martes, 5 de agosto de 2014

Viviendo como herederos

Tu padre, Dios, te dejó una gran herencia y en esta iban incluidas grandes cantidades de Fe, Confianza, Sanidad, Seguridad, Amor, etc. 
Vamos a tratar de la fe que heredamos.
Dios nos dejó a cada uno de nosotros, la capacidad de que viviéramos y actuáramos con Fe en todo lo que hiciéramos. Entonces ¿qué te detiene para ver cumplidos tus sueños?, ¿qué te frena para ir más allá, reconociendo que a tu lado va ese Dios que es tu Padre?
Él dejo muy claro en su palabra, que la Fe sin obras no es Fe. Anímate entonces, a empezar a actuar, a demostrarle a tu Padre que crees en Él, que crees en todas esas promesas que puso en tu corazón. Él necesita que tú actúes para obrar de una manera sobrenatural en tu vida, necesita que pongas a actuar tu Fe; no basta con decir "creo", además es necesario demostrarlo.
Así también la fe, si no tiene obras, está muerta en sí misma. Sin embargo, alguno dirá: “Tú tienes fe, y yo tengo obras.” ¡Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras!  Santiago 2:17-18

Honrado… - Reflexiones

En un centro comercial una pareja se acercó a comprar un artículo. La dependienta les atendió solícita y no se percató que al darles el cambio, se le fue la mano y les dio mucho dinero de más. Ellos, que tenían prisa, tampoco se dieron cuenta del error.
Ya fuera del centro comercial fueron a un restaurante. Al revisar su billetera, el hombre se percata de que había recibido mucho dinero como cambio; ¡unas cincuenta veces más de lo que pagó! Se había dado una confusión con la cuantía de los billetes. Entonces, dijo a su pareja que debían ir de inmediato a devolver lo que no era suyo, y enseguida volvieron al centro comercial.
Al acercarse a la dependienta, la llamaron aparte para no avergonzarla ante otros ni complicarle la vida. – Señorita, usted me dio dinero de más como cambio de la compra que le hice hace unos minutos. Aquí le devuelvo su dinero, deme lo que es correcto y tenga más cuidado la próxima vez. La mujer se quedó boquiabierta y, sintiéndose responsable, llamó a su jefe de sección y le explicó de qué se trataba.
Éste, asombrado también, se acercó rápidamente a la pareja, y le dijo al honrado caballero: – Señor, ¿ve esa cámara de televisión? Allí se ha grabado todo, desde que usted hizo la compra, cuando se le dio cambio de más, y ahora que usted ha devuelto ese dinero que por error se le dio. Nuestra compañía quiere honrarle y pedirle que nos permita publicar este hecho ejemplar que ya casi no se da en estos días.
Un tanto nervioso, el aludido tomó del brazo al jefe de sección de ese centro comercial y, en voz baja le dijo: – Señor, olvídese de lo ofrecido; si usted hace eso me pondría en problemas.
¡Yo soy casado, y la mujer que está conmigo no es mi esposa!
Sí, se trataba de un caso extraordinario de honradez; pero no había integridad moral en aquel hombre. 
Puede haber honradez sin integridad, pero nunca integridad sin honradez. Dios quiere que tú y yo seamos íntegros; luego la honradez y los demás valores vendrán como características naturales del corazón limpio. Los que somos de Cristo, ¡hagamos la diferencia!
Salmos 25:21
Integridad y rectitud me guarden; Porque en ti he esperado.
Salmos 84:11
Porque sol y escudo es Dios: Gracia y gloria dará el Señor: No quitará el bien a los que en integridad andan.
Proverbios 10:9
El que camina en integridad, anda confiado: Mas el que pervierte sus caminos, será quebrantado.
Proverbios 20:7
El justo que camina en su integridad, Bienaventurados serán sus hijos después de él.

Entiendo el propósito divino

Día a día, Dios está buscando personas que deseen su presencia y que hagan su voluntad. Hombres y mujeres que estén dispuestos a dejar su estilo de vida con el fin de seguirlo. Él promete acompañarnos a transitar el camino, pero ¿qué cosas tendremos que pasar para persistir en su propósito?
Muchas personas creen que el sufrimiento o las dificultades son síntomas de estar en pecado. Puede ser una de las causas, pero no siempre es aplicable. En muchos casos es porque Dios nos desea llevar a otro nivel de su propósito, y para esto necesitamos que nuestro corazón esté preparado.
Un día me preguntaba el motivo de la adversidad que azotaba a mi alma y por qué no tenía lo que anhelaba. Me veía instalado en la tristeza hasta que entendí que Dios deseaba desarrollar su gozo en mí. Entendamos que Dios quiere moldear nuestro carácter como el de Cristo. A Él le interesa más un hijo consagrado y maduro, que un hijo con muchas habilidades, incluso ministeriales. No significa que lo último esté mal, sino que nuestro carácter es, de momento, solo una parte importante para el éxito de nuestro ministerio.
Dios moldeará nuestras vidas, nos hará pasar por el fuego para que nuestros motivos sean purificados; en la tormenta, para que nuestra confianza dependa de Él y no de lo que sentimos; en la soledad, para que entendamos que lo más importante es tener una relación con Él que con nadie más; en lo secreto, para que escuchemos sus instrucciones de lo que quiere para nosotros.

