sábado, 5 de julio de 2014

Buscando Valientes

Puede que nunca oyeras el nombre de Chiune Sugihara, un hombre de origen japonés, que ejerció de cónsul de su país en 1940 en Lituania.
En 1939, durante la II Guerra Mundial, las tropas alemanas invadieron Polonia, lo que hizo que los judíos polacos huyeran a Lituania, país en el que encontraron protección temporal. Sin embargo, los refugiados polacos necesitaban alejarse más. En su búsqueda encontraron dos islas holandesas en las que podrían estar seguros. Para llegar a ellas necesitaban pasar por Japón, y se encontraban al otro lado de aquel país.
Por este motivo, cientos de refugiados llegaban al consulado japonés para solicitar visa. Cuando Chiune pidió permiso a su gobierno para otorgar los permisos, se le ordenó que solo concediera este beneficio a las personas con visas a otros destinos. Condición con la que, por supuesto, no contaban los refugiados.
Chiune Sugihara y su esposa consideraron las opciones que tenían. Si negaban las visas, esas personas morirían y si las otorgaban, él perdería su carrera. Entre ambas opciones, obedecer al gobierno o a su conciencia, optaron por ser fieles a sus convicciones y hacer lo que consideraron correcto. Por este motivo y hasta que fueron obligados a abandonar  Lituania,  pasaban 18 horas diarias extendiendo visas y cada día entregaban la cantidad que normalmente habrían hecho en un mes. Chiune fue obligado a renunciar a su cargo con deshonra, pero su logro no tiene precio ya que se calcula que salvaron más de 6.000 vidas.

Salvos solo por Gracia, por medio de la fe

"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe". Efesios 2:8-9.
Jerry era un hombre bueno, señaló el pastor en el funeral de Jerald Stevens. Amaba a su familia, era fiel a su esposa, y sirvió a su país en las fuerzas armadas, fue un excelente padre y abuelo, y un gran amigo.
Pero después, el pastor explicó que la buena vida que llevó este hombre no era suficiente para asegurarle un lugar en el cielo ¡y que el propio Jerry habría sido el primero en decirlo!
Él creía lo que expresa la Biblia: Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23), y la paga del pecado es muerte (6:23)El destino final y eterno de Jerry no dependía de haber vivido una vida realmente buena, sino de la obra de Jesús, que había muerto en su lugar para pagar el castigo por sus pecados. Él creía que cada uno de nosotros debe aceptar personalmente el regalo de Dios, que es la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (6:23).
Jerry fue un buen hombre, pero jamás podría haber sido lo suficientemente bueno. Y nosotros tampoco. Solo por gracia podemos ser salvos por medio de la fe. Y esto no tiene nada que ver con el esfuerzo humanoEs don de Dios (Efesios 2:8).
¡Gracias a Dios por su don inefable! (2 Corintios 9:15).
No somos salvos por las buenas obras, sino por la obra de Dios.

¿Qué haremos en el cielo?

En Lucas 23:43, Jesús declaró, “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” La palabra que Jesús usó para "paraíso" es paradeisos que significa “parque o Edén (lugar de felicidad futura)”. Paradeisos es la palabra griega derivada de la palabra hebrea pardes que significa “parque, bosque, huerta”. Jesús le dijo: “…hoy estarás conmigo...” en“paradeisos,” no en “nephele” que es en griego "en las nubes". El asunto es que Jesús escogió y utilizó la palabra “parque”. No cualquier parque sino “el paraíso de Dios” (Apocalipsis 2:7), que para nosotros será un lugar de felicidad futura. ¿Esto suena a lugar aburrido? Cuando piensas en un parque, ¿piensas en aburrimiento?

Jesús le dijo: "Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás." (Mateo 4:10). Es interesante que Jesús no dijo “alabar y servir.” Incluso un breve examen de la palabra alabanza en la Biblia, indica que es una cosa verbal y se manifiesta en su mayor parte cantando. La adoración, sin embargo, es desde el corazón. La adoración se manifiesta en la alabanza. Sirviendo a Dios es adoración, y la Escritura es clara que serviremos a Dios en el cielo. "Sus siervos le servirán" (Apocalipsis 22:3).

Somos incapaces de servir plenamente a Dios en esta vida debido al pecado, pero en el cielo “no habrá más maldición.” (Apocalipsis 22:3). No estaremos más bajo la maldición del pecado, así que todo lo que hagamos en el cielo será adoración. Nosotros nunca seremos motivados a algo aparte de nuestro amor por Dios. Todo lo que hagamos será por nuestro amor a Dios, no corrompido por nuestra naturaleza pecaminosa.

