viernes, 1 de agosto de 2014

¿Quién me ayudará?

Pero en mi angustia, clamé al Señor; sí, oré a mi Dios para pedirle ayuda. Él me oyó desde su santuario; mi clamor llegó a sus oídos. Salmos 18:6 NTV.
Muchas situaciones nos angustian, realidades que no podemos manejar, como la partida de un ser querido, la falta de empleo, las deudas, el divorcio, entre muchas...
Y las decisiones que tomemos ante un conflicto, son determinantes para nuestro futuro, ya que cada una de ellas siempre acarrea consecuencias. O bien nos ayudarán a superar el conflicto con éxito, o quizás nos lleven a cometer un nuevo error, con las consecuencias derivadas del caso.
David, al ser perseguido por el Rey Saúl, se encontraba en un estado muy crítico, y expresaba sus emociones de esta manera: “Me rodearon ligaduras de muerte, Y torrentes de perversidad me atemorizaron. Ligaduras del Seol me rodearon, Me tendieron lazos de muerte.” Salmos 18:4-5 
Aunque David se encontraba angustiado en extremo, supo acudir a Dios, porque Él sabía que respondería a su dolor, y así fue. Dicen los versículos 16-19: “Envió desde lo alto; me tomó, Me sacó de las muchas aguas. Me libró de mi poderoso enemigo, Y de los que me aborrecían; pues eran más fuertes que yo. Me asaltaron en el día de mi quebranto, Mas Jehová fue mi apoyo. Me sacó a lugar espacioso; Me libró, porque se agradó de mí.”
Cuánta paz debió sentir, al experimentar que Dios mismo lo había librado del mal. Su confianza tuvo recompensa, pidió ayuda y el auxilio no se hizo esperar.

El cuento de la Autoestima

Cierto día, un gran Rey iba paseando cerca de un pueblo que le pareció muy peculiar. Observó que las personas del pueblo tenían diversos conflictos entre ellos, se herían, se molestaban unos a otros.
Este Rey, que era muy inteligente y gustaba de analizar todo lo que veía, llegó a la conclusión de que todo radicaba en el poco amor que se tenían, pues ellos mismos no se aceptaban con sus cualidades, ni mucho menos se aceptaban con sus defectos. Era difícil que pudieran ver las cualidades en los demás y, al haber odio entre ellos mismos, también había odio hacia los demás.
Este hombre pensó acerca de cuál sería el origen de todo esto y qué podía hacer para que cambiara. Pensó y pensó, y dijo: 
– ¡Ya sé!, les diré que si empiezan a llevarse mejor entre ellos, serán muy prósperos, tendrán muchas cosas que deseen.
Pasó el tiempo y nada cambió; después dijo:   
-¡Ya sé!, les diré que si mejoran su relación, yo les daré el doble de todas sus pertenencias.
Pero la triste realidad es que nadie quiso escuchar y todo siguió igual…  El hombre analizó todo y dijo: 
– Las discusiones se dan porque no se respetan entre ellos, se envidian, hay celos, comparaciones, si alguien sobresale los demás se sienten heridos. El problema es que no se aman a sí mismos, que no creen que tienen un valor, que sin ser perfectos, son merecedores de respeto; si logran acomodar este pensamiento y tener respeto por sí mismos, podrán darlo a los demás. ¿Pero cómo hago para que puedan comprender que tienen un valor?, se preguntó el Rey.

