domingo, 14 de diciembre de 2014

Emmanuel – Dios Con Nosotros

Una vez más, Dios nos demuestra Su Gran amor prometiéndonos que nunca nos dejaría y nunca nos desampararía. Hemos sido bendecidos por la vida y por el aire que el Señor en Su misericordia, nos ha brindado todo este año. Un Viejo Año que pronto se acaba y un Nuevo Año que se aproxima y agradecidos todos debemos decir: “Hasta donde estamos nos ha ayudado el SEÑOR”.
Hermanos, en todo momento de nuestro existir, meditemos en la palabra y en el amor de Dios hacia nosotros. El Padre Celestial dio a Su Único Hijo porque nos ama. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga Vida Eterna” (Juan 3:16 (RVR1960).  En cada día que el Señor nos brinda, nuestros pensamientos deben estar enfocados en la Cruz, en el sacrificio que Dios hizo por nosotros. No se trata de mí, tampoco de ti, se trata de Jesús, nuestro Salvador. Por medio de Él obtenemos la Vida Eterna.
Jesús es el Único Camino y por medio de Él tenemos acceso al Padre Celestial. “De cierto, de cierto os digo, Yo Soy la Puerta de las ovejas” (Juan 10:7). “Yo Soy el Camino, y la Verdad, y la Vida, nadie viene al Padre sino por Mí” (Juan 14:6).  
El apóstol Pablo reiteró con denuedo, acerca de Jesús diciendo: “Y en ningún otro hay Salvación; porque no hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” Hechos 4.12. Cuando somos salvos, nacemos de nuevo y también somos adoptados en la familia de Dios por medio de nuestra relación con nuestro Señor Jesucristo.
Estamos en época de Navidad y para muchos significa compras y regalos. Pero si nos ponemos a reflexionar sobre el verdadero significado de la Navidad, muchos cambiarían su punto de vista de lo que realmente significa. La Navidad significa Nacimiento. “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz Un Hijo, y llamarás su Nombre Emmanuel. Cristo es la Navidad. “Porque un Niño nos es nacido, Hijo nos es dado, y el Principado sobre Su Hombro; y se llamará Su Nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9:6 (RVR1960). 
  • He aquí, una virgen concebirá y dará a luz Un Hijo, y llamarás Su Nombre Emmanuel, que traducido es: Dios con nosotros” (Mateo 1:23 (RVR1960).

Juan Sebastián Bach - Reflexiones

A través de la historia, Bach ha sido proclamado como el compositor cristiano por excelencia entre los músicos de la Iglesia. Cuando Juan Sebastián Bach nació en Eisenach, Alemania en 1685, el apellido Bach ya era sinónimo de comercio musical. Más de 50 músicos llevaban ese apellido.
Juan Sebastián quedó huérfano a la edad de nueve años y por eso se crió con su hermano, comenzando con él su adiestramiento musical. Bach un día, dijo: “ El único propósito de la música debe ser para la Gloria de Dios y la recreación del espíritu humano”.
Otro día, Bach le dijo a un estudiante: "Practique usted diligentemente, y todo irá bien. Usted tiene cinco dedos en su mano tan saludables como los míos”. Cuando se le preguntó cuál fue el secreto de su éxito, respondió: “ Yo fui hecho para trabajar, y si tú eres igualmente diligente, serás igualmente exitoso”.
Juan Sebastián Bach fue devoto a Dios y también dijo: “Donde hay música tocada con devoción, Dios está al alcance de la mano con su graciosa presencia”.

Puente hacia la vida

La historia del diluvio y de cómo un hombre construyó una barca en la que subieron él y su familia para ponerse a salvo de las aguas, de cómo también, subieron animales para preservar la continuidad biológica de las distintas especies, trasciende los tiempos, las culturas.
A pesar de su lejanía en el tiempo, permanece más vigente que nunca, la epopeya de quien le tocó vivir etapas y épocas tumultuosas, caóticas, como los días de Lot y de las tristemente célebres Sodoma y Gomorra. Un personaje que surge con singular vigor marcando el más agudo contraste con los de su tiempo, Noé.
Difícilmente, Noé en sus días y con su fe puesta en su Señor construyendo el Arca, pudo vislumbrar el formidable significado que tendría la embarcación, para las generaciones que habrían de venir en el futuro.
La historia de Noé resulta verdaderamente apasionante. Construir una embarcación en medio del desierto debió ser una misión además de muy difícil, no carente de las risas y burlas de los demás. Solo a un loco podría ocurrírsele construir una barcaza en medio del desierto. Sin embargo, Noé cumplió su misión con gran detalle y una precisión sorprendente. En la actualidad, ingenieros y expertos armadores de barcos no dejan de asombrarse ante la sencilla pero eficiente ingeniería de la barca, de la que por otra parte según parece en la actualidad, aún se conservarían restos de la misma en la cima del monte Ararat en la frontera entre Turquía y Rusia.
Pero si hay algo verdaderamente asombroso, es que a pesar de las distancias en el tiempo entre la embarcación de Noé y la cruz de Jesús, surgen al menos dos denominadores comunes.

