lunes, 29 de diciembre de 2014

Presos en libertad

Sabemos que nosotros hacemos nuestra parte de ser prudentes, y todo lo demás, lo que no podemos controlar, está en manos de Dios. 

Viendo un programa de “National Geographic Channel”, me di cuenta de la realidad de la paz que el mundo ofrece a las personas. Jesús pronunció unas palabras acerca de la paz, que confrontan la seguridad que brinda este mundo. Él dijo: “La paz les dejo, mi paz les doy; yo no la doy como el mundo la da. No dejen que su corazón se turbe y tenga miedo” (Juan 14:27 RVC).  En el programa veía cómo buenas familias con una hermosa casa y muchas comodidades, sufrían una serie de delirios y psicosis apocalípticas. Padres atormentados por supuestos desastres que se avecinan en el mundo, por pestes que en “cualquier momento” estarían por desatarse, preparándose para la guerra y la hambruna, que armaban habitaciones y sótanos llenas de provisiones. Angustiados, haciendo simulacros de cómo deberían desenvolverse en el caso de que se desatara una epidemia mundial. Poniéndose gorros de protección, barboquejos, trajes especiales, desinfectantes de todo tipo y negando su casa a los supuestos infectados que podrían acercarse a su puerta. En fin, el paisaje de esa ciudad, era realmente hermoso, tal vez, la casa soñada por muchos, sin embargo, ni ese paisaje, ni su estabilidad económica, les podían brindar paz a estas familias, principalmente a los padres, que eran quienes cargaban con este delirio en sus almas.

Resonaron en mi mente estas palabras del Señor: “La paz les dejo, mi paz les doy; yo no la doy como el mundo la da”. La paz que el mundo nos ofrece es como una débil cuerda en la que pende nuestra vida, una débil cuerda que siempre está a punto de cortarse. Aquellos que confían en las cosas que brinda el mundo, difícilmente logran una paz profunda y duradera. Porque siempre que decidan asegurarse en algo, aparecerá otra amenaza que desestabilizará sus vidas.

Si temes que tu pareja te deje o se muera, debes entregarlo en las manos de Dios. Si temes a la enfermedad, a las desgracias, a la pobreza, al fracaso, al desempleo, a la soledad, al rechazo, o a lo que te puedan hacer las personas, debes entregar todo esto en las manos de Dios, y Él te guardará más de lo que puedas imaginar.

Nosotros no podemos pretender controlar las catástrofes del mundo, ni las pestes destructoras, ni los accidentes, ni tampoco ciertas cosas más pequeñas. Y aunque pongamos mucho empeño en controlarlo todo, tampoco el mundo nos puede brindar una paz totalmente efectiva. Por eso nuestra paz es estar en las manos de Dios, confiar en su presencia, en su poder infinito, en su amor incondicional, Él nos brinda una seguridad eterna.

En el amor no hay nada escrito, lo escribimos nosotros

Un viejo refrán muy claro explica "Caminante no hay camino se hace camino al andar". Pues en el amor es lo mismo, nada en el amor está escrito, nada de lo que nos sucederá mañana. Está claro que lo que nos pase será parte del camino que nosotros, poco a poco, nos forjamos en nuestro corazón día a día; nada de lo que nos vaya a suceder se sabe de antemano, pero está claro que buena parte de todo será consecuencia de lo que forjemos en nuestro caminar. 
¡Cómo olvidar todo, cómo olvidar lo que podemos llegar a amar, pero también cómo olvidar lo que podemos llegar a odiar a quien nos hace daño. De acuerdo, odiar no está inicialmente en nuestra naturaleza, pero no nos podemos engañar porque por muy buenos que seamos, siempre nos queda un pequeño lugar donde albergar ese rencor que aunque no llegue a ser odio, siempre estará presente en el camino de nuestra vida.
Yo reconozco que pasé por ese odio, pero gracias a Dios no me consumió y me ha permitido seguir siendo quien hoy soy, tal vez gracias a otro corazón bondadoso y cariñoso que me hizo comprender ese refrán que tanto suena, "no hay camino en el amor sino el que nosotros mismos hacemos día a día". 
Por eso espero que este camino que hoy encuentro en mi caminar, sea bonito y no lo olvide, pudiendo así, hacer ver a la persona que se cruzó en mi camino lo que la puedo llegar a amar. 
Por eso os digo: apreciad lo que tenéis ahora que lo tenéis, no lloréis luego una vez lo perdáis. No olvidéis que en el amor nada está escrito, todo lo escribimos día a día con la sangre de nuestro corazón.