Entonces, ¿qué haremos en el cielo? Vamos a aprender. “Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?”(Romanos 11:34), “en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento." (Colosenses 2:3). Dios es “el Alto y Sublime, el que habita la eternidad” (Isaías 57:15). Dios es más grande que "para siempre", y llevará la eternidad para "comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo." (Efesios 3:18-19). En otras palabras, nunca dejaremos de aprender.

Cuida tu herencia

Es indispensable entender que las promesas de Dios son herencia. Herencia quiere decir que tú no tuviste que trabajar por ellas, que no te las puedes ganar, sino que te han sido entregadas por la relación que tienes. Pero hay también un aspecto de responsabilidad dentro del concepto de la herencia. Tú no la trabajaste, sino que la obtuviste por relación. No te la ganaste, pero la puedes perder. La puedes despreciar pero no te la puedes ganar. Donde habitualmente fallamos es en no cultivar esa relación, que es la que nos permite disfrutar verdaderamente de la herencia.

El hijo pródigo, en Lucas 15, perdió su herencia. La desperdició, la gastó, mientras estaba separado de la relación que le daba derecho a aquella herencia. Cuando restauró la relación, tuvo derecho a la nueva parte de la herencia que le correspondía. Pero la separación de la relación fue lo que hizo que perdiera y desperdiciara aquello que le pertenecía. 

Si tú quieres que se manifiesten en ti las promesas de Dios, primero tienes que entender que no hay nada que puedas hacer por ti mismo para ello, porque son un regalo, son parte de tu relación. Lo único que tienes que hacer es mantener tu relación y después de recibir esa herencia, mantenerla, duplicarla, mostrar que eres capaz, que eres maduro para poder disfrutar de la misma. Las promesas de Dios son por gracia. No nos merecemos ni siquiera lo que tenemos en el día de hoy. Han sido por la gracia de Dios, han sido por nuestra relación con Cristo. Incluso, aunque tú no tengas relación con Dios, tienes vida porque Dios te ama, porque es Él quien pone el soplo de vida en ti cada mañana, es Él el que hace que salga el sol para los buenos, y para los malos. 
No fue el despertador quien te levantó esta mañana, fue el Dios Todopoderoso que envió su soplo de vida y te levantó. Por la gracia y la misericordia de Dios tú estás vivo. Ojalá entendieras quién eres para Dios. Lo que tú tienes en tu vida es por herencia. No se trata de la religión, o de tu esfuerzo. 

Quiero


Lo único que quiero es sentir esa paz que una vez me regalaste cuando entré al hogar.
Lo único que quiero es caminar cogido de tu mano como un bebé sin temor.
Lo único que quiero es que mi corazón palpite al hablar de tu gran amor.
Lo único que quiero es que mis ojitos brillen por tanto gozo que tú me das.
Lo único que quiero es arrodillarme en mi cuarto a solas y decirte aquí estoy papá.
Lo único que quiero es tener un corazón lleno de amor para dar
y que me encante saber que ese amor proviene de la fuente misma del amor, ¡mi Dios!

Eres mi Dios, eres mi creador, eres hacedor de mi vida y juez de las injusticias.
Cuántas veces te he dicho al oído que lo único que quiero 
es no perder nuestra linda relación.
Mi amor fluye y a veces se paraliza pero sé que nunca dejarás de ser mi Padre 
y yo nunca dejaré de ser tu hijo.
Porque ninguna montaña ni el más cruel invierno 
enfriarán la inquietud que me generas, 
cuando sé que hay amor del cual puedo llegar a embriagarme 
y dicha de donde saciarme.
En el mundo hay muchas cosas importantes, imperantes y preocupantes, 
pero Tú, Señor, Tú estás sobre todas ellas.

Me entristezco cuando no oro, cuando no clamo, cuando no digo te necesito, 
pero quiero que sepas que dentro de mí tu amor me consume, 
que me cala hasta los huesos.
Loco sería yo si te niego, si pretendo ignorarte y seguir mi camino,
simplemente imposible, ya que ya he saboreado el chocolate más rico y divino,
y mi paladar no se acostumbraría a otro.

Lo único que quiero es que sepas que no solo te amo, sino que también te necesito, 
que no solo deseo milagros en mi vida, sino también piedras para llevar en mi espalda 
y así aprender a llevar mi cruz.
No es papel mojado para mí, decirte "te amo", como tampoco un "te extraño",
pero sí te extraño, te extraño, te necesito más que nunca en mi vida. 
En mis tareas así como en mis alabanzas, te necesito y Tú sabes cuánto.

Sé que ya no soy un niño pero en tus brazos quiero serlo, quiero decirte tanto, quiero contarte cada detalle. Aunque sé que Tú de antemano ya lo sabes todo, sé que necesitas te lo diga, que te cuente, narre, y hoy es un buen día para hacerlo y contarte tanto secretito que he tenido contigo.