martes, 15 de julio de 2014

La culpa es de ellos

En ti confían los que conocen tu nombre,
porque Tú, Señor,
jamás abandonas a los que te buscan.
(Salmo 9:10)

Es interesante escuchar las justificaciones de los jugadores de fútbol, al término de un partido que hayan perdido. Entre las más tradicionales se esgrimen éstas: “Estuvimos jugando bien, pero las malas decisiones del árbitro nos perjudicaron”… “Creo que hicimos un buen partido, pero lamentablemente, por ser visitantes no tuvimos el respaldo masivo del público”… “Considero que, nuestra condición de locales nos llevó a cometer ciertos errores”… “Teníamos el partido en el bolsillo, pero el mal estado del terreno de juego…”
Excusas como estas y otras, son parte de la vieja tradición humana de buscar culpables para justificar nuestros desaciertos, y no quedar muy mal en público.
Esto se debe a que la mayoría  hemos sido formados así, con un amor absoluto al triunfo y una negación total a la pérdida, de manera que si ésta se da, debemos encubrirla de cualquier modo, aunque sea inculpando a otros.

Recordemos que los pretextos siempre estuvieron  a la orden del día: Los varones, al estilo de Adán, culpando a la mujer; las mujeres, al estilo de Eva, culpando a la serpiente; el estudiante que no aprueba el curso, culpa al profesor; el jugador que yerra un penalti, culpa a la trayectoria del viento; el empleado que llega retrasado a la oficina, culpa al embotellamiento de tráfico; la autoridad que no cumple sus promesas de campaña, casi siempre culpa a su antecesor; el escribiente inhábil, culpa a la pluma por su mala letra; el cazador culpa al pájaro por haberse movido … y así,… hasta el infinito.

Decisiones apresuradas

Puede que estés a punto de tomar una decisión que influirá mucho en tu manera de vivir...
La vida diaria está llena de decisiones de toda clase, desde las que consideramos no muy importantes hasta las que consideramos de suma importancia. ¿Qué clase de decisiones estas tomando?, ¿correctas?, ¿Incorrectas? Y si las decisiones que tomaste no fueron las adecuadas, dichas decisiones, por casualidad, ¿no fueron apresuradas?
Todos tomamos decisiones diariamente, desde decisiones sencillas como: ¿qué vestuario me pondré hoy?, hasta decisiones importantes, determinantes de nuestro presente y futuro.
Puede que estés a punto de tomar una decisión que influirá mucho en tu manera de vivir, y quizá te sientes un poco presionado o con temor, porque la decisión a tomar es muy delicada.
¿Qué hacer, pues, para tomar una buena decisión?
Primero: Relájate y descansa en Dios. Ahora que ya conoces de Dios y lo has hecho Señor de tu vida, tienes que aprender a depender de Él. Tienes que comprender que ahora Él juega un papel muy importante en tu toma de decisiones. Descansar en Dios implica recibir un sentimiento de paz que me lleva a comprender que mi vida está en sus manos. Es la tranquilidad que aparece a pesar de que la situación sea muy difícil, pero que mi confianza en que Dios actuará, me hará estar tranquilo frente a cualquier situación que se presente. Antes de tomar una buena decisión tienes que relajarte, descansar y sobre todo, confiar en que Dios te guiará a tomar la mejor decisión.
Segundo: Reflexiona bien en los resultados que puedas obtener. Después de que estés relajado, y confiando en Dios, piensa bien sobre la decisión que vas a tomar; reflexiona sobre si esa decisión es respaldada por la Palabra de Dios, o si va en contra de lo que Dios dice en su Palabra (“Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino”. Salmos 119:105 RV1960). Medita en los resultados que esa decisión puede traer. Piensa en los “pros” y “contras”. Y nunca tomes una decisión cuando estés enfadado, ni cuando tus emociones estén a flor de piel, porque dichas decisiones casi nunca resultan bien. El mejor momento de tomar decisiones es cuando la cabeza está fría, cuando no haya emociones de por medio y cuando se ha reflexionado muy bien sobre lo que se va a hacer.
Tercero: No te apresures, tómate el tiempo necesario. Obviamente, hay decisiones que tendremos que tomar rápidamente, quizá en minutos, pero las grandes decisiones casi siempre las deberemos tomar con más tiempo. Si algo ayuda a tomar una buena decisión, es haber meditado en ella por un tiempo antes de tomarla. A veces no hay prisa, pero por apresuramiento, a veces las cosas no salen como hubiéramos querido.
Cuarto: Confía en Dios porque Él hará. Si tú desde el principio descansaste en Dios y confiaste en que te ayudaría y sobre todo, hiciste las cosas bien, conforme a su Palabra y justamente, confía en que Dios obrará a tu favor, si así fuese su voluntad.

