sábado, 27 de septiembre de 2014

El Organista

Un organista de una iglesia estaba practicando una pieza de Felix Mendelssohn y no estaba tocando muy bien. Frustrado, recogió su aparejo musical y se dispuso a irse. No había notado a un extraño que se había sentado en un banco de atrás. 
Inline image 1Cuando el organista se dio la vuelta para irse, el extraño se le acercó y le preguntó si él podía tocar la pieza. El organista respondió bruscamente: nunca dejo que nadie toque este órgano. Finalmente, después de dos amables peticiones más, el músico gruñón le dio permiso, eso sí, con cierta resistencia. 
El extraño se sentó y llenó el santuario de una hermosa e impecable música. Cuando terminó, el organista preguntó: ¿Quién es usted?
El hombre contestó: Yo soy Felix Mendelssohn. 
El organista por poco impidió al creador de la canción que tocara su propia música. 
Hay veces en las que nosotros también tratamos de tocar los acordes de nuestra vida e impedimos a nuestro Creador que haga una música hermosa. 
Igual que el obstinado organista, quitamos las manos de las teclas con terquedad. Como pueblo Suyo, somos creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano (Efesios 2:10). Pero nuestras vidas no producirán una música hermosa a menos que le dejemos obrar a través de nosotros. 
Dios tiene una sinfonía escrita para nuestras vidas. Dejémosle que haga su voluntad en nosotros. 
LA CAPACIDAD DE DIOS NO ESTÁ LIMITADA POR NUESTRA INCAPACIDAD.

¿Qué te hace falta?

A veces dudamos de lo que Dios puede hacer, de lo que es y de que va a volver.
La Biblia nos dice que Cristo volverá, "Por tanto, también vosotros estad apercibidos; porque el Hijo del hombre ha de venir a la hora que no pensáis". Mateo 24:44
Muchos no creen en la segunda venida de Cristo y no se esfuerzan por conocerlo más, agradarlo y obedecerlo. 
Esto ya sucedía desde los tiempos de Abraham, porque ya desde esos tiempos se anunciaba el nacimiento del Mesías y nadie lo creía; y cuando llegó el momento, no creían que Jesús fuera el Cristo.
De igual manera, actualmente no llegamos a creer en todo lo que Dios nos ha prometido, en lo que hizo por otras personas y por nosotros.
Él nos prometió que estaría con nosotros y que nos dejaría su Espíritu Santo hasta su segunda venida, pero ¿qué hace falta para que podamos creerle?

El Amigo de mi hijo - Reflexiones

Era la reunión del domingo por la noche en una iglesia cristiana evangélica. Después que cantaron, el pastor se dirigió a la congregación y presentó al orador invitado. Se trataba de uno de sus amigos de la infancia ya entrado en años. Mientras todos lo seguían con la mirada, el anciano ocupó el púlpito y comenzó a contar esta historia:

"Un hombre junto con su hijo y un amigo de su hijo, estaban navegando en un velero a lo largo de la costa, cuando una tormenta les impidió volver a tierra firme. Las olas se encresparon al extremo de que el padre, a pesar de ser un marinero de experiencia, no podía mantener a flote la embarcación, y las aguas del océano arrastrarían a los tres."

Al decir esto, el anciano se detuvo un momento y miró fijamente a dos adolescentes que, por primera vez desde que comenzó la reunión, estaban mostrando interés. Y siguió narrando:
... El padre logró agarrar una soga, pero luego tuvo que tomar la decisión más terrible de su vida: escoger a cuál de los dos muchachos tirarle el otro extremo de la misma. Tuvo solo unos pocos segundos para decidirse. Sabía que su hijo era seguidor de Cristo, y también sabía que el amigo de su hijo no lo era. La agonía de su decisión era mucho mayor que los embates de las olas.
Miró en dirección a su hijo y le gritó: ¡Te quiero, hijo mío!, y le tiró la soga al amigo de su hijo. En el tiempo que le llevó halar al amigo hasta el velero volcado, su hijo desapareció bajo los fuertes oleajes en la oscuridad de la noche. Nunca lograron encontrar su cuerpo.”
Los dos adolescentes estaban escuchando con suma atención, atentos a las próximas palabras del orador invitado.
“El padre, continuó el anciano, sabía que su hijo pasaría a la eternidad con Cristo, y no podía soportar el hecho de que el amigo de su hijo no estuviera preparado para encontrarse con Dios. Por eso sacrificó a su hijo. ¡Cuán grande es el amor de Dios que le impulsó a hacer lo mismo por nosotros!”

