miércoles, 17 de septiembre de 2014

Vive en Paz - Reflexiones

Isaac vivió entre los filisteos, los cuales demostraron ser vecinos intratables. Él se había vuelto tan poderoso y rico, que ellos le temían y le pidieron que se fuera de su territorio.  Puesto que era mucho más poderoso que ellos, Isaac pudo haber rehusado. Sin embargo, accedió y se mudó a un valle cercano, donde su padre Abraham había cavado unos pozos años antes.
Pero los filisteos habían obstruido los pozos después de la muerte de Abraham, y cada vez que Isaac abría uno de nuevo, ellos decían que les pertenecía a pesar de que no lo estaban usando.
Sencillamente eran contenciosos. Pero Isaac prosiguió avanzando hasta que entró en un terreno, en el que los filisteos no protestaron por su pretendido derecho al agua.
Yo he encontrado gente así. Cuando mis hermanos y yo éramos pequeños y jugábamos a la pelota, teníamos que tener mucho cuidado con los lanzamientos, porque el vecino confiscaba todas las pelotas que llegaban a su patio.
Es difícil que a uno le caigan bien personas como estas, pero Jesús hasta llegó a decir que debemos amarlas, orar por ellas y ser buenos con ellas. Puede que no sea fácil, y esas personas intratables podrían no cambiar nunca. Sin embargo, según Romanos 12:18, aún así debemos hacer todo lo posible por vivir en paz con todo el mundo.
Romanos 12:18
Si es posible, en cuanto de vosotros dependa, estad en paz con todos los hombres.



La garantía de la vida eterna

El primer capítulo de Mateo muestra el linaje de Jesucristo: 42 generaciones que empiezan con el milagro del niño nacido a Abraham, y terminan con el milagro del ser divino que asume forma humana. En medio de la lista aparecen los nombres de un tramposo, de una prostituta, de un homicida, de reyes y de antiguos adoradores de ídolos. Todos estos hombres y mujeres fueron transformados por Dios, y ocuparon un lugar en la estirpe de nuestro Salvador. Dios protegió este linaje, a pesar de su utilización de la mentira, la guerra, el cautiverio, las vejaciones, etc..
Este es el mismo Dios que nos promete la vida eterna por medio de Jesucristo. La Biblia enumera una tras otra, las promesas de parte de Dios, y Segunda carta a los Corintios 1.20 nos asegura que todas sus promesas se cumplen en Cristo. A quienes hemos nacido de nuevo por la fe en el Señor Jesús, se nos ha dado un lugar permanente en la familia de Dios, que está garantizado por el Padre y el Hijo (Juan 10.28, 29). El Espíritu Santo nos es dado como sello de la promesa, lo que garantiza que recibiremos nuestra herencia eterna como hijos de Dios (2 Corintios 1.21, 22).
Pero para que la garantía de la vida eterna surta efecto, hay un solo requisito: Que iniciemos una relación personal con Cristo. El Señor mismo escribe nuestro nombre en el libro de la vida del Cordero (Apocalipsis 21.27). No hay más especificaciones que cumplir para que esta garantía surta efecto y seguirá efectiva para siempre. La vida eterna nos pertenece en el instante que nos convertimos en hijos de Dios. El Señor lo ha prometido, y podemos contar con ello. ¡Aleluya!

