domingo, 5 de octubre de 2014

Bailando con muletas

Se llama “muleta”. Es una especie de bastón largo, robusto, convenientemente reforzado; que puede llegar hasta el codo o la axila y que consta de una empuñadura en el medio para que el usuario se pueda sujetar firmemente. Es útil para aquellas personas que tienen problemas para caminar con una o ambas piernas, o carecen de alguna de ellas.
Cuando me accidenté un pie y estuve un tiempo con la clásica bota de yeso, tuve que andar con un bastón, imposibilitado para poder caminar con una de mis piernas, hasta que estuve en condiciones de apoyar el pie. Tuve la opción de elegir entre bastón o muleta que es más segura, pero el uso de esta última francamente, me aterrorizaba.
Haber experimentado esta relativamente breve limitación, aún con la certeza, en mi caso, de que en poco más de un mes iba a poder comenzar a caminar normalmente, me inspira un profundo respeto hacia quienes no tienen esta opción y deben valerse de muletas por un prolongado período de tiempo, algunos inclusive de por vida. A pesar del largo tiempo transcurrido desde entonces, afloran en mi mente con extraordinaria nitidez, recuerdos y detalles del accidente como si hubiera ocurrido ayer. Puedo volver a sentir incluso, el agudo dolor de huesos rotos. Creo que Dios, no sé por qué exactamente, me enseñó una formidable lección aquella terrible y dolorosa tarde de agosto.
Hay un momento tan fugaz como traumático, de crisis e intenso dolor, durante el cual nada podemos hacer para evitarlo. Es en esa fracción de segundo cuando se desencadena este evento de impotencia. Quienes han experimentado un accidente sin importar su mayor o menor gravedad, lo saben muy bien.
Luego sobreviene el trauma. Salir de la crisis o permanecer años, inclusive toda la vida sumergidos en ella, sí depende de cada uno de nosotros.

Lleva el paso de Dios

"PUES SOMOS HECHURA SUYA, CREADOS EN CRISTO JESÚS PARA BUENAS OBRAS, LAS CUALES DIOS PREPARÓ DE ANTEMANO PARA QUE ANDUVIÉRAMOS EN ELLAS" (Efesios 2:10)
pasos connect2Nuestra actitud inalterable debe ser la de: "Señor, muéstrame tu plan", y después, cuando sabemos lo que Dios quiere que hagamos, hacerlo. Cuando decimos 'sí' al Señor, Él nos provee con la aptitud de la que carecemos, para poder cumplir su voluntad. Dios no nos da primero la capacidad y después nos llama; no, Él nos llama, y mientras damos un paso de fe y le obedecemos, nos provee con la habilidad.
La Biblia dice: "... que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados..." (Efesios 4:1b). La palabra andar, usada aquí, no se refiere a una caminata serpenteada. Significa "llevar el paso del Señor, sintonizar con el latido del Espíritu Santo y moverse al unísono con Él".

Semillas y fe - Reflexiones

Una fábula cuenta acerca de un hombre que estaba mirando tranquilamente en una tienda, y descubrió que Dios estaba detrás del mostrador. Así que el hombre se acercó, y preguntó: 
-¿Qué vendes? Dios respondió: 
-¿Qué desea tu corazón? 
-El hombre dijo: Quiero felicidad, paz mental y ser libre del temor, para mí y para todo el mundo. Dios sonrió y dijo: 
-Aquí no vendo frutos. Solo semillas.
En Gálatas 6, Pablo enfatizó la importancia de sembrar semillas de comportamiento que honren a Dios, porque todo lo que el hombre sembrare, eso también segará (verso 7). No podemos esperar experimentar el fruto de las bendiciones de Dios, si no reconocemos la importancia de hacer nuestra parte.
Seguir el ejemplo de otros que han sembrado buena semilla puede ayudarnos. Un buen ejemplo puede inspirarnos o, acomodados, hacernos decir: "Ah, sí, él/ella es así, sus cambios de humor, los nervios, la impaciencia o la preocupación no le suponen un problema, como no es mi caso, simplemente tiene un mejor temperamento que yo". 
"Puede que no se nos ocurra que tal vez, esa persona haya tenido que luchar por conseguir su serenidad y que también podríamos triunfar, si hiciéramos lo mismo".
¿Estás cansado de tu manera de ser? Pídele ayuda a Dios y comienza hoy a sembrar las semillas de nuevas acciones y respuestas. A su debido tiempo, el Espíritu te dará el crecimiento.
Las semillas que sembramos hoy determinan el tipo de fruto que cosecharemos mañana.
Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Gálatas 6:7

