martes, 29 de julio de 2014

Dios responde…

Isaías 65;24a "Antes de que me llamen responderé".
Esta historia fue escrita por un médico que trabajó en África.
Una noche trabajé duro para ayudar a una madre en el paritorio; pero a pesar de todo, ella murió, dejándonos con un diminuto bebé prematuro y una hija de dos años que lloraba. Como no teníamos incubadora, tuvimos dificultades para mantener al bebé vivo, y tampoco había alimentos especiales ni instalaciones adecuadas para almacenarlos.
Aunque vivíamos sobre la línea del ecuador, a menudo habían noches con traicioneras corrientes de aire frío.
munecaUna comadrona estudiante me alcanzó la caja que teníamos para esos bebés, me dio también algodón y una sábana limpia para envolver al bebé.
Otra fue a avivar el fuego y llenar una botella con agua caliente. Volvió de forma apresurada, para decirme que cuando inició el llenado de la botella, ésta había estallado. ¡Y era nuestra última botella!,exclamó.
Como en todas partes, no es bueno llorar a toro pasado, no sirve de nada, y en África Central tampoco es bueno llorar por la explosión de botellas. El problema estaba en que en esos lugares no hay farmacias en los caminos forestales.
Así que ordené que, con toda las seguridades del caso, pusiesen al bebé muy cerca del fuego, y que una enfermera dormiría entre el bebé y la puerta para mantenerlo libre de corrientes y mantener al bebé caliente.
Al mediodía siguiente, como lo hacía casi todos los días, fui a orar al templo con algunos de los niños del orfanato que decidieron reunirse conmigo. A los jóvenes allí presentes, les sugerí algunos nombres para que los consideraran en sus oraciones y les hablé de la bebé. Les expliqué nuestro problema de mantener al bebé caliente, mencionando la botella de agua caliente, y que el bebé podría morir muy fácilmente si tenía escalofríos. También les hablé de la hermanita de dos años, que lloraba porque su madre había muerto.
Durante el tiempo de oración, Ruth comenzó a clamar a DIOS para que protegiera a los niños africanos. Ella dijo: “Por favor, DIOS, envíanos una botella para meter agua caliente ya que el bebé la necesita urgentemente. El bebé puede morir Señor, así que por favor envíanos la botella esta misma tarde.” También añadió de forma audaz, que por favor enviara una muñeca para la niña de 2 años, “porque nosotros sabemos que Tú realmente nos amas”.
Una vez que terminó de orar pensé. “¿Honestamente puedo decir Amén?”, ya que no creía que DIOS pudiera hacerlo. Pero la Biblia dice que DIOS puede hacer todo, que para ÉL no hay límites. La única forma como DIOS podía contestar a esta oración, sería enviándonos lo solicitado. Hasta ese momento yo llevaba viviendo en África casi cuatro años y nunca, nunca, había recibido una encomienda de una petición dirigida por algún amigo o familiar.
De todos modos, viviendo sobre la línea ecuatorial donde hace mucho calor ¿a quién se le ocurriría enviar como una encomienda una botella para agua caliente?
A la mitad de la tarde, mientras estaba enseñando en la escuela de enfermeras, me avisaron que había un coche en la puerta de mi casa. En el momento que llegué a mi casa el coche ya se había ido, pero en la puerta había un paquete de unos 10 kilos. En ese momento sentí que se me escapaban las lágrimas. No podía abrir la encomienda sin la presencia de los niños del orfanato, especialmente con los que había orado.
Así que me dirigí a ese lugar, y todos juntos comenzamos a deshacer cuidadosamente cada nudo. Luego doblamos el papel que lo envolvía, teniendo mucho cuidado de no romperlo ya que nos podía servir. Todos estábamos muy emocionados. Unos treinta o cuarenta pares de ojitos se centraron en la caja de cartón grande.
Una vez que la abrí, comencé a sacar el contenido y lo primero fueron unas camisetas de colores muy vistosos. Luego unas vendas para los pacientes con lepra, y los niños comenzaron a aburrirse. A continuación sacamos una caja con pasas y unos dulces para el fin de semana.
Luego, cuando metí la mano otra vez, sentí algo duro… ¿Qué podría ser? Lo agarré y lo saqué. ¡ERA UNA BOLSA DE CAUCHO PARA AGUA CALIENTE! y de una marca nueva. Entonces lloré. Yo no pedí a DIOS que la enviara; realmente no creía que ÉL lo pudiera hacer.
Ruth, que estaba en la primera fila de los niños, se acercó llorando y dijo que, si DIOS había enviado la bolsa para agua caliente, ¡también debía haber enviado la muñeca para la niñita de 2 años!
HURGANDO HASTA EL FONDO DE LA CAJA, SACÓ UNA MUÑECA PEQUEÑA, ELEGANTEMENTE VESTIDA. SUS OJOS BRILLARON, ¡ELLA NUNCA HABÍA DUDADO!

¿Qué hacer en medio de la tormenta?