Jesús, nuestro héroe ideal

Jesús es alguien con quien puedes ser completamente real. Puedes pasar el rato con Él y ser tú mismo, sin ninguna pretensión y nada de actuaciones. Jesús es siempre amoroso contigo y puedes hablar con Él sobre cualquier tema. A Él le gusta conversar contigo acerca de tus sueños, aspiraciones y esperanzas. Él quiere sanarte de las cosas de tu pasado con las que puedas estar luchando, y está interesado en tus retos actuales. Él quiere llorar contigo cuando estás abatido y regocijarse contigo en todas tus victorias. 
Jesús es el amor y la ternura personificados. Pero ten cuidado en no confundir su ternura con las imágenes afeminadas y débiles, que has visto representadas en algunos cuadros tradicionales de Jesús, porque Él es ternura y fuerza envueltas en uno. Es mansedumbre y majestad, virilidad y deidad, terciopelo y acero.
A veces, cuando tratamos de ser firmes y fuertes, destruimos los sentimientos de las personas y terminamos hiriéndolas con nuestras palabras. Cuando tratamos de ser tiernos, mostramos una sobredosis de bondad y nos reducimos como "felpudos" para terminar siendo aprovechados por otros. Entonces, desviémonos de nosotros mismos y miremos a Jesús. Él pudo forzar severamente a un grupo de fariseos intrigantes a dar marcha atrás en una instancia, desafiándolos y diciendo: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (Juan 8:7). Inmediatamente después, el mismo Jesús miró directamente a los ojos de una quebrantada mujer sorprendida en adulterio, y con compasión, resonando profundamente su voz, le preguntó: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ni yo te condeno; vete y no peques más” (Juan 8:10-11). ¡Ese es nuestro Dios!
En un momento, un Jesús cansado podía estar profundamente dormido en la barca de un pescador barrida por el viento, ajeno a las turbulentas aguas de Galilea estrellándose contra la desventurada embarcación. Pero al momento siguiente, podías verlo mirando sin pestañear a las olas que lo azotaban, con sus brazos de carpintero bien formados elevados al cielo. Con su sola declaración de autoridad absoluta sobre el cielo y la tierra, las olas se sometieron y se calmaron instantáneamente en un espejo de plácida quietud (Marcos 4:37-39). 

La autoridad del predicador

Mucho se ha escrito acerca de la autoridad de los ancianos de guiar por medio de la enseñanza, a los que siguen su ejemplo y para disciplinar a los que se apartan de Dios. Bien, ahora conviene considerar la autoridad del predicador del Evangelio. Por las palabras inspiradas de Pablo a Timoteo y Tito sabemos que los predicadores tienen que dedicar mucho tiempo, al estudio cuidadoso de las Escrituras inspiradas en los apóstoles y profetas.
Como toda Escritura dada por inspiración de Dios, el predicador tiene que tomarla en serio para que esté completamente preparado para toda buena obra (1 Timoteo 4.13; 2 Timoteo 3.16,17). Tiene que ser un maestro del poder de Dios, de su amor, un predicador de ánimo fuerte y un buen ejemplo, si espera salvarse a sí mismo y a los demás.
Pero, ¿qué se puede decir en cuanto a la autoridad del predicador? ¿Tiene él la autoridad para gobernar la iglesia mientras no haya ancianos? Y cuando se hayan nombrado ancianos, ¿tiene él más o igual autoridad que ellos? Como Pablo le dijo a Tito: “Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad” (Tito 2.15), necesitamos saber qué es eso de “toda autoridad”.
El Terreno de su Autoridad
Primero vamos a ver el asunto desde un punto de vista negativo. El predicador no tiene el derecho de imponerse sobre la congregación y esperar que la gente lo apoye. La congregación tiene el derecho de escoger el predicador al que va a pagar. Y cuando el trabajo del predicador ya no sea aceptable para la congregación, ésta tiene el derecho de pedirle que renuncie. Este derecho de “contratar y despedir”, del que a veces se abusa, es una prueba de que el predicador no tiene toda la autoridad para gobernar la iglesia, aunque no haya ancianos.
Por otro lado, el predicador no tiene autoridad para disciplinar a aquellos que no aceptan o no siguen su enseñanza debidamente. Cuando aquel hombre de Corinto tenía que ser disciplinado por haber tomado la esposa de su padre, pecado intolerable en el mundo, Pablo dijo que era una medida tomada por la congregación (1 Corintios 5.1-5). El predicador no es el policía de Dios para forzar a la gente a que acepte su mandato.
En segundo lugar y en el lado positivo, el predicador tiene la potestad de enseñar todas las cosas que el Señor ha mandado. Ninguno, ni siquiera los ancianos, tiene derecho a negarle que enseñe la verdad revelada en el nuevo convenio. Es cierto que los ancianos, o cualquier hermano maduro, pueden aconsejarle el tiempo apropiado para la enseñanza en ciertos puntos. Sin embargo, la prohibición de que él predique cualquier verdad del Evangelio no es prerrogativa del hombre, ni de un grupo de hombres.
Se le pide que predique la Palabra, lo que incluye todo lo que Jesús ha recibido del Padre y que ha sido dado por su Espíritu a los apóstoles y profetas. Tiene la autoridad ilimitada de predicar toda o parte de la Palabra cuando se necesite.