sábado, 15 de noviembre de 2014

Aunque no lo creas Dios también castiga

Sofonías 1
Hay muchos cristianos que piensan que Dios no castiga, que es solo amor, y que nada les puede pasar.
Como ejemplo, la mejor estrategia para un ladrón es hacer creer a la gente que en su barrio no hay ladrones. De esta forma la gente vive confiada y relajada, dando oportunidad para que la aproveche el ladrón.
De esta misma forma, Satanás ha hecho creer a la gente, en especial a muchos cristianos, que Dios no castiga, que no existe el infierno y mucho menos que Él existe.
Jerusalén fue destruido porque nunca estuvo preparado para el día en que Jehová le pidiera cuantas de sus actos; sus habitantes siempre vivieron confiados, seguros de que Dios no castiga el mal ni valora el bien. Verso 12 “Acontecerá en aquel tiempo que yo escudriñaré a Jerusalén con linterna, y castigaré a los hombres que reposan tranquilos como el vino asentado, los cuales dicen en su corazón: Jehová ni hará bien ni hará mal.”
Los cristianos modernos alaban a Jehová y a la vez sirven al mundo, dicen amar a Dios pero también aman lo que el mundo les ofrece. Verso 5 “y a los que sobre los terrados se postran al ejército del cielo, y a los que se postran jurando por Jehová y jurando por Milcom.”
Dios castigará a todo aquel que le ha sido infiel a él. Verso 8 “Y en el día del sacrificio de Jehová castigaré a los príncipes, y a los hijos del rey, y a todos los que visten vestido extranjero.”
El día del Señor está cerca y muchos no se dan ni cuenta. Verso 14 “Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy próximo; es amarga la voz del día de Jehová; gritará allí el valiente.”
Por ahora Jesucristo está como Salvador, por eso nos aprovechamos de la gracia, pero pronto vendrá como poderoso juez, y los que no han creído que Él nos pedirá cuentas vivirán las consecuencias de su error, y no habrá dinero ni poder humano que los salve. Verso 18 “Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día de la ira de Jehová, pues toda la tierra será consumida con el fuego de su celo; porque ciertamente destrucción apresurada hará de todos los habitantes de la tierra.”

Parábola del buen samaritano

La parábola del buen samaritano es una de las parábolas de Jesús más conocidas, relatada en el Evangelio de Lucas, capítulo 10, versículos del 25 al 37. Se la considera una de las parábolas más realistas y reveladoras del método didáctico empleado por Jesús de Nazaret, un ejemplo expresivo e incisivo de su mensaje exigente.
Presenta el tono que caracteriza a las llamadas parábolas de la misericordia, propias del Evangelio de Lucas. La parábola es narrada por el propio Jesús, a fin de ilustrar que la caridad y la misericordia son las virtudes que guiarán a los hombres a la piedad y la santidad. Enseña también que cumplir el espíritu de la ley, el amor, es mucho más importante que cumplir la letra de la ley. 
En esta parábola, Jesús amplía la definición de prójimo. La elección de la figura de un samaritano, considerado un herético para los sectores más ortodoxos de la religión hebrea, sirve para redefinir el concepto de prójimo que se manejaba entonces. Jesús, mediante esta parábola, muestra que la fe debe manifestarse a través de las obras, revolucionando el concepto de fe en la vida religiosa judía, entre la cual resaltaban grupos como el de los fariseos a quienes Jesús en numerosas ocasiones, llama hipócritas por su excesivo apego a la letra de la ley y su olvido por cumplir el espíritu de la misma.
El contraste establecido entre los prominentes líderes religiosos inmisericordes y el samaritano misericordioso, es un recordatorio a los maestros de la ley, como es el caso del interlocutor de Jesús, de que estaban olvidando el principio de la verdadera religión y Jesús emplea un personaje despreciado por ellos para mostrarles su error.

Hágase tu voluntad

Durante la II Guerra Mundial, un granjero de Sussex (condado del sur de Inglaterra), envió un dinero a la "Scirpus Gift Misiones", explicando que no podía contribuir más aquel año porque su cosecha no había sido buena por falta de agua. En la misma carta, pedía que los miembros de la oficina de esa entidad, que suelen reunirse todas las mañanas para orar a favor de la obra y sus sostenedores, rogaran a Dios que librara su propiedad de las bombas alemanas.
El señor Baker, secretario de la misión, le respondió prudentemente, que los empleados de la oficina orarían en su favor, pero no pidiendo que su propiedad fuera librada de las bombas alemanas, sino que se cumpliera la voluntad de Dios.
Pocas semanas después de esta correspondencia, un avión alemán bombardeó precisamente en el campo del granjero. La explosión de su cargamento de bombas fue tan fuerte que todos los cristales de la granja quedaron rotos. Los miembros de la Misión dieron gracias a Dios de que el accidente no hubiese tenido lugar exactamente, sobre la propia granja, viendo en ello una respuesta a sus oraciones.
Algún tiempo después, la misión recibió un donativo mucho mayor que ningún año antes, y una carta en la cual el granjero explicaba que las bombas alemanas habían abierto un boquete tan grande y tan profundo, que había dado salida a una corriente de agua subterránea y gracias a ella, su campo se veía libre de los efectos de cualquier sequía en el futuro.

