lunes, 30 de junio de 2014

"No puedo" te puede paralizar

Desde mi juventud quise practicar algún deporte de movimiento como el fútbol o el baloncesto; pero lamentablemente, no pude por mi patología. El único deporte que pude practicar fue la natación, ya que no había que hacer giros violentos. Por eso, cada vez que mis amigos me invitaban a practicar algún deporte de acción rápida, simplemente contestaba con un solemne: “no puedo”. 

Una mañana, al revisar mi correo electrónico, recibí el siguiente mensaje: “No puedo”. "No puedo" es la peor frase que se ha escrito o hablado, hace más daño que la calumnia o las mentiras. Con ella muchos espíritus fuertes se han quebrantado, y también con ella muchos buenos propósitos mueren. Brota, cada mañana, de los labios de quienes no piensan, y nos roba el valor que necesitamos durante el día. Suena en nuestros oídos como una advertencia enviada en su momento, y se ríe cuando tropezamos y caemos por el camino. “No puedo” es la madre de la iniciativa débil, o sea, no tener iniciativa, es como acoger como propio, el terror y el trabajo a medio hacer. Debilita los esfuerzos de inteligentes artesanos y hace del que trabaja un indolente conformista. Envenena el alma del hombre con visión, aplasta en su infancia muchos planes. Saluda al trabajo honesto con abierto desprecio y se burla de las esperanzas y los sueños del hombre. 

Liderazgo capacitado

Una vez que se terminó la reconstrucción de la muralla y se colocaron sus puertas, se nombraron porteros, cantores y levitas, mandé a mi hermano Janani, que era un hombre fiel y temeroso de Dios como pocos, lo puse a cargo de Jerusalén, junto con Jananías, comandante de la ciudadela. (Nehemías 7:1).
Sabiendo que como es el sacerdote así es su pueblo, Nehemías  establece las autoridades. Las ruinas las produce cualquiera, pero lo que precisa reconstrucción necesita gente fiel y temerosa de Dios.
A menudo nos quejamos de nuestros gobernantes, pero nuestros gobernantes son el resultado de una selección de ciudadanos que los eligen, mientras muchos otros se abstienen. Días atrás, un ciudadano respetado de nuestra ciudad me comentó de alguien con vocación política y de su consejo para él: – No te metas, eres muy bueno para hacer política. Lo miré sorprendido y le dije: -Por favor, ¡necesitamos que los buenos no se ausenten! ¡Dígale al muchacho que haga política!
La reconstrucción trae un liderazgo diferente, viene ese tiempo para mi país. Viene un tiempo donde la transformación social hará de nuestras sociedades, semillero de gente honrada y temerosa de Dios. A sabiendas de que todos somos en algún momento, ejemplo desmoralizador a la vista, pero no son únicamente los malos los que heredarán la tierra.

Dichosos los pobres en espíritu porque el reino de los cielos les pertenece. Dichosos los que lloran porque ellos serán consolados. Dichosos los humildes porque recibirán la tierra como herencia, (Mateo 5:3-5).

¿Cómo está tu andar en el Señor?

Colosenses 2: 6, 7 “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias”.
Seguro que encontrarnos con Jesús ha sido la experiencia más maravillosa de nuestras vidas, de hecho esa experiencia vino a cambiar nuestra perspectiva de vida y nos permitió ser perdonados de nuestros pecados.
¿Cómo recibiste al Señor Jesucristo?, seguro que todos nosotros lo recibimos con un corazón quebrantado, ya que el mismo hecho de haber dado ese paso de fe, estaba demostrando la disposición de corazón que teníamos para que Jesús entrara en nuestra vida.
¿Cómo no recordar ese hermoso momento? Cada vez que rememoro el encuentro que tuve con Cristo me dan ganas de llorar, mi vida se estremece y mi corazón se sensibiliza, porque en ese día maravilloso, mi corazón se rindió a los pies de Jesús. Es en ese momento, cuando el Apóstol Pablo escribiendo a los Colosenses, menciona el hecho de haber recibido al Señor y dice: “de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él”, que traducido al lenguaje popular seria: “Así, con el amor y disposición de corazón que recibiste al Señor, así también trata de amar al Señor y disponer tu corazón para caminar conforme a su voluntad”.
Es en este momento, cuando viene la pregunta: ¿Será que andamos en El Señor de la manera en que lo recibimos?
Este es un buen día para reflexionar acerca de mi andar en el Señor, puesto que la voluntad de Dios al llamarnos, era edificarnos en amor para que abundáramos en acciones de gracias, como lo dice el versículo siete de este capítulo.