Jesús Resucita todo

“Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva y tenía una piedra puesta encima. Dijo Jesús: –Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: –Señor, hiede ya, porque lleva cuatro días. Jesús le dijo: –¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?” Juan 11:38-40
Lázaro había muerto. Habían pasado cuatro días. Todo había acabado. La esperanza de sus familiares era volver a verlo en otra vida, en la eternidad.
Lázaro representa nuestros sueños frustrados, proyectos inconclusos, relaciones destrozadas, anhelos no cumplidos.
resucito
Todos tenemos lázaros que han muerto, que están ya enterrados. No se nos pasa ni siquiera por la cabeza la idea de volver a tenerlos. Los dejamos encerrados en una tumba, pero muchas veces vienen a nuestros recuerdos y nos hubiera gustado que hubieran tenido otro final.
¿Cuál es tu Lázaro?
  • ¿Crees que ya es tarde para tener otro hijo?
  • ¿Tu matrimonio ya no tiene arreglo?
  • ¿No hay forma de completar esos estudios que dejaste hace tantos años?
  • ¿Arreglar esa enemistad familiar que no sabes cómo acabar con ella?
  • ¿O esa enfermedad que te dicen que debes vivir con ella para siempre?
Este relato bíblico inicia diciendo: “Jesus, otra vez muy conmovido”  ¿Por qué estaba tan conmovido Jesus? Porque tenía una situación pendiente con sus amados amigos; Jesús amaba a su amigo Lázaro, y también amaba mucho a Marta y María. El dolor de ellas ahora era también su dolor.
Recuerda los episodios mencionados en la Biblia, sobre cómo Marta y María cuidaban y atendían a Jesús. Cómo María había derramado aquel perfume caro en los pies de Jesús, secándolos con sus cabellos. Muchos de nosotros hemos hecho esto con Jesús, y por tal razón Él está muy conmovido por nuestra situación. No importa lo profundo que estés enterrado ni el tiempo que haya pasado, que Jesús viene hoy a tu encuentro.

¿Qué dice la Biblia acerca de la guerra?

Mucha gente comete el error de creer que la Biblia dice, “No matarás”, y busca aplicar este mandamiento a la guerra. Sin embargo, lo que viene a decir la Biblia es “No cometerás asesinato.” (Éxodo 20:13). La palabra hebrea literal significa “la muerte intencional y premeditada de otra persona con malicia.” Con frecuencia, Dios ordenaba a los israelitas ir a la guerra contra otras naciones (1 Samuel 15:3Josué 4:13). También Dios ordenó la pena de muerte para numerosos delitos graves (Éxodo 21:1221:1522:19Levítico 20:11). Así que, Dios no está contra el matar en todas las circunstancias, sino más bien el asesinar. La guerra nunca es algo bueno, pero algunas veces es algo necesario. En un mundo lleno de gente pecadora (Romanos 3:10-18), la guerra a veces, es inevitable. Algunas veces, la única forma de evitar que la gente pecadora haga un gran daño es yendo a la guerra contra ellos.

¡La guerra es algo terrible!
 Es siempre consecuencia del pecado (Romanos 3:10-18). En el Antiguo Testamento, Dios ordenó a los israelitas: “Haz la venganza de los hijos de Israel contra los madianitas…” (Números 31:2). Ver también en Deuteronomio 20:16-17, “Pero de las ciudades de estos pueblos que Jehová tu Dios te da por herencia, ninguna persona dejarás con vida, sino que los destruirás completamente; al heteo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, como Jehová tu Dios te ha mandado.” En Éxodo 17:16 leemos, “ y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación.” También en 1 Samuel 15:18, “…Ve, destruye a los pecadores de Amalec, y hazles guerra hasta que los acabes.” Así que, obviamente Dios no está contra todas las guerras. Jesús está siempre en perfecto acuerdo con el Padre (Juan 10:30), así que no podemos argüir que la guerra era la voluntad de Dios en el Antiguo Testamento. Dios no cambia (Malaquías 3:6Santiago 1:17).

El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón

"Pero el Señor le dijo: '... Yo soy el Señor, y veo más allá de lo que el hombre ve. El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero yo miro el corazón.'". 1 Samuel 16:7.
Un día, mientras compraba en un supermercado, una persona me consideró un ladrón, mientras que otra pensó que era un héroe.
El caso fue que cuando salía del edificio, un empleado dijo: "Disculpe, señor. Hay muchos artículos en su carro que no están embolsados". Esta es una estrategia de quienes roban en las tiendas, pero cuando vio que eran productos demasiado grandes para poner en las bolsas, se disculpó y me dejó seguir mi camino.
En el estacionamiento, una mujer miró de reojo mi gorro deportivo bordado en dorado y lo confundió con un sombrero militar. Entonces, exclamó: ¡Gracias por defender nuestro país! Y después, se fue.
Tanto el empleado del supermercado como la mujer en el estacionamiento, hicieron conclusiones apresuradas sobre mí. Es fácil formar opiniones basadas únicamente, en las primeras impresiones.