viernes, 6 de junio de 2014

Si Dios te bendice con…


Si Dios te bendice con la vida,
vívela intensamente con una sonrisa en los labios y un sí al olvido.
Si Dios te bendice con una familia,
no la pierdas de vista, disfruta de ella con un abrazo, besos 
y una mochila de recuerdos a cuestas.
Si Dios te bendice con estudios,
estudia, amanécete leyendo esos libros interminables.
Todo esfuerzo vale la pena,
y los que somos de Dios y los que muy pronto se unirán a sus filas, 
tenemos la fuerza del grande.
Si Dios te bendice con una ayuda idónea,
ámale (a), dale lo mejor que nosotros los humanos tenemos, tiempo.
Ten detalles con aquella persona, 
apachúrrala con respeto, confianza y comprensión.
Si Dios te bendice con un hogar propio,
constrúyelo junto a tu amado, invierte amor, 
ternura, calidez y palabras de bendición.
Si Dios te bendice con un trabajo,
no lo odies, trabaja con satisfacción, porque todo lo que haces 
es para darle la gloria al grande.
Si Dios te bendice con su amistad,
apréciala, consérvala, nútrela, increméntala.
Si Dios te bendice con unos labios,
que éstos declaren el amor de nuestro Señor.
Si Dios te bendice con cualquier bendición,
atesórala, eleva la mirada al cielo y di

Gracias por darme tan gran bendición, TENERTE.

Sin Rencor - Crecimiento personal-espiritual

Perdonar es muy importante si quieres vivir una vida extraordinaria. 
Hay muchas personas atrapadas en sus culpas, pesares y en sus rencores. Muchos, queriendo poder perdonar no pueden, luchan consigo mismos porque tienen unas ideas equivocadas acerca del perdón.
Es cierto que la vida no es justa, que hay gente que lastima, que te ha hecho daño y que no merece tu perdón. Pero, ¿será eso lo que Dios quiere para tu vida? ¿Será que quiere que vivas amargado?
Entiende que el rencor no es un sentimiento agradable. Cada vez que piensas en la persona o en la circunstancia que provocó el daño, vuelves a experimentar sensaciones desagradables como ira, impotencia, frustración, dolor, ansiedad… Todo eso es basura que te causa estragos físicos en tu salud y emocionales en tu mente.
Pero si Dios no quiere que viva amargado, ¿qué hago con esas heridas? ¿Cómo me saco este rencor?  ¿Cómo perdono?
Es importante entender lo que es el perdón, y lo que no lo es.
1.      No es un asunto de emociones. No tenemos que esperar sentir alguna simpatía por el ofensor para poder perdonarle.
2.      Tampoco es excusar. No significa aprobar lo que hizo esa persona. No necesitamos estar de acuerdo con el ofensor, ni tenemos que buscar excusas por su comportamiento.
3.      No significa confiar nuevamente en el ofensor. Esto es particularmente importante cuando el ofensor no se arrepiente (lamentablemente, muy frecuente). El perdón, en este caso, no implica que la relación personal sea restaurada. La relación es restaurada solamente cuando el ofensor se arrepiente sinceramente, pide perdón y hace restitución. Mientras no sucede esto, no hay razón para confiar en él, ni mucho menos tener una relación amistosa con él.
4.      No es olvidar. Algunos piensan que no han perdonado realmente, porque siguen sintiéndose heridos y no pueden olvidar la ofensa. El “olvidar” de Dios significa que Él ya no nos recordará los pecados “en contra de nosotros” (Salmo 79:8), o sea, ya no nos utilizará para acusarnos.
5.      Perdonar es una decisión. Es un asunto “legal”. Perdonar significa “abandonar” o “condonar una deuda”.
6.      Perdonar es un proceso. Nunca es bueno presionar a alguien: “Perdona nada más” – esto lleva solamente a un perdón muy superficial.
En algunos casos tendremos que perdonar muchas veces; cada vez que la herida surja nuevamente en nuestros recuerdos. Jesús nos enseñó a perdonar “setenta veces siete” (Mateo 18:22).

Salva Tu Vida - Tiempo de actuar - Reflexiones

Salva Tu Vida

José Ton se escapó de su nativa Rumanía para estudiar teología en Oxford. Preparándose para regresar a su madre patria después de su graduación, les contó sus planes a varios estudiantes. Ellos le dijeron con toda franqueza, que probablemente sería arrestado al llegar a la frontera. Y uno le preguntó: Si te arrestan, ¿qué posibilidades tendrías de ser predicador? Ton no lo sabía, le preguntó a Dios acerca de esto y le fue recordado:
Mateo 10:16 “Mirad, yo os envío como ovejas en medio de lobos”.
Él pensó: ¿Qué posibilidad tiene una oveja de sobrevivir, y mucho menos convertir a los lobos?
Sin embargo, Jesús les envió y no sólo esperó que sobreviviesen, sino que cumpliesen con su misión.
... Ton regresó y predicó hasta el día que le arrestaron. Al ser interrogado por los oficiales, José dijo: “Su intención suprema es matarme, la idea que yo tengo es sobrevivir. Mis sermones están ahora circulando por todo el país grabados en cintas. Si me matan ahora, el que las escuche dirá: “Debe ser verdad”. Aquel hombre, Jesús, selló sus palabras con su sangre. En mi caso, las cintas grabadas hablarán diez veces más fuerte que yo antes, por lo tanto, mátenme, así yo obtengo la victoria suprema"... ¡Y el oficial le mandó a su casa!
Cuando José pensó en salvar su vida, estuvo en peligro de perder su misión. Pero cuando no le importó perderla, no sólo salvó su vida, sino que también consiguió su libertad.
El mundo sólo quiere lo mejor de usted, pero Dios quiere todo de usted.
Marcos 8:35
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.

Compasión

Cuando Cristo miraba a las multitudes, las veía no como un grupo de individuos, en el que cada uno tenía que cuidarse de sí mismo, sino bajo la perspectiva de un grupo de personas, que habían sido abandonadas por aquellos que debían velar por sus necesidades.
Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Mateo 9:35 
El relato del evangelio continúa así, su actividad en ese tiempo: Al ver las multitudes tuvo compasión de ellas, porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Mateo 9:36 
Al andar por lugares públicos de la ciudad, necesitaremos que Dios abra nuestros ojos para ver la verdadera condición de los que nos rodean.
Detengámonos un instante en la palabra "recorría". El término describe una de las actividades indispensables para hacer nacer un corazón pastoral. No existe la función de pastor de escritorio o de oficina, porque la vocación pastoral se cultiva conociendo de primera mano, la realidad del pueblo al cual se pretende ministrar. Sí que podemos incorporar a nuestra perspectiva ministerial, las observaciones de otros que conforman el cuerpo de Cristo, pero nada nos ayudará a evadir la responsabilidad de recorrer las calles y los barrios de nuestro lugar de ministerio. Solamente caminando entre las multitudes podremos conocer sus luchas, sus anhelos y sus tristezas.

No condenes

No se conviertan en jueces de los demás, y así Dios no los juzgará a ustedes. Si son muy duros para juzgar a otras personas, Dios será igualmente duro con ustedes. Él los tratará como ustedes traten a los demás. Mateo 7:1-2 (TLA)
Semanas atrás, me encontré con un amigo que no veía en mucho tiempo. Me contó que su vida había tomado un rumbo distinto al que él había imaginado, porque siempre había soñado casarse con una muchacha, que no tuviera en cuenta cualquier evento del pasado, pero hace dos años se enamoró de una mujer que tenía una hijita de una relación anterior. Al principio, los padres de él no estaban de acuerdo, pero con el paso del tiempo y al conocerlas, ellas se fueron ganando su cariño, respeto y admiración.
Sus ojos brillaron y una sonrisa se dibujó en sus labios, cuando me contó cómo se conocieron, cómo se enamoró de ella, cómo fue la primera vez que conoció a la niña y los bellos momentos que compartían los tres yendo al parque, montando en bicicleta, jugando y viendo películas. Me confesó que estaba enamorado y decidido a casarse con ella, quería formar el hogar que tanto había anhelado, a pesar de los comentarios de algunos familiares y amigos que, aún le aconsejan que no tome esa decisión.
A través de este ejemplo, comprendí que no podemos juzgar a las personas simplemente, por lo que vemos o escuchamos de ellas. Debemos conocerlas, darles la oportunidad de que nos compartan aquellas experiencias del pasado que marcaron sus vidas, y aceptarlas, porque nosotros o uno de nuestros seres queridos hubiera podido estar en su lugar.