Juntos en armonía

“¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es que habiten los hermanos en armonía!” Salmo 133:1 
Disfrutando de la vista en una zona boscosa, deparé en el gran escenario que tenía delante de mis ojos. Había árboles viejos y nuevos, algunos muy altos, otros no tanto; también los había de troncos anchos y de troncos delgados y una gran variedad de hojas con sus colores. Entre los árboles revoloteaban diversas aves y mariposas; todos diferentes entre sí pero con una armonía asombrosa. 
juntosEste panorama me hizo reflexionar en la variedad de seres humanos que hay sobre la faz de la tierra; como aquel conjunto de árboles, diferentes entre sí, pero todos con un propósito perfecto. 
Si usted observa con detenimiento, es probable que se percate de la variedad de personalidades de aquellos que le rodean. Nosotros somos todos diferentes aunque seamos de la misma familia, incluso siendo gemelos siempre hay diferencias. En lo físico hay mucha diferencia; pero es escandalosamente amplia la variedad en la personalidad. Algunos son cariñosos, otros gruñones, algunos pacificadores, otros controvertidos, los hay divertidos y otros no tanto. Sin embargo, todos juntos formamos el hermoso y perfecto bosque de Dios.
Somos diferentes unos de otros, pero para Dios todos somos del mismo valor Porque en Dios no hay acepción de personas” (Romanos 2:11). Y si Dios es nuestro hacedor y nos ama a todos, ¿cómo nosotros siendo simples hombres y mujeres mortales, nos ponemos en la posición de rechazar o descartar a los demás?

La Adversidad te Fortalece - Crecimiento personal-espiritual

“La vida es demasiada corta para permitir que las dificultades me quiten la alegría de vivir.” 
¿Cómo puedo mantenerme motivado cuando las cosas no están bien? Es cierto que cuando las cosas están saliendo bien nuestra motivación es alta; sin embargo, cuando las cosas no salen como quisiéramos nuestra tendencia es a desmotivarnos, incluso a desesperarnos.
Debemos pues, recordar las palabras de Pablo a Timoteo: Pero tú, Timoteo, mantén la calma en todo momento, soporta los sufrimientos y anuncia siempre la buena noticia. Haz bien tu trabajo.” 2 Timoteo 4:5 ¿Qué ves aquí?
La mayoría de las personas no alcanzan a ver las dificultades como oportunidades para crecer, no creemos que todas las cosas nos ayuden a bien. Y todas las cosas incluyen momentos difíciles, momentos de dolor. La clave para mantenerse motivado en tiempos difíciles, es evitar caer en desesperanza y concentrarse en buscar el beneficio.
Las adversidades nunca te dejarán igual, y tienes dos opciones en esos momentos difíciles: te debilitan o te dan fuerzas. ¿Qué escoges? ¿Cómo te gustaría vivir la vida? ¿Motivado o desmotivado? Siempre tendrás opciones en la vida y una es la elección que debes hacer para afrontar la adversidad.¿Recuerdas el cuento de la zanahoria, el huevo y el grano de café?
Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.
Su padre, chef de profesión, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres recipientes con agua y los colocó sobre el fuego. Pronto, el agua de cada uno estaba hirviendo. En uno colocó zanahorias, en otros huevos y en el último preparó café. Los dejó hervir sin decir palabra.
La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en un plato. Finalmente, coló el café. Mirando a su hija le dijo: “Querida, ¿qué ves?”
-”Zanahorias, huevos y café”, fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo abriera. Después de quitarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma. Humildemente la hija preguntó: “¿Qué significa esto, papá?”
Él le explicó que los tres elementos se habían enfrentado a la misma adversidad, agua hirviendo, pero habían reaccionado de forma muy diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su fina cáscara protegía su interior líquido; pero después de estar en el agua hirviendo, su interior se había endurecido. El café sin embargo, era único; después de estar en agua hirviendo,... había cambiado al agua.