Buen Samaritano

Casandra era una mujer muy activa en la iglesia. Siempre se ofrecía voluntaria para predicar en lugares apartados de la ciudad, y en algunas ocasiones, viajaba a pueblos rurales donde los recursos eran sumamente escasos.
En uno de esos viajes llegó a un hogar muy pobre, en donde el jefe de la familia estaba enfermo sufriendo agudos dolores. Entró a la casa con el propósito de hablarles algo acerca de Cristo, pero el hombre, de muy mal carácter, cuando se dio cuenta de sus intenciones comenzó a gritar: “No quiero que nadie ore aquí, ni que lea la Biblia, pues no creo en ninguna de estas cosas, ¡fuera!”
Inmediatamente Casandra dijo: “Está bien, no diré nada, pero no quiero irme sin antes ayudarlo de alguna manera, y a su esposa también, que está muy afligida.”
De inmediato, se fue para conseguir provisiones y ropa para la familia. Cuando regresó, el hombre, que duramente le había prohibido que orara y leyera la Biblia, le dijo: “Léame por favor la historia del Buen Samaritano.” En ese momento, ella sacó su Biblia para leer la historia, y cuando terminó, aquel hombre enfermo dijo: “He visto muchos sacerdotes y levitas pasar por aquí, pero nunca antes había visto un buen samaritano.”
La amargura del hombre y sus prejuicios desaparecieron a causa de una buena acción de una cristiana.
1 Juan 3:17 dice: “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?” Versión DHH

¿Qué está pasando en la tierra?

En nuestro intento por hallarles sentido a las noticias mundiales y a los sucesos de actualidad, necesitamos evitar con todo cuidado, dos extremos: 
El primero de ellos es el sensacionalismo.
A veces, en nuestra desesperación por comprender lo que está sucediendo en el mundo, nos podemos volver excesivamente crédulos, y las afirmaciones sensacionalistas nos pueden desviar con facilidad. Entre los sensacionalistas más distinguidos se encuentran los que le fijan fechas a la venida de Cristo; los que siempre están tratando de identificar al anticristo, y los que tratan de convertir cada terremoto, enfermedad, desastre o pelea entre naciones, en una señal de los últimos tiempos. Para demasiados fanáticos de las profecías, prácticamente todo lo que sucede es señal de que está cerca la venida del Señor.
¿QUÉ SEÑALES?
El otro extremo que debemos evitar en tiempos como los que corren, es el de burlarnos de las señales de los tiempos. Si comparamos al sensacionalismo con la propaganda excesiva a favor de un producto, entonces la burla sería lo opuesto, equivaldría a la falta de propaganda. Hoy en día, son muchos los que reaccionan de forma negativa ante toda conversación acerca de las señales de los últimos tiempos. Dicen que es necio e injustificado buscar tendencias y desarrollos que señalen hacia el escenario de los últimos tiempos, descritos en las Escrituras, o incluso hablar de ellos.
¿Qué está pasando en la tierra?
¿Está justificada o no esta manera negativa de ver las cosas? Jesús ya reprendió seriamente a los líderes religiosos de su tiempo, por su ceguera ante las señales de su primera venida:
Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del cielo. Mas él respondiendo, les dijo: Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas que sabéis distinguir el aspecto del cielo, mas las señales de los tiempos no podéis! (Mateo 16:1-3)
Él estaba cumpliendo las profecías del Antiguo Testamento y realizando los milagros que estaba profetizado que haría el Mesías, ante sus propios ojos; sin embargo, ellos seguían ciegos a las claras señales de su primera venida.
De igual forma, hoy hay muchos líderes religiosos, que están siguiendo el mismo triste esquema de mantenerse ciegos a las cosas que están pasando en el mundo y que se relacionan con el programa de Dios para la segunda venida de Cristo.
LA PREPARACIÓN DEL ESCENARIO
Otra forma de comprender las señales de los tiempos, es imaginarse que uno está viendo un drama. Aún no se ha abierto el telón para que comience el primer acto pero, desde su asiento en medio del público, usted puede oír sonidos detrás del telón. Están preparando el escenario para que comience el drama. Están poniendo los accesorios en su lugar, y los actores están ocupando sus puestos. Estos sucesos no son el drama en sí mismos; son la preparación natural y necesaria para él. Cuando oímos que están preparando el escenario, aumenta nuestra expectación por el inminente momento en que se levante el telón.
De igual forma, Dios ya tiene escrito el guión de los últimos tiempos, y está preparando la escena del mundo para este drama de los siglos. El telón sigue cerrado, pero los sucesos mundiales se están produciendo, y los actores están asumiendo sus papeles para que comience el drama. Antes que se levante la cortina, la iglesia será levantada por los aires para reunirse con el Señor en el arrebatamiento. Algún tiempo después del arrebatamiento, el anticristo va a llegar al escenario mundial. En ese momento, todas las partes y todos los actores estarán en su lugar, y comenzará el drama final de los tiempos.

