martes, 30 de diciembre de 2014

¿Por qué el Señor Nos Compara Con Las Ovejas y No Con Otro Animal?

Son muchas las veces que en la Biblia se nos compara a nosotros los seres humanos, con las ovejas. Ciertamente, este era un animal que abundaba en toda la zona habitada por el pueblo hebreo. Pero es de suponer que también habría otros animales domésticos con los cuales compararnos, como el perro y el gato, o animales de carga, como el burro, el camello, etc., y  también aves de muchas clases. Entonces … ¿por qué la insistente comparación con la oveja?
Dado que la mayoría de las personas vivimos en ciudades, el comportamiento de la oveja nos resulta prácticamente desconocido, salvo por lo que hayamos podido ver en alguna película o en la televisión. Pero es interesante adentrarse en ciertos detalles sobre este dulce animal, para ver qué nos quiere decir el Señor al compararnos una y otra vez con las ovejas y al definirse Él como el “Buen Pastor”.
La oveja es un animal frágil. Se ve tan gordita, pero al esquilarla, al quitarle la lana, queda delgadita y se le nota entonces toda su fragilidad. Es, además, un animal dependiente, no se vale por sí sola: depende totalmente de su pastor. No de cualquier pastor, sino de “su” pastor. Es tan incapaz, que con sus débiles y poco flexibles patitas, no puede ni siquiera trepar al pastor y necesita que éste la suba. No así un perro o un gato.
Si se queda enganchada en una cerca o en una zarza, no puede escapar por sí sola, necesita que el pastor la rescate. La oveja anda en rebaño, no puede andar sola. Si llegara a quedarse sola, no es capaz de defenderse: es fácil presa del lobo o de otros animales feroces. Su dependencia del pastor la hace ser obediente y atenta a la voz y a la dirección de “su” pastor. No obedece la voz de cualquier pastor, sino que atiende solo a la del suyo. El pastor las lleva a veces a pastar guiándolas con una vara alta, llamada cayado, y a veces las reúne en un espacio cercado, llamado redil o aprisco.

La Iglesia

Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella. Efesios 5:25.
¿Qué debemos entender por "Iglesia", a la cual el Señor amó y por la cuál se entregó? No se trata de un grupo cualquiera de cristianos, ni cualquier congregación o denominación cristiana. Bajo el nombre de Iglesia, la Biblia designa el conjunto de todos los verdaderos creyentes. Dios no ve solo al individuo cristiano, sino a la totalidad de los redimidos. En su Palabra emplea diferentes acepciones para que esa colectividad sea más entendible. Las tres acepciones más conocidas e importantes son: “el cuerpo”, “la casa” y “la esposa”.
Con respecto al cuerpo de Cristo (1 Corintios 12), el Señor Jesús es la cabeza y todos los redimidos son los diferentes miembros de su cuerpo. El asunto principal en este concepto es la unidad de los salvados. Por diferentes que seamos, todos estamos unidos a Jesús y formamos una divina unidad gracias al Espíritu Santo.

Rompiendo La Esclavitud De Las Deudas

Me crié en un hogar donde todo se adquiría a crédito. Cada semana llegaba alguien a la puerta de mi casa cobrando algo. Era una situación angustiosa el escuchar: No tengo hoy para pagar y después de esto, escuchar amenazas por parte de los acreedores.
Los años pasaron y en ese ambiente me dejé envolver, pues en mi etapa de joven, teniendo ya un trabajo, comencé a adquirir mis cosas personales a crédito. Cada fin de mes no encontraba satisfacción al recibir mi sueldo, pues al hacer las cuentas todo se iba en pagar lo que había comprado a crédito y no podía disfrutar de mi sueldo para otras cosas.
Me casé con un hombre que no lo veía de igual modo y que venía de un hogar donde no se le debía a nadie. Por supuesto, esto generó entre nosotros conflictos que nos quitaban la paz.
Un día, gracias a Dios, pude romper con esa esclavitud de la deuda. Mi esposo y yo nos sentamos e hicimos un presupuesto, organizamos nuestras entradas y salidas de efectivo.
Además, otro aspecto que ha funcionado en nuestro matrimonio ha sido el ahorro.  Aunque sea algo significativamente obvio, necesitamos comenzar a tomar el hábito de ahorrar y pensar en el futuro.
Teniendo, como tenemos, la mente de Cristo podemos ser sabios en la administración de nuestras posesiones, y poder decir NO a aquellas compras compulsivas, preguntarnos si lo que deseamos es necesario, si podemos vivir sin ello, y no caer en la trampa del consumismo haciendo mal uso de las tarjetas de crédito.
La Biblia dice: Del Señor es la tierra y Su plenitud, el mundo y los que en él habitan, entonces nada es nuestro y no tenemos por qué ser esclavos de las deudas queriendo adquirir cosas y más cosas. Recordemos que vinimos a este mundo sin nada y volveremos a la tierra de donde fuimos sacados, sin nada.
Dios  ha prometido suplir todas nuestras necesidades conforme a Sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.
Por lo tanto, rompamos con esa esclavitud de las deudas y vivamos una vida de paz y tranquilidad sin deberle nada a nadie.

Yo nací dos veces - Reflexiones

Antes de que fueras concebido, te deseaba
Antes de que nacieras, te amaba
Antes de que tuvieras una hora desde que naciste,
hubiera muerto por ti
Este es el milagro del amor
Mamá siempre está allí cuando la necesitas. Ayuda, protege, escucha, aconseja, y alimenta física y moralmente.
Se asegura de que su familia sea amada veinticuatro horas al día. Al menos, así es como yo recuerdo a mi madre los pocos años maravillosos que tuve la suerte de estar con ella. Pero no hay palabras que describan el sacrificio que hizo por amor a mí, su joven hijo.
Yo tenía diecinueve años cuando me conducían a un campo de concentración con un grupo grande de otros judíos. Era evidente que todos estábamos destinados a morir.
De repente, mi madre ingresó en el grupo y cambió de puesto conmigo. Aunque esto sucedió hace más de sesenta años, nunca olvidaré las últimas palabras que me dirigió.
-“Ya he vivido suficiente. Debes sobrevivir porque eres muy joven”, dijo.
La gran mayoría de los niños, por no decir la totalidad, nace solo una vez. Yo nací dos veces… de la misma madre.

¡Te salvé la vida!

El primer trasplante de corazón fue tan difícil como deseado. El hombre que fue sometido a la cirugía, estaba muy enfermo. Su corazón no bombeaba la suficiente sangre a sus pulmones, lo que provocó algunas deformaciones dolorosas y visibles en su cuerpo.
Cuando acabó la cirugía y después de unos días, el hombre despertó y reaccionó.
-La operación ha sido un éxito, estoy muy orgulloso de haberle podido dar un nuevo corazón, le dijo el médico al paciente. El hombre no tenía las suficientes palabras de agradecimiento por lo que había hecho por él.
La fama de esta operación fue anunciada rápidamente en todo el mundo. Todos estaban asombrados de los avances de la medicina en esta área. Pero aunque este hecho tuvo una gran repercusión, hubo otro aún más trascendental, hecho por el médico de médicos, Cristo, que vino al mundo para morir por nosotros para que pudiéramos tener un corazón nuevo, como claramente lo podemos ver en su Palabra.
“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.” Ezequiel 36:26 (RV-1960)