jueves, 6 de noviembre de 2014

Generosidad

TU VELA NO PIERDE NADA CUANDO ALUMBRA A OTROS
La generosidad comienza en el corazón: Nada habla más alto o sirve más a los demás que la generosidad de un líder. La verdadera generosidad no es algo ocasional. Viene del corazón y absorbe cada aspecto de la vida del líder: su tiempo, su dinero, sus talentos y sus posesiones. Los líderes efectivos, el tipo de líder que a la gente le gusta seguir, no recogen cosas solo para sí; las recogen para dárselas a los demás.
Cultiva la cualidad de la generosidad en tu vida. ¿Cómo?:

1. Sé agradecido por lo que tienes. 
Es difícil para una persona, ser generosa cuando no está satisfecha con lo que tiene. La generosidad proviene de la satisfacción, y la satisfacción no se logra acumulando más bienes. El multimillonario John D. Rockefeller admitió: "He ganado millones, pero eso no me trajo la felicidad". Si no estás contento con poco, nunca estarás contento con mucho. Y si no eres generoso con poco, no vas a cambiar de pronto si llegas a ser millonario.
2. Pon a las personas primero. 
La calidad de un líder no se la da el número de personas que lo sirven, sino el número de personas a las que él sirve. La generosidad requiere poner a otros primero. Si tú puedes hacer eso, el dar se convierte en algo más fácil.
3. No permitas que te controle el deseo por las posesiones. 
Las personas pueden dividirse en tres grupos: los que tienen, los que no tienen, y los que no han pagado lo que tienen. Cada vez más personas se están haciendo esclavos del deseo de adquirir. Obtener cosas es una obsesión de nuestra cultura. Si somos dueños, pensamos que podemos controlar; y si podemos controlar, pensamos que esto nos dará más placer. 
Esto es una ilusión. Si quieres tener control sobre tu corazón, no permitas que las posesiones te controlen.
4. Considera el dinero como un recurso. 
Alguien dijo que cuando se trata de dinero, no se puede ganar. Es decir, si tu meta es hacer dinero, eres un materialista; si lo intentas pero no lo logras, eres un fracasado; si ganas mucho dinero y lo guardas, eres un miserable; si tienes mucho dinero y lo gastas, eres un derrochador; si no te preocupas por tener dinero, no tienes ambiciones; si haces dinero y todavía lo tienes cuando mueres, eres un tonto por tratar de llevártelo contigo.
La única forma real de ganar con el dinero, es no darle importancia y ser generoso con él para lograr cosas de valor. El dinero es un siervo maravilloso, pero un amo terrible. Si se pone encima de ti y tú quedas debajo, te convertirá en su esclavo.
5. Desarrolla el hábito de dar. 
En 1889,  Andrew Carnegie escribió un ensayo llamado el "El evangelio de la riqueza". En él dijo que la vida de una persona rica debe tener dos períodos: un tiempo de adquirir riquezas y un tiempo de distribuirlas. La única forma de mantener una actitud de generosidad es apropiarse el hábito de dar: tiempo, atención, dinero, recursos, etc. El simple acto de gastar el dinero u otro bien, hace algo favorable en nosotros, destruye el demonio de la avaricia. Si eres esclavo de la avaricia no puedes ser un líder.
¿Eres un líder generoso? ¿Buscas constantemente formas de añadir valor a los demás? ¿Estás dando dinero para algo más grande que tú mismo? ¿A quién le estás dando tu tiempo? ¿Estás derramando tu vida en otros? ¿Ayudas a los que no te pueden ayudar o darte algo a cambio? 