Profundiza Tus Raices

Muchos quieren ver glorificados su matrimonio, hogar, relaciones..., pero están acostumbrados a su antigua forma de ser.
Nunca va a florecer un árbol, dar frutos y arrojar renuevos, si no ha profundizado sus raíces; de igual forma, nunca vas a ver un matrimonio floreciente, un ministerio radiante, una familia en armonía, un negocio productivo, o un trabajo permanente, si antes tus raíces en Cristo no se han afirmado hasta llegar a profundidades tales que, cuando soplen vientos, tormentas y tempestades no te remuevan de tus convicciones.
“Días vendrán cuando Jacob echará raíces, florecerá y echará renuevos Israel, y la faz del mundo llenará de fruto” Isaías. 27:6
Es tiempo de que empieces a echar raíces en el lugar en que Dios te plantó. Ciertamente, el Señor movió a Israel de una tierra de servidumbre a un lugar llamado Canaán, en donde la bendición de Dios se empezó a manifestar abundantemente, en el momento que llegó el pueblo de Israel. Pero Dios los movió hasta allí para que echaran raíces y luego florecieran. Tal vez Dios te plantó en un matrimonio, iglesia, familia, o comunidad en la cual no has florecido pero, ¿cual será la causa de ello? ¿No será que todavía no has echado raíces en el lugar en que estás?... 
¿No será que tu corazón vive aferrado a relaciones pasadas y por eso tu presente matrimonial está camino a la quiebra? ¿No será que aún no te has liberado de tu viejo carácter, personalidad y forma de ser, y por eso no puede florecer en ti, la nueva naturaleza que Dios ha injertado dentro de tu corazón?
Tal vez hoy sea el día en el cual empieces a echar raíces, en el lugar en que Dios te plantó para ver frutos y que esos frutos se hagan visibles a todos aquellos que te rodean. Muchas personas quieren ver florecer su economía pero no profundizan sus raíces en la honra hacia Dios; muchos quieren ver florecidas sus relaciones sentimentales pero están encerrados en un egoísmo tal, que solo se interesan por ellos y no les importa su pareja; muchos quieren florecer en su matrimonio, hogar, relaciones de amistad, pero están acondicionados a su antigua forma de ser; y no se trata solo de florecer sino de dar frutos.
Este es uno de los grandes males que se sufre; gente extranjera que viene de su país y se queda en el nuestro durante mucho tiempo, pero su corazón sigue en su lugar de origen; es tiempo de que profundicen sus raíces donde Dios les plantó.

Dios quiere y puede usarte a ti

El mensaje que Dios le dio a Samuel no fue placentero. Tenía que decirle a Elí, su mentor, que Dios iba a juzgar su casa por el comportamiento de sus hijos. Ocasionalmente toda la línea familiar moriría. Este no era el tipo de profecía que Samuel deseaba compartir.
Pero Samuel era fiel a Dios y, a pesar de su corazón apesadumbrado y espíritu humilde, compartió el mensaje con Elí. Lo principal en esta tarea, es que Samuel hizo lo que tenía que hacer de la forma más humilde y amorosa.
¿Te ha dado Dios un trabajo difícil como el de Samuel? ¿Algún amigo o pariente está haciendo algo malo y necesitas ayudarlo o aconsejarlo? Quizá tengas miedo de poner en juego tu relación con él.
Acerca de cumplir con las cosas verdaderamente difíciles, ¿estarías dispuesto a perder tu vida por Cristo? Por emotiva, espiritual y ciertamente relevante que sea esta pregunta, no es de esperar que morir por Cristo sea, en verdad, la pregunta que debamos hacernos. En cambio, sí que es un desafío para nosotros y este desafío no está desconectado de la misma pregunta.
¿Qué gigantes enfrentas? ¿Cuáles son las cosas difíciles que tienes por delante? O sea, no podré confiar en Dios en las grandes tormentas, si en las pequeñas traté de arreglármelas solo.
Vivir por Cristo es el primer requisito para morir por Él. La obediencia cuando nadie mira, viene antes que la obediencia en público; es anterior a la obediencia difícil, la obediencia que cuesta algo. Por eso no se pueden fingir las cosas difíciles, y por eso es que las cosas pequeñas y fáciles siempre vienen antes que las grandes y difíciles.
¿Cuáles son algunas de las cosas difíciles a las cuales Dios te llama hoy? ¿Cómo lograrlas?
Goliat no era el gigante aterrador que estamos acostumbrados a ver en las fábulas o cuentos. Era un terrorista que estaba empecinado en destruir a Israel. Cada día, durante seis semanas, el ejército de Israel se encogía de miedo sabiendo que si los filisteos ganaban la batalla, ellos perderían sus casas, sus familias, sus trabajos y su país.
Y entra en escena David, el adolescente con una fe inmensa en Dios que no se suponía que debiera estar ahí, para aceptar el desafío porque nadie más lo hacía. Dios había cuidado de él en el pasado, y él sabía que Dios lo ayudaría ahora para derrotar al gigante.
¿A qué gigantes te enfrentas? ¿Cuáles son las cosas difíciles que tienes por delante? Tal vez sufras por el divorcio de tus padres, o quizá tienes un hábito que parece que no puedes dominar. Cualquiera que sea el gigante, tienes que saber que Dios está contigo. Cuando parezca que no tienes fuerza, ve con Dios, y Él te ayudará a ganar tus batallas.