres Ser Usado Por Dios?

“…somos hechura suya…” (Efesios 2:10)
Fíjate en cómo Dios preparó a Moisés y comprenderás cómo nos prepara a nosotros:

(1) Él comienza con nuestro carácter, y después trabaja en nuestro llamado.
Normalmente, esto empieza sin darnos cuenta. En el caso de Moisés, Dios se demoró cuarenta años en demoler su vieja “estructura” y levantar una nueva desde los “cimientos”. Aquellos años en el desierto le debieron haber parecido interminables. Sin embargo, fue durante ese tiempo, cuando se encontró con Dios en la zarza ardiente (Éxodo 3:1-3) y aprendió a resaltar su voz de entre las demás. ¿Cuánto vale eso, especialmente cuando se trata de personas obstinadas y testarudas?

(2) Él nunca desaprovecha las experiencias pasadas.
Si Moisés no hubiera sido criado en el palacio del Faraón, éste le habría tomado por un pobre pastor, loco a causa de una fuerte insolación, y lo hubiera matado; pero su pasado lo preparó para su futuro. Debido a su entrenamiento en el desierto, pudo proteger y dirigir a Israel a través del desierto del Sinaí. El mero hecho de haber nacido en la esclavitud le proporcionó la comprensión y capacidad necesarias para aceptar tal tarea. Así que, no huyas de tu pasado; ¡aprende de él!

(3) Él te dará una “inversión” de tipo emocional en el trabajo que te ha llamado a realizar.
¡Qué irónico! Faraón había ordenado la muerte de todos los niños hebreos menores de dos años, y ¡caramba!, en su propio palacio estaba criando uno de ellos; uno que liberaría a Israel y acabaría con su reinado… Los israelitas no eran unos desconocidos, sino el mismo pueblo de Moisés, cuyos clamores se habían repetido en sus oídos durante cuarenta años, y ahora estaba dispuesto a morir por ellos. Esto es lo que se requiere para ser usado por Dios: una “inversión” emocional.

“…somos hechura suya…” (Efesios 2:10)
Antes de que los demás reconozcan la visión, ésta nace en el corazón de una persona. Antes de que un esclavo hebreo captara la visión de la Tierra Prometida, Moisés ya la había “visto”. Él “vio” un pueblo libre de cadenas construyendo casas y negocios, cosechando y adorando a Dios. ¿Pero cómo pudo mantener viva esa visión estando en el desierto? La Biblia dice: “…porque se sostuvo como viendo al Invisible” (Hebreos 11:27). Moisés se sostuvo por lo que “vio”. Y de este modo, tu visión, si es de Dios, te sostendrá a pesar de los peores momentos. De hecho, sin visión perecemos.
Dios nunca te dará una visión para cumplirla tú solo. Él involucrará a otros que compensarán tus debilidades. A Moisés le dio a Josué para que fuera su asistente personal. También le dio a Aarón y Hur para que le sostuvieran los brazos y así, poder ganar la batalla (Éxodo 17:8-17). Le dio también, a su suegro Jetro para liberarle del más temido destino de un líder (Éxodo 18:13-24): la muerte por causa del ministerio… Y finalmente le dio setenta líderes más, “…hombres de virtud…” (versículo 25), para completar la tarea. 
“Pero, me estoy haciendo viejo”, podrías decir... Moisés cambió su vida a los 40 y encontró su destino final a los 80. Si le hubieras visto a los 40, habrías dicho: “Sin duda alguna, éste es el hombre adecuado, porque ha sido educado por la realeza, entrenado por generales y tenía acceso inmediato al Faraón”. Pero te habrías equivocado. Porque seguramente, el Moisés de los 80 años olería a pastor y hablaría como un campesino, pero era la elección de Dios. Cuando sometes tu vida a Dios, descubrirás algo maravilloso: ¡que Él no está encorsetado como tú por tus limitaciones!



Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. Colosenses 3.23-24

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