lunes, 22 de diciembre de 2014

¿Qué parte es buena para comenzar a leer la Biblia?

Para los principiantes, es importante que tengan en consideración que la Biblia no es un libro corriente que se lea tranquilamente, de pasta a pasta. En realidad, es una biblioteca o una colección de libros escritos por diferentes autores en muchos lugares, en un período aproximado de dos mil años. Martín Lutero dijo que la Biblia es la “cuna de Cristo” porque toda la historia y la profecía bíblica apuntan a Jesucristo.
Por lo tanto, cualquier nuevo lector de la Biblia debería comenzar con los Evangelios, con su historia. El libro de Marcos es conciso y corto, siendo bueno para comenzar. Después, tal vez se deba proseguir con el Evangelio de Juan, el cual se enfoca en las cosas que Jesús declaró acerca de Él Mismo. Marcos nos cuenta acerca de lo que Jesús hizo, mientras que Juan nos dice lo que Jesús dijo. En Juan se encuentran algunos de los pasajes más claros y sencillos, tales como Juan 3:16, y también algunos de los más profundos y difíciles. Leer los Evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan), te familiarizará con la vida y el ministerio de Cristo.
Después de esto, puedes leer algunas de las Epístolas (Romanos, Efesios, Filipenses...). En ellas se nos enseña cómo vivir nuestras vidas de forma que honren a Dios. Cuando comiences a leer el Antiguo Testamento, lee primero el libro de Génesis. Nos relata la manera como Dios creó el mundo y nos habla de la caída de la raza humana en el pecado, así como el impacto que esto causó en el mundo. Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, pueden resultar difíciles de leer, porque tratan de todas las leyes por las que Dios requería que viviera el pueblo judío. Aunque no debes obviar estos libros, tal vez sea mejor dejarlos para un estudio posterior. En cualquier caso, trata de no sumergirte mucho en ellos. Lee desde Josué hasta Crónicas para tener un buen conocimiento de la historia de Israel. El leer desde Salmos hasta los Cantares de Salomón, te dará una buena idea de la poesía y sabiduría hebreas. Los libros proféticos, desde Isaías hasta Malaquías, pueden resultar difíciles de entender. Y recuerda, la clave para entender la Biblia es pedirle a Dios sabiduría (Santiago 1:5). Dios es el autor de la Biblia, y quiere que comprendas Su Palabra.

El niño que todos llevamos dentro

Por un momento pensé en volver a ser niño otra vez al pasear por la calle y verlos retozar felizmente, con esos nuevos regalos que los reyes les trajeron. 

Recuerdo aquellos momentos en los que una simple peonza, un nuevo juego de canicas, nuestro nuevo balón o cualquier simple juguete, nos hacía tan felices que se nos pasaban las horas sin apenas darnos cuenta, sin dejarnos tiempo prácticamente, para aquellos deberes que luego nos costaban las regañinas de nuestros padres.
Pero, ¡qué más daba!, éramos felices con poco. Con tan sencillos objetos, poco a poco la vida nos fue cambiando sin darnos cuenta; pero lo que para nosotros antes no tenia preocupación, ahora es el día a día, ahora debemos preocuparnos por nuestro trabajo y por no faltar a ninguna de nuestras obligaciones.

Sin percatarnos, ahora somos nosotros los que les pedimos a esos niños que hagan sus tareas; ¡qué ironía!, pero así es la vida, aunque, bien pensado... ¿cuántos de nosotros desearíamos volver a vivir aquellos momentos, aunque solo fuera por un breve espacio de tiempo? Ahora disfrutamos de nuestro coche, de salir hasta altas horas, hasta cuando queremos, pero ¡cuántos de nosotros, desearíamos volver a revivir aquellos bellos años en los que alegremente, disfrutábamos con lo más básico!
No dejemos, por mucho que crezcamos, de sacar ese niño que todos llevamos dentro.

Soy nueva criatura

“Pero ella se estaba muriendo; y en sus últimos suspiros llamó Benoní al niño, aunque su padre lo llamó Benjamín.” Génesis 35:18 DHH
Raquel era una mujer amada por su esposo Jacob. No podía tener hijos, rogó a Dios y El concedió su petición. Tuvo a José (que significa Dios añada) y estaba tan feliz que dijo Ojala me permita tener otro…” Génesis 30:24. Y Dios le concedió otro hijo. Ella murió después del parto; pero antes de morir la madre nombró al niño Benoní, que significa hijo de tristeza (dolor). Sin embargo, el padre le cambió el nombre y lo llamó Benjamín, que significa hijo de la mano derecha, “favorecido”.
newcriat¿Qué habría sido de ese niño si su padre no hubiera cambiado el rumbo al que su madre lo estaba dirigiendo? Imagina la vida que le hubiera tocado vivir de ser llamado “hijo de tristeza” o “hijo del dolor”. ¡Qué vida tan amarga! Hubiera llevado el estigma en su frente, un destino marcado por el rechazo y la burla.
La madre representa tu lugar de origen, la familia de la que procedes, la sociedad donde te formaste, las amistades con las que creciste, todo lo que te ha querido marcar con los estigmas de que tú no eres o no tienes lo suficiente, o sí. Y el padre representa a nuestro Padre Celestial, quien tiene toda la autoridad sobre tu vida para cambiar tu nombre, para cambiar tu marca, para cambiar tu vida a través de Cristo Jesús.

¿Qué es la Gran Comisión?

Mateo 28:19-20 declara lo que se conoce como “la Gran Comisión.” “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” Jesús dio este mandamiento a los apóstoles poco antes de que ascendiera a los Cielos, y describe estrictamente lo que Jesús espera de los apóstoles y aquellos que los siguieran, que hagan en Su ausencia.
Es interesante que en en el idioma griego en el que está escrito el Nuevo Testamento, el mandamiento específico en Mateo 28:19-20 sea “id” y “haced discípulos.” La Gran Comisión nos ordena hacer discípulos en nuestro paso por el mundo; pero mientras nos ocupamos de nuestras actividades diarias, ¿cómo vamos a hacer discípulos? Simplemente, bautizándolos y enseñándoles todo lo que Jesús ordenó. “Id,” y “haced discípulos” son los mandatos de la Gran Comisión, “Bautizándolos” y “enseñándoles” son los medios con
 los cuales cumplimos con el aspecto de “hacer discípulos” de la Gran Comisión.
Muchos entienden Hechos 1:8 como parte de la Gran Comisión, “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” La Gran Comisión es habilitada por el poder del Espíritu Santo. Nosotros debemos ser testigos de Cristo, cumpliendo la Gran comisión en nuestras ciudades, en nuestros estados y países, y en cualquier otro lugar donde Dios nos envíe (hasta lo último de la tierra).


Alcanzar A Los Perdidos

“DIOS… NOS ENCARGÓ A NOSOTROS LA PALABRA DE LA RECONCILIACIÓN” (2 Corintios 5:19)

¿Por qué no compartimos nuestra fe con los demás? 
(a) Porque no estamos seguros de ella; 
(b) Porque no sabemos cómo hacerlo; 
(c) Porque tememos ser rechazados. 
Ninguna de estas razones será aceptada cuando estemos delante de Dios. Pablo dijo: “…ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe… el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20:24). No tienes por qué ser elocuente, solo tienes que contar la historia. Esta: “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación” (2 Corintios 5:19).