¡No te contamines!

“Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse”. DANIEL 1:8
Vivimos en un mundo en el que un día, ha tiempo, Dios se arrepintió de haber hecho al hombre por tanta maldad que veía, pero su amor y su gracia eran, y son tan grandes que nos salva y nos protege a los hijos de Dios de toda esa maldad.
Desafortunadamente, el mundo, sus placeres, las modas, el ocultismo, la música, las falsas doctrinas, infinidades de cosas y mentiras son entronizadas, y nos influencian de tal modo que desvían nuestra fe y nuestra mirada del único y verdadero Dios.
Por lo que es importante estar firmes y aferrarnos cada vez más al Espíritu Santo, el cual nos ayuda a discernir hasta lo más oculto que realice el padre de la mentira, Satanás.
Todos los días son buenos para limpiarnos de cualquier contaminación, para separar de nuestras vidas lo que nos contaminó y desecharlo. Así como hizo Daniel, proponer en nuestro corazón, no contaminarnos con las obras del príncipe de este mundo. 
Cada día nos vemos afectados indirectamente, por los aires de grandeza, por posesiones bastas e inmundas, por lugares dominados por demonios, incluso hasta por empresas, por negocios, hogares, etc., que a propósito o por ignorancia, poseen objetos, cosas ocultas que son símbolos de atracción de buena suerte, de dinero, o de “protección”, adivinación, los cuales nos contaminan pero no nos deben afectar; pueden ser una puerta por la cual acceden a tener derecho en el lugar que estemos. Por eso debemos tener cuidado y estar alerta de no caer en trampas ocultas, ya que está escrito que hasta los escogidos serán engañados.

El Sacerdote que encontró a Cristo

Nací en Venecia, al norte de Italia, el 22 de marzo de 1917. A la edad de 10 años fui enviado a un seminario católico romano, en Piacenza; después de 12 años de estudio, recibí la ordenación al sacerdocio, el 22 de octubre de 1939.
Dos meses después el Cardenal R. Rossi, mi superior, me envió a América como pastor asistente de la nueva iglesia italiana. Mi único anhelo y ambición era complacer al papa.
Fue un domingo, en febrero del año 1944, cuando por casualidad, sintonicé un programa religioso. Mi teología fue violentada por un texto que oí. “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo.” ¡Así que, pensé, no es pecado contra el Espíritu Santo creer que uno es salvo!
Todavía no estaba convertido, y mi mente ya estaba llena de dudas en cuanto a la religión romana. Comencé a preocuparme más de las enseñanzas de la Biblia que de los dogmas y bulas del papa. Personas pobres me pagaban cada día de 5 a 30 dólares por 20 minutos de Misa, porque prometía librarles las almas de sus familias del fuego del Purgatorio. 
Pero cada vez que yo veía el crucifijo grande sobre el altar, me parecía que Cristo me reprendía diciéndome: “Tú estás robando dinero de gente pobre y trabajadora por medio de falsas promesas. Enseñas doctrinas contra mis enseñanzas. Las almas de los que creen no van a un lugar de tormento, porque Yo he dicho: “Bienaventurados los muertos que de aquí en adelante, mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos; porque sus obras con ellos siguen” Apocalipsis 14:13. “Yo no Necesito repeticiones del sacrificio de la cruz, porque mi sacrificio fue completo. Mi obra de salvación fue perfecta y Dios la sancionó levantándome de entre los muertos. “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.” (Hebreos 10:14) “Si vosotros los sacerdotes y el Papa tenéis poder para librar las almas del purgatorio con misas e indulgencias, ¿por qué esperáis hasta recibir una ofrenda? Si veis un perro quemándose en el fuego, ¿esperáis a que el dueño os traiga 5 dólares para sacar el perro de allí?”...

En esos momentos, no podía debatir con el Cristo en el altar. Cuando yo predicaba que el papa era el vicario de Cristo, el sucesor de Pedro, la infalible roca sobre la cual Cristo edificó su Iglesia, una voz parecía reprenderme y decirme: “Tú viste al papa en Roma; su enorme y riquísimo palacio; sus guardias; los hombres besándole los pies. ¿Crees en verdad, que él me representa? Yo vine a servir a la gente; yo lavé los pies de los hombres; no tuve donde reclinar mi cabeza. Mírame en la cruz. ¿Crees en verdad, que Dios ha edificado su iglesia sobre un hombre, cuando la Biblia dice claramente, que el vicario de Cristo sobre la tierra es el Espíritu Santo y no un hombre?  (Juan 14.26)
“Esa roca fue solo Cristo. Si la iglesia romana está edificada sobre un hombre, entonces no es MI iglesia.”