El hombre perdido en el bosque

Ciertamente morirás. Génesis 2:17
Nuestro Salvador Jesucristo… quitó la muerte y sacó a luz la vida. 2 Timoteo 1:10
La noche había caído; un hombre perdido en el bosque, buscaba en vano su camino. Los árboles, agitados por un viento glacial, asustaban. La inquietud del hombre se transformó en angustia, pero de repente, una luz apareció a lo lejos. Lleno de esperanza, se dirigió hacia ella. Cuando llegó se encontró ante un inmenso caserón y llamó a la puerta. No hubo respuesta. 
Insistió y al fin, oyó que alguien le preguntaba: ¿Quién es? ¿Qué quiere?
Inline image 1–Estoy perdido y le pido que me deje dormir esta noche en su casa.
–Esto es un monasterio…
–¿Me dejará morir de cansancio y frío?
Hubo un silencio… Luego se oyó el ruido de un cerrojo y la puerta se entreabrió.
–Todas las habitaciones están ocupadas; solo queda una que no es muy confortable. ¡Sígame!
El viajero entró en la habitación, se acostó y se quedó dormido. Al despuntar el día echó una mirada al lugar donde estaba. En la mesa de noche había un cráneo con un papel entre los dientes. Lo tomó y leyó: "Yo fui lo que usted es, y usted será lo que soy yo". Volvió a colocar el papel en su sitio y se apresuró a salir de ese lugar.
¿Qué efecto tendrían esas palabras en su vida? No lo sabemos, pero podemos afirmar que el mensaje sigue siendo actual: “La muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron(Romanos 5:12). Pero la muerte no es el final. Después de la muerte, el hombre tendrá que encontrar a Dios, ya sea con o sus pecados y se enfrentará al juicio, o purificado de sus pecados por el sacrificio de Cristo, y entonces tendrá la vida, la vida eterna con Jesús nuestro Salvador.

Cómo escuchar a Dios para andar con Él

Una de las lecciones más importantes que podemos aprender es cómo escuchar a Dios. En nuestras vidas, complicadas y ajetreadas, nada es más urgente, nada es más necesario y nada es más satisfactorio que oír lo que Dios quiere decirnos y obedecerlo.

Por supuesto, una conversación de verdad implica tanto hablar como escuchar, y a la mayoría de nosotros nos va mejor con la primera parte.
En mi caso personal, llegué a un extremo en que estuve tan ocupado haciendo la obra del Señor, que me quedaba muy poco tiempo para cualquier otra cosa. Predicaba seis veces a la semana, grababa dos programas de televisión y pastoreaba en una iglesia grande. También desarrollábamos el lanzamiento de una emisión de programas de alcance internacional. O sea, pasaba mucho tiempo hablándole a Dios, pero un día me di cuenta que no pasaba la misma cantidad de tiempo escuchando lo que Él me decía. Supe que algo tenía que cambiar. Si no aprendemos a escuchar al Señor, vamos a cometer errores que nos van a salir muy caros.

Tal vez se cuestione: ¿Acaso el Señor realmente nos habla en la actualidad? La Biblia nos asegura que así es. El libro de Hebreos empieza con estas palabras: Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo (Hebreos 1.1, 2). Dios no está callado, nos habla, está vivo y se mantiene activo. Él nos habla individualmente y de manera que podemos escucharle, recibir su mensaje y obedecerle. Él es infinito y plenamente capaz de comunicarse con cada uno de nosotros, donde estemos, en medio de nuestras circunstancias, y de una manera muy personal.
Este es uno de los conceptos más importantes que usted debe entender para aprender a escuchar a Dios. Cuando el Señor habla, le está hablando a usted. La Palabra de Dios contiene Su verdad; por lo tanto, recíbala como algo personal. Permita al Espíritu Santo abrir su corazón, para que usted tenga un entendimiento más profundo de las Escrituras. Así podrá reclamar las promesas de Dios para su vida y también entenderá a un nivel más profundo, su provisión, su cuidado y su amor.

¿Tiene Ud. Vida Eterna?

La Biblia presenta un sendero claro hacia la vida eterna. Primero, debemos reconocer que hemos pecado contra Dios. En las Sagradas Escrituras leemos en Romanos capítulo 3 y el versículo 23: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.” Todos hemos hecho cosas que desagradan a Dios, las cuales nos hacen merecedores de castigo. Debido a que a la larga, todos nuestros pecados van en contra de un Dios eterno, únicamente valoraría un castigo eterno. Pero, en Romanos capítulo 6 y el versículo 23 leemos, “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor Nuestro.”

En 1 de Pedro capítulo 2 y el versículo 22, leemos que Jesucristo es el santo Hijo de Dios, sin pecado. En Juan capítulo 1, los versículos 1 y 14, leemos que el eterno Hijo de Dios, se hizo hombre y murió para pagar nuestro castigo. En Romanos 5:8: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
 Jesucristo murió en la cruz (Juan 19:31-42). Él llevó la culpa que merecíamos nosotros (2 Corintios 5:21). Tres días más tarde se levantó de la tumba, demostrando Su victoria sobre el pecado y la muerte. (1 de Corintios 15:1-4) Y en 1 de Pedro capítulo 1 versículo 3, leemos: “Que según su gran misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos.”

En Hechos 3 el versículo 19, leemos que por fe, debemos arrepentirnos y apartarnos de nuestro pecado y volvernos a Cristo para la salvación. Si ponemos nuestra fe en Él, confiando en que Su muerte en la cruz fue el pago por nuestros pecados, seremos perdonados y recibiremos la promesa de la vida eterna en el cielo. En Juan 3:16 leemos: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.” En Romanos 10:9 leemos: “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.” ¡Solamente la fe en la obra completa de Cristo en la cruz es el único camino verdadero hacia la vida eterna! En Efesios 2:8-9 leemos: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”

Libre o esclavo

La esclavitud se remonta a edades antiguas. Al parecer, su origen proviene del uso de cautivos de guerra o de las conquistas de aldeas pequeñas, para usar a su pueblo como obreros en trabajos forzados. Aunque también cabe mencionar que otros llegaron a esa condición por deudas contraídas.
La esclavitud se convirtió en una fuente de riqueza y poder. De hecho, varias civilizaciones antiguas tenían como base económica y de crecimiento urbano, la fuerza de trabajo del esclavo.
Pero el paso del tiempo hizo que varios países se alejaran del autoritarismo como sistema de gobierno, creando una cámara del senado y nombrando primer ministro, escogido por el mismo pueblo para que gobernara en el área política. En otros continentes, sobre todo en América y África, las colonias lograron su independencia mediante revoluciones civiles e instauraron un autogobierno.
Después de todos estos cambios, la mayoría de los países comenzaron abolir la esclavitud. Algunos tardaron más que otros, pero se consiguió la tan ansiada libertad para todos.
Aunque ya haya pasado mucho tiempo desde que se terminó la esclavitud física, existen otros tipos de esclavitud, con grilletes a los que les llaman tarjetas de crédito, o jaulas que se llaman préstamos de dinero, o cadenas de lujuria, rejas de adicciones, mazmorras de pecados, prisiones de culpa, calabozos de rencor, cárceles de orgullo, etc. La lista podría ser interminable.
Pero lo peor es que estas formas de esclavitud no sólo lo dejan a uno encerrado, sino que también tienen sus propios métodos de tortura. Las deudas monetarias hacen que uno trabaje para pagarle a otro, o más de uno ha cometido toda clase de fechorías con tal de complacer su adicción, o la mente del esclavo a la pornografía entiende que está mal pero ya no puede dejarlo, etc., en fin, el orgullo te encierra en una profunda soledad.
Gálatas 5:1 dice: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.” (RVR1960). Al leer esta porción de la Biblia, no podemos dejar de notar el tono de advertencia que tiene, posiblemente porque los creyentes de aquella época eran propensos a caer en esclavitud pecaminosa, pero si nos volteamos para ver nuestro entorno, notaremos esa misma actitud en nosotros mismos.