Carta a Dios: Querido Dios, no me sueltes

“¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría. Ciertamente huiría lejos; moraría en el desierto. Me apresuraría a escapar del viento borrascoso, de la tempestad”.
Salmos 55:6-8
Este tremendo silencio me rodea y, bueno, en realidad, más que rodearme me duele. Me duele porque aunque sé que no es perenne, las circunstancias muchas veces, me hacen pensar que tu mirada se ha desviado de mí. Quizá porque aún no logro ver la luz al final de este túnel oscuro que estoy transitando.
Pero aún así, sé que tu mano no me ha dejado de sujetar ni un minuto. Aunque, bueno, a veces me pregunto si estás escuchando mis oraciones porque parece que no es así, pero sé que sí, que me estás escuchando atentamente. Es cuando tus ojos están más fijos en mí y tus oídos más atentos al clamor de mis súplicas. Lo sé más allá de mis sentidos y de lo que percibo o veo, porque sé que eres fiel y que me amas profundamente.
Sé que a pesar de que muchas veces no logro ni siquiera poder definirme o hablar, porque es tanto el dolor que siento que solo me causa silencio y agotamiento, Tú interpretas cada cosa que te dice mi corazón casi moribundo. Entonces le infundes vida y vuelve a latir, a sobreponerse, a luchar y enfrentarse a los retos que se le presentan.

Poder, amor y disciplina

Segunda de Timoteo 1:7 nos dice que la timidez, que es parecido al miedo, no es de Dios, y que Dios nos da poder, amor, una tranquila y equilibrada mente, disciplina y autocontrol.
El miedo nunca dejará de venir contra nosotros. Debemos aprender a hacer lo que Dios nos dice que hagamos, sintamos miedo o no. Debemos "hacerlo asustados" si es necesario, pero en eso consiste el valor; en sentir miedo ¡y hacer de todos modos lo que se debe hacer!
Yo pensaba que mientras sintiera miedo sería un cobarde, pero he aprendido algo diferente. Cuando Dios le dice a Josué repetidamente que no temiera (Josué 1:9; 10:8), le hacía saber que el miedo iba a atacarlo, pero que debía caminar en obediencia a lo que Dios le dijo.
No somos cobardes porque sintamos miedo. Somos cobardes solo si dejamos que el miedo gobierne nuestras decisiones.
El miedo es un sentimiento que provoca síntomas físicos y emocionales. Cuando el miedo nos ataca, podemos sentirnos trémulos y débiles o encontrarnos sudando. Puede darnos cada vez que nos reunamos para hablar o nos pongamos en marcha, y no quiere decir que seamos cobardes. La Palabra de Dios dice, muchas veces, "no temas". La manera de conquistar el miedo es seguir adelante a través de él y llegar al otro lado, al lado de la libertad que es el lado del poder.

Gracia a Vosotros

Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.” (Filipenses 1:2)
Las mismas circunstancias que subyugan a los demás no te subyugarán a ti, si eres “agraciado” para saber dominarlas. ¿Cómo le fue posible a Pablo mantener el gozo al sufrir palizas, engaños, naufragios y encarcelamiento? Fue porque Dios le dijo: “Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9b). La gracia te capacitará para pastorear una iglesia difícil, o cuidar de una apreciada persona mayor que requiere mucho tiempo y paciencia, orar y nunca dejar de tener esperanza en un hijo/a pródigo/a, o mantener tu fe firme frente a problemas abrumadores.

¿Cuándo llega la gracia?
gracia a vosotros Biblia1¡Cuando más la necesitas! “...hallarás gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16b). Dios no te dará hoy la gracia para el día de mañana. Pero igual que con el maná en el desierto, cuando te despiertas cada mañana, allí estará: la gracia que corresponde a cada necesidad. Uno de los mayores errores que puedes cometer es envidiar a los demás o intentar ser como ellos, porque puede que tengas los mismos talentos pero si no estás “agraciado”, no tendrás éxito. En realidad, recibir lo que tienen ellos te podría "arruinar” en vez de servirte de bendición.

¿Cómo llega la gracia?
“Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros…” (Hechos 20:32). Allí está; entre las páginas de la Palabra de Dios hallarás la solución o la gracia para manejar la situación, aprender y salir fortalecido. Así que la palabra para vosotros hoy es: “Gracia… a vosotros…” (Filipenses 1:2).