El Único Juez... Dios

PROVERBIOS 25: 7b-8 “Lo que atestigües con tus ojos no lo lleves de inmediato al tribunal, pues ¿qué harás si a fin de cuentas tu prójimo te pone en vergüenza?” 
Frecuentemente, acostumbramos a observar y criticar todo de las demás personas, sin revisarnos primero a nosotros mismos, tal como la historia siguiente:
Una pareja de recién casados, se mudó para un barrio muy tranquilo. En la primera mañana en la casa, mientras tomaba café, la mujer reparó a través de la ventana, que una vecina colgaba sábanas en el tendedero y dijo: 
-“Quizá necesita un jabón nuevo… ¡Ojalá pudiera ayudarla a lavar las sábanas!”.- El marido miró y quedó callado. Élla continuó hablando: 
-“Qué sábanas tan sucias cuelga la vecina en el tendedero!” 
jusgandoY así, cada dos o tres días, la mujer repetía su discurso, mientras la vecina tendía sus ropas al sol y el viento. Al mes, la mujer se sorprendió al ver a la vecina tendiendo las sábanas limpiecitas, y dijo al marido: 
-“¡Mira, aprendió a lavar la ropa! ¿Le enseñaría otra vecina?”  El marido le respondió: 
-“¡No, hoy me levanté más temprano y lavé los cristales de nuestra ventana!”
Y la vida es así. Todo depende de la limpieza de la ventana a través de la cual observamos los hechos. Antes de criticar, sería conveniente comprobar si hemos limpiado nuestro corazón para poder ver más claro. Entonces podremos ver con nitidez la limpieza del corazón de los demás. 
Una de las cosas que nos hace muy humanos, no necesariamente en el buen sentido de la palabra, es nuestra rapidez en emitir juicios. Muy a menudo, cuando observamos el comportamiento de nuestro prójimo, analizamos los datos a nuestra disposición y con pasmosa velocidad, llegamos a una conclusión, habitualmente condenatoria y la mayoría de las veces errónea.

Pasos De Bebé - Crecimiento personal-espiritual

El éxito no comienza hasta que iniciamos la caminata hacia nuestras metas. Y nuestro caminar siempre comienza con un paso de bebé.
¿Por qué los llamamos pasos de bebé? ¿O serán algo más que nuestro próximo paso en el camino de la vida?
Los pasos de bebé son los primeros pasos que damos como un acto de fe. Vemos a otros avanzando y al seguirlos, reclamamos nuestra habilidad de caminar. Al crecer, seguimos nuestro desarrollo al tomar adicionales pasos de bebé. A veces caemos y otras, fracasamos. Todos los pasos se convierten en actos de fe; simplemente, nos vamos haciendo más duchos.
Si nos decimos a nosotros mismos: “No quiero verme como un tonto” o “más vale que sea bueno en esto”, probablemente nunca tomaremos los pasos de bebé hacia nuestras metas y acabaremos ahogándonos en nuestra propia conmiseración.
Como cultura, nos enfocamos en los resultados. Contemplamos cualquier riesgo a tomar para alcanzar nuestras recompensas. Son pocos los que son rendidores consumados en cualquier tarea la primera vez que lo intentan. Fracasan y triunfan. Exprimen sus habilidades para cada ocasión. Practican sus habilidades y utilizan sus talentos a través de pasos de bebé, antes de estar listos para mostrárselos al mundo.