¿Qué dice la Biblia sobre la Creación contra la teoría de la Evolución?

No es el propósito de este artículo presentar un argumento científico en el debate sobre la Creación contra la Evolución. El propósito es explicar el por qué, de acuerdo con la Biblia, el debate de la Creación contra la Evolución aún existe. Romanos 1:25 declara, “ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos, Amén.”
Un factor clave que debemos reconocer antes de nada, es que la gran mayoría de los científicos que creen en la Evolución son ateos o agnósticos. Hay algunos que se basan en una forma de ateísmo evolutivo, y otros que toman un punto de vista deísta de Dios (Dios existe, pero no está involucrado en el mundo… todo procede según un curso natural). Hay otros, pocos, que, auténtica y honestamente, miran estos datos del deísmo y llegan a la conclusión de que la Evolución encaja dentro de los informes disponibles. Sin embargo, todos éstos representan una porción insignificante entre los científicos que abogan por la Evolución. La gran mayoría de los científicos evolucionistas, sostienen que la vida evolucionó enteramente SIN ninguna intervención de un Ser superior. La Evolución es por definición, una ciencia naturalista.

Pero para que el ateísmo sea verdad, debe haber alguna explicación alternativa para cómo el universo y la vida llegaron a existir. Aunque hubo creyentes de alguna forma de Evolución que precedieron a Charles Darwin, él fue el primero en desarrollar un modelo plausible de cómo la Evolución pudo haber ocurrido, – la selección natural. Primeramente, Darwin se identificó a sí mismo como un cristiano, pero más tarde renunció a la fe cristiana y a la existencia de Dios, como resultado de algunas tragedias que sufrió en su vida. La Evolución fue “inventada” por un ateo. El objetivo inicial de Darwin no fue desaprobar la existencia de Dios, pero este es uno de los resultados finales de la teoría de la Evolución. La Evolución es un soporte del ateísmo. Los científicos evolucionistas de la actualidad, tampoco admitirán que su objetivo es dar una explicación alternativa a los orígenes de la vida, y por lo tanto, establecer una base para el ateísmo. Sin embargo, de acuerdo con la Biblia, y por eso el debate, eso es exactamente por lo que existe la teoría de la Evolución.
La Biblia nos dice, “Dice el necio en su corazón; No hay Dios.” (Salmos 14:153:1). La Biblia también proclama que la gente no tiene excusa para no creer en un Dios Creador, “Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la Creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.” (Romanos 1:20). De acuerdo con la Biblia, cualquiera que niega la existencia de Dios es un necio. ¿Por qué entonces, hay tanta gente, incluyendo cristianos, que aceptan complacientes, que los científicos evolucionistas son intérpretes imparciales de los datos científicos?, porque de acuerdo a la Biblia, ¡todos ellos son necios! Pero la necedad no implica una falta de inteligencia, de hecho, la mayoría de los científicos evolucionistas son intelectualmente brillantes. La necedad sí que indica la incapacidad de aplicar adecuadamente el conocimiento. Proverbios 1:7 nos dice, “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová. Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.”
Los científicos evolucionistas se mofan de la Creación y/o del Diseño Inteligente, y creen que es algo que no vale la pena examinar científicamente. Para que algo sea considerado una “ciencia”, dicen ellos, debe estar sujeto a observación y probado, debe ser “naturalista”. Y La Creación es por definición, “sobrenatural.” Dios y lo sobrenatural, no pueden ser observados o probados (y así sigue su argumento), por lo tanto la Creación y/o el Diseño Inteligente no pueden ser considerados una ciencia. 

Como resultado, todos los datos son filtrados a través de lo que ellos creen, como la preconcebida, presupuesta, y previamente aceptada teoría de la Evolución, sin la consideración de otras explicaciones.