viernes, 21 de noviembre de 2014

Mi Don Como Líder Cristiano

El otro día tuve una sesión de consejería con un miembro de nuestra iglesia. Hubo en ella lágrimas, pero fue una buena reunión. Este miembro me dijo que yo tenía un don. Algo confundido, le pregunté qué quería decir; él hizo referencia a que todo aquel que habla conmigo suele llorar durante algún momento de la reunión. Claro, hasta la última vez que lo leí, no comprobé que provocar que la gente llore es uno de los nueve dones del Espíritu mencionados en Corintios, pero él tenía razón. Supongo que tiene algo que ver con mi filosofía respecto a la evangelización y consejería. Casi nunca las doy, solo cuando se trata de ciertos casos y la persona es un miembro fiel de nuestra congregación. Por supuesto, cuando se trata de algún caso particularmente difícil, voy a reunirme con él. Básicamente, tengo dos metas cuando tengo una reunión de consejería con los miembros de mi iglesia.
1) Hablar la verdad en amor.
Mi primera meta es llegar directamente al asunto del que se necesita hablar. Está demostrado a través de diversos estudios, que la mayoría de las personas que quieren consejo no buscan respuestas, sólo quieren hablar. Muchas veces, solo por el simple hecho de hablar del tema se sienten mucho mejor. Esa es una de las razones por las que soy selectivo con las sesiones que doy. Generalmente solo doy consejería en situaciones donde hay cosas concretas que deben ser estudiadas y si solo yo puedo ministrar esa necesidad y conocimiento de Dios. Cuando tengo esto en mente, me ayuda a ministrar la verdad en amor. Las Escrituras nos alientan en Efesios 4:15 a hablar la verdad en amor, lo que significa que necesitamos ser honestos en nuestra comunicación con otros.
Aquí hay algunas cosas que te ayudarán, cuando tengas que hablar la verdad en amor.
  • Puede que haya un proceso de quebrantamiento. A veces, cuando hablas la verdad en amor, vas a tener que señalar cosas que las personas no sabían que estaban haciendo. Tú, desde una posición de líder espiritual, tienes una visión más amplia de las cosas.
  • La verdad duele algunas veces. A menudo, muchos líderes cristianos no dicen lo que necesita ser dicho porque tienen miedo a que las personas se enojen o salgan lastimadas. En otras palabras, el bienestar de esas personas es menos importante que el cómo se sienten mientras les dices la verdad, priorizan esto último. Pero un verdadero líder, interesado en el crecimiento de las personas, hará la cosa correcta sin importar el coste.
  • Como líder, tienes la responsabilidad de decir lo que las personas necesitan escuchar, no lo que quieren escuchar. A menudo, las personas buscan, de los que van a decir, lo que ellos quieren escuchar. Como líder debes estar comprometido con decir lo que es necesario que sea dicho.
  • No olvides la parte del amor. Es importante recordar que todo lo que decimos debe ser dicho desde el punto de vista del amor. Los amamos lo suficiente como para decirles la verdad cuando necesitan escucharla.

Crecimiento en Cristo

“Yo, hermanos, no pude hablarles entonces como a gente madura espiritualmente, sino como a personas débiles, como a niños en cuanto a las cosas de Cristo.” (Dios Habla Hoy) 1ª Corintios 3:1 
Dios nos rescató del reino de las tinieblas cuando nos convertimos a Cristo, para crecer, madurar en la fe y tener la Vida Eterna.
La vida del cristiano debe caracterizarse por el crecimiento, por el desarrollo espiritual. Alguien definió la vida cristiana en tres etapas: Niñez, juventud y madurez para llegar a ser padre espiritual. Cada etapa necesita ser vivida para luego avanzar a la siguiente.
El problema con la niñez espiritual, que la Biblia define como carnalidad, es que si permanecemos mucho tiempo estacionados en ella sin corregir aquellas cosas que al Señor no le agradan, nos perderemos la bendición del crecimiento.
Una cosa es hacer acciones típicas de niño si uno es niño, pero cuando ya se debe vivir como un adulto y todavía hace cosas de niño, nos daremos cuenta de que algo anda mal.

La Gran Comisión - las 3 partes

HECHOS 16: 11-15 Zarpando, pues, de Troas, vinimos con rumbo directo a Samotracia, y el día siguiente a Neápolis; 12 y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la provincia de Macedonia, y una colonia; y estuvimos en aquella ciudad algunos días. 13 Y un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido. 14 Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. 15 Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos.

Analizaremos de la manera más sencilla, a través de este pasaje bíblico, las “TRES PARTES” que debemos tener en cuenta en la obra evangelizadora, en cumplimiento de la Gran Comisión:
  1. LA PARTE HUMANA (Vr. 13, 14)
gran comisionConsiste en “anunciar” y “explicar”el mensaje de Salvación lo más sencillo y claro que se pueda. Esto fue lo que hizo el apóstol Pablo: “habló” (compartió) el mensaje del evangelio a las mujeres que estaban reunidas, incluyendo a Lidia (vr. 13). Era una mujer de negocios, de la ciudad de Tiatira entre Sardis y Pérgamo, famosa por sus telas teñidas (purpura real o carmesí), posiblemente viuda, una gentil que adoraba al Dios verdadero (temerosa) y seguía las enseñanzas de las Escrituras al igual que Cornelio. Sin embargo; no se había convertido por completo al judaísmo. 
  1. LA PARTE DIVINA (Vr. 14)
Consiste en “abrir” y “tocar” el corazón de la persona: esto fue lo que hizo el Señor“; abrió” y “tocó” el corazón de Lidia (vr. 14). Muchas veces somos nosotros los que queremos convencer, persuadir y hasta obligar a la persona a convertirse o hacer la oración de fe. Por eso, muchas veces quedamos frustrados y sin ganas de continuar con el trabajo evangelizador.
No olvidemos que el único que convence de pecado, justicia y juicio es el Espíritu Santo (Juan 16: 8-11) y Él es quien abre el entendimiento para que las almas comprendan el mensaje  de Salvación (Lucas 24: 25): la conversión es Su obra directa y exclusiva. La persona cree libremente pero es Él quien despierta el corazón con Su gracia (Hechos 16: 14)