Estrechando Vínculos con mi Adolescente - Familia

Todos sabemos que en la adolescencia se sufren una serie de cambios corporales y algunas complicaciones propias de esta etapa. Pero además hay, y usted tiene en su poder, algunas estrategias que le pueden ayudar a acercarse a su adolescente o a mejorar la comunicación con él o ella.
Hay padres o madres que dicen que quieren tener una buena relación con ellos, pero no saben cómo. Algunos dicen que quieren fomentar una relación de “mejores amigos” y otros que les resulta imposible acercarse a ellos a conversar.
Esta es la historia de Paula, una adolescente de 16 años. Inquieta, extrovertida, impulsiva al  hablar, demandante de atención y sobre todo, muy inteligente. Sus padres tuvieron problemas pues ella rivalizaba mucho con su hermanito menor de seis años, y en el colegio significaron que tenía conductas inadecuadas (inmaduras). La última consulta que hicieron, fue porque del colegio les citaron para que se presentasen días después; al parecer Paula le pegó a otra estudiante de un curso inferior. Esto indignó mucho a sus padres, quienes no esperaron más y rápidamente, tomaron medidas para que no pasara de nuevo. Paula, sentada, jugaba con su cabello como si fuera a encontrar un tesoro entre sus hebras, mientras los padres pensaban en la reacción de los padres de la otra muchacha, en las consecuencias en su nota de conducta y en la gran vergüenza de tener que enfrentarse a la directora en una situación tan bochornosa.  
La joven, inquieta, impulsiva e inmadura, no sabemos cómo se quedó. El caso es que, de pronto, Paula empezó a relatar cómo pasó: había estado siendo víctima de acoso por unas compañeras. Sufría de burlas, rechazos y bromas de mal gusto desde hacía varios años.  Sus padres le habían recomendado que las ignorara y que se les pasaría su acoso. Sin embargo, los años pasaron y el  acoso no pasó. Hasta que un día se cansó y decidió actuar. Para su mala suerte, tenía frente a ella a testigos que por su puesto, solo vieron que Paula cogió a la otra chica y la empujó hasta echarla. – ¡No lo soporté más, no me importa lo que me hagan, sé que ya no me van a molestar, no se van a atrever!
Desde luego, la violencia nunca es, ni será, la manera indicada para resolver los conflictos. Sin embargo, si lo vemos desde otro punto de vista, Paula había sido víctima de violencia psicológica y emocional durante mucho tiempo.
¿Qué pasó? Los padres debían sensibilizarse por el sufrimiento no expresado de su hija y que se volvieran sus mejores defensores. Es obvio que ella, de alguna manera, tenía que asumir la consecuencia de sus actos, sin embargo éstos podían sentar un precedente por todo lo que había sufrido su hija. Los padres experimentaron primero, un enorme sentimiento de culpa y dolor. Pero tras la llamada del colegio, solo se limitaron a los “discursos” y al castigo.
Esta pequeña historia toca uno de los pilares fundamentales para tener una buena relación con su adolescente: la comunicación.
Aunque usted no lo crea, ellos tratan de comunicarse. A veces lo hacen de forma fácil y abierta, pues en la casa se ha practicado una comunicación abierta. Y en otras, siempre detrás de muchas conductas desafiantes, hay un enorme deseo de comunicar algo.
Comunicarse implica escuchar, pero escuchar sin dar discursos y sin salir con soluciones rápidas y sin pensar en sí mismo para todo. Practique la escucha. Al sentirse escuchado(a), desarrollará confianza, y esta es la base para que luego pueda aceptar recomendaciones. Ojo con la palabra "recomendaciones", que no es lo mismo que decirle o exigirle qué debe hacer.

¡Desfibrilador!

Sé cómo te sientes, sé exactamente lo que está pasando por tu cabeza, sé lo que has pretendido hacer. No es fácil sentirse recorriendo un túnel en la más absoluta oscuridad, en la soledad más profunda y con el frío más abrumador que el alma pueda sentir, resistir... persistir. Créeme, yo sé lo que es estar ahí amig@ mío, sé lo que es estar en tu lugar, y hoy Dios quiere, a través de mí, decirte cómo cruzar al otro lado, cómo salir de donde estás.

