miércoles, 1 de octubre de 2014

Crea y lo logrará

Muchas veces le he dicho al Señor: "Padre, ¿qué quieres que haga? Si me muestras qué es lo que debo hacer, lo haré con gusto". 
Yo era una ejecutora. Todo cuanto los demás tenían que hacer era mostrarme qué necesitaban y yo lo hacía, y ponía lo mejor de mí para hacerlo bien. Pero lo que me frustraba y confundía era que, aunque hacía las cosas bien, no funcionaban. Aún no había entendido que a menos que el Señor construya la casa, en vano se esfuerzan los albañiles (Salmos 127:1).
En Juan 6:28, las personas querían saber qué tenían que hacer para satisfacer a Dios. Querían saber cómo debían hacer las obras que Dios exigía. ¿Cuál fue la respuesta de Jesús a estas personas? "Ésta es la obra de Dios: que crean en aquel a quien Él envió..." (Juan 6:29).
Cuando el Señor me reveló este pasaje por primera vez, pensé que por fin me iba a enseñar cómo tener éxito al hacer su obra. Y en cierto sentido, lo hizo. Me dijo: "Cree".

Fe, Riesgo, Cambio, Esperanza - Crecimiento personal-espiritual

Es con la Fe como confiamos en Dios poniendo nuestras vidas en Sus manos. Es por ella como tomamos “pasos de Fe”, en lo que se refiere a caminar con Dios. La Fe no es sentarse y esperar, la Fe es caminar, un paso a la vez. La Fe es confiar en Dios y en la gente para que nos ayuden, a medida que hacemos cambios diarios para caminar con Dios.
El cambio es lo que queremos. De vida, de corazón y de mente. El cambio es el proceso de arrepentimiento y santificación. Un estilo de vida cambiado, pero el cambio requiere algo. Requiere que tomemos riesgos; todo cambio involucra algún elemento de riesgo, y debemos confiar, tener Fe en Dios, si vamos a tomar riesgos.
¿Y qué sucede cuando experimentados el cambio? Entonces, tenemos esperanza.
Con el propósito de aclarar, trabajemos de atrás para adelante. La esperanza viene del cambio. El cambio viene de tomar riesgos. La habilidad de tomar riesgos viene de tener Fe en Dios y los demás. La Fe se expande a la esperanza que sentimos después del cambio.
¿Quieres esperanza? Entonces necesitas cambiar. ¿Quieres cambiar? Necesitas arriesgar. ¿Estás dispuesto a tomar riesgos? Entonces debes tener fe/confiar en Dios y los demás.

La amistad es un Regalo de Dios

Es célebre la amistad que ligaba a los dos guerreros griegos Pelópidas y Epaminondas.
Era tanta que, en la batalla de Mantinea unieron sus escudos para poder pelear juntos y ayudarse mutuamente.
Lucharon así durante algún tiempo y estuvieron derrotando a sus enemigos, hasta que Pelópidas cayó herido y, derramando mucha sangre por las heridas, estaba a punto de morir. Entonces, Epaminondas decidió seguir peleando al lado del cuerpo de Pelópidas, aunque él mismo tuviera que morir junto a su amigo, de quien creyó que moriría en ese lugar.
Epaminondas, también herido gravemente, permaneció luchando así, hasta que llegaron otros compatriotas que rescataron a los dos amigos moribundos.
Desde aquel día esa amistad llegó a ser proverbial. Después fueron ascendidos a jefes del Ejército Tebano (de Tebas, ciudad de Grecia) con la misma autoridad, y nunca existió rivalidad ni envidia entre ellos.
La amistad es un regalo de Dios. Cuando respetamos la verdadera amistad, respetamos uno de los mejores regalos dados por Dios al hombre. Y la perla que adorna este regalo es la lealtad.
1 Samuel 30:26
Y cuando David llegó a Siclag, envió del botín a los ancianos de Judá, sus amigos, diciendo: He aquí un presente para vosotros del botín de los enemigos del Señor.

Job 19:21 
!Oh, vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí! Porque la mano de Dios me ha tocado.

Amor para toda la vida

Un niño hizo un bote de papel, y fue tanto el esmero que puso para que quedara bien, que llegó a ser lo mejor que tenía. Lo llevaba a todos lados, lo dejaba en los pequeños riachuelos y lo contemplaba todo el tiempo; pero de repente sucedió algo inesperado: el bote se perdió. El niño muy asustado, comenzó a buscarlo, recorrió calles, tiendas y no lograba hallarlo; a pesar de que pasaron varios días, continuó con la búsqueda hasta que por fin lo encontró. Estaba en una tienda de antigüedades colocado en el mostrador. 
El niño entró rápidamente, solicitó al vendedor que le devolviera su bote, pero éste se negó diciéndole que él lo había comprado y que de igual manera, el niño debería hacerlo. Al escuchar esto, el pequeño corrió a casa, sacó todos sus ahorros y regresó a la tienda, compró su bote y al salir le dijo “botecito, cuando te hice yo te amaba, pero al comprarte y recuperarte te amo doblemente.”
Esta ilustración ejemplifica el amor de Dios; la Palabra dice que nosotros somos su creación. Él nos hizo a imagen y semejanza suya, nos formó y ya nos conocía aun antes de que estuviésemos en el vientre de nuestra madre.
Sin embargo, por nuestros pecados, nos alejamos, quisimos experimentar la vida y lo que nos ofrecía, nos apartamos de Él y por mucho tiempo hemos permanecido así, distantes de Dios, de sus propósitos, de sus sueños para con nuestras vidas.

El Regalo de Dios

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; Efesios 2:8
En varios lugares del Nuevo Testamento la palabra griega, usada para definir las palabras “gracia” y “don” es la misma y se la define como “regalo”.
Un regalo es algo que otra persona nos hace para agasajarnos. No recibimos regalos porque nosotros los pidamos, sino porque otro tiene el deseo de regalarnos algo. Así sucede en la esfera espiritual, en nuestra relación personal con el Señor.
Dios ha hecho el mejor regalo para toda la humanidad, no porque la humanidad lo merezca sino porque el Dador (Dios) amó grandemente a la humanidad. Ese regalo se llama Jesucristo, y cualquier persona que lo recibe como el Salvador (Juan 3:16) se transforma en un hijo de Dios según Juan 1:12.