El Hombre De Atenas y El Hombre de Jerusalén - Análisis bíblico en hebreo y griego

Nuestra civilización contemporánea es como un pastel. El baño del pastel es el revestimiento de la moralidad Judío-Cristiana, pero el pastel en sí es plenamente griego. Nuestra aproximación a los conocimientos científicos de la justicia, la economía, la comunidad, la política, la educación, los negocios,... todos ellos se derivan de la filosofía griega, atemperada por la influencia moral Judío-Cristiana.
Una vez que nos comemos el baño del pastel (y hemos consumido una gran parte en los últimos 500 años), lo que nos queda es el pastel griego. Nuestra tarea es examinar el verdadero pastel griego que yace debajo del baño. Debemos hacerlo porque es necesario que comprendamos las inevitables consecuencias que tiene sostenernos mediante el consumo de pastel griego.
Esto es solo una investigación de la diferencia entre la perspectiva del mundo, basada en la filosofía griega y la perspectiva hebrea. El Dios de la Biblia no es griego. Los hombres y mujeres de la Biblia no son griegos. Ni siquiera lo son todos los libros del Nuevo Testamento. Es evidente que unos cuantos de estos libros, muchos, fueron escritos en griego, pero los patrones de pensamiento que utilizaron los hombres que los escribieron, eran profundamente hebreos.
La perspectiva hebrea es radicalmente diferente a nuestra apreciación contemporánea del mundo, que descansa en el modelo griego. Una vez que comenzamos a ver las diferencias, descubrimos nuevos conceptos de nuestra existencia física y espiritual. De hecho, el mismo descubrimiento, verdaderamente no es nada nuevo. Es tan antiguo como las arenas de la playa del día en que Dios dijo a Abraham, “de cierto te bendeciré grandemente, y multiplicaré en gran manera tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena en la orilla del mar” (Génesis 22:17).
Una de las razones por las que se nos dificulta tanto poner en práctica nuestra fe en nuestra vida cotidiana, es que nunca nos hemos tomado el suficiente tiempo para comprender estas diferencias. Somos parte de una herencia que se remonta a la Grecia antigua, cientos de años antes que Cristo caminara sobre las tierras de Galilea. También somos parte de una sociedad configurada durante más de dos milenios por las influencias romanas y cristianas.
El mundo de los griegos no se parecía en nada al mundo de los hebreos. Los griegos son los padres del pensamiento occidental. Los hebreos son de trasfondo oriental. Los griegos eran una cultura de ciudades-estado, un estado de gobierno por el pueblo, de diversidad étnica e historia intelectual de la razón y la teoría. Los hebreos eran una genealogía de descendencia tribal, de gobierno por la revelación del carácter de Dios, una cultura de peregrinos nómadas y con historia intelectual de sabiduría práctica y rituales culturales.
Nosotros somos el resultado de estas dos corrientes. Pero no hemos dedicado el tiempo preciso para ver cómo nos afectan estas dos fuertes corrientes. No hemos escuchado las diferencias entre las respuestas griegas y hebreas a las grandes preguntas de la vida. Y dado que no hemos comprendido que existe una diferencia enorme, continuamos con toda clase de problemas cuando intentamos practicar una fe en Dios basada en la cultura hebrea y dentro de un marco de referencia basado en la cultura griega.

Dios sabe cómo lo hace

Cuando te encuentras en una circunstancia difícil y no sabes como vas a salir de ahí; cuando ya intentaste todo y nada resulta, preguntas a Dios, "y ahora ¿qué hago?" En ese instante Dios está preparando la manera de bendecirte.

Dios-sabe-como-le-haceCálmate, porque la desesperación nos lleva a pensar muchas cosas, a dudar, a preocuparnos, a sentir miedo; el simple hecho de no tener las cosas bajo nuestro control nos hace creer lo peor, pero en medio de todo eso, y a pesar de como pinta el panorama, Dios está diseñando un plan para acabar con la situación que tú no puedes, aunque en ocasiones puedas pensar que no hay nada más que hacer. ¡Créelo!

Se nos dificulta confiar cuando vemos las situaciones muy duras, cuando todas las puertas se nos han cerrado y las oportunidades parecen estar agotadas, pero es exactamente la fe la única tarea que nos compete, porque sabemos que de todo lo demás Dios se encarga.

¡Vaya!, de verdad que la situación que estás viviendo es francamente penosa, pero espera, Dios está preparando algo para ti. A pesar del silencio, de lo mal que parece estar todo, Dios tiene una visión más alta de lo que nosotros podemos ver, Él es un Dios creativo que no se queda corto cuando de bendecirnos se trata, cuida hasta el más pequeño de los detalles de nuestra vida.