viernes, 3 de octubre de 2014

¿Qué y cuáles son los Diez Mandamientos?

Los Diez Mandamientos son diez leyes en la Biblia, que Dios dio a la nación de Israel poco después de su éxodo desde Egipto. Los Diez Mandamientos son esencialmente, un resumen de los más de 600 mandamientos contenidos en la ley del Antiguo Testamento. Los primeros cuatro mandamientos tratan de nuestra relación con Dios. Los siguientes seis mandamientos tratan de nuestra relación con los demás. Los Diez Mandamientos están registrados en la Biblia en Éxodo 20:1-17 Deuteronomio 5:6-21 y son los siguientes:

(1) “No tendrás dioses ajenos delante de mí.” Este mandamiento es contra la adoración de cualquier otro dios que no sea el único Dios verdadero. Todos los otros son dioses falsos.

(2) “No te harás imagen, ni ninguna semejanza con lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.” Este mandamiento es en contra de hacer un ídolo, una representación visible de Dios. No hay imagen que podamos crear, que pueda representar fielmente a Dios. El hacer un ídolo que represente a Dios es adorar un dios falso.

Una fe victoriosa

Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
Juan 11:25-26
Si crees, verás la gloria de Dios.
Juan 11:40
Inline image 1Lázaro estaba enfermo. Sus hermanas mandaron llamar a Jesús, pero cuando Él llegó, Lázaro había muerto hacía aproximadamente cuatro días. Jesús halló a Marta y le dijo: “Tu hermano resucitará”. Luego, al ver a María llorando, y a los amigos que habían ido a consolarla, también llorando con ella, se conmovió. Comprendía el dolor de María, y aún más, la causa de ese dolor: el poder de la muerte y su impacto en nuestro ser. Jesús lloró. Él llora con los que lloran y mediante sus lágrimas, muestra su simpatía hacia todos los que pasan por el duelo.
Jesús ordenó quitar la piedra que cerraba el sepulcro. Entonces Marta, quien a pesar de todo había mostrado fe, dudó. Dijo: “Señor, hiede ya, porque es de cuatro días”. Pero el Señor le recordó su promesa: “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” Luego ordenó al muerto salir; y Lázaro salió de la tumba.

Esta duda de Marta se parece a las nuestras, cuando las oraciones por las situaciones por las que estamos pasando, continúan degradándose. ¡Apropiémonos de las promesas de Jesús! No dejemos desfallecer nuestra confianza en Dios, pues cuando intervenga, veremos su gloria. Quizá no actúe exactamente como lo habíamos imaginado, pero lo hará con poder y sabiduría. ¡Así podremos darle las gracias y alabarlo!

El Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación (2 Corintios 1:3-4).




Crecimiento En El Cambio - Crecimiento personal-espiritual

Al despertar esta mañana al aire fresco mañanero, ¡supe que había llegado!  Sé que todo ex estudiante o ex maestro me respondería con: ¿De veras… ya? 
Al empezar septiembre comenzamos a ver las pistas del otoño más claramente. Ah sí, los autobuses escolares, la temporada de fútbol, y la inminente liga de baloncesto. Y otra pista: ¡nos vemos despidiendo aquellas largas noches de verano con tristeza! ¡Llegó el otoño! ¡Mi estación favorita del año!
¡Se puede percibir la frescura en el aire que nos recuerda que estamos vivos!  Pronto veremos las hojas de los árbole, decoradas en una variedad de colores y saludadas por ocasos tempraneros; es la forma en que la naturaleza nos recuerda que las cosas cambian.
Es el flujo normal de la vida, cuando la naturaleza irrumpe y cierra la puerta con gracia al verano, lentamente, abriendo la puerta al otoño. La rueda de la vida gira continuamente, recordándonos que la abundancia nunca está fuera de nuestra vista o alcance.
Estamos aquí para ver la belleza que nos rodea diariamente. ¿Podremos verla no solo en lo que nos rodea sino en cada persona?  Las oportunidades para ello y más se presentan siempre, alcanzándonos y esperando que las abracemos. Las oportunidades de ver la bondad, la belleza, la gratitud en una persona, en un lugar o cosa que no quisimos o no pudimos reconocer antes de este momento. Las cosas cambian.

¿Qué dice la Biblia acerca de los celos?

Cuando usamos la palabra celos, la usamos en el sentido de estar envidiosos de alguien que tiene algo que nosotros no tenemos. Esta clase de celos es pecado y no es característica de un cristiano. Muestra que aún estamos siendo controlados por nuestros propios deseos (1 Corintios 3:3). Gálatas 5:26 dice, “No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.”

La Biblia nos dice que debemos tener la perfecta clase de amor que Dios tiene por nosotros. “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no es indecoroso, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor.” (1 Corintios 13:4-5). Entre más nos concentremos en nosotros mismos y nuestros deseos, más incapaces 
seremos de concentrarnos en Dios. Cuando endurecemos nuestros corazones a la verdad, no podemos volvernos a Jesús y permitirle que nos sane (Mateo 13:15). Pero cuando permitimos que el Espíritu Santo nos controle, Él producirá en nosotros el fruto de nuestra salvación, el cual es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gálatas 5:22-23). Santiago 3:14-15 dice, “Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis ni mintáis contra la verdad, porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica.”

Nuevos pasos de la mano de Dios

“¡Mira! Yo estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaremos juntos como amigos.”(Apocalipsis 3:20. NTV)
Lucía no era una persona desconocida. Pedía orar por su hijo. En ese momento tenía 17 años. Era bebedor y consumía marihuana; un verdadero caos para todos. Rebelde, grosero, impertinente, robaba hasta el último céntimo de la familia. La madre estaba desesperada y pidió oración. De nada había servido que riñera con el muchacho, pues él seguía con sus malas amistades.
Dios respondió a sus oraciones pero de una manera extraña. Una noche lo iban a matar sus propios “amigos”. Le pidieron que comprara droga y cervezas. Él fumó la hierba y se bebió las cervezas. Lo encontraron dos horas después, drogado, borracho y muy golpeado; habían intentado matarlo a golpes y casi lo lograron.
Pero en medio de su desesperación, Ricardo pidió ayuda a Dios. “Sálvame, y no volveré a ser el mismo”. Dios lo salvó. Una patrulla de la policía que pasaba por el lugar, “inexplicablemente” evitó la muerte del joven.
Regresó a casa arrepentido, ya de madrugada. A primera hora del día, estaba dispuesto a acompañar a su madre a la iglesia. Dos días después se fue del lugar, a casa de algunos familiares, para evitar retahilas. Hoy es líder juvenil en una congregación.
Todos los seres humanos podemos cambiar. El Señor Jesús nos dio una enorme oportunidad cuando dijo: “¡Mira! Yo estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaremos juntos como amigos.”(Apocalipsis 3:20.NTV) Basta que nos decidamos, porque el propósito de Dios es que seamos rescatados de nuestra manera de vivir. 
“Si estás cansado de todas las reglas, de todas las fórmulas, de todas las actividades religiosas, incluso de los bienintencionados programas de la iglesia que prometen transformación pero no siempre lo cumplen, es hora de que confíes en el Dios de la gracia, de la fe, de mantener una relación con Él, que te lleva al cambio y a una transformación verdadera; en Su amor, poder y gracia puedes vivir una vida abundante, nueva y radical.”