Problemas. Sí, problemas. Y bastantes. No los soportaba. Es más, por las tardes, cuando concluía su jornada laboral, se lo pensaba dos veces antes de encaminarse a su hogar. Predecía en su corazón, que sostendría una discusión, cualquiera que fuera, con su esposa, y las consecuencias generalmente eran muy desalentadoras: palabras soeces, insultos,... como solía expresarse su mujer cuando estaba "fuera de sus casillas".
¡Qué diferencia de las imágenes festivas y de rostros sonrientes que se tomaron de la ceremonia matrimonial! Todas las fotografías mostraban una faceta feliz del evento. Como si estuvieran posando para un comercial de televisión. Sin embargo, era real. En ese momento todo iba bien.
Meses después comenzó el calvario. Algo que jamás imaginó. Los enfrentamientos se producían por cualquier insignificancia. Era una mujer sumamente celosa, veía amantes hasta en las vecinas a las que saludaba. Un día, en que sonrió a una señora que le concedió su puesto en una fila, su esposa la ofendió. Y después, delante de todos, lo trató a él de descarado por relacionarse públicamente con "sus enamoradas."
El sacerdote le recomendó tener paciencia. Le sugirió incluso que entregara el sufrimiento a uno de los millares de santos del catolicismo. Incluso la vecina de enfrente le habló sobre pócimas mágicas, que desalentarían a su esposa de cualquier discusión.
Solamente un pastor evangélico, a quien consultó al respecto, le sugirió ir a Jesucristo en oración. “Es la solución a las situaciones de crisis, porque Él calma la tempestad", le dijo. 
"Permítale a Dios que tome el control".

El arte de la comunicación

En las relaciones sociales la comunicación es primordial, incluso hasta es considerada un “arte” por algunos medios. Se dice que las mujeres hablan mucho, son muy comunicativas, pero no necesariamente lo hacen con verdadero “arte”. La verdad es que no se debe generalizar ningún concepto en ninguna circunstancia. Puede decirse que la mayoría de un grupo social es de tal o cual manera, pero por respeto a la minoría restante, no se debe universalizar esa opinión. Así es que en este caso, lo dejaremos en que la mayoría de las mujeres hablan mucho, aunque no todas para no incomodar a nadie.
Si consideras que estás entre aquellas mujeres pertenecientes a la mayoría, es decir, eres muy comunicativa, pero así mismo, te consideras sincera, no hay nada malo en ello, siempre y cuando esa sinceridad no raye en la imprudencia. Porque una virtud puede convertirse en defecto si traspasamos los límites. Hay mujeres que declaran ser muy francas y dicen las cosas como son, “sin pelos en la lengua”. Es bueno hablar de frente y decir la verdad, pero sin olvidar ser prudentes, lo que no quiere decir que seamos hipócritas. Somos prudentes cuando al decir una verdad, procuramos no herir a otros, buscando las palabras adecuadas y no lo primero que se nos venga a la mente. La hipocresía en cambio, es no decir la verdad acerca de lo que sentimos, es fingir delante de los demás. En consecuencia, la prudencia y la hipocresía son dos conceptos muy distintos.
La prudencia va ligada a la sabiduría, y quien hace uso de estas dos virtudes verá el éxito. “Con sabiduría se edificará la casa, y con prudencia se afirmará” (Proverbios 24:3 RV). Dios le dio sabiduría a Salomón, pero sin olvidar la prudencia. “Y Dios dio a Salomón sabiduría y prudencia muy grandes, y anchura de corazón como la arena que está a la orilla del mar. (1 Reyes 4:29 RV)

Haciendo todo con fe - Reflexiones

El gran reformador protestante Martín Lutero, escribió una vez acerca del papel del padre y esposo.
"Viene la mujer de la calle, reflexiona en la vida que tiene de casada, levanta la cabeza y dice: ¿Por qué debo mecer al bebé, lavar sus pañales, cambiar su cama, sentir su erupción, cuidar de esto y de lo otro, hacer una cosa... y otra?  Es mejor permanecer sin casarse y vivir una vida tranquila y despreocupada. Podría convertirme en sacerdote o monja y decirles a mis hijos que hicieran lo mismo".
Sin embargo, ¿qué dice de esto la fe cristiana?
Los padres abren sus ojos, consideran estas modestas, poco agradables y menospreciadas cosas, y comprenden que están adornadas con la aprobación divina, como con el oro y la plata más preciosos. Dios, junto con sus ángeles y criaturas, sonreirá… no porque los pañales hayan sido lavados, sino porque se hizo con fe.
Incluso las tareas más mundanas pueden llegar a ser un acto de adoración… un acto de servicio ofrecido no a otros sino a Dios mismo.
Mientras ayuda a su esposa e hijos con la más sencilla de las faenas, imagine que está desempeñando esta tarea para el beneficio del Señor.
El tipo de hombre que piensa que ayudar a lavar los platos es una tarea sin valor, por debajo de él mismo, también pensará que ayudar con el bebé está por debajo de él y no será un padre exitoso.
Mateo 20:26
El que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor.

¡Gracias por mi enemigo!

Te doy gracias por mi enemigo.
“Después de esto se turbó el corazón de David, porque había cortado la orilla del manto de Saúl”. 1 Samuel 24:5
Si hay alguien empeñado en buscar tu mal y en desacreditarte, tienes una bendición muy grande. Eso no le sucede a cualquiera. Tu enemigo y tú han sido escogidos por Dios, y detrás de tu enemigo está la mano de Dios.
En realidad, la rivalidad que surgió de Saúl contra David fue lo mejor que le pudo pasar a David. Dios le hizo un favor a David: usó a Saúl para mantener a David huyendo por los agrestes montes, donde aprendió a ser sensible a la voz del Espíritu Santo 1 Samuel 24:5, y donde aprendió acerca del perdón total. Saúl fue el pasaporte para un mayor acercamiento de David a Dios.
Cuando alguien decide perdonar completamente a su enemigo, se cruza la barrera de lo natural a lo sobrenatural. Tal vez tú, como todos, quisieras tener todos los dones del Espíritu Santo, ya que aparte del don de la sanidad, de la intercesión y de la paciencia, el don que más debemos pretender es el del perdón.
Todos los dones son sobrenaturales, lo cual quiere decir que están fuera de lo normal. En realidad, no hay ninguna explicación natural para lo milagroso, de ahí los milagros. Por ello, cuando damos nuestro perdón a alguien obramos un milagro. Cuando perdonamos totalmente, alcanzamos el nivel más alto en términos de espiritualidad.