Has querido levantarte, pero por más que lo has intentado, das un paso y caes nuevamente a la lona con tristeza, desilusión y amargura. Sé que has intentado volver a subir y seguir allí arriba, pero tu mente se llena de pensamientos que van y vienen y que son una mezcla de angustia, dolor, lágrimas e impotencia. Sé que no es fácil, es bastante difícil, y cada día sientes que lo es aún más y que finalmente no podrás. Tu motivación se ha ido y tu sonrisa se ha desvanecido, esos pensamientos han persistido cada vez más fuertes sobre ti, y más aún cuando pretendes levantarte y seguir luchando, seguir adelante y persistir. Yo he estado ahí.

Con una profunda angustia en mi corazón miro aún más lejos de la pantalla, veo dónde estás tú y puedo ver tu corazón dañado, cortado en pedazos y lanzado al inerte suelo. Puedo ver tus lágrimas, tu dolor, tu impotencia; quisiera estar ahí para darte ese abrazo que te es tan necesario en estos momentos, escucharte y darte tantas palabras de aliento como pueda. 

Entiendo perfectamente lo que se siente, lo que se siente al tener una enfermedad agobiante con la que ya estás cansad@ de luchar, una desilusión de amor que ya estás cansad@ de llevar, una pérdida de alguien que ya no puedes soportar más, una soledad que ya estás cansad@ de ver y sentir, una adicción que ya no quieres tener más en tu vida, un dolor en todo tu ser, tan profundo como el más recóndito mar,... y todo eso que está ocasionando que todos tus días sean grises y que, por más fuerte que sea el sol del medio día, tu día simplemente no tiene sazón, es simple, sin ánimo, sin nada. Aunque quisiera estar allí no puedo; pero conozco a alguien que, cuando yo estaba en la misma situación que tú estás hoy, vino a mí, que cuando pensé que todo estaba perdido, incluso todo aquello que estaba en ruinas desde hace mucho tiempo, me abrazó, me consoló y restauró hasta lo último de mi ser. Hoy es tiempo de que le conozcas, Él está ahí a tu lado, diciéndote estas palabras y esperando a que tomes una decisión, decisión de seguir en el túnel oscuro donde estás o ¡caminar, correr y llegar hasta su luz!

Sé que muchas veces no entendemos lo que pasa en nuestras vidas, un día estamos bien pero al otro día suceden cosas totalmente inesperadas y, en nuestro dolor y angustia, le preguntamos a Dios una y otra vez ¿¡Por qué!? Pero en todos los procesos Dios tiene un plan, un motivo, un propósito que quizás hoy no lo comprendamos pero lo comprenderemos a su debido tiempo. No podemos exhortar, animar a otros sobre temas que no hemos vivido, no podemos alentar a que alguien siga adelante, sin que nosotros hayamos entendido cuánto significa y duele seguir adelante, sin que a pesar de… No podemos darle palabras de ánimo a alguien que tiene una gran desilusión amorosa, sin que nosotros hayamos pasado por eso, porque entonces le estaremos diciendo palabras vacías y no comprenderemos realmente qué sucede en el corazón de esa persona. Por eso Dios permite que sucedan estas cosas en nuestra vida, sea quien sea, porque en algún momento Dios nos utilizará para ayudar a reanimar otra vida que está a punto de apagarse. Piensa que si Dios está permitiendo que pases eso hoy, es porque pronto, muy pronto, te va a utilizar con alguien que pasó, pasa o pasará algo como lo que tú estás viviendo. Es difícil de entender, lo sé, pero si has pedido ser utilizado por Dios tienes que aguantar el dolor de los latigazos.

Es fácil decirle a Dios: ¡Úsame!, pero lo verdaderamente difícil es entrar en la escuela donde Él nos va a enseñar cómo ser utilizados. Es fácil pedirle a Dios: ¡Pásame por el fuego!, pero es muy difícil aguantar las altas temperaturas de su enseñanza, para que al final del proceso quede solo el oro y haya caído toda impureza. Son procesos que muchas veces no comprendemos cuando, apresuradamente, le pedimos a Dios que los cumpla en nosotros; por eso siempre tenemos que ser conscientes de que Satanás también escucha lo que decimos a viva voz o más suavemente; y cuando tú confiesas esas palabras, Satanás dice: ¡Vamos a ver cuánto aguantas! Por eso, ¡trata siempre de hablar con Dios en tu mente, porque allí solo Él puede escucharte!