¿Estás Satisfecho con tu Vida? - Crecimiento Personal-Espiritual

“Nacemos llorando, vivimos quejándonos y morimos desilusionados”. 
Probablemente, tu respuesta sea no estoy satisfecho y tu situación es que vives quejándote de tu matrimonio, de la vida, no disfrutas de tu trabajo, no tienes amigos, estás sufriendo de estrés, nada te sale bien, todo se ha vuelto una rutina y, de seguir así, morirás desilusionado sin poder vivir la vida que anhelas.
Analizando, vemos que la insatisfacción es clave para iniciar un cambio en tu vida. La insatisfacción se produce por aquellas cosas que te hacen sentir a disgusto contigo mismo, y que, sin embargo, prefieres justificarlas en tu vida, pensando: “Dios me quiere así”, “qué mala suerte la mía”, “no nací para ser feliz”, “el éxito no es para mí”, “el trabajo es un castigo y tengo que cumplir con mi condena”, “esta es la cruz que Dios me dio para llevar”,... y te llenas de pensamientos negativos, mentirosos que no te dejan crecer y avanzar.
En un momento de insatisfacción tú eliges si deseas cambiar o seguir igual, otra cosa o como estás viviendo. Si estás insatisfecho en tu vida es porque te falta algo, o quizá hayas perdido el deseo de soñar. Se cree que de cada 4 personas en el mundo, 3 están convencidas de que no van a lograr sus sueños. Esto sucede porque las personas tienen un pobre concepto de sí mismas, porque se les olvida que han sido creadas a imagen y semejanza de Dios, y después se crean barreras mentales.
Henry Ford decía: “tanto la persona que cree que puede, como la que cree que no puede, las dos están en lo cierto”. Se trata de creer que se pueden cambiar las cosas, que todo se puede mejorar en la vida y que lo que yo necesito hacer, además de centrarme en Dios, condición sine qua non, es mejorar mi autoestima.

Inspiración - Reflexiones

En la pequeña escuela rural había una vieja estufa de carbón muy anticuada. Un niño tenía asignada la tarea de llegar al colegio temprano todos los días para encender el fuego y calentar el aula antes de que llegaran su maestra y sus compañeros.
Una mañana, llegaron y encontraron la escuela envuelta en llamas. Sacaron al niño inconsciente, más muerto que vivo del edificio. Tenía quemaduras graves en la mitad inferior de su cuerpo y lo llevaron urgentemente al hospital.
En su cama, el niño horriblemente quemado y semiinconsciente, oía al médico que hablaba con su madre. Le decía que seguramente su hijo moriría, que realmente era lo mejor que le podía pasar, pues el fuego había destruido la parte inferior de su cuerpo. Pero el valiente niño no quería morir.
De alguna manera, para gran sorpresa del médico, sobrevivió. Y una vez superado el peligro de muerte, volvió a oír a su madre y al médico hablando despacito. Dado que el fuego había dañado en gran manera las extremidades inferiores de su cuerpo, le decía el médico a la madre, hubiera sido mucho mejor que muriera, ya que estaba condenado a ser inválido toda la vida, sin ninguna posibilidad de usar sus piernas.

Una vez más el valiente niño tomó una decisión. Caminaría. Pero desgraciadamente, de la cintura para abajo no tenía capacidad motriz. Sus delgadas piernas colgaban sin vida.
Finalmente, le dieron de alta.
Todos los días su madre le masajeaba las piernas, pero no había sensación, ni control, nada. 

Regreso a mí mismo

Yo valgo porque Dios me proveyó de valores personales profundos, no tengo que ganármelos. El respeto a mí mismo se nutre de estos valores que conozco y llevo dentro de mí. Poseo estos valores; son míos.
Pero debo nutrirlos y cuidar de ellos, ya que corro el peligro de que se deformen, amenazados como están, por una sociedad orientada hacia el éxito material.
Si logro salvar las trampas que conlleva este éxito, si no presumo de éxitos similares a expensas de los demás, conservaré el respeto a mí mismo. Daré entonces más importancia a aquellos actos que expresen mi valía, don maravilloso que me ha sido dado, pero proyectándola hacia los otros. Esta es mi principal motivación, lo que me impulsa a ser mejor en todo lo que puedo.
Mi valía es mi mundo. Me comprometo y cumplo mi palabra. Esto es muy importante, es crucial.
A los demás les digo: “Valgo tanto como tú. Intercambiemos valores. Te ofrezco lo mejor de mí mismo, esperando que me correspondas de la misma manera”.
Recordemos que lo interno es más lo importante. Aquellos que se interesan sólo por lo externo están condenados a llevar una vida muy superficial.