domingo, 21 de septiembre de 2014

Orar de acuerdo a la voluntad de Dios

Primera de Juan 5:14,15 nos enseña sobre orar de acuerdo con la voluntad de Dios. La Palabra nos explica claramente, muchas cosas que son voluntad de Dios para nuestra vida. Por ella, sabemos que podemos pedir esas cosas audazmente, sin estar preocupándonos por si será o no será la voluntad de Dios. Pero si no es su Voluntad...
Sin embargo, cuando tratamos con situaciones diarias en las cuales estamos inseguros de la perfecta voluntad de Dios, deberíamos orar que sea hecha la voluntad de Él y no la nuestra. Muchas veces pedí algo a Dios en oración, pero como no tenía un versículo específico de la Biblia que respaldara mi requerimiento, le dije al Señor: “Esto es lo que pienso que quiero, al menos, me parece que sería bueno que fuera de esta forma, pero si me estoy equivocando en lo que te pido, Señor, por favor, no me lo des. Lo que deseo es tu voluntad, y no la mía”.
Cuando aprendemos a orar bajo la voluntad de Dios, es importante que consideremos el tiempo. Podemos orar por algo que es la voluntad de Dios, pero mientras no llegue el tiempo correcto de Él para nuestra vida, no veremos la manifestación física de la respuesta.
Recuerde: “La fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). Si usted tiene la Palabra de Dios para respaldar sus requerimientos, manténgase por fe hasta ver los resultados. Pero recuerde que la verdadera fe nos hace entrar en el reposo de Dios, así que esperar en Él será una experiencia placentera, no una de frustración.

La fidelidad no se improvisa

“La fidelidad no se improvisa” fue una frase magistral que tuve la posibilidad de escuchar meses atrás, en una conferencia orientada al desarrollo de la sexualidad y la afectividad.
Sin lugar a dudas, seguro que esta oración no fue tan resonante para muchos de los que compartíamos el auditorio aquel día, pero para mí tuvo un significado muy profundo y representa también el pensamiento que tengo hoy. Y digo hoy, porque parte de reconocer quiénes somos es reconocer quiénes hemos sido, y lo que he sido no siempre ha sido coherente con esta cita.

A lo largo de nuestra vida existen distintas formas de manifestar nuestra fidelidad y lealtad: con la familia, con la profesión, la fe, la pareja, los sueños, los proyectos, etc. Son infinitas las facetas frente a las cuales podemos decidir mantenernos firmes y fieles a nuestras convicciones. Ser fiel es una decisión que se toma de antemano, no de improviso ante una situación límite. Yo no puedo ver, por ejemplo, si le soy fiel a mi pareja hasta que no me veo en el escenario de serlo o no; de no ser así, sería muy peligroso, arriesgado e irresponsable. La fidelidad no se improvisa, se decide.

Enfatizo, porque he estado en las dos veredas: he improvisado y me ha ido muy mal, pero también he decidido, y ahí me ha ido muy bien. Cuando decidimos algo, es como si fuésemos dotados del poder para cumplirlo y a través de ese poder, logramos manifestar “de qué pasta estamos hechos”. Todos conocemos algún caso en donde alguien no fue fiel a sus sueños, convicciones, familia o pareja y terminó en desgracia, pues eso es lo que pasa con la improvisación; puede salir muy bien, pero hay un riesgo muy alto de que salga muy mal, pues no hay previsión de las consecuencias, y cuando nos movemos así, nos movemos a ciegas aumentando nuestras probabilidades de fracaso.
Tómate un tiempo para pensar en qué cosas aún no eres fiel y toma la determinación de ello. No ser fiel indica abandonar algo, cambiarlo por otra cosa o, directamente, renunciar a algo. Ser infiel es serlo primero con uno mismo, porque tú mismo traicionas aquello que un día dijiste que era importante para ti. Cuando somos infieles, el primer gran daño nos lo hacemos nosotros mismos y ese daño es el más difícil de reparar..

Aprendamos a dejar de improvisar, aprendamos a anticiparnos y a lograr ser fieles a nuestros planes, proyectos, relaciones e intenciones. La fidelidad no se improvisa, la vida tampoco.


¿Qué dice la Biblia acerca de la pena de muerte / pena capital?

La ley en el Antiguo Testamento ordenaba la pena de muerte para varios actos: asesinato (Éxodo 21:12), secuestro (Éxodo 21:16); cohabitación con bestias (Éxodo 22:19); adulterio (Levítico 20:10); homosexualidad (Levítico 20:13); ser un falso profeta (Deuteronomio 13:5); prostitución y violación (Deuteronomio 22:4) y muchos otros crímenes. Sin embargo, con frecuencia Dios mostraba misericordia cuando la pena de muerte debía ejecutarse. David cometió adulterio y asesinato, sin embargo Dios no le quitó la vida por ello (2 Samuel 11:1-5,14-172 Samuel 12:13). En última instancia, todos y cada uno de los pecados que cometemos merecen la pena de muerte (Romanos 6:23). Gracias a Dios, Él mostró Su amor por nosotros al no condenarnos (Romanos 5:8).

