martes, 17 de junio de 2014

El Amor Ciego - Reflexiones

¡Hablemos del amor ciego! Cuando Pedro y yo nos casamos estaba tan enamorada que no me encontraba en mis cabales. Pedro afirmó cuando le preguntaron, que nos habíamos casado conscientes de los importantes ajustes que debíamos hacer y de las crisis financieras que íbamos a afrontar, esa era su opinión.
En lo que a mí respecta, no era consciente de nada excepto de que era maravilloso y que la vida sin él sería terrible.
“Entiendo muy bien cómo María, la reina de Escocia, se debió haber sentido cuando dijo de James Bothwell, su tercer marido:  ”Yo le seguiría hasta el fin del mundo en enaguas”, pues eso mismo sentía yo por Pedro…
Si lo hubiera sugerido, hubiera seguido a Pedro hasta el fin del mundo sin pestañear. Era mi vida. Para mí era perfecto, y esto fue precisamente el inicio de nuestros problemas, porque cualquier persona enaltecida sobremanera sólo puede ir en una dirección: "hacia abajo “.
Silvia y Pedro lucharon con sus diferencias para crear un fuerte y duradero matrimonio, pero el principio de su verdadero éxito como pareja vino, cuando cada uno reconoció esta verdad fundamental: NADIE ES PERFECTO.

Honor presidencial

Denle a cada uno lo que le corresponde. Al que deban pagar contribuciones, páguenle las contribuciones; al que deban pagar impuestos, páguenle los impuestos; al que deban respeto, respétenlo; al que deban estimación, estímenlo (Romanos 13:7).
¿Quién fue el primer presidente de los Estados Unidos de América? Es muy fácil, pensarás: George Washington, por supuesto.
- ¿Estás seguro?
Lo creas o no, los expertos en política tienen argumentos para creer que no. En 1781, un americano no muy conocido llamado John Hanson, de la colonia de Maryland, se convirtió en el primer Presidente de los Estados Unidos, reunidos en Asamblea General. En 1774, las colonias instauraron un Congreso Continental formado por delegados de cada una de las colo­nias. Este grupo de hombres constituyó el Ejército Continental bajo el mando de George Washington. El 4 de julio de 1776 el Congreso Continen­tal emitió la Declaración de Independencia. También redactaron los Artícu­los de la Confederación, que representaban las leyes de la nueva nación. Uno de los artículos establecía que uno de los delegados podía ser nombra­do para "presidir" el Congreso, y en 1781 John Hanson fue elegido.
George Washington felicitó personalmente a Hanson, declarando que ocupaba el cargo más importante de los Estados Unidos. Entre 1781 y 1789, otros siete hombres ocuparon después de él ese mismo puesto. Washington no fue nombrado presidente, hasta que el Congreso reemplazó los Artículos de la Confederación por la Constitución de los Estados Unidos.

El verdadero autor - Reflexiones

Cuenta una historia que, había una vez un científico que descubrió el arte de reproducirse a sí mismo tan perfectamente, que resultaba imposible distinguir el original de la copia.
Un día se enteró que andaba buscándole el ángel de la muerte y, apoyándose en su descubrimiento, hizo doce copias de sí mismo.
Cuando el ángel llegó, no sabía cómo averiguar cuál de los trece ejemplares que tenía ante sí, era el científico, de modo que los dejó a todos en paz y se fue. Pero no tardó en regresar con una estrategia muy ingeniosa, basada en la naturaleza humana.
Al llegar al lugar donde se encontraba el científico con sus doce copias dijo: “Debe ser usted un genio, señor, para haber logrado tan perfectas reproducciones de sí mismo; sin embargo, he descubierto que su obra tiene un defecto, un único y minúsculo defecto”.
El científico dio un salto y gritó: “¡Imposible! ¿Dónde está el defecto?”
“Justamente aquí”, respondió el ángel mientras tomaba al científico de entre sus reproducciones y se lo llevaba consigo. “Todo lo que hace falta para descubrir al "ego", es una palabra de adulación o de crítica”.

¿Podremos ver y conocer a nuestros amigos y familiares en el Cielo?

Mucha gente dice que la primer cosa que quieren hacer cuando lleguen al Cielo, es ver a todos sus amigos y seres queridos que han muerto antes que ellos. Sí, probablemente podremos ver, reconocer y pasar tiempo con nuestros amigos y familiares en el Cielo. En la eternidad habrá mucho tiempo para eso. Sin embargo, no es posible que éste vaya a ser nuestro enfoque primario en el Cielo. Estaremos más ocupados adorando a Dios y gozando de las maravillas del Cielo, que preocupados por reunirnos de inmediato con nuestros seres queridos.

¿Qué es lo que dice la Biblia acerca de si podremos ver y conocer a nuestros seres amados en el Cielo? Cuando el pequeño hijo de David murió como resultado de su pecado con Betsabé, después de un tiempo de duelo, David declaró: “Mas ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerle volver? Yo voy a él, mas él no volverá a mí.” (2 Samuel 12:23). David asumió que él podría reconocer a su hijo en el Cielo, a pesar del hecho de que murió siendo un bebé. La Biblia declara que cuando lleguemos al Cielo, “...seremos semejantes a Él; porque le veremos tal como Él es.” (1 Juan 3:2).1 Corintios 15:42-44 describe nuestros cuerpos resucitados: “Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.”

¿Lo dejarías todo?

Por eso, piénsenlo bien. Si quieren ser mis discípulos, tendrán que abandonar todo lo que tienen. Lucas 14:33 (TLA)
Mientras Jesús iba de camino, un hombre llegó corriendo, se arrodilló delante de él y le preguntó: -Maestro bueno, dime, ¿qué debo hacer para tener vida eterna?
Jesús le contestó: -¿Por qué dices que soy bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces bien los mandamientos: No mates, no seas infiel en tu matrimonio, no robes, no mientas para hacerle daño a otra persona, no hagas trampas, obedece y cuida a tu padre y a tu madre.
El hombre le dijo: -Maestro, todos esos mandamientos los he obedecido desde que era niño.
Jesús lo miró con amor y le dijo: -Sólo te falta hacer una cosa. Ve y vende todo lo que tienes, y reparte ese dinero entre los pobres. Así, Dios te dará un gran premio en el cielo. Después de eso, ven y conviértete en uno de mis seguidores.
Al oír esto, el hombre se puso muy triste y se fue desanimado, porque tenía muchas posesiones.
Jesús miró a su alrededor y dijo a sus discípulos: -Les aseguro que quien haya dejado algo por seguirme y por anunciar las buenas noticias, recibirá su premio. Si dejó a sus hermanos o hermanas, a su padre o a su madre, a sus hijos, su casa o algún terreno, recibirá en esta vida cien veces más casas, terrenos y familiares, aunque también será maltratado por sus enemigos. Y cuando muera, vivirá con Dios para siempre.
“Si alguno de ustedes quiere ser mi discípulo, tendrá que amarme más que a su padre o a su madre, más que a su esposa o a sus hijos, y más que a sus hermanos o a sus hermanas. Ustedes no pueden seguirme, a menos que me amen más que a su propia vida. Si ustedes no están dispuestos a morir en una cruz, y a hacer lo que yo les diga, no pueden ser mis discípulos”. Lucas 14:26-27 (TLA)