Este es el final de la historia de un querido amigo y miembro de la iglesia, que falleció después de una larga vida de amor y servicio.
En el funeral, sus hijos se levantaron, uno por uno, a contar historias referentes a su padre, y pronto pudo apreciarse una característica común: que su más singular y extraordinaria cualidad fue su voluntad para servir a otros, fuera cual fuera su necesidad.
En el funeral, sus hijos se levantaron, uno por uno, a contar historias referentes a su padre, y pronto pudo apreciarse una característica común: que su más singular y extraordinaria cualidad fue su voluntad para servir a otros, fuera cual fuera su necesidad.
Era uno de esos hombres siempre dispuestos a tender una mano, hacer un favor, algún trabajo en particular, o simplemente ofrecer un traslado a alguien. Una de sus hijas mencionó que, a dondequiera que se dirigiera, llevaba consigo una caja de herramientas y un par de vestimentas de mecánico en el maletero del coche, “por si acaso alguien necesitaba alguna reparación”.
Muchas veces, cuando escuchamos la palabra “coraje”, pensamos en actos heroicos en períodos de crisis. No obstante, en nuestra vida cotidiana, no debemos pasar por alto la valentía de simplemente... estar en ellos. Las vidas cambian cuando con fidelidad, proveemos para nuestras familias, cuidamos de los ancianos, o prestamos atención a un amigo en dificultad. Persistir en hacer de este mundo, un mejor lugar para vivir, es una expresión de coraje.