Cuando los fariseos llevaron a la mujer sorprendida en adulterio ante Jesús y le preguntaron si debía ser apedreada, Jesús respondió, “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.” (Juan 8:7) Esto no debe ser usado para indicar que Jesús rechazaba la pena capital en todos los casos. Jesús simplemente, estaba exponiendo la hipocresía de los fariseos. Los fariseos planeaban sorprender a Jesús, conculcando la ley del Antiguo Testamento…, de hecho, a ellos no les importaba demasiado que la mujer fuese apedreada (¿Dónde estuvo el hombre que también fue sorprendido en adulterio?) Fue Dios el que instituyó la pena capital: “El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada, porque a imagen de Dios es hecho el hombre.” (Génesis 9:6) Jesús apoyaba la pena capital en algunos casos, pero también mostró Su gracia cuando esta sentencia estaba a punto de ejecutarse (Juan 8:1-11). El apóstol Pablo definitivamente, reconoció el poder del gobierno para instituir la pena capital cuando fuera necesario (Romanos 13:1-5).

Trabaje y Viva - Crecimiento personal-espiritual

Papá era un hombre trabajador, que distribuía pan como forma de sostener a su esposa y sus tres hijos. Empleaba sus días, después del trabajo, asistiendo a clases, esperando mejorar y así hallar un mejor empleo algún día. Excepto los domingos, Papá casi no comía con su familia. Trabajaba y estudiaba muy duro porque quería proveerle a su familia lo mejor que el dinero pudiese comprar.
Cuando la familia se quejaba de que no invertía suficiente tiempo con ellos, él razonaba que estaba haciendo todo eso por ellos. Sin embargo, a menudo añoraba pasar más tiempo con su familia.
Llegó el día en que se anunciaron los resultados de los exámenes. Para su satisfacción, Papá aprobó ¡y de manera sobresaliente!  Pronto, después de eso, se le ofreció un buen empleo como supervisor en que le pagaban muy bien.
Como un sueño hecho realidad, Papá ahora podía darse el lujo de darle a su familia algunos "lujitos"... como buena ropa, buena comida y vacaciones fuera del país.
Sin embargo, la familia siguió sin poder ver al padre la mayor parte de la semana. Trabajaba muy duro esperando ser ascendido a la posición de gerente; de hecho, para aumentar sus méritos como candidato a la promoción, se matriculó en otro curso en la universidad a distancia.
Una vez más, cuando la familia se quejaba que no pasaba suficiente tiempo con ellos, razonaba que lo hacía todo por ellos. Pero él seguía añorando pasar más tiempo con su familia.
El trabajo rudo de Papá rindió fruto y fue ascendido. Jubiloso, decidió emplear a una criada para que ayudase a su esposa con las labores domésticas. También sintió que su casa de tres habitaciones no era lo suficientemente grande, por lo que sería bueno para su familia, poder disfrutar de las facilidades y comodidad de una nueva propiedad mayor. Habiendo experimentado las recompensas de su duro trabajo anteriormente, Papá decidió continuar sus estudios y trabajar para ser ascendido nuevamente, y la familia siguió sin poder saber mucho de él. De hecho, a veces Papá tenía que trabajar los domingos para atender clientes. De nuevo, cada vez que la familia se quejaba de que no pasaba suficiente tiempo con ellos, él razonaba que lo hacía todo por ellos. Pero él seguía añorando estar más tiempo con su familia.
Como se esperaba, el trabajo duro de Papá volvió a recompensarse con dividendos, y se compró un hermosa propiedad que miraba a la costa de Singapur. La primera noche de domingo en su nuevo hogar, Papá declaró a su familia que había decidido no tomar más cursos y buscar nuevas promociones y que, a partir de ese momento, iba a dedicarle más tiempo a la familia. Pero,...
Papá no despertó la mañana siguiente.

Jesucristo: El regalo perfecto

Tratamos de hacer regalos que sean significativos, pero no siempre tenemos éxito. Pero el regalo de Dios —su Hijo Jesucristo— es siempre el regalo perfecto para todo el mundo. Este regalo fue:
Enviado del cielo. El Señor Jesús fue enviado al mundo para cumplir el plan de Dios (Juan 6.38). Cada aspecto de su vida fue parte del regalo que el Padre celestial tiene para nosotros.
Necesario. Dios nos dio a su Hijo para salvarnos. El pecado arruinó al género humano (Romanos 3.23) y nos puso bajo la condenación divina (Romanos 5.18). Puesto que no fuimos capaces de pagar el precio debidamente exigido por Dios por nuestro pecado, nuestra mayor necesidad ha sido siempre, la de un Salvador que pudiera pagar nuestra deuda de pecado por nosotros (Romanos 6.23). Solamente el Señor Jesús estuvo cualificado para hacerlo, porque estaba libre de pecado. Se convirtió en nuestro Redentor al reconciliarnos con Dios (Romanos 5.10).
Sacrificado. Dios envió a Jesús a morir en nuestro lugar para que pudiéramos llegar a ser parte de su familia. El Hijo sacrificó voluntariamente su vida para llevar a cabo el plan del Padre.
Perfecto. Jesús fue Dios en carne humana, que caminó en medio de los hombres. Su carácter y su voluntad son impecables, y actúa de manera perfecta a favor nuestro (Romanos 8.28, 29).
Precioso. Jesucristo tiene el poder de hacer por nosotros, lo que no puede hacer ninguna cosa material u otra persona. En Él, llegamos a ser nuevas criaturas que pertenecemos a Dios (2 Corintios 5.17).
Dios envolvió en carne humana su regalo especial para que podamos conocerle e identificarnos con Él.