jueves, 16 de octubre de 2014

¿Podemos transformar el mundo?

Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. Juan 3:6-7
Inline image 1¿Quién no ha deseado en su juventud, transformar el mundo? Es decir, mejorarlo, que sea más sociable, que respete el medio ambiente… Pero a menudo al hacer este tipo de comentarios, oímos respuestas como: ¡Empieza por mejorarte a ti mismo! Y es cierto, pero imposible de realizar. Desde hace miles de años la historia nos enseña que realmente, es imposible mejorar al hombre y a la sociedad al mismo tiempo. Aunque nos esforzamos por educar el corazón del hombre para dirigirlo mediante leyes muy bien pensadas, para retenerlo o cultivarlo, en el fondo éste nunca cambia. La Biblia nos recuerda:Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso” (Jeremías 17:9). Al mismo tiempo, nos muestra de una manera simbólica, la incapacidad del hombre para transformarse a sí mismo: “¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas?” (Jeremías 13:23).
¿Hay que desesperarse? No, el Dios de amor puede y quiere obrar para el bien de su criatura: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros” (Ezequiel 36:26). ¿Cómo puede suceder esto? Mediante la fe en Jesucristo: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). Y efectivamente, todo cambia cuando lo que me hace actuar, mis intereses y mis objetivos pasan a ser los del nuevo hombre que fue creado en mí. El orgullo y el egoísmo que me gobernaban dan paso a la humildad y al deseo de servir a los demás. Para mí ya no cuenta el amor propio, sino el amor a Dios y al prójimo. 

Concebidos para grandes metas

“Sólo pídelo, y te daré como herencia las naciones, toda la tierra como posesión tuya. ”(Salmo 2: 8. Nueva Traducción Viviente)

vencedora¿Qué determina la condición de un ganador? Por lo menos tres elementos: El primero de ellos, renovar nuestra forma de pensar (Romanos 12:2); el segundo, otorgarle el primer lugar a Dios en nuestros planes y proyectos (Salmo 37:5), y el tercero, estar en la voluntad de Dios. Recuerde que es nuestro Padre celestial quien nos guía en todo cuanto vamos a emprender, de cara a que obtengamos el éxito, y otro aspecto sumamente importante, es que Dios conoce nuestro presente y nuestro futuro y sin duda, nos llevará por el camino que presenta menos peligro, y nos asegura salir airosos por encima de los obstáculos. Dios nos concibió con todas las potencialidades para ser vencedores… pues piense y actúe en grande.
Tenga presente siempre, en cualquier circunstancia, incluso en aquellas que simulan ser adversas, que Dios nos concibió para ser triunfadores. Cuando Él nos hizo no estaba pensando en fracasados sino en vencedores. Nuestro amoroso Padre celestial ya hizo su parte, ahora nos corresponde a nosotros, cambiar esos esquemas de pensamiento que nos han amarrado a la ruina, a la miseria, al dolor y a la frustración.

Confía en Mí

Una vez se estaba incendiando un edificio de 9 pisos en el centro de una ciudad muy importante. Las personas del edificio al enterarse de que estaba en llamas, rápidamente salieron de sus apartamentos, a excepción de un niño de 8 años de edad que dormía en el octavo piso, pues su papá había salido a comprar y su mamá estaba de viaje.
El fuego crecía cada vez más e iba subiendo piso a piso. Los bomberos intentaban apagarlo, pero sus esfuerzos eran imposibles. El edificio estaba totalmente en llamas y los bomberos pidieron refuerzos a otras unidades de la ciudad.
El drama aumentó cuando los bomberos se dieron cuenta que había un niño en el octavo piso, y el fuego crecía, iba ya por el quinto piso. De repente, apareció el padre del niño, preocupado. Viendo este cuadro, los bomberos hicieron un último intento, pero las escaleras no podían llegar hasta las paredes del edificio por haber fuego en todas ellas, cuando entonces, se escucharon los llantos del niño gritando ¡Papi!, ¡tengo miedo!
El padre lo escuchó y llorando, le dijo:
 – ¡Hijo! No tengas miedo yo estoy aquí abajo, no tengas miedo. Pero el niño no lograba verlo:
– Papi, no te veo, solo veo humo y fuego.
Pero el padre sabía que estaba ahí en la ventana porque el fuego lo iluminaba.
– Pero yo sí te veo, hijo. ¿Sabes qué debes hacer? Tírate, que aquí te agarramos todos los que estamos abajo, ¡tírate!
El hijo le dice: 
– Pero yo no te veo.
El Padre contesta: 
– Sabes cómo lo debes hacer, ¡cierra los ojos y lánzate! 
El niño dice: – ¡Papi, no te veo pero allá voy!
Y cuando el niño se lanzó abajo, lo rescataron. Entonces, el padre lo abrazó y lloró con el hijo, juntos y muy contentos.

En soledad, pero no solo

La breve nota que me envió decía mucho.
-Soy una persona incapacitada en una silla de ruedas, escribió. Me siento sola, a pesar de que sé que nunca estoy sola. Dios siempre está presente. No tengo mucha gente con quien hablar.
La palabra soledad es considerada la más desolada del idioma. No respeta edad, raza, condición económica ni inteligencia.
Albert Einstein dijo:  -Es paradójico ser conocido universalmente, y al mismo tiempo sentirse solo.
Dios nos hizo para intimar con otras personas y acompañarlas. Incluso antes que el pecado entrara en el mundo, declaró que no era bueno que el hombre estuviera solo (Génesis 2:18).  Por eso mucha gente, a menudo se siente muy vacía por dentro.
Jesús también conoció la soledad.  Seguro que la sintió cuando sus discípulos lo abandonaron (Marcos 14:50). Sin embargo, la presencia del padre lo compensó en abundancia. Jesús dijo: No estoy solo, porque el Padre está conmigo.  Juan 16:32.  Esa intimidad con el Dios está disponible a todos los que ponen su confianza en Él y en su Palabra.
Podemos disminuir nuestra sensación de soledad acercándonos a los demás. Pero aún más importante es que debemos acercarnos a Dios. Él siempre está con nosotros, y desea que tengamos comunión con Él durante todo el día.
…Seréis esparcidos, cada uno por su lado, y me dejaréis solo; y sin embargo no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Juan 16:32

Morir a nuestro ego

"... CADA DÍA MUERO" (1 Corintios 15:31b)
¿Sabías que pronunciamos alrededor de nueve millones de palabras al año y que más de la mitad de ellas son: yo... mí y mío/a? En cambio, la solución de Dios es que muramos a nuestro ego. Pablo dijo: "Cada día muero a mí mismo" (1 Corintios 15:31b).
egocentrico peq"Mírenme: yo siempre existiré" parece estar de acuerdo con la manera que llevamos nuestras vidas... La Biblia dice que, como seguidores de Jesús, hemos "... crucificado la carne con sus pasiones y deseos" (Gálatas 5:24b). No obstante, el egoísmo no se apartará para "morirse" por sí sólo, sino que debe ser "rematado" definitivamente.
Es una batalla continua, porque tenemos la tendencia de aferrarnos a nuestros propios intereses con un agarre mortal. Jesús dijo a sus discípulos: "Si alguno quiere ser el primero, deberá ser el esclavo de todos" (Mateo 20:27 BLS). Los esclavos eran los criados más insignificantes, según la "vara de medir" de entonces
Los seguidores de Cristo maduros han sido llamados a unos niveles más altos de desinterés personal que los principiantes. Y cuando aspiramos a guiar a otros, el Señor sube aún más nuestro nivel de desinterés. A menudo, Él te dejará con un recuerdo permanente de cómo logró llegar a ti en un área donde fuiste muy testarudo.

Jacob se quedó marcado con una cojera (Génesis 32:31b), e incluso el apóstol Pablo recibió un impedimento para que conociera sus limitaciones (2 Corintios 12:7). ¿Y cuál es el tuyo? ¿El hábito con el que estás luchando o el miedo que nunca te deja tranquilo? ¿Por qué Dios no me lo quita?, te preguntarás. Porque cualquier cosa que te mantiene dependiente de Él es una